Amar Tras el Escudo

Lluis Murdock
47 min readMar 20, 2020

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Capitulo II — Epaminondas y Asópico

Cabalgando a pocos kilómetros de llegar al monasterio del Olimpo, Pelópidas y Epaminondas intercambian reflexiones sobre la situación actual. Ambos sienten que la ruptura con Esparta se profundiza cada vez más, las tensiones provocadas por las [LA1] copiadas invasiones territoriales no dejan de preocuparles y continúan con la idea que a pesar de los esfuerzos vendrán conflictos mayores. Las tensiones entre Atenas y Esparta también continúan creciendo y el contra golpe en Tebas ha resultado en impulsar el desarrollo de la Beocia, dejando a Esparta un tanto aislada pero no sin ansias de reconquista. Ha sido el primero golpe bajo para Esparta en 100 años y el comienzo de su declive. El pueblo organizado y guiado por los dos generales habían también liderado los esfuerzos por construir una alianza político-militar en la pequeña región. Los tebanos diseñan entonces un sistema representativo que por primera vez concedía decisiones directas a las siete comarcas en el seno de un órgano democrático. Aunque las comarcas habían votado por abrir una campaña de guerra con Esparta, Epaminondas y Pelópidas se encontraban en camino al Monte Olimpo enviados por los Consejos Populares, la Asamblea y la Cámara de Honor para comunicar la decisión a los dioses y saber su respuesta: ninguna guerra se declaraba abierta sin su visto bueno, sin que un oráculo tradujese sus palabras.

Antes de la unificación de las siete ciudades, Beocia vivía por su parte tiempos turbulentos, los campesinos se habían sublevado ante los excesos de la aristocracia y la extrema corrupción en la toma de decisiones. La unión de las comarcas era necesaria para lograr el buen gobierno y como una de sus primeras funciones otorga una gran carga de poder a Epaminondas puesto que su reputación como gran general y reformador líder estratega militar, además como hombre austero, frugal e incorruptible le había dado autoridad real entre la población. El voto asambleario había favorecido al general tebano por estas y muchas otras razones, si bien en un principio su perfil durante el golpe había sido bajo su reputación no paraba de crecer. Su discurso político era muy congruente. Su padre, Polymnis, proviene de una familia aristócrata muy cercano a los antiguos poderes fácticos, que en muchos casos eran impuestos por Esparta o coartados por sobornos persas, pero él nunca vivió en excesos y se mantuvo al margen del despilfarro de su familia. Los campesinos que alquilaban sus tierras o los que trabajaban en ellas no tenían que pagar si había malas cosechas; nunca hubo registro de que algunos de los campesinos que trabajasen en las tierras familiares haya sido convertidos en esclavos por malos pagos o por castigo impuesto como era el caso en la mayoría de las explotaciones agrícolas. La familia velaba más por el desarrollo de la polis que por lo intereses particulares. Epaminondas se preocupó desde muy joven mucho más en su preparación físico-militar y desarrollo intelectual que en la búsqueda de poder per se, pero éste le vino a el por inercia. Sin embargo, una vez teniéndolo, más que la expansión territorial o los lujos estaba determinado a liberar a los ya por mil años esclavizados iotas del Peloponeso y mejorar las condiciones de vida de los campesinos; una campaña que le causaría grandes enemigos políticos en Esparta, pero también en la propia Tebas y Atenas en donde algunos círculos pensaban que las revueltas debían calmarse con violencia y control policiaco. Pero las presiones democráticas en Grecia habían madurado a tal punto que esta vía no era la indicada y no era complicado para los lideres tebanos imponer sus principios.

Una vez en el Olimpo, y en medio de todo el humo de inciensos, Epaminondas y Pelópidas se quedan desnudos, logran ver los destellos de luz de sol que entran a través de la cúpula de la bóveda que esta encima de ambos. Al mirar hacia arriba se siente abrumado por lo ceremonioso de la situación, piensa que realmente esta en los cielos, se siente muy cercano de los dioses, de Zeus, Hércules y Afrodita.

— ¨No te preocupes hermano, todo ira bien¨, le dice Pelópidas sosteniéndolo por el brazo.

— ¨ ¿Que va a pasar ahora? ¨, le pregunta el general atolondrado.

— ¨La Pitia entra y se pondrá en contacto con los dioses, sobre todo con Zeus¨, le responde Pelópidas.

— ¨Perfecto, nosotros esperamos, ¿no?, no me entero de nada¨.

— ¨Si, mi hermano, calma¨.

Se cierra en ese momento la puerta del gran salón donde será transmitido el mensaje de Beocia y da comienzo una ceremonia que duraría dos horas. El sacerdote espera afuera, de pie, sin quitarles en ningún momento la vista de encima a los dos tebanos. Dentro, dos pitias han comenzado la ceremonia de contacto y han llamado a los dioses para transmitirles los mensajes del pueblo. Entre tanto los generales tebanos tienen tiempo para charlar a bajo tono para no perder la formalidad del momento.

— ¨ ¿Sabes que? Pienso que la Cámara de Honor ha sido un rotundo éxito para Beocia, ¿No te parece?¨, dice Epaminondas.

— ¨Ha sido una decisión inesperada pero las mujeres han sabido defender su propuesta, tienen ahora más de la mitad del poder en las comarcas¨, le responde Pelópidas.

— ¨Los griegos todavía, a pesar de todo, saben que las mujeres tienen la esencia del poder político, lo pueden intuir por un lado porque ellas son menos corruptibles, pero por otro, porque son ellas que tienen contacto directo con los dioses y por ende la sensibilizad del amor divino. Los hombres estamos hechos para las campañas militares, pero somos menos asertivos para las decisiones políticas. La ultima palabra debe caer en ellas, como ha sido siempre¨, sigue Epaminondas, desconsolado porque el resto de las ciudades estado durante el último siglo han transferido el poder político hacia los hombres, una nueva forma de gobierno que Epaminondas piensa viene con intenciones imperiales y aun más guerristas como en Roma y en otras partes, ha aumentado el abuso y la desmesura por el poder ¨se ha instaurado un nuevo modelo político, la tiranía¨.

— ¨Si, tienes razón… Diotima me ha enviado una carta diciendo que por otro lado las mujeres de Tebas quieren que ella les represente como líder de la Cámara de Honor. Se reunirán después de las cosechas para tomar las decisiones y elegir a sus representantes, pero parece que su perfil tiene mucha fuerza¨, dice Pelópidas.

— ¨Esto va a abrir para un balance de poder y autoridad que nos dará mucha fuerza, nuestra democracia será el arma más fuerte a nuestro favor, ya lo veras, la fuerza de Tebas esta sólo comenzando ahora ¿Que más te ha dicho en la carta? ¨, pregunta el general.

— ¨Que ella no esta de acuerdo en que la Cámara de Honor tenga una figura de mando, y que prefiere que las representantes sean impares y que voten para todos los casos que sea necesario¨.

— ¨Interesante, reflexionemos sobre eso, parecerá así una cámara aún más descentralizada, más horizontal y diversa, seria la primera vez que una sola mujer ejerce el poder más alto de una ciudad griega en muchos siglos¨.

En ese momento escuchan un estruendo enorme que les asusta mucho. La bocanada de aire y vapor que ha surgido al versar de los contenedores de agua en el interior de la gran bóveda han sido inusualmente fuertes les ha dicho el sacerdote que resguarda la puerta. Una gran nube de vapor sale por encima del entre techo del salón entrando a la bóveda una mezcla de olores a vapor e incienso de anís y otras hiervas. Eso es buen signo les ha dicho el guardia con gran resabio intelectual.

— ¨Quiere decir que los dioses también quieren hablar con ustedes¨.

En ese momento aparece en el salón un hombre muy misterioso vestido con una gran capa de cuero gris oscuro, un capuchón le tapa la cabeza y se le ven solamente algunas partes del rostro dada la luz tenue que hay en el lugar. Tiene aspecto saludable y bien intencionado, pero la vestimenta y el porte causan intriga a todos los presentes. Cordero vestido de lobo piensan algunos. Epaminondas le ve de reojo y luego intercambia miradas con el guardia de la puerta quien le mira también con asombro alzando los hombros. A poco tiempo entienden que es un sacerdote espartano. Entran al poco rato otros hombres que se mantienen de pie sin hablar pero que claramente expresan interés por lo que esta por ocurrir. Todas las comarcas o regiones helénicas desde el mar negro hasta el mediterráneo occidental tenían representantes en el monasterio y podían tener acceso a toda la información que circulaba en el entorno. El Olimpo era un lugar de intercambios diplomáticos y encuentros sociales de alta envergadura, y Esparta, informada sobre la visita de los tebanos, alerta a sus edecanes. Epaminondas entiende que es inevitable que la misión sea completamente publica y que servirá para alertar a Esparta, y a todas las ciudades estado, sobre sus quehaceres político-militares. Piensa entonces que cualquiera sea la respuesta de los dioses habrá que actuar con rapidez.

Un tiempo después el sacerdote les indica de pasar a sentarse a una fuente lateral, una terma que contiene piedras de granito y grandes trozos de cuarzo amarillo y blanco, varias amatistas y un gran lingote de lapislázuli en el centro. Todos están sentados y desnudos, las dos pitias aparecen empapadas y cubiertas por capas que dejan caer a un costado antes de sumergirse en el agua caliente completamente desnudas, sus rostros se encuentran perdidos en una gran confusión y sus miradas completamente taciturnas preocupan a los presentes al ritmo dramático de música típica del momento que proviene del interior. Después de quince minutos las pitias comienzan a transmitir el mensaje de los dioses en una lengua que no entienden los tebanos. Los sacerdotes traducen las informaciones y les explican el mensaje de los dioses. Las Pitias hablan un griego muy confuso pues se encontraban en transe por estar infundidas por metano y monóxido de carbono. Epaminondas logra comprender algunas palabras, pero se pierde el mensaje principal para lo que depende de los traductores. El mensaje de que la guerra podría llagar a ser la única salida logra comprenderse después de un rato, pero les queda claro que no deberá declarase antes de agotar todas las posibilidades de paz, para lo cual acuñarían la frase ¨conferencias y reuniones con los adversarios¨. En algún momento Epaminondas cruza miradas con una de las sacerdotisas en transe, en el poco tiempo que duro la mirada, si acaso más de un segundo, fue un destello muy fuerte en donde la pitia parecía haber adoptado una posición muy sobria y parecía entender toda su presencia y su fuerza en el lugar. Se planteo a sí mismo si realmente estaban alucinando. Años después se entero de que las sacerdotisas del Olimpo eran tan avanzadas intelectualmente que podían estar en transe total y a los pocos segundos acomodar y tener una conversación de lo más normal con cualquier persona o entre ellas. Eran elegidas por su extrema sabiduría desde la niñez, pensaban cosas de adultas y resolvían problemas matemáticos a los siete años. Algunas de estas mujeres, educadas por la sociedad para tal fin, eran consultadas por filósofos para resolver problemas de la ciencia y la medicina cuando los griegos no encontraban solución alguna en el mundo terrenal; eran savants.

Pocos minutos después todos los representantes de las regiones helénicas esperan a los tebanos en el jardín del monasterio en un silencio abrumador; con gran expectativa todas las miradas caen indirectamente sobre Epaminondas mientras éste se queda perplejo bajo tanta presión de desconocidos. Eran los edecanes de un mundo que no controlaba, pues El Olimpo era lo más alto a las estructuras de poder que podría llegar un mortal. Ahí, bajo la sobra de los olivos sagrados, discutian sobre política y sobre las conferencias de paz que reclaman los dioses. Epaminondas percibe el poder que se le entrega a él como líder y representante militar de la que podría ser la más fuerte de las ciudades griegas en ese momento. La alianza con Atenas les da aun mayor fuerza a sus posiciones y se da cuenta de la gran responsabilidad que recae sobre sus hombros. El edecán ateniense deja incluso a Epaminondas hablar en nombre de Atenas, cosa que sorprende a todos los presentes. Se llega al acuerdo de que Esparta y Beocia convocarían juntas a las conferencias de paz durante las próximas semanas.

Durante la reunión Pelópidas percibe que uno o dos de los asistentes no son representantes de ninguna ciudad e intenta discretamente preguntar a los sacerdotes sobre su procedencia. Éstos le responden disuasivamente con miradas de aprobación, pero sin clarificar a quien o quienes representaban los misteriosos agentes. Los hombres se mueven y expresan como que había que rendirles pleitesía y se comportan como superiores al resto lo cual impacienta a Pelópidas. Éste entonces previene a Epaminondas, quien apresura el ritmo de la reunión y mide sus palabras pues se da cuenta que no están en un ambiente de total confianza. Epaminondas llega a cruzar miradas de desconfianza con uno de los agentes el cual no ha reparado en hacerle saber su mala gana. Epaminondas percibe mucha oscuridad en su rostro y a la vez mucha fuerza en el carácter; no podría tratarse de un simple emisario o mercenario piensa el tebano, incluso llegándole a medir su propio pulso en porte y dignidad. Sin embargo, el general logra imponer su personalidad ya que había recorrido mucho en la vida y sabia como tratar con este tipo de agentes intimidatorios. Al terminar y subir a sus caballos conversan sobre lo sucedido.

— ¨ ¿De donde te han dicho que vienen estos infiltrados? ¨, pregunta muy intrigado Epaminondas a Pelópidas.

— ¨Pues los cuidadores del Olimpo no han podido clarificar, pero lo cierto es que no tenemos ninguna información sobre ellos, y eso no es bueno. Giórgios de Creta piensa que son agentes de Cleómbroto, o mercenarios persas, pero ha dicho que al menos uno de ellos vive en Tebas pues su cónsul lo ha reconocido¨, le responde Pelópidas.

— ¨Hmmm interesante. Tenemos que averiguar de quien se trata, y quien es el otro, sin duda son importantes¨, cierra Epaminondas mientras se enfoca en sus pensamientos y en acelerar el trote de su caballo.

Al terminar la reunión en el Olimpo los dos hombres misteriosos se relajan y charlan, observan el fin de ésta desde lejos, y se detienen detrás de un olivo al lado del monasterio. Ven que el cónsul de Creta susurra a los oídos de Giórgios quien a su vez se reúne unos pocos minutos con Pelópidas. Mientras hablan los cuatro hombres cruzan miradas y los desconocidos deciden partir pues saben que se esta comentando sobre ellos en el grupo. Aparentemente su objetivo era informarse, pero también indistintamente intimidar sobre la existencia de intereses oscuros a los oficialmente propuestos por las asambleas de ciudades democráticas, una practica muy común de Artajerjes II de Persia, pero también de algunos tiranos griegos.

Posteriormente el cónsul de Creta en Tebas informaría en reunión que los dos hombres se han ido con rumbo a Macedonia, lo ha sabido porque han sido perseguidos de lejos por un informante suyo. Sin embargo, a cierto punto en el camino, muy cerca de Salónica, uno de ellos ha girado retornando hacia Tebas y presuntamente luego ha ido montado rumbo a Atenas. El informante de Creta ha dicho en su informe que ¨el sospechoso se ha reunido en la entrada de un burdel de esclavos sicilianos acompañado de algunos hombres de negocios y generales del ejercito en Tebas. No ha podido seguirle la pista puesto que el lugar tiene varias salidas y además el cliente pudo haberse quedado muchas horas sodomizando esclavos¨.

El tema de estos presuntos espías quedaría pendiente en tanto que las ciudades unidas debían convocar a las conferencias de paz lo antes posible. Los reyes espartanos Cleómbroto y Agesilao habían anunciado la confinación de un gran ejercito en el Peloponeso y se sabía que alianzas mayores serian construidas en poco tiempo si las cosas no tomaban un mejor rumbo.

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Una noche de otoño, Epaminondas se había quedado en la palestra del centro tomando un baño y reflexionando sobre temas intelectuales que había hablado con su padre, Polymnis. Además, se sentía cabizbajo pues no encontraba compañía desde hacia ya varios meses. En esos días estaba teniendo pesadillas y sueños sobre su infancia. Tenia 25 años, debía tomar decisiones que afectarían de ahora en adelante la vida familiar. Ya era considerado como un ciudadano formado, y además tenia muchas miradas encima pues era uno de los militares mejor preparados de la región y, a su vez, era muy astuto para los asuntos políticos a pesar de su edad. Había estudiado con los mejores profesores de danza, artes, educación física y había tenido como mentor al filosofo pitagórico Lisis de Tarento, intimo amigo de su padre, quien le había instruido en las ciencias y en las leyes de la polis, en retórica, pero también sobre el amor y la inteligencia emocional. En el estado mayor ya se hablaba de su ascenso a general de los ejércitos de guerra. Era considerado un estratega y un poderoso combatiente de unidades especiales y elite, al menos en los confines de Tebas y la Beocia. En la guerra de los cinco años fue mítico su encuentro con espadas y sin armaduras con el príncipe Aristogitón de Macedonia a quien termino asesinando de un golpe de mazo en la cabeza, por lo cual había engendrado algunos enemigos en esa provincia. Epaminondas defendía los valores más inclusivos dentro de las facciones democráticas, y a pesar de que su padre había sido muy consecuente con la vida simple y les había educado sin lujos, éste se mantuvo a la necesidad de que la aristocracia fuera la base de la sociedad, un elemento insoslayable de su pensamiento, pero que para Epaminondas era arcaico y debía cuestionarse, aunque eso le pusiera en contraposición con los filósofos de Atenas y su propio mentor y otrora erastés Lisis de Tarento. El joven pensaba que mejorando la incipiente democracia griega por medio del voto asambleario mejorarían todas las cosas para las polis, inclusive su poderío militar, por el cual él mostraba mucha pasión e interés. Epaminondas daba mucha importancia a la agilidad corporal y los reflejos, pensaba que la fuerza era importante pero que no servía de nada si los enfrentamientos cuerpo a cuerpo no venían acompañados de una gran capacidad de reacción a los movimientos de su oponente; por eso tenia un gran amor a las artes marciales como ser la lucha. En ese sentido logro convencer a los consejos del estado mayor modificar levemente los contenidos del adiestramiento militar básico y los resultados vieron su fruto. A pesar de todo esto, Epaminondas no era considerado un peligro fuera de la Beocia, los estrategas extranjeros decían que su familia había empobrecido y le miraban más como un intelectual incipiente. Los rumores esparcidos por su archienemigo local, el acaudalado Leóntidas, para devaluar la figura de Epaminondas, terminaron por beneficiarle pues no hubo una gran persecución a hacia su persona durante la invasión espartana.

En ese momento quedaban pocos muchachos entrenando gimnasia, su amigo se había ido a pasar un rato en las termas después de una acalorada conversación política. Mientras reflexionaba sobre las posiciones que debía tomar cruzó miradas con un joven esbelto que se encontraba entrenando lanzamiento de discos con un instructor al otro lado de la palestra. Lo primero que le llamo la atención en el joven fue su parte abdominal y el contraste que hacia con unos glúteos resarciblemente apretados; este efecto visual venia resaltado por la ondulación del movimiento atlético que estaba realizando durante el entrenamiento. Después de un rato, sus miradas se entrecruzaron fijamente durante unos pocos segundos. Mientras el instructor sostenía por la espalda baja al estudiante éste podía entonces engañar a su propia gravedad retorciendo su cintura e inclinando su cuerpo con el objetivo de medir los limites de su flexibilidad. Todo esto para obtener mayor impulso a la hora de lanzar el disco. Una vez llegando al punto máximo de flexibilidad el estudiante regresaba a su postura inicial en máxima velocidad despidiendo el disco desde su mano y antebrazo ultrapasando el punto de origen. Pero el disco no llegaba lo suficientemente lejos en este caso. Al otro lado de la palestra, la manera en que se estriaban los músculos del cuádriceps y los glúteos hizo perder el control erótico a Epaminondas. Se tuvo que decir a si mismo de calmar el sentimiento animal e irracional que estaba sintiendo en ese momento tal y como se lo había inculcado su mentor Lisis siempre. Respiró profundo un buen rato y se echo a pensar en otras cosas, para luego volver a su mente lo que era inevitable: el bello joven Asópico, que además no paraba de mirarle.

Epaminondas entonces se quitó la ropa y le dijo al instructor que él se encargaría del muchacho pues estaban fallándole un par de detalles en la técnica, al tiempo que abre los ojos exageradamente para que éste entendiese que estaba de más su presencia. Tratándose de su persona y entendiendo el mensaje, el instructor no hizo mas que retirarse lentamente a las termas quedando ambos solos en la arena.

— ¨Veo que tienes muy buen fondo, ahora lo que se necesita es canalizar la potencia al final del lanzamiento¨, le dice Epaminondas al joven.

— ¨ ¿Qué es la potencia? ¨, le pregunta el joven Asópico con ojos incrédulos, pero sutilmente picaros para no parecer demasiado ignorante.

— ¨La potencia es, digamos en términos simples, la agresividad con la cual aplicas tu propia fuerza. Sería algo como la rapidez en la aplicación de la fuerza motora¨, le responde el hombre.

— ¨Entiendo. Siempre me han dicho que tengo buena técnica, pero no había pensado en la potencia¨, dice el joven.

— ¨Si eso de que tu técnica es buena lo puedo ver. Ahora de nada sirve la técnica o la fuerza si no las logras canalizar a tu favor, y eso se logra en forma de potencia. La fuerza inteligente es siempre lo que te ayudará a pasar de la fuerza bruta a algo más productivo, y eso es para todo en la vida, para la guerra y también para el amor¨, le responde escudriñando Epaminondas dejando caer una fuerte mirada sobre el joven para observar su reacción.

— ¨ ¿Y como hago para desarrollar la potencia? ¿porque en el amor? Se habla mucho de [LA2] este tema últimamente y no entiendo porque¨, le pregunta el joven. En ese momento Epaminondas se da cuenta que esta frente a un curioso, indagador, y posible hombre pensante, nada ingenuo y más avanzado que él mismo a esa edad.

— ¨Tengo algunos trucos para ello, pero en general dependerá de la manera que entrenas, hay ejercicios que se harán todos los días para desarrollarla. Me disgusta que los instructores no estén poniendo claro en el plan de entrenamiento estas cosas¨, piensa en voz alta Epaminondas como hablando para sí mismo, ¨En cuanto a la otra pregunta, hablaremos de ello más tarde¨, dice humedeciendo la garganta un tanto nervioso.

— ¨Bueno, espero aprender algo de ti, se ve que sabes muchas cosas, me llamo Asópico, nací en Tebas, pero mis padres son de Platea y Atenas¨, dice el joven extendiéndole una mejilla. En ese momento se entiende, por el nivel educativo y el lugar donde se encontraban, que Asópico no solo era bello, sino que tenia sangre noble. Por su parte, Epaminondas, también venia de una familia noble pero mucho más modesta. Los unía pues la una complicidad de caminos de vida similares.

Después de entrenar un rato ambos intuyen un cierto grado de implicación sexual, durante un momento, mientras se rozaban los cuerpos en las instrucciones de posturas, Asópico ha podido ver una excitación momentánea y se ha quedado muy sonrojado. Epaminondas ha debido enfocar su mente en lo que estaba explicando, logrando contener su deseo sexual, una cosa que era virtuosa entre los griegos; el control sobre los deseos carnales más inmediatos y salvajes. Era la segunda vez que le pasaba algo así con el joven. Le gustaba y no habían quedado dudas de ello para ambos. Esto último agradó al chico aun si ya tenia su Erastés. Al explicarle Asópico que estaba por convertirse en un ciudadano hecho a través de su relación con un ciudadano muy reconocido en la polis, y además de tener ya cierta edad, Epaminondas se vio enfrascado en un ataque de celos y dejó el lugar de inmediato sin darle muchas explicaciones; no pudiendo contenerse debió marcharse. En efecto, Asópico tenia la reputación de ser uno de los muchachos más bellos e inteligentes de su generación, además era uno de los más diestros en el manejo de las armas y las disciplinas atléticas. Era entonces uno de los jóvenes más deseados de las ciudades helénicas, y en sus primeros años en la palestra fue cortejado por los altos rangos políticos y aristocráticos de Tebas. En ese entonces, incluso algunos hombres de Atenas viajaron hasta Tebas para intentar cortejarle. Finalmente, su formación había estado a cargo de Peleópe, prominente miembro de la casa heredera del Epicureísmo y político de la familia de los palacios de Creta y Atenas. Era quien se había quedado con él después de varios meses de disputas y duelos entre hombres de negocios, generales, políticos y filósofos. Aunque no tenia un cuerpo tan desarrollado ni de gran altura su silueta era casi perfecta; las proporciones de pantorrillas, muslos, caderas, cintura y espalda era muy balanceadas. También era delgado, pero más esbelto con la edad, y para el momento que conoce al general tebano con alguna musculatura sobresaliente en los pectorales. Los glúteos eran muy espigados y armónicamente encajados con unos muslos escuálidos y muy definidos. Sin embargo, la belleza que él irradiaba venia decorada por inteligencia suficiente para mantener una conversación amena, buen humor, sentido del deber y al mismo tiempo disciplina corporal y dedicación en todo lo que hacia. Esas eran características que las personas que le conocían podrían notar a los pocos minutos de acercársele. Todo esto provocó algunos roces entre los hombres que disputaban su atención al cumplir Asópico los 16 años. Al entrar en la palestra en sus primeras semanas, y poco después de comenzado su entrenamiento, desarrollo en poco tiempo su cuerpo y las miradas de dos de los erastés nuevos se pusieron sobre él. Los otros muchachos, y su familia, le explicaron que tenia que elegir a uno de ellos o se iba a desatar una disputa en otros términos y, sin esperar a definir a que se referían esos términos, Asópico se apresuro a elegir a el que más le atraía; Peleópe. Sin embargo, un duelo ya estaba pactado, se había convertido en una cuestión de honor pues ambos contrincantes alegaban tener las sonrisas y gracias del joven. Salió victorioso Peleópe quien inmediatamente después se dirigió a la morada del joven, habló con su madre brevemente, quien a su vez le indicó de hacer sus cosas al muchacho para luego perderse ambos en los bosques cercanos a Mantinea por más de tres meses.

Después de algunas semanas, en las que Epaminondas había intentado olvidarse del joven, se fue enterando de detalles en los que salía a relucir el hecho de que Asópico estaba ya en su etapa final de formación ciudadana. En una ocasión había tenido la oportunidad de hablar con Peleópe durante un banquete de ciudadanos honorables en la que, al darse una conversación espontánea entre ambos, calló en cuenta de que el rumor se había corrido sobre el ensalzado momento en la palestra con el joven Asópico. Lo supo al notar que los invitados a su alrededor bajaron de inmediato el tono de la voz para sobre escuchar la conversación, y que las miradas se alternaban con rumoreo constantemente. Sin embargo, Epaminondas no sabia si, por un lado, había llegado tarde por el chico, o si por otro, las miradas condescendientes de Peleópe y el resto de los invitados le otorgaron confianza despreocupada. Para muchos era inconcebible que Epaminondas retrasase la entrada de Asópico en la comunidad de ciudadanos, con lo cual Peleópe aprovecha el momento para indicarle otras posibilidades; un hecho que terminó por hundirle por algún momento. El no ser una amenaza para nadie en el amor, como lo era para la guerra y la política, le desplomó el orgullo.

— ¨ ¿Has encontrado algún muchacho que te agrade?, por estos días están todos hablando de Plutarco, su crecimiento es prometedor¨, le dice Peleópe levantando discretamente las cejas.

— ¨La verdad no se quien sea, preséntamelo¨, le responde Epaminondas sin poder fingir su herida interna.

— ¨Ya veremos, tal vez podamos organizar un banquete. El hijo del embajador persa ha levantado muchísimas miradas. Pero es obvio que es intocable por cuestiones de protocolo; aunque se sabe que se ha divertido por ahí un poco, no puede entrar oficialmente en la vida griega¨, Le dice un invitado intruso a la conversación, el conocido Heromeo, quien reposa sus manos en los hombros de ambos hombres mientras habla.

— ¨Bueno, en todo caso Epaminondas, te deseo suerte en tu búsqueda, sino ya te encontraremos algo¨, Peleópe cierra la conversación y da media vuelta para acercarse a unos generales de Ática que se encuentran de visita.

Sin embargo, unos meses después volverían a coincidir en la palestra Asópico y Epaminondas. Sus miradas se cruzan de repente y Epaminondas salta desprevenido pues ha notado una tremenda nostalgia de parte del muchacho, tanto en su mirada como en la expresión corporal. Era como que si el joven tuviese muchísimas ganas de volver a verle; se enteran así de la existencia de un sentimiento mutuo que tenían por dentro sin poder exteriorizarlo o hacerlo saber al otro. Al no esperarse tal cosa, Epaminondas se pone muy nervioso, intenta disuadirlo, pero continua una mirada más en la que el chico definitivamente le ha dado entrada. Asópico era muy sensual y parecía controlar muy bien los juegos de cortejo, juegos que él liderada dada su belleza. Por esa misma razón, Epaminondas tenia dudas de si se trataba de un juego de ego. En quince minutos están desnudos en las termas escondidos en un pasaje oscuro en el que se tocan ligeramente los cuerpos, se ven a los ojos profundamente, se observan con lujuria y sin mucho contacto físico viven un momento muy intenso. Pierden noción del tiempo y siempre ocupados que nadie les vea juntos. Asópico le dice que no ha estado con nadie en al menos 12 meses; Peleópe había perdido al final apetito sexual por él. Pasan dos horas en las que ocurren dos besos pasionales entre amplios ratos de conversa en los que ambos responden holgadamente a las preguntas del otro, entran en una tertulia intelectual que incluye prosa y poesía. Epaminondas se cuadra y da unos cuantos pasos de danza desnudo pues tiene fama de bailarín y el joven se lo pide. El general tiene la costumbre de bailar y tocar las flautas al mismo tiempo, uno de sus pasatiempos preferidos y muy demandado en los cuarteles.

— ¨Vístete, nos vamos¨, le dice de repente Epaminondas al muchacho.

— ¨ ¿A donde? ¨, pregunta Asópico.

— ¨No lo sé, déjame pensar, pero necesitamos estar solos tu y yo¨, responde el hombre.

— ¨Sabes que significa hacer eso ¿no? ¨, le comenta el muchacho fijándole una mirada casi amenazante; sus heridas del pasado no eran cosas simples. Además, Asópico sabia que muchos otros chicos que como él habían interrumpido prematuramente su formación y entrando al mundo de los ciudadanos, o limitándose al amor entre hombres, habían perdido ciertos privilegios dentro de la sociedad Tebana o Ateniense, sabia que el destino de Epaminondas debía ser con una mujer, que esto debía ser solo una aventura entre hombres.

— ¨Lo se, pero estoy dispuesto a correr el riesgo¨, le susurra a la mejilla sin dudas ni reparos Epaminondas.

— ¨Nos tendríamos que ir a Creta u a otro lugar, ¿lo sabes? ¨, le responde el joven.

— ¨Calla, no seas negativo¨, le dice el hombre ¨que las cosas no son tan malas aquí, en Tebas estamos bien¨.

En pocos minutos, ambos van ya a toda velocidad en un caballo blanco con mechones largos en patas y cuello, que es propiedad de Epaminondas, y que luego, años después, sería entregado en herencia a Asópico. Se dirigen hacia la costa oeste de Atenas, a la casa de los primos que se han ido a pasar el verano a la isla de Tinos de donde eran originarios y donde había que dirigir las cosechas de las fincas que explotaban ahí. Mientras Epaminondas monta con una maestría perfecta su caballo y siente que se ha ganado una corona de olivos de metal, el joven le coge agarrándole el cinturón, y con las piernas sujeta fuertemente al caballo. Con la mirada fijamente puesta en el camino va guiando las posturas de su cuerpo a las del caballo y el jinete para no caerse.

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Cuando Herácles anuncia las conferencias de paz en Atenas después de encontrarse con Pelópidas y Epaminondas, la notica corre de inmediato por todas las ciudades griegas en pocos días. Todas las sociedades del mediterráneo entran en gran expectativa pues cualquier error haría sonar los tambores de guerra. La semana siguiente comienzan las tertulias en los campos y las faldas de las colinas del Partenón, en los jardines de olivos de la acrópolis, en el agora y en las esquinas y palestras de la polis. En ese momento sube inmediatamente el perfil de los tres generales y políticos más importantes de la alianza Beocio-Ateniense que no sólo han tenido el beneplácito de los dioses, sino que han sido reconocidos por Esparta como rivales de altura; Silicio, hijo no-reconocido de Alcibíades, Pelópidas y Epaminondas.

Por su parte, el informante de Giórgios de Creta, Mesinas ¨El Tuerto¨, se encuentra ahora en Corinto, cansado pero muy leal a la misión que se le ha encomendado. Después de perder de vista al misterioso hombre del Olimpo en el burdel de Tebas se lo ha vuelto a encontrar unos días después durante los Festivales de Adonia, une evento en homenaje a la diosa griega del amor sexual, la fertilidad y la belleza: Afrodita. El carnaval era muy atendido por mujeres de alta sociedad quienes acudían con antifaces para aprovechar y mezclarse con los plebeyos. En una especie de tregua conyugal las mujeres podían ese día desear y profanar con quien se les antojara; quizás hombres que habían deseado y que no podían tener en condiciones normales. Al final eran solamente las mujeres más atrevidas y liberadas las que participaban de ello. Por otro lado, en otras plazas, una gran parte de los partisanos eran prostitutas y prostitutos que tenían la costumbre de reunirse, beber y bailar en torno a una carroza que llevaba la figura de la diosa a la que consideraban su patrona. El monolito era de más de cuatro metros de altura, estaba hecho de mármol rosé pálido y ahuecado, escasamente cubierto con una túnica blanca en plisée hecha de algodón egipcio, y adornada con collares de piedras de amatista y lapislázuli coronadas y unidas entre si en plata. De las orejas colgaban grandes pendientes de cuarzo rojo. En medio de ese momento de gran bullicio musical, y cuando la noche llegaba a su cúspide, Mesinas ¨El Tuerto¨ vió hablar al espía con un hombre en una esquina notando que uno le había entregado al otro un tubo de papiro que suponía contenía informaciones encriptadas en códigos. Como ha ido acompañado ha enviado a su compañero a seguir al mensajero al interior de la ciudad mientras él se echa a perseguir a su objetivo en las praderas aledañas. Cuando se alejan del bullicio de las festividades lo busca en una pradera desolada en donde se encuentra con varias parejas teniendo sexo en la oscuridad, la mayoría ebrios. Piensa que su objetivo estaría por ahí, pero no le ve. Después de varias horas, y adentrada ya la madrugada, se da cuenta que éste se dirigía hacia Platea y toma el camino a ese rumbo. Después de algunos acercamientos rápidos, le sigue todo el tiempo a más o menos dos kilómetros de distancia. En la frontera ve que se reúne con militares Espartanos y en ese momento Mesinas se queda reflexionando y perplejo, no se esperaba tal resultado. Piensa de inmediato en regresar a Tebas. Sabe que le vera nuevamente y no quiere arriesgarse a ser perseguido él mismo, pero lo piensa dos veces y decide esperar, medita observando desde lejos los intercambios en la frontera y se contiene. Entonces, vuelve persiguiendo a su objetivo hasta Tebas nuevamente, pero en el camino recibe un mensaje en donde se le dice que su informante ha sido asesinado en Tebas cuando perseguía al segundo hombre en la ciudad después del Carnaval del Amor. Se da cuenta que esta siendo posiblemente perseguido él mismo por otras personas. Doblega la seguridad bordeando la paranoia y decide distanciarse de su objetivo hasta cuatro kilómetros con riesgo de perderle de vista. A veces se acerca para confirmar que esta todavía en sintonía y sin sospechas de ser visto. Se da cuenta que ha pasado completamente desapercibido pues sospechaba de unos hombres encapuchados que pasaron luego sin ningún reparo; entonces decide alejarse nuevamente en una llanura deshabitada en la que tan sólo cruzaba un camino. Una vez en Tebas, y en medio de un tumulto de gente, Mesinas ¨El Tuerto¨ puede acercarse nuevamente a escasos metros y se sorprende cuando observa de repente que el hombre entra a las premisas de Herácles. Corre entonces inmediatamente y busca por toda la ciudad a su jefe. Pregunta por él y les avisan que se encuentra en la palestra de los filósofos, luego un poco más tarde cuando llega al lugar, ve que están ahí su patrón Giorgios, Epaminondas y Herácles. Cuando ve a este último decide guardar silencio y dice no haber encontrado aún informaciones importantes. Miente y más tarde le daría su reporte a Giorgios de forma más privada.

— ¨¿Así que en casa de Herácles? ¿Estas seguro de lo que dices?, pregunta con una mirada curiosa y dudosa Giorgios.

— ¨Si señor, no hay duda, yo mismo había estado en ese lugar hace unos días¨, responde Mesinas ¨El Tuerto¨ bajando la cabeza y con una inusual seriedad facial dada la delicadeza de las informaciones.

— ¨Por ahora necesitamos seguir investigando y esperar, no podemos acelerar y dar esta noticia por ahí, son cuestiones internas de Tebas. Por intentar ayudar nos podemos meter en problemas, pero es importante que lo sepan Pelópidas y Epaminondas¨.

— — ¨Muy bien señor, lo que usted diga¨.

— — ¨En unos días volvemos a Creta, prepara todo y manda un mensaje al puerto para que carguen las artillerías, recuerda que necesitamos armas…(…)… Pero… Dices que le ha pasado un pergamino a los militares espartanos en la frontera ¿no? ¨, sigue Giorgios.

— ¨Si seños, eso mismo, lo ha llevado desde la ciudad¨, le confirma.

— ¨Importante, a tomar mucho en cuenta, y ya sabes… ¡Silencio total!¨, dice Giorgios sin preocupación pues sabe que Mesinas es extremadamente reservado y prudente. Un hombre de pocas palabras además, que en algunos casos es una ventaja. [LA3]

Cuando Giorgios vuelve a la palestra se da cuenta que Herácles esta muy entretenido con Herika en el solar. El publico presente esta un tanto escandalizado al ver una figura de tal tamaño y con tal musculatura que ha terminado por ridiculizar incluso al hijo del embajador persa, Darius, quien media 1.90 metros de altura y tenía el típico cuerpo solido de las costas del mar Caspio, además de apuesto y buenmozo. Pero Herika rondaba los 1.98 metros, sus hombros eran enormes, definidos y redondos, sus cuádriceps se movían de un lado a otro al correr y eran extremadamente definidos, anchos en su parte central y angostos cerca de la cintura y en la unión con la rodilla; dejando la entrepierna visible a la perfección si estaba desnuda. Tenia piel oscura de una posible mezcla helénica con nubiano; su rebelde madre, ahora una ciudadana libre, había llegado con un grupo de esclavos provenientes del sur de Egipto, y no se sabía muy bien su origen. Herika desarrolló un cuerpo fuera de lo normal. Por su parte, Herácles, que media 1.67 metros, estaba fascinado y se hacían muy buena compañía, irradiaban felicidad y todo mundo lo notaba. Algunos muchachos comenzaron en ese momento a preguntar a sus mentores y erastés como era la intimidad de la pareja, pero nadie supo nunca dar una respuesta clara. Nadie sabia tampoco bien como definir a Herika, a quien llamaban Herikion para darle un sentido neutral a su nombre, se trataba una persona que físicamente era impresionante y a veces parecía más un hombre que una mujer a pesar de llevar una cola de caballo a rizos desmembrados y agarrados con una cinta usada generalmente por mujeres. Además, algunas partes de su cara como la nariz, labios y ojos eran muy femeninos. Al final el tema terminaba siempre explicado por el hecho de tener la categoría ella, y la mayoría de legendarias figuras de la Banda Sagrada, de semi-dioses, es decir un engendro de dios y humano que no necesitaba adaptarse a las reglas impuestas a los humanos comunes de carne y hueso.

Giórgios decide entonces guardar el tema por el momento, y la vez actuar con una prudencia tremenda y no inmiscuirse en los problemas internos de Tebas, aunque en una visita futura discutirá sobre ello con Epaminondas, a quien le cuesta mucho creer el reporte de los cretenses. Acuerdan que debe haber una confirmación posterior, pero Epaminondas sospecha desde ya que se trata de Trinio y no de Herácles, será la primera vez que sospecha del siciliano y conecta cabos. Además, Epaminondas llevaría a Giorgios ante el tribunal de honor en donde las mujeres analizarían lo sucedido y pondrían manos en el asunto.

A este punto la relación de Trinio y Herácles tambaleaba, pero Herácles no se había planteado que Trinio pudiese sentirse herido por tal situación. Tras bastidores y en sus planes Trinio ya había avanzado sobre manera en la destrucción de la vida política de Herácles, todo estaba planeado, era su principal artimaña. Trinio sabia que las conferencias de paz serian un triunfo para la troica de hombres que lo habían organizado en toda Grecia, sobre todo los hombres de Tebas bajo la guía y autoridad del consejo de honor de la ciudad que estaba formado por mujeres elegidas por sufragio directo. La troica ejecutora estaba conformada por Pelópidas, Epaminondas y Herácles. Con lo cual el perfil político de éstos había crecido sustancialmente después del encuentro con las pitias en el Monte Olimpo.

La estrategia de Trinio había sido unir, bajo una misma idea, a un grupo de facciones y grupos políticos que estuviesen en contra de la bien conocida flexibilidad tebana en cuanto a las libertades sexuales, el rebrote de la democracia participativa y el poder político de las mujeres sensibles; Tebas era uno de los últimos vestigios de matriarcado helénico. Al contrario que el resto de las ciudades estado en donde las disputas políticas se daban entre la aristocracia recalcitrante y los demócratas, en Tebas, dada la moderación aristocrática, los grandes debates sucedían entre los demócratas convencionales y los demócratas radicales que pedían todo el poder al voto directo y a los consejos de las comunas. La actividad política se reavivo aún más después del golpe de estado y las revueltas de recuperación por parte de la resistencia que le sucedieron. En cuanto a las libertades, éstas llegan a su cúspide si se escudriñaba el funcionamiento de la Banda Sagrada, o sea la falange de soldados hoplitas que, hacía parte de la infantería pesada, pero también había gran oposición en cuanto al poder político y autoridad de las mujeres que controlan todo el consejo de honor y una parte paritaria de las decisiones en las comunas y en los hogares. Ademas, las herencias de tierras y propiedades en Tebas y algunas zonas de Beocia se daban por línea matriarcal. En la cultura tebana, aunque los hombres ejecutaban las leyes, para cualquier toma de decisión importante la ultima palabra era acordada a las mujeres. De esa misma forma funcionaba el parlamento; los representantes en su mayoría eran hombres, pero las mujeres del consejo de honor decidían cuando y como implementar las leyes y podían vetar cualquier propuesta. Era una especie de senado matriarcal con poder de veto que no existía de esa manera en ninguna otra ciudad griega. En ese contexto Tebas comienza a florecer como la gran polis griega, en pocos años aumentan las cosechas, crece la ciudad y aumenta la población en toda la Beocia pues ciudadanos refugiados comienzan a llegar desde otras ciudades estado que van en declive sobre todo desde el Peloponeso. La Beocia se convierte así en refugio de los pocos esclavos ilotas que logran emanciparse ante sus amos espartanos; dicho éxodo se promueve ejecutando con decretos de ley la permisión de salvoconductos a cualquier ilota que lo desease. En esos años se asientan en Tebas también artesanos provenientes de países tan lejanos como El Levante y Aegyptos y clanes de familias comerciantes provenientes de La Jonia, Judea, el imperio persa y hasta del valle del rio Indo.

Una noche acalorada en la que Herácles había sido advertido de los movimientos de un supuesto espía espartano en su hogar, y sin sospecharlo, pero altamente irritado, reclama a su concubino sobre la situación. Discutieron fuertemente y Trinio aprovecho el momento para obtener información pues percibía que, aunque había sospechas el momento de desenmascararlo no había llegado, o no llegaría. Sin embargo, Trinio logra hacerle oír sus teoremas sobre el libertinaje y corrupción en Tebas

— ¨ ¿Sabias que ahora hacen orgías en los burdeles? ¨, se sofoca Trinio ¨ ¿eh? ¿de donde crees que viene todo eso?¨.

— ¨ ¿A que te refieres?, no se que quieres decir¨, replica Herácles.

— ¨ ¿Sabias que somos la comidilla a la hora de los chismes en Salónica, e incluso en Bizancio?, ahh… ¡mira esta carta que me ha llegado de Deyanira, la esposa de Cleómbroto!, dicen que terminaras como Sócrates¨, irrumpe llorando Trinio, en clara actuación.

— ¨Por Zeus, ¡no exageres! ¨, le dice Herácles.

— ¨Mira Cleo, sino controlas tu esto lo controlarán otros, Epaminondas y sus amantes del ejercito están llegando demasiado lejos, no se comprende nada. Tu vida podría correr peligro¨, suelta Trinio con una tonalidad solidaria pero que se transformó en amenazante, y que no ha gustado para nada a su interlocutor.

— ¨ ¿Y que quieres que haga?, ¿Porque te disturba tanto? ¨.

— ¨Existen normas de conducta respetadas en todo el mundo, que se sigan o el pueblo reclamará¨, dice Trinio

— ¨ ¿Y de qué pueblo hablas?, no te comprendo, sabes que las mayorías son evidentes y claras en Tebas, los sectores conservadores son minoritarios. Vosotros sois…minoritarios, pues te incluyo. Pero si, tienes razón desde otro punto de vista y que además supongo que hacen más ruido de lo normal. Siempre es más fácil destruir que construir, eso siempre ha sido así … (…) …Lo que me faltaba, dormir con el enemigo¨.

— ¨Pues cuando quieras te dejo solo¨, le susurra Trinio al oído retirándose rápidamente; aunque internamente la idea de terminar la relación y separarse le aterrorizaba.

En ese momento Herácles tiene un conflicto para clarificar porque su compañero de hogar y amante esta obsesionado con el tema y, además, obsesionado con el comportamiento, pues si bien ahora un hombre integro, ambos se conocieron cuando Trinio era muy pobre y dependía de las dracmas que obtenía en un burdel frecuentado por políticos de alto prestigio, en donde le conoció como cliente. Herácles siempre pensaba en lo que podría pasar por la cabeza de Trinio habiendo vivido todo por lo que tuvo que pasar; sobre todo en lo relativo a prostituirse en un rango de semi esclavo, traído desde Sicilia como ayudante.

Además, le vino a la mente el reporte del espía espartano atando cabos llega a la idea sobre un posible complot de Trinio con Esparta, algo en que hasta ese momento no había querido profundizar, pero todo tenia sentido. A continuación, le sigue y lo busca en el patio trasero de la casa, entre los posos de agua donde suele ir a meditar por horas, pero no le ve. Al final lo encuentra en el pórtico.

— ¨ ¿Has tenido visitas últimamente en casa? ¨, le pregunta Herácles.

— ¨Si, como siempre… ¿porque me preguntas eso? ¨, responde Trinio inquietado.

De repente Herácles calla y le cambia el tema pues se da cuenta que podría haber una relación en todo el tema de la guerra y la intolerancia al ejercito tebano por parte de Trinio. Aunque en ese momento Herácles piensa que Trinio desconoce sus aventuras con Herika, tampoco sabe que ese es el principal motivante para Trinio. Éste al oír la pregunta se queda con los ojos abiertos indagando de como era posible que se hayan dado cuenta del espía espartano. Le tiembla la mano y sale de casa rápidamente con la excusa de una reunión. Es la primera vez que Herácles desconfía de la lealtad de Trinio y éste a su vez lo puede notar en su mirada. Nunca había sucedido algo parecido entre ellos, su confianza y lealtad había mantenido altos y bajos, pero nunca a tal nivel de traición sobre un tema tan delicado y que podría llevar, potencialmente, a la caída de uno de los dos. Habría un ganador y un perdedor sin lugar a reparos, y sin duda a una separación definitiva. El ambiente en el patio se tornó pesado y oscuro al salir Trinio quedándose Herácles solo reflexionando.

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Después de unos días conociéndose, Epaminondas y Asópico se han enfrascado en una situación efímera pero ya sentimental. El amor que se transpira en la atmósfera entre ambos es muy intenso a la vez que muy acertado y balanceado. De hecho, las cosas iban despacio, tuvieron sexo por primera vez cuatro días después de haber llegado a la finca de los primos de Epaminondas. Han pasado la mayor parte del tiempo entrenando deportes, danzando y tocando las flautas, lucha, haciendo adiestramiento militar y filosofando. Ambos gozaban de una educación privilegiada.

— ¨A ver Asópikon, levántate. Eres más joven que yo¨, susurra agitado Epaminondas mientras apoya sus manos en las rodillas.

— ¨No puedo más, hemos corrido por horas señor¨, dice Asópico con un ritmo de respiración que casi no le permite hablar.

— ¨No me llames señor…. aun falta una ronda de lucha y lanzamiento de jabalina, y luego haremos ejercicios para desarrollar agilidad y reflejos, lo más importante para sobrevivir una batalla¨, dice Epaminondas mientras piensa todo lo que le enseñará a su nuevo alumno, le mira ya con ternura, pero intenta ocultárselo; sabe que le exigirá muchísimo más que a un soldado normal ya que de él dependerá su propia vida.

— ¨Vaya, o sea que esto era sólo el inicio!, no lo puedo creer ¨, dice desconsolado Asópico

— ¨Así es¨, replica Epaminondas con una mirada de acierto y asombro a la vez que explica ¨…me han convocado a guerra y tenemos que estar en nuestra mejor forma, tu iras y no lucharas a menos que sea necesario, los ejércitos de las ciudades griegas parecen tener suficientes elementos, pero tienes que estar preparado, por si a caso¨.

— ¨Y ¿donde será el encuentro? ¨, pregunta el chico.

— ¨Es en una meseta entre colinas al interior de la isla de Naxos¨, le explica Epaminondas haciendo un mapa sobre la tierra con una rama.

— ¨ ¿Quienes están de nuestro lado? ¨

— ¨Nosotros vamos con la alianza de ciudades griegas que ha derrotado la falange persa en el pasado incluida Esparta, y además se nos unirían algunas milicias de las otras cicladas; Delos, Sifnos, Milos, Tinos…algunos de los soldados legendarios de Grecia viven en esas islas, al ser menos en números cada soldado tienen una responsabilidad enorme, entrenan mucho más duro, por eso nosotros en la Beocia tenemos campamentos en las islas, para intentar imitar y aprender de lo que vemos en el entorno y aplicarlo a una escala más numerosa de soldados, ¿si me comprendes?. Queremos aprender de Dionisios de Sifnos o de Galio de Mikonos, grandes atacantes estrategas y considerados semi-dioses por las poblaciones locales¨, resuelve Epaminondas con gran entusiasmo.

— ¨ ¿Como luchan los persas? ¿Cuales son sus estrategias? ¨, pregunta Asópico.

— ¨Buena pregunta…los persas conforman ejércitos numerosos, no se enfocan tanto en la infantería pesada, sino mas en la infantería liviana y mucho más aun en la caballería. Son valientes guerreros, lo dan todo. Pero los griegos tenemos más audacia y estrategia. Nunca han podido controlar completamente esta parte del mundo, y cuando nos han derrotado lo han hecho por fuerza bruta no por estrategia de guerra. Sus ejércitos son más uniformes y se confinan todos juntos por más tiempo que nosotros. Los ejércitos griegos, en cambio, son mas heterogéneos porque somos formados en nuestras propias ciudades-estado y naciones, en diversas islas y regiones e se incluyen las milicias. El ejercito griego se compone en general de una unidad central de la infantería pesada, las caballerías, en cuyo interior están algunos de los soldados más fuertes de las comarcas, luego esta la infantería liviana que son los soldados que tienen menos entrenamiento y muchos de los cuales forman parte de milicias. La Banda Sagrada es caballería, pero sobre todo infantería pesada. Todo griego debe estar siempre preparado para la guerra, ya sea para pelear por su ciudad o contra un enemigo no helénico en alianza divina. Toda Grecia entrena siempre para la guerra porque es una actividad que nos identifica como pueblo, es parte de nuestra dignidad. Históricamente vencimos a los persas por la calidad de nuestros soldados¨.

— ¨ ¿Y en que nos parecemos a ellos? ¨, continua curioso el joven.

— ¨Si te lo respondo como helénico te diría que no tenemos nada en común, si te lo respondo como filosofo te diría que somos casi idénticos, seres humanos¨.

— ¨Y entonces si somos iguales ¿porque peleamos en guerras?, ¿a caso no buscamos todos lo mismo en la tierra que es vivir y ser felices?

— ¨…mmm…no es así de fácil. Por otro lado, no se que decirte, lo pensare y te mantendré al tanto, nunca había pensado en el origen de la guerra más allá de la defensa¨, dice reflexivo Epaminondas.

— ¨Tiene que haber otra razón¨, sugiere el joven que tenia mucha curiosidad intelectual.

— ¨Puede ser que visto que hay dos formas de amar, o incluso más, diversas formas de amar entre amantes, y que algunos de ellos no lo hayan entendido, esto haga que crezca la ira y el egoísmo y se desemboque en grandes guerras por el poder y la dominación de unos pueblos sobre otros¨.

En Naxos, los ejércitos están encuadrados, el despliegue militar es impresionante, la llanura de la meseta en el centro de la isla ha sido ya escenario de otras batallas. Naxos es el corazón cultural de Las Cicladas y esta políticamente aliada a las islas que tienen fronteras marítimas y terrestres con el imperio persa, y que se extiende a lo largo de toda la parte occidental de la península de Anatolia. Epaminondas y Asópico se presentan muy preparados con sus armaduras de gala, han comido carnes especiales toda la semana, sus cuerpos redoblan en cantidad de músculo y su condición física no había estado nunca tan robusta como ahora. Epaminondas deseaba impresionar a Asópico, quien entiende el prestigio que tiene su nuevo compañero por la manera en que todos le ven; hay más reverencia de lo esperado por donde sea que caminen ese día. La noche anterior han tenido banquetes en su honor en la villa de Chora y luego en el campamento, algo más intimo con 10 personas de confianza en donde ha habido bromas y referencias sobre el incipiente amor de la pareja; han bebido poco alcohol pues el compromiso de la batalla era lo primero. Aunque oficialmente no se celebraba la nueva unión sentimental con Asópico, sus amigos más cercanos como Pelópidas de Tebas y Giorgios de Creta, y sus pupilos estudiantes Dionisios y Helena, Herika y Arcónidas, uno de sus mejores soldados y atletas que posteriormente pasaran a ser parte de Los Seis, el núcleo de la Banda Sagrada, brindan todos en honor a ellos dos, están contentos de ver a su amigo enamorado. Esperan que la batalla que esta por venir sea determinante para el futuro de Grecia y sobre todo que ésta sea encaminada hacia la victoria por Epaminondas quien esta en su mejor momento. Dionisios de Sifnos, quien ha sido ya una leyenda en años anteriores observa con superioridad a Epaminondas y sin ningún reparo en concederle el honor de su admiración; aunque todo esta por verse en el campo de batalla.

Epaminondas tenia la costumbre de dormir muchas horas los días precedentes a las batallas y solamente se alzaba para comer y hacer entrenamientos de agilidad motora. Pero esta vez ha debido estar a cargo de algunas actividades de el diseño y la estrategia de la batalla. Han llegado unos días antes a Naxos para reunirse con todos los lideres militares de las islas y ciudades helénicas e intentan uniformizar los respectivos ejércitos que nunca ejercitan ni entren juntos.

El día de la batalla, Epaminondas abre sus ojos al ruido de las primeras fogatas a las cuatro de la mañana junto a Asópico, sus cuerpos calientes abrazados en unión natural de cariño, y también nervios, pues nunca se sabia que iba a pasar en el campo de batalla. El rostro de Asópico descansaba sobre su pecho, el calor humano no sólo le ha hecho sentir mejor físicamente, sino que sus ánimos están más altos que nunca, se había enamorado una vez más en su vida y sabía lo que eso significaba. Todo mundo estaba tomando ese como factor decisivo para el combate con los persas de ese día, pues de acuerdo con las leyendas griegas todo amante no sólo se ve inspirado por el sentimiento del amor, sino que desea impresionar a su amado.

Aún acostado, Epaminondas piensa en todo lo que hará ese día. Tiene mucho que hacer antes de que salgan los primeros rallos de luz solar. Afuera, las fogatas calientan a los soldados que ya están reunidos en torno al calor, algunos ya preparan los estupefacientes y los toman en dosis pequeñas para provocar euforia. Todo esta listo para el encuentro y en un par de horas se desatará un choque de tropas que duraría cuatro horas. Antes de la batalla Epaminondas se acerca a un extremo lejano donde se encuentran la elite política y la aristocracia de Naxos y otras islas que están ahí para presenciar los eventos pues el resultado tendría mucho impacto en las crecientes rivalidades internas, pero sobre todo en el control de la frontera del imperio persa. Ahí, el Rey de Naxos, y Asópico su lado, le espera para entregarle su espada y su escudo, éste le ve a los ojos intensamente, toma las armas mirándole, y luego se pierde entre la multitud de refuerzos que le abren paso hacia el fondo en donde se encuentran todos los soldados de las caballerías, la milicia y la infantería pesada.

Epaminondas combatiría ese día impulsado por un fuerte amor casi irracional que siente en su pecho, se destacaría como uno de los soldados más brillantes y fuertes para provocar orgullo en el corazón de su amado, pero también en el de sus compatriotas. Ser amante es una gran responsabilidad para los soldados griegos y sobre todo en la tradición de la Banda Sagrada. Sin embargo, Epaminondas ha visto en un momento de reflejo como su amigo y compañero de armas Pelópidas cae herido por una gran lanza persa. Entonces, Epaminondas logra defender el cuerpo de Pelópidas ya extendido sobre el suelo por un tiempo corto, se ve atacado por muchas bandas y sobre todo desde su flanco izquierdo. La situación se complica a medida pasa el tiempo. Además, Pelópidas después de recibir siete heridas en el frente, se dejó caer sobre un gran montón de amigos y enemigos que yacían muertos juntos con lo cual era difícil reconocerle; pero Epaminondas, aunque lo consideraba sin vida, se puso de pie para defender su cuerpo y sus brazos, y luchó desesperadamente, con una sola mano contra muchos, decidido a morir en lugar de dejar a Pelópidas tirado allí. Y ahora él también estaba en una situación lamentable, después de haber sido herido en el pecho con una lanza y en el brazo con una espada, Agesípolis, el rey espartano, acudió en su ayuda desde la otra ala, y cuando se perdió toda esperanza, los salvó a ambos. Este incidente consolidó firmemente su amistad, y Pelópidas sería el socio político y militar de Epaminondas durante los próximos veinte años. La bravura de Epaminondas fue conocida en todo el mundo y su historia heroica forma parte de las noticias durante todo el año quedando encarnada como una leyenda griega.

Desde la altura en la colina la multitud comienza a celebrar que la armada griega esta derrotando a los persas. Después del rescate de Epaminondas y Pelópidas por parte de el rey espartano, que ha acudido como soldado invitado en representación individual, Epaminondas no hace más que sorprender a todos, su fuerza se multiplica y yacen uno tras otros los cuerpos de grandes soldados de los escuadrones elite del ejercito persa. Nadie lo puede creer y se escuchan exclamaciones de asombro desde las terrazas de espectadores. Primero, con la ayuda de Dionisios, Arcónidas y Herika, se logra compenetrar y romper uno de los escuadrones hoplitas más sólidos y hasta entonces intactos del lado persa. Epaminondas siente que sus heridas le dan fuerza pues le han aumentado mucho la soltura muscular, ver sangre lo estresaba, pero a la vez le daba fuerza para defenderse, y sobre todo lo había dotado de una garra muy potente. Luego, al cabo de media hora, al destruir el núcleo duro persa comienzan a separarse y se une el rey espartano, los cuatro con ayuda de otros solados comienzan a forzar la rendición de los pocos persas que han quedado de pie. Un enviado de Artajerjes no piensa rendirse y lucha hasta el final junto con otros soldados valientes del ejercito persa, pero mueren en el intento o huyen hacia la retaguardia.

Finalmente, la victoria helénica es celebrada por toda la isla y se escuchan gritos, fanfarreas y bombas desde las islas aledañas de Paros y Antiparos. Los generales persas que han sobrevivido la batalla quedan sorprendidos de su derrota, pues sentían mucha seguridad y venían con un ejercito más numeroso y tecnología más desarrollada. Epaminondas habla desde su lecho de herido en un farsi bastante quebrado con el general Meysam, líder de los escuadrones persas y acuerda los términos de la retirada, y sobre todo los términos de los limites fronterizos; además, les hace contar los cuerpos caídos uno a uno y bajo supervisión de los brigaderos griegos. Los griegos que han quedado de pie festejan y hacen ceremonias en las colinas aledañas, el fuego proveniente del Monto Olimpo es encendido y Epaminondas, Pelópidas y Agesípolis reciben máximas condecoraciones militares en el momento, aunque están gravemente heridos. Asópico sujeta de un costado a Epaminondas todo el tiempo pues no podía caminar debido unas heridas que lleva. En pocas horas, y después de quemar a sus muertos, la flota naviera persa, formada por unas cuatro armadías de mediano tamaño, zarpa desde Naxos rumbo a la Anatolia persa llena de heridos. Meysam observa con bastante recelo, pero sobre todo con bastante sorpresa el desenvolvimiento de los escuadrones militares helénicos y reflexiona en lo que se posiciona desde Tebas como estrategas de alto nivel y escribe a las cortes de Artajerjes en Persepolis y Susa sobre los posibles incidentes que esto causaría en el escenario futuro inmediato. Persia tenia ambiciones de anexarse todas las islas del mar Egeo, pero también Atenas y el Peloponeso.

— ¨¡Por Hércules! Estas muy herido, ven¨ se sorprende Asópico al quitarle la armadura y verlo de cerca; comienza a hacerle enjuagues y vendajes.

— ¨Que pena que eres aun muy joven para luchar, si estuvieras conmigo en el campo de batalla hubiésemos terminado en pocas horas. Hemos tenido que luchar toda la mañana y tarde¨, le dice Epaminondas un poco triste y casi agonizante, mientras descansa horizontalmente en una camilla hecha improvisadamente de heno de cebada.

— ¨ ¿Porque lo piensas? ¨, pregunta Asópico como quien quiere escuchar algo que ya sabe, pero porque necesita reafirmación.

— ¨Si estuvieses en tu primera batalla de guerra conmigo, mi adrenalina hubiese llegado a niveles nunca vistos, mi fuerza se hubiese multiplicado por dos; pronto vendrá ese momento¨, le responde el general, el joven siente que pierde la voz y entra en un estado de ebriedad emocional que nunca había sentido. Le pareció muy romántico oír esas palabras mientras se enfocaba en las heridas, estaba amarrando un torniquete con lienzos húmedos.

— ¨Espera que tengo que llamar a alguien para sacarte esta punta de lanza que tienes aquí en el hombro, va a sangrar mucho y necesitaré ayuda¨, responde Asópico que quiere enfocarse más en la curación que en lo que le dice su mentor pues le sobrepasa la situación ¨Ahora vuelvo¨.

— ¨Mira esto, no se que hacer, si tirarla para afuera o empujarla un rato para ver si se destraba de lo que parece ser un hueso¨, le dice Asópico al asistente medico de guerra del ejercito en Naxos y miembro de la escuela medica de Cnido. A este punto Epaminondas estaba perdiendo la consciencia.

— ¨A ver déjame encargarme de él, creo que es algo más grave de lo que parece¨, le dice el medico de guerra quien toma las riendas de las curas.

Después de un largo rato de observación el medico escribe en un pedazo de papiro una receta que a su vez entrega a Asópico indicándole a donde ir a buscar los remedios. El medico ha sentido mucha presión en el proceso de atender a Epaminondas por parte de miembros del estado mayor tebano. Ha percibido que se trataba de una persona muy importante, estaba claro que no podía equivocarse en nada.

Unas horas después, Asópico se encarga del desplazamiento a la tienda y luego a la ciudad, Chora, donde serán recibidos con ovaciones, flores y coronas de olivos cruzando a través del monumento de Apolo con todos los honores militares que habían recibido antes. Todos los generales y guerreros semi-dioses de las islas quieren conocer a Epaminondas y se le trata como el gran héroe de la batalla, aunque el concede su vida y la de Pelópidas a Agesípolis, quien ya había dejado la isla pues las simpatías, aunque fuertes frente a Persia eran tensas entre las regiones griegas. El general logra caminar a duras penas. Al cruzar por el gran arco de más de 10 metros de altura mientras una niña de ocho años le entrega una segunda corona de olivos, ocurre algo insólito, un par de gaviotas se acercan a Epaminondas, descienden al suelo y frotan sus alas en sus piernas como en señal de aprecio y agradecimiento y se van. La multitud se queda atónita.

La bravura con que Epaminondas salvaría a Pelópidas durante la batalla terminaría convirtiéndose en leyenda griega. Asópico no puede evitar más que enamorarse perdidamente de Epaminondas, y al no poder ninguno de los dos entablar relaciones de amor con mujeres, hacen publica su relación a pesar de que no era la costumbre que un joven llegado a cierta edad y con barba visible pudiera mantener una relación con otro hombre; la diferencia de edad que tenían era de solo siete años. Les ha avalado entre la población su pertenencia a la Banda Sagrada, a la que percibían como una mezcla de guerreros mortales y semi-dioses concebidos por Zeus o Apolo. A partir de este momento, Epaminondas y Asópico estarían juntos todo el tiempo y liderarían la fuerza elite del ejercito tebano, la Banda Sagrada, que estaba bajo las ordenes de su fundador Górgidas. Epaminondas le sustituirá al mando después de su muerte, y Asópico pasaría a liderar el grupo de los seis desde donde se diseminaba la estrategia hacia el resto de las 150 parejas de amantes, y amados.

Unas semanas después de su recuperación, Epaminondas visitaría a su mentor intelectual y antiguo erastés, Lisis de Tarento, para preguntarle cual era la razón de la existencia de la guerra. Filosofarían juntos por más de 16 horas en las que estarían a solas o en banquetes con otros amigos.

— ¨A ver, la guerra y la paz son dos condiciones muy distintas y opuestas entre si, una representa la oscuridad y la otra la luz, no hay nada de bueno o bello en la guerra, pero lo importante es saber que la paz representa virtud y que la guerra representa la necesidad para llegar a esa virtud; tienes que luchar contra los demonios para obtener lo que quieres¨, le introduce Lisis con una voz tenue y reflexiva…¨esto porque las diferencias al interior de las sociedades resultan insoportables sin lograr al menos la virtud colectiva, que es necesaria para la sobrevivencia y el futuro en libertad¨, añade el maestro.

— — ¨De acuerdo, siga usted por favor¨, responde Epaminondas.

— ¨De la misma forma que el bien y el mal son incompatibles, son dos polos completamente distintos también la paz y la guerra¨.

— ¨Ciertamente, pero ¿cómo y porqué llegamos a la guerra tan a menudo?, me lo ha preguntado Asópico y tengo que darle una respuesta clara¨, le dice Epaminondas.

— ¨Si… me has contado de ese chico en una de tus cartas, es bueno en el arte y en la meditación, le gusta indagar según dices, un posible pensador. ¿Es ambicioso? ¨.

— ¨Si, lo es, pero también esta aprendiendo, es curioso, es intelectual, le gusta la lógica helénica…su alma es mayor que sus años¨.

— ¨Muy bien. Bueno te decía que la necesidad para llegar a la virtud podría ser interpretada entonces como la guerra, y la virtud en sí como la paz, parte de lo bello¨, le dice Lisis, infiriendo que la virtud es una de las cualidades al que todo hombre aspira llegar.

— ¨Muy de acuerdo¨.

— ¨Independientemente de quien tenga de su lado la razón del bien o la razón del mal ambas son realidades tangibles, son las condiciones al rededor de estas que llevan a la incomprensión de ambas fuerzas, a ser y encontrarse intolerables una sobre la otra. Ya sea esto por ambiciones de poder, venganza, control, expansión territorial o defensa propia¨.

— ¨Siga usted maestro¨

— ¨Entonces, podemos inferir que, mas allá de las interpretaciones y de que tengamos de nuestro lado la razón, la guerra es aceptada por cualquiera de las dos partes como simple y llana razón y como una necesidad insoslayable para llegar a la paz, la guerra es la paz del futuro. Ahora bien, cada uno tiene una interpretación distinta de lo que es la paz y de porque la necesitan¨.

— ¨Entiendo, gracias¨, replica Epaminondas.

— ¨Pero atención, ésta, la guerra solo puede ser usada por nosotros como vía para llegar a imponer la razón del bien, de la virtud y la dignidad humana. Es decir, con fines liberadores; es por lo que tu te das en las batallas, con tu espada en mano, y en nombre del futuro. Cuando la superioridad militar cae en manos erróneas es necesario luchar contra ella en defensa propia, pero la superioridad militar puede caer también en aquellos que aman la paz, esto último parece estar pasando en Tebas.

Cuando Epaminondas intentó construir el relato de Lisis con Asópico las palabras no parecían fluir de la misma manera. Asópico un tanto irritado, pues tenia poca paciencia para la filosofía purista, dijo que todo sonaba muy idealista, muy perfecto; el joven se decantó así con una expresión que quedaría toda la vida en la memoria de Epaminondas: ¨en todo el bien hay algo de mal, y en todo el mal hay algo de bien¨… [por tanto]…¨en toda guerra hay paz, y en toda paz hay guerra¨. Epaminondas no quería aceptar, inicialmente, que los seres humanos eran violentos por naturaleza y que siempre seria así, se opuso rotundamente al enunciado terminando la conversación en evasiones por ambas partes, aunque años después llegarían a un entendimiento mutuo.

En pocos años y bajo la tutela de Epaminondas, Asópico se convertiría en un soldado ejemplar dentro de la Banda Sagrada, aunque no contaba con mucha fuerza física su astucia mental le daba una gran capacidad de reflejo, aspecto que su mentor había reforzado en largas jornadas de entrenamiento físico.

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Lluis Murdock

42 years old, Honduran, Agri Engineer and Entrepreneur