Sobre cómo me convertí en feminista.

Laura Araujo
4 min readAug 1, 2019

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Ocurrieron dos acontecimientos importantes:

  1. Dos niñas nacieron y me inspiraron a aprender sobre la igualdad y a construir un mundo mejor para ellas.
  2. Me mudé a un país extranjero donde me sentí sin poder.

Las experiencias aquí narradas me abrieron los ojos a la desigualdad de género y a una sociedad con sesgos de género y raza. Aunque está en nuestras manos reconocer nuestro valor y capacidades, depende del sistema mejorar las condiciones de cada ser humano. ¿Quieres saber los detalles? Sigue leyendo….

Nací en una ciudad tradicional de Colombia llamada Popayán. Es una ciudad muy conservadora (si sabes a lo que me refiero) llena de iglesias. Allí, mi mamá trabajó muy duro para darme una buena vida, colegio, comida, amigos, clases de inglés y una hermana loca que siempre está en busca de libertad.

Más tarde me mudé a Cali, la ciudad “más grande” cercana, para estudiar el pregrado. Es menos conservadora, pero sigue siendo sexista. Y sí, tuve el privilegio de estudiar en una universidad privada, donde yo decidí que programa tomar y nadie me miró nunca de una manera sospechosa debido a mi tono de piel caramelo.

Las telenovelas, los libros y la sociedad me enseñaron que yo conocería al amor de mi vida y que él cuidaría de mí y mantendría a mi familia, y por eso debería hacer todo lo posible para mantenerlo conmigo. También dijeron que yo debería estar guapa para ser escuchada y sumisa para ser aceptada. Me encantaban, y me siguen gustando, las fiestas en Colombia, con sus bailes y su espíritu, pero me sentía culpable por escuchar esa música popular.

En 2016 mi pareja y yo decidimos mudarnos a Alemania y me sentí muy feliz por haber perseguido mi sueño. No sé por qué, pero siempre pensé en mí misma viviendo en otro país. Ese mismo año, mi hermana me dijo que estaba embarazada y un gran sentimiento de tristeza apareció en mi cuerpo. El hecho de que me perdería la infancia de mi sobrina fue demasiado para mí y supe desde ese momento que haría todo por Antonia.

Mis primeros meses en Alemania se centraron en el choque cultural que mis profesores me enseñaron en la clase de negocios internacionales. Solo hasta ahora entiendo que fue más que el choque cultural. Fue el hecho de que he perdí todos mis privilegios de clase media colombiana al llegar a un lugar donde soy sólo otra “sudaca”, donde la gente tiene cientos de prejuicios por mi aspecto. Y no hablemos de los comentarios que recibo cuando digo de dónde vengo, o cuando mi acento latino está presente cuando hablo en inglés. En algún momento perdí la confianza y no quería hablar en ningún idioma con nadie.

Venir a Alemania fue mi decisión, y tengo el poder de cambiar algunas de esas situaciones, también gané muchos privilegios diferentes por sólo estar aquí. Pero ese sentimiento que experimenté es algo que no quiero que nadie viva sólo por cómo y dónde nació, cómo se ve o simplemente porque piensa diferente.

Meses después unos buenos amigos colombianos que vivían en Munich, me dijeron que estaban esperando un bebé, Emilia una niña colombiana que nacería en Alemania. Todos los pensamientos que me vinieron a la mente! La felicidad, el deseo de compartir todo lo que estaba aprendiendo con ella y la esperanza de una mejor experiencia para ella.

El tiempo pasó y ahora puedo sentirme feliz por mi viaje. Estoy agradecida por el privilegio de sentirme segura, y de tener que lidiar solo con problemas del primer mundo. Por encontrar un trabajo en una empresa internacional que se preocupa por la diversidad y la inclusión donde me siento aceptada. También estoy agradecida de ser consciente de esos privilegios y reconocer que solía vivir en una burbuja ignorando todas esas experiencias que las personas subrepresentadas viven todos los días.

No puedo creer que nunca vi las injusticias en mi propio país, que tuve que irme para darme cuenta de que la gente muere luchando por sus creencias, para ser consciente de los aterradores números de abusos y violaciones y sentir la necesidad de un cambio. Es una locura cómo ahora finalmente entiendo que no necesito ser sumisa para ser aceptada, o bonita para ser escuchada. Que puedo hacer mi propio dinero trabajando en algo que me gusta y que solo necesito ser yo misma para tener a alguien que me quiera y me respete a mi lado. Y lo más importante: que como mujer latina, soy el producto de una deliciosa mezcla de culturas y debo sentirme libre y orgullosa de bailar salsa y reggaeton, abrazando mis raíces.

Ahora puedo ver a la pequeña Emilia crecer, y a mi amada Antonia al menos cada año. Hago lo mejor que puedo y mantengo el espíritu vivo, aunque cada vez que viajo fuera del país, yo, la latina que no habla alemán, es cuidadosamente registrada en el control de seguridad mientras mi esposo que habla alemán y que presenta blanco me espera al otro lado de la puerta. Siempre me espera. Él me ha apoyado y escuchado con amor en cada paso de esta experiencia. Gracias por eso.

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Laura Araujo

UX Designer based in Munich, Germany. I craft amazing experiences for other people.