La Tinta
25 min readNov 14, 2019

#02 Hombre blanco, escucha

Por Redacción La tinta

“Cuidar la semilla y la palabra” es el nombre que elegimos para esta segunda edición de la Cátedra Libre Ideas Menores, que surge en el 2018 con la intención de tejernos en ideas y en experiencias organizativas. Esto, en una búsqueda por generar reflexiones críticas que nos ayuden a comprender y andar este mundo en crisis.

Una crisis que es la posibilidad de transformar, quebrar las seguridades de las grandes teorías, movernos de los lugares cómodos del pensamiento. ¿Cómo podría ser la vida si ya no dominara la acumulación de capital? ¿Cómo accionar políticamente, de manera profunda y urgente? ¿Cómo comunicar el mundo que queremos? Nos preguntamos por la actualidad y buscamos releer críticamente las contribuciones teóricas y políticas del pasado, aquellas que se encuentran enraizadas o perdidas bajo tierra. Revisar las voces menos audibles, las más esquivas a lugares consagrados de las grandes teorías.

Durante el segundo módulo, “Hombre blanco, escucha”, tuvimos dos instancias. Un encuentro con Gladys Tzul Tzul (Guatemala), el cual denominamos Formas comunales de la política y un segundo encuentro con miembros de La tinta, Nacha Volllenweider y Martín Villarroel Borgna (o fulano) (Córdoba) y que nombramos Otra gráfica es posible. Visitamos el comedor de las compañeras de la Asamblea Migrante de la Federación de Organizaciones de Base (FOB) y durante una jornada compartimos su experiencia organizativa. Aquí, la sistematización del este rico proceso de aprendizaje.

Formas comunales de la política

Gladys Tzul Tzul viene desde Guatemala. Socióloga e investigadora, nos cuenta su paso por las radios comunitarias, en una cercanía cómplice con el rol de quienes hacemos comunicación.

Ni la ciudad sobrevive sola, ni los mundos rurales sobreviven solos”, nos dice. Y es que es en la diversidad de experiencias organizativas que buscan producir dignidad donde podemos encontrar un punto de confluencia entre las luchas. Y después de mostrarnos dos videos de hechos ocurridos en Guatemala, la Masacre del 2012 y el traspaso de mando que ocurre en el 2013 reflexionamos sobre el poder de las redes sociales en combinación con los vínculos comunitarios que se trasladan más allá de las fronteras políticas y territoriales de campo-ciudad: “en el caso de la masacre de 2012, la gente iba llamando para avisar lo que estaba pasando. Las familias de migrantes que estaban en Estados Unidos empezaron a llamar y a recolectar dinero para la compra de los ataúdes”.

Por un lado, Gladys destaca la masividad que se obtuvo gracias a las redes sociales y por el otro las radios locales: produjeron una combinación entre discurso y saber comunitario con discurso técnico: “Teníamos seis muertos. El presidente salía todo el tiempo diciendo nosotros no, nosotros no abusamos, sólo estábamos conteniendo. Cuando el presidente que es un ex militar dice ´nosotros sólo disparamos al aire para que la gente se asustara´, la gente por las redes sociales empezó a mandar fotos de policías en posición de tiro, entonces los otros periodistas, tanto de medios comunitarios y comerciales, le decían al Ministro de Defensa, ´por qué usted dice que dispararon al aire cuando acá hay fotografía de un militar en posición de tiro´. Eso quiere decir que no son balas perdidas. Si fuese así, los balazos quedarían en las piernas, las manos u otro lugar”, narra Gladys.

La lucha es por la vida

Gladys distingue la forma liberal de la política de la forma comunal. La forma liberal es el Estado, nos dice, y tiene su lugar en la casa de gobierno. En la forma comunal, las comunidades de las que nos habla Gladys también tienen su casa de gobierno. Entonces nos cuenta algunas cuestiones de la dinámica de su comunidad en vínculo con el Estado. Los dos sistemas de gobierno conviven en su comunidad, con mayores o menores momentos de conflictividad, negociación y enfrentamiento.

Nos cuenta que el día posterior a la masacre, cuando comenzó el velorio de los cuerpos asesinados por la policía, algunos miembros de su comunidad, en un momento de mucho dolor e indignación querían quemar la casa de gobierno del Estado pero que esto fue impedido por parte de la comunidad: “En mi pueblo hay dos directivas. Una que trabaja las primeras dos semanas del mes, y otra las otras dos semanas, que cuidan los documentos y luego están los que cuidan el bosque. Entonces todos los que cuidaban los documentos se fueron a apostar frente a la municipalidad, para evitar que se quemara. Eso evitó que pusieran un estado de sitio, puesto que, si se empezaba a quemar la municipalidad, hubieran puesto un estado de sitio. Eso hubiese imposibilitado ese entierro colectivo”.

La lucha es por la vida, sentencia Gladys. Y es que “la gente en las comunidades no quiere perder la vida, por eso está luchando por el territorio. Y una muestra de ello es el segundo video que muestra el efecto directo que tiene la muerte para las estructuras comunales y para las organizaciones que tienen como significado principal la defensa de la vida. En ese marco hay que comprender que es defensa de la vida, el que sean las autoridades comunales las que van a defender el edificio municipal. Sabían muy bien que el incendio del edificio municipal nos iba a jugar en contra en la medida que se nos iba a poner un estado de sitio”, nos dice.

“Estoy contando esto porque creo que en las comunidades indígenas hay una lectura estratégica de lo que está ocurriendo y saben cómo reaccionar. A veces no con mucho éxito, a veces con determinados límites, pero lo que es interesante y es importante notar es que sólo cuando el Estado no puede conducir o refuncionalizar cierta energía de las comunidades, es que actúa de manera violenta”.

Hay momentos, nos dice Gladys, donde las comunidades deciden gestionar y controlar la dominación para preservar la vida. En la política comunal, la práctica, lo pragmático es lo que caracteriza.

Trabajo comunitario

“El trabajo comunitario se decide periódicamente en las asambleas. Hay muchas cosas en las que no estamos de acuerdo, pero nos tenemos que poner de acuerdo”. Nos cuenta que las asambleas no son ideológicas, no van a discutir de la posición del partido, pero se organizan para decir ´el agua está escaseando´, por ejemplo. Se discute también sobre cuando se empezaron a poner las torres de cableado telefónico, que las querían poner en las montañas. Las comunidades les obstruyeron el paso y hubo debate de si se iba a aceptar la instalación de las torres. Los comuneros tienen las llaves de las cadenas. Y la policía no se puede meter”.

Territorios plurales

Gladys nos dice que los territorios no son planos. El territorio tiene una historia, correlaciones políticas, población que establece formas de habitar. El territorio siempre va a ser plural y allí va a haber fuerzas. Ella plantea que la construcción discursiva de las comunidades, más que ser “Acá estamos” es “Así ha sido siempre”. Gladys retoma varias voces, entre ellas la Bolívar Echevarría y sus aportes a pensar “lo barroco” de la política en Latinoamérica. Para ello, recuerda las fachadas barrocas de algunas iglesias que vio en diversos lugares y que tuvieron mano y trabajo indígena, como Oaxaca en México, Guatemala, La Paz en Bolivia: “en ellas, casi el 40 por ciento de la simbología es indígena, con serpientes, monos, jaguares, formas de piedras, puercoespines. Esto da cuenta de la capacidad de presencia en un lugar que hubiese sido consagrado únicamente desde la perspectiva de invasión colonial. Aún en los lugares de la dominación están presentes estos otros registros iconográficos. Ni el tiempo es universal ni la tierra es pareja en todos lados”, afirma Gladys.

También trae las voces de Luis Tapia y René Zabaleta quienes caracterizan la política latinoamericana como abigarrada, clave de comprensión presente a lo largo de los dos encuentros de este módulo: “El abigarramiento entendido desde un pensamiento desde el territorio”. El concepto es explicado por Ana de la radio La quinta Pata: “como si hiciéramos un corte en el centro de la tierra y vamos a ver distintas capas de tierra que no necesariamente se articulan. Podemos tener superposiciones de temporalidades históricas. Pueden existir en un mismo espacio geográfico distintos tiempos históricos, diversas culturas, diversas lenguas, diversas cosmovisiones, diversas religiosidades, diversos modos de lo político que conviven unos por encima de otros”.

“Hay la existencia de dos registros, tres registros, y en este caso dos sistemas: el sistema comunitario, con su tiempo, sus cargos, sus rituales y el sistema oficial que tiene el himno nacional, el palacio de gobierno, tiene a su ejército. Ambos existen problemáticamente. El Estado quiere mandar sobre las tierras comunales. Eso dice Luis Tapia siguiendo a Zavaleta, activa y modifica a un lado y al otro lado. Hay una fluidez política para todos lados, la coexistencia es problemática y esta, transforma a uno y al otro. Eso sería la política, no es solamente la administración del presupuesto o el acatamiento de las decisiones Su existencia es problemática, es antagónica. Hay una convivencia problemática. En todos los estados latinoamericanos está presente esa tensión”, explicita Gladys.

El agua no se vende

Si no hay trabajo comunitario, no hay acceso al agua. Y es que esto permite comprender por qué el agua es uno de los núcleos más fuerte de defensa territorial en las comunidades indígenas: no es un recurso al que se pueda vender y comprar y el asunto, al no pasar de dinero –afirma Gladys- implica que cada miembro de la comunidad debe hacer su trabajo comunitario con una cantidad de jornales para tener garantizar el agua en su casa. Nos cuenta que en los últimos años, ha habido una encrucijada vinculada al punto en que entra en contradicción la vida comunitaria con el derecho liberal: “En las comunidades hay unas llaves que abren y cierran los pozos de captación de agua”. Si la comunidad decide cortarle el agua a algunos de sus miembros porque no participó de los trabajos comunitarios, puede que quien se negó a hacer trabajo comunitario apele a la justicia liberal. Y entonces, la comunidad debe realizar un proceso de defensa judicial de estos sistemas políticos.

Gladys nos cuenta que hay una gran discusión en torno a la universalización del derecho al agua. Aquí nos detenemos a analizar cómo actúan las mineras: alegan que tienen derecho al acceso al agua, pero logran ser frenadas por las comunidades, primero por el rechazo rotundo hacia el modelo que intentan implementar, y segundo, no realizaron trabajo comunal para acceder a las fuentes de agua. Gladys así nos muestra la complejidad de los sistemas de defensa comunal, no centrada solo en que el agua es vida, sino que también es trabajo. El conocimiento del mundo jurídico de la dominación es absolutamente político, nos dice.

Con criticidad hacia los estudios poscoloniales, Gladys se remonta a los tiempos de la colonia para poder observar y dar cuenta de estas tensiones que existían entre los mundos, y afirma que no se puede pensar la colonia como lugar oscuro y de dominación, porque existe de nuevo el antagonismo entre estado y comunidades y que la dominación nunca ha llegado a ser completa. ¿Cómo comprender esta tensión entre comunidad y estado?

Tzul Tzul nos dice que primero es importante comprender “comunidad” como forma de gobierno, y no como cultura o tradición pre política: “Eso es lo que más padecen, creo yo, ciertos análisis de izquierdas partidarias organizadas en algunas ocasiones que consideran o consideraron a las comunidades indígenas como un obstáculo para lograr un frente de avanzada más amplia”.

Las comunidades gobiernan tierras, gobiernan aguas, conocen la legislación, ya que esta es la manera en que se organiza la jerarquía y la dominación, dice Gladys. Debemos tener muy claro las modificaciones y efectos que pueden tener estas legislaciones, como bastión de resistencia.

Gladys plantea lo indígena como un campo de fuerza y de disputa contra la jerarquía y el poder: “no es una estructura pre política o arcaica, sino un campo de fuerza que le está disputando al poder y la jerarquía”. En el proceso contra las extractivas, nos dice Gladys, son las comunidades quienes plantean una propuesta radical de “no” a las extractivas, con frases tan contundentes como “el oro no se toma el agua sí”.

Ver el mundo al revés

En el mundo comunitario que describe y analiza Tzul Tzul existen temporadas en las que podemos ver el mundo al revés, nos dice: “El mundo al revés en los términos de Silvia Rivera Cusicanqui, en el prólogo de la Sociología de la imagen. Ella dice que es en estos momentos de levantamiento generalizado en que se puede poner el mundo al revés a ratitos y como efecto de esta tensión y de este antagonismo entre comunidad y Estado. Es posible hacer una lectura hacia atrás o hacia el revés porque quienes conocen la estructura de la dominación están siendo afectados. Y yo creo que hay mucho de imaginación histórica hacia el pasado. Hay una lectura del mundo hacia atrás, una experiencia concreta transmitida”.

Hay dos formas de tensión entre las comunidades y el Estado, afirma Gladys: una abierta y de enfrentamiento directo y otra que va a seguir la estructura, va a seguir a medias el camino de la dominación. Dicha tensión está inserta en un flujo temporal en que el pasado se revive por las luchas del presente.

“Yo estoy tratando de transmitir esto porque para quienes hacen comunicación tanto radial como escrita, o quienes hacen investigación o intervienen públicamente, creo que es preciso tener esa comprensión de dos registros, de dos mundos, de dos temporalidades que funcionan al revés”.

Gladys nos invita a leer las luchas comunitarias sin exigencias utópicas hacia las mismas: pensarlas como olas, no como un transcurrir plano. Pensarlas como bucles, diría Raquel Gutiérrez Aguilar, como laberintos. Esa es la forma histórica e inteligente que tiene la política indígena, manifiesta Gladys. Y afirma: “lo común no es únicamente indígena. Lo común es una relación social y es histórico y se ha querido fragmentar”.

Autonomía y comunidad

A partir de analizar luchas concretas, Gladys lanza unas preguntas: ¿solo ante las agresiones se produce una articulación de las resistencias? ¿Hay una subjetividad histórica que se suspende a tiempo y se activa en momentos tan particulares como una agresión?

“Yo no utilizo el término autónomo en el sentido que pueden absolutizar o romantizar. Se piensa que decir mundos autónomos es como una especie de súper poder, o autonomía únicamente discursiva, pero la autonomía es material, es simbólica, es política. Y efectivamente este tránsito que hace Raquel Gutiérrez Aguilar: ¿autónomos en relación de qué?”

En relación al uso del agua, en relación al uso del bosque, en relación a qué vamos a negociar y qué no, en relación a nuestras fiestas, dice Gladys. La autonomía es siempre en relación a algo. Proyectos y despuntes autonómicos, nunca cerrados, nunca completos: “creo que hay que tener muy en cuenta la política del hacer, creernos en serio que lo comunal es una relación social y no una identidad. No es la emergencia lo que hace lo comunitario. En el mundo de abajo, así ha sido siempre”, dice Gladys.

Lo comunal es posible que se reproduzca aún en la ciudad, aún en condiciones muy adversar. En los mundos comunales, estos procesos son complejos y tienen muchísima capacidad de relanzarse pese a ser agredidos, explicita Gladys: “Me parece que su forma de relanzamiento, de aparecimiento va a cobrar maneras y formas que a veces van a resultar inexplicables e incomprensibles, pero creo que es importante siempre tener a la vista que nada opera de manera aislada. Hace parte de un contexto y una trama general. Es una reiteración a comprender lo comunal no sólo como identidad, como cultura sino como estrategia de control y de estrategia de reproducción de la vida que va a tener sus dificultades según el espacio donde se encuentra”.

Política en femenino

“Como decimos en nuestros pueblos, tu palabra llama a mi palabra”, dice Gladys. Y reflexiona en torno al modo en que están organizadas las compañeras de la Asamblea Migrante de la FOB, después de la visita al comedor que sostienen en barrio Los Artesanos: “Raquel Gutiérrez Aguilar la llamaría política en femenino; los cálculos, las decisiones, van a estar cruzadas por las mujeres. Y los hombres trabajando en el mundo asalariado como constructores, regresan a sus casas y siguen construyendo sus casas. Una señora dijo ahí: ´antes en un fin de semana nos juntábamos todas a construir la casa´. Eso va ser así también en las comunidades indígenas. En ese sentido el lugar y la potencia donde descansa la reproducción de la vida es femenino y eso no es ideológico ni forzado, apareció y brotó en el día de hoy. Luego decían ´a veces los hombres quieren venir aquí pero para qué los vamos a traer aquí, dónde los vamos a poner´. Hay algo en la subjetividad masculina que podría limitar esa estructura. Hay como escisión de en qué espacio pueden estar y en cual no. Creo que es interesante que esta política comunitaria es también femenina. Hecha desde las mujeres”.

La discusión sobre la plurinacional fue traída a colación por Gladys. Y ella afirma que esto no es declarativo. En el comedor de la FOB, ese lugar es plurinacional en la comida: “de nuevo como con la autonomía, plural en qué contexto. En términos de la epistemología comunitaria, la práctica precede a la categorización. La gente lo hace pero no se preocupa en nombrarlo y porque no lo nombran pareciera que no existiera”.

Lo importante de que la comunicación no se convierta en la comunicación de prejuicios. De ahí que Gladys plantea que es necesario y urgente la pluralización de las categorías para la comprensión de la realidad y la pluralización de las estrategias y las categorías para la transmisión. Al respecto dice: “Las personas con quienes nos encontramos, habitan tiempos múltiples, historias múltiples y son las pluralidades de historias la que permiten producir maleabilidad para enfrentarse con un Estado, para continuar luchando. Creo que hay que darnos la oportunidad para sentir estas otras miradas e historias que nos constituyen”.

La alegría en la lucha

“Yo creo que las luchas en las que estamos no las tenemos por qué padecer. En realidad en Guatemala hay muchísimo llamado sobre todo de las mujeres o a no padecer y a no sufrir nuestras luchas. ¿De qué sirve si vas a luchar y después te enfermás? No estás logrando nada. Entonces lo mejor es equilibrar nuestras energías en el momento de las luchas. Es mejor quedarse 20 años en las luchas disfrutándola también y no padeciéndolas. Porque si no, las vamos a padecer, nos vamos a enfermar, nos vamos a morir del dolor, de la frustración y del efecto concreto que tiene el antagonismo. Porque este antagonismo entre comunidad y Estado sobre todo lo que trae es muerte, represión y enfermedad”.

La promiscuidad en la comunicación

Gladys reflexiona sobre la producción de la comunicación y ciertas características de la militancia urbana y utiliza una palabra para definir el modo en que nos movemos quienes hacemos comunicación: promiscuidad, en uno somos lxs mismxs, estamos interconectadxs, todxs estamos con todxs, lo cual revela un carácter absolutamente potente y a veces incomprensible de la política, de la militancia urbana: “Yo les digo porque no crecí en la ciudad, pero cuando me voy a vivir a la ciudad, a ciudad de México, hay dobles, triples adscripciones que yo creo que es una riqueza del mundo urbano popular”. Marcos, compañero de Medio Negro, le suma la palabra “responsable” a esta promiscuidad.

Otra gráfica es posible

Nacha y Martín compartieron herramientas comunicacionales para poder canalizar nuestras ideas, por medio del dibujo y ponerlo en diálogo con textos. Nos invitan a encarar procesos de creatividad, a darle lugar para poder llevar adelante a piezas gráficas, experimentar, ir y venir en relación a esa creatividad.

Nacha escribe y dibuja y nos muestra uno de sus trabajos: Notas al pie, que tuvo lugar después de una estadía de seis años en Alemania: “Notas al pie es una historia sobre mi paso por Alemania y trata particularmente sobre momentos, situaciones, personas y pequeñeces de allí que me hacen acordar a Argentina. Preguntas sobre movilidad, huidas, migración y pertenencia están presentes en todo el comic. El marco que unifica todos los recuerdos y vivencias es un viaje en tren entre dos estaciones de Hamburgo”.

Nacha y Martín saben que dudamos de nuestras posiblidades de dibujar. Y nos animan a animarnos. Comienzan brindándonos algunas definiciones y despliegan decenas de libros sobre la mesa.

“La historieta nos cuenta siempre una historia concreta, una significación terminada. Aparentemente cercana a la pintura, entonces, es su parienta lejana; verdaderamente cercana en cambio a la literatura (…) la historieta es literatura dibujada, o para decirlo con la expresión del crítico Francis Gassiot- Talabot:´figuración narrativa´”
Oscar Masotta.

Nacha plantea que esta definición le interesa porque está hablando de dos componentes que definen el relato historietístico: la palabra y la imagen. Esa narración siempre tiene un significado, hay algunas historietas sin texto y se entienden igual porque la imagen tiene un componente narrativo en sí mismo muy importante, nos dice.

La historieta es un híbrido entre literatura y artes visuales, plantea Nacha. Y es por ello que se nutre de esos campos: “lo que hace el comic dentro de la literatura es adaptar estos géneros literarios a estos formatos. De ahí que tenemos las más clásicas, como el comic, después tenemos las novelas, biografías, autografías, son todos géneros literarios que la historieta toma”. Mientras ella habla, los ojos se nos van entre los varios libros que trajeron para compartir Martín y Nacha, y que permiten ejemplificar la variedad de cosas que se pueden hacer bajo la consigna Otra gráfica es posible.

Nacha narra que en el libro Comic y Literatura: constelaciones distintos investigadores analizan cómo se adaptan diferentes géneros literarios al formato de historieta. Stefan Höppner toma de ejemplo del género literario “novela” y lo compara con el concepto de “novela gráfica”, creado por Will Eisner en los años 70. La historieta siempre es una propuesta estética: “esto permite también que el mismo autor no dependa tanto de las formas de comercialización sino más bien que es un espacio para poder como autor inventar y trabajar sobre otras formas que no necesariamente están ligadas al consumo masivo”, dice Nacha.

Biografiar

“Yo describo una situación. Allí no me pienso ni como un político ni como una historiadora, sino como una persona. Soy testigo de una revolución y de una guerra. Lo describo desde un punto de vista muy personal y cuento la historia de Irán, como yo la viví”
Marjane Satrapis.

Nos cuenta Nacha que la autobiografía está siendo un boom en el mundo de la historieta: “yo soy mi propio personaje”, dice Nacha. Nos ejemplifica con Persépolis, hecha por Marjane Satrapis, mujer iraní que vive en Francia y que en la historieta cuenta la historia de Irán y va mezclando como ella vivió esa historia de revoluciones, dictaduras, exilios. A nivel gráfico, la relación texto e imagen se potencia, muestra Nacha.

Ensayar

Usar el yo como una excusa para hablar sobre temas que nos atraviesan. Y aquí Nacha nos introduce también al ensayo: “una al preguntarse sobre sí mismo también se abre a otras preguntas que tienen que ver con la historia colectiva, con el contexto que a una la atraviesa. Entonces el ensayo no propone como verdades definidas, sino que más bien es un trabajo de autopreguntarse. Lo importante en ese camino es el camino mismo”. Y continúa diciendo: “En los ensayos gráficos en comparación con las novelas autobiográfica, el yo pasa a un segundo plano. El yo pasa a un lugar de observador, no tanto que el de afuera me mire a mis sino al revés. que el que me lee, pueda verme a través de lo que o voy pensando”.

El uso de la tipografía

En su propuesta gráfica, Martín y Nacha incluyen la tipografía como una imagen. Convencidos de que el diseño de la misma también forma parte de la propuesta estética, afirman que sin el texto, las imágenes no tendrían conexión. Les dan sentido.

Moverse para dibujar

“El dibujo es pensamiento”.
Paul Cézanne.

El movimiento va cambiando mi perspectiva. Eso influye en mis pensamientos y trae a la memoria nuevas preguntas: “salir a pasear por la ciudad y a partir de ese paseo, confrontarme con esa realidad tratando de pensar qué nos provoca eso que estamos viendo directamente y cómo nos podemos conectar desde lo personal con ese entorno que parece algo de última cotidiano, que como está ahí no tiene interés. Como al ponernos atentos, eso cotidiano de pronto adquiere otra dimensión.

¿Cómo nos convertimos en observadorxs de nuestra realidad tomando distancia como para romper ese cotidiano que nos va adormeciendo los sentidos? ¿Cómo ponemos en diálogo esos recorridos por nuestros territorios con la memoria, con los recuerdos, con otros sentidos que no necesariamente son los visuales, y cómo en base a eso podemos generar una narración?

Y esa narración va a tomar esos dos elementos: la imagen y el texto, que al vincularlas, tiene infinidad de posibilidades, dice Martín. Y continúa: “Es interesante cómo se utiliza el recurso o los elementos gráficos para contar el hecho en sí. Cómo lo primero que nos sale si hacemos radio, es pensar en el formato radial, si hacemos gráfica, hacer una nota o escribir una entrevista, bueno ¿qué otras alternativas tenemos al momento de cruzar la palabra con la imagen. esas posibilidades expresivas nos abren un campo muy grande de posibilidades. Y ni siquiera tiene que ser un dibujo técnicamente bueno, entre comillas, sino que también pueden ser garabatos. Si la decisión estética y ética de abordar el tema es con palitos y globitos, es válida porque lo que importa es la intención de lo que queremos decir y qué queremos dar cuenta”.

Lo principal es siempre posicionarnos como narradores de ese hecho en sí, investigar sobre lo que está pasando y tener mucho cuidado a la hora de abordar un tema, con reproducir lógicas colonizadoras: “¿Cómo nos vinculamos con el hecho y cómo damos cuenta sobre eso? Por un lado la resolución estética es una y también la manera en donde cómo nos involucramos éticamente con ese tema es otro, es parte del todo”, dice Martín.

Los estereotipos en otra gráfica posible

¿Cómo no reproducir estereotipos hegemónicos? ¿Cómo crear otros estereotipos para los mundos que queremos?

En la gráfica, en el dibujo, los estereotipos no son algo fijo y quieto, sino que lo podemos tensionar: “lo podemos agarrar para burlarnos de ello, ponerlo en tensión, mostrar las contradicciones, destruirlo. El mundo de la imagen lo que te permite es eso, jugar con que el lector o lectora van a cerrar la idea, no subestimar a quien va a completar el mensaje. Y en eso podés tirar un montón de guiños que no necesariamente sean tan explícitos, evidentes”, dice Martín.

Es necesario conocer, investigar, vincularse de cerca con el mundo que queremos dibujar, acercarnos desde la observación para poder describir con nuestros trazos el mundo que vemos: “Siempre cuando dibujamos atravesamos ciertas estructuras que nos dicen cómo representar una cosa. Intentamos indagar en un trabajo de observación y descripción”, afirma Nacha.

Dibujar sin morir en el intento

“El dibujo es un término que está presente como concepto en muchas actividades, en lo que determina el valor más esencial de ellas mismas, en el hecho mismo de establecerse como conocimiento. Está siempre relacionado con movimientos, conductas y comportamientos, que tienen de común el ser sustento ordenador de una estructura, a través de gestos que marcan direcciones generativas o puntuales que sirven para establecer figuras sobre fondos diferenciados. Está referido también a los procedimientos que son capaces de producir esos trazos definidos, y al uso y a las connotaciones que estos procedimientos han adquirido en su práctica histórica. El dibujo se establece siempre como la fijación de un gesto que concreta una estructura, por lo que enlaza con todas las actividades primordiales de expresión y construcción vinculadas al conocimiento, a la descripción de las ideas, las cosas y a los fenómenos de interpretación basados en la explicación de su sentido por medio de sus configuraciones”
Gómez Molina.

“Para el artista dibujar es descubrir. (…) Es el acto mismo de dibujar lo que fuerzaal artista a mirar el objeto que tiene adelante, a diseccionarlo y volverlo a unir en su imaginación, o, si dibuja de memoria, lo que lo fuerza a ahondar en ella, hasta encontrar el contenido se su propio almacén de observaciones pasadas”.
John Berger.

Martín nos propone un ejercicio, que va a marcar el trabajo durante las dos jornadas: ¿si decimos colonialismo, qué se me viene a la cabeza? A partir de dicha pregunta, tratamos de abordar el tema desde nuestras propias experiencias corporales Recuerdos, momentos en los que nos hemos enfrentado a esta idea de colonialismo en nuestras miradas, gestos, actos. Fueron muchas las palabras que tuvieron lugar.

En relación a colonialismo, salieron muchas interpretaciones o percepciones personales. Todos los textos fueron fuertes, removieron cosas. Compartimos el de Guadalupe Scotta:

Las plantas rompían cualquier intento de hilera, y besándose como querían dejaron en desuso la palabra “casa”. Todo se decía vivero. La cocina terminaba en un escalón abrupto y empezaba el pasillo de los cuadros. Una especie de galería, que la abuela Esther hacía fuera del montaje geométrico, amontonado cuadro sobre cuadro ¡Ahí, no toqueteen!

El hachero guaraní, la niña afro y una gitana recostada compartían espacio con la réplica de un suplicante, la imagen de un Siux y Evita dorada. Los especiales, eran esos que había retratado frente a frente: el Chancho del Monte, una joven jardinera, mi papá y dos marcianxs.

El barrio antes era como el campo, después vino el tranvía. Esther, hablaba de las barrancas y que habían vivido “aborígenes”. Deslizaba que pisábamos tierra “india” y se acordaba de una compañera de la escuela. Para ese entonces los imaginé a la manera del manual de primaria: eran robustos y barbados, habitaban en casas pozo y los españoles habían exterminado a toda la población — suena taki ongoy de Víctor Heredia -y ahí salió “comechingonia” un programa de radio grabado en cassette, siempre en pasado y con el flash de preguntarle a los árboles que traía el viento, la otredad de mis 8 años noventosos se fundía en Pocahontas y Canción para mi América.

Alto Alberdi, era de cemento y asfalto, no cuadraba con la idea proteccionista nativo/ naturaleza, pero a la narrativa oficial cordobesa la estaban develando y para el año 2008, la Comunidad Comechingona del Pueblo de La Toma adquiría visibilidad pública.

En el Instituto de Culturas Aborígenes (ICA) se juntaban las familias que se reconocían como originarias y allí conocí a Lucía Villareal. Esther, seguía el listado de apellidos de la comunidad y fue rápido: Lucía era la hija del “Chancho del monte”. El hombre del retrato traía un linaje de Curacas .No había fotografías de él, pero cuando ella vio el dibujo, dijo que estaba igualito, como en una foto.

Una tarde, en la escuela Alejandro Carbó, Lucía conversaba con los pibes sobre la identidad negada, las tierras arrebatadas y los años de discriminación y persecución que llevaron a muchas familias a esconder públicamente sus orígenes. También, habló del río Suquía, de ritos fiestas y de quienes eran los/as Curacas que hoy levantaban la voz comechingona- // Terminó la actividad// en el colegio buscábamos una salida que dé a la Avenida Colón, así se llama una de las principales arterias de la capital cordobesa, y mientras bajábamos por una escalera destartalada lancé con el desparpajo de la colonia:

- ¡Siempre estuvo en el living el cuadro del Chancho del Monte!

Lucia se hizo agua/ lloraba — ¿podes decirme cómo le dijiste?

-Chancho del Monte-

Las palabras cayeron en el cuerpo. No estoy segura si terminé de pronunciarlas, da igual, venían hechas carne, colonialismo en las venas.

-Así nos decían en el barrio, por como vivíamos, éramos los chanchos.

Me tuvo que explicar algo evidente del lenguaje de la exclusión, no se trataban de un Nahualt Maya, aquí lo animal remitía al discurso de la civilización /barbarie, que seguía latiendo y una vez más, yo lo pronunciaba. //Lucía, tuvo que explicar lo evidente//.Así, como años antes, otra mujer, en un grupo de investigación de la academia, después de horas de discursos sobre la situación de los Pueblos originarios, nos preguntó si los blancos creíamos que no teníamos etnia.

El retrato (según mi abuela) lo hicieron debajo de la parra, una temporada en la que los dueños de la tierra, sin tierra, pasaron algunos días en el vivero por “problemas” en su vivienda. Entre nosotras corría la estratificación del barrio: Don Villareal, le compraba plantas para la reventa callejera a Esther y esta vez, con Lucía nos encontramos, mientras ella caminaba siglos en resistencia y yo encaraba una tesis, que no fue, para Comunicación Social.

Escuchar y decir, sentir y dibujar

“Para el idioma maya tojolabal, el término lengua tiene dos concepciones: ‘ab’al y k’umul. El pimero corresponde a la lengua o palabra escuchada y el segundo a la lengua o palabra hablada. Se enfoca pues, a diferencia de los idiomas de raíz europea, el fenómeno de la lengua en dos aspectos, el hablar y el escuchar. Para lxs tojolabales, escuchar y hablar tienen igual importancia. Si no se habla, no es escucha palabra, y si no se escucha se habla al aire. Es un lenguaje diádico, por no decir dialógico”.
Carlos Lenkersdorf.

“El escuchar (‘a’bi) es uno de los conceptos clave del tojolabal. Los demás son el nosotrxs (ke’ntik), todo vive (‘altsil) y la complementariedad o intersubjetividad (lajan lajan o ‘oj jlan jb’ajtik). Y están interrelacionados entre sí: la comprensión del escuchar exige que se tengan en cuenta los demás conceptos clave.
Lo interesante, es que el ‘ab’i no solo corresponde al escuchar, sino que tiene una paleta muy amplia de significados que se ramifican y van desde el escuchar, oír, sentir, saborear, fumar, tener compasión y otros. Se explica entonces el escuchar como el sentir, a menudo desde la perspectiva del otro, la otra. Escuchar y sentir, desde la perspectiva tojolabal, es una capacidad particular que se corresponde con la empatía”.
Carlos Lenkersdorf.

Al día siguiente, hicimos una caminata individual por el Mercado Norte, zona abigarrada donde hay miles de capas superpuestas conviviendo todo el tiempo.

Con la consigna de “escuchar” desde una perspectiva tojolabal, y anclados en los textos y una construcción colectiva sobre colonialidad, se nos invitó a recorrer el lugar y sentir las historias que hay ahí, buscar lo abigarrado para luego poder dibujarlo, enfatizamos algunos elementos, resaltamos con colores, agregamos texto escrito. Poner en juego nuestras historias personales y vivencias, con el contexto, los seres humanos y no humanos que habitan esa geografía. Y tratar de transmitir todo esos pensamientos en forma de dibujos.

Desafiamos a nuestras manos e imaginación a ser parte de esa otra gráfica posible.

La Cátedra Libre Ideas Menores es un proyecto de formación impulsado por la cooperativa La tinta y cuenta con el apoyo de la Biblioteca Popular Julio Cortázar y la Fundación Rosa Luxemburgo. Fotografías: Colectivo Manifiesto.
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