Crimes of the Future | Transhumanismo en un mundo sin dolor | El plástico como solución a la hambruna
Lea aquí la versión en inglés.
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Cronenberg tiene el cine tatuado en sus órganos.
‘Crimes of the Future’, de David Cronenberg, es una referencia directa al transhumanismo, entendido como esa rara obsesión de varios multimillonarios de asegurar una mayor esperanza de vida, una versión contemporánea de la eugenesia. En últimas, un comportamiento antinatural, aberrante, y que no es Lindy.
Saul Tenser, el protagonista, es un artista performático que desarrolla nuevos órganos en su cuerpo con funciones desconocidas. Después sabremos que es una oda al dolor implícito en el proceso creativo.
Arte desde la anarquía
‘No sé si estoy creando algo
la creación de la belleza interna no puede ser un accidente
No me gusta lo que le pasa a mi cuerpo
Pensar en ese gusano baboso que crece en mí
me enferma’
Saul Tenser y Djuna
Dos hechos perturbadores confirman la distopía de este mundo transhumanista: primero, la aparición de un nuevo especimen de la raza humana, capaz de comer y digerir plástico; segundo: “el mundo es un lugar mucho más peligroso ahora que el dolor ha desaparecido”, asegura Caprice, la compañera artística de exhibición de atrocidades de Saul.
Sus actuaciones incluyen cirugías en tiempo real, ante la mirada de un público mórbido y sin dolor, que ha perdido casi por completo su capacidad de asombro. “¿Cómo es posible que el crecimiento de un tumor se considere arte?”, pregunta alguien sobre el proceso interno de Saul Tenser. “La creación de arte se relaciona con el dolor. Una buena noche de sueño es difícil de definir cuando eres un artista”, responde Tenser, nuestro donante de órganos glorificado.
Durante otro espectáculo de un personaje monstruoso con muchas orejas, que tiene los ojos y la boca cosidos y parece sacado de una película de Guillermo del Toro, el público escucha:
es tiempo de dejar de hablar
es tiempo de dejar de ver
es tiempo de escuchar.
¿Es una referencia directa a esta cita de Epíteto, uno de los referentes más grandes del estoicismo?: ‘Tenemos dos orejas y una sola boca, para oír más y hablar menos’. La cita podría ser un llamado a la cordura en esta distopía enferma.
Nadie mejor que los estoicos para hablar sobre la finitud de la naturaleza humana. Cronenberg, además, confiesa que su arte encarna la muerte y el evejecimiento, durante la conferencia de prensa de la película en Cannes.
Muy al final, una retorcida autopsia de un especímen de esta nueva raza de humanos hace parte de la última exibición de Saul y Caprice. Un padre ofrece a su hijo a este enfermo empeño. El hijo, asesinado por su madre, Djuna, es capaz de comer y digerir plástico. Para su padre, su cuerpo es la promesa de futuro, el momento en que la evolución humana se sincroniza con la tecnología.
¿Plástico como solución a la hambruna?
A propósito de esta nueva raza capaz de digerir plástico, Cronenberg dice que no hay que pretender cambiar la contaminación por plástico ni arreglarla sino adoptarla, en últimas, aceptarla, como debería hacer uno cuando lo aquejan ciertas tragedias:
La película es otro 3 de 5. ¿La recomiendo? De nuevo, depende. En mi primera reseña, expuse el paralelo entre las películas de corte onírico y aquellas que al parecer se entienden por sí mismas. Esta película evoca una discusión similar: ¿prefiere las películas vívidas, escatológicas, carnudas, donde el maquillaje, el vestuario y las imágenes perturbadoras destacan, o prefiere películas más normalitas, por decirlo de alguna manera?
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