La pianista | The Piano Teacher | Michael Haneke

Alejandro Lopez Correa
4 min readSep 28, 2022

Lea aquí la versión en inglés.

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La segunda vez que estuve en una isla, departí con una adorable pareja de alemanes en sus cuarentas. Se veían radiantes, atléticos e incluso conservaban sus cuerpos delgados. En parte porque no tenían hijos. Ella no podía tenerlos. Su nombre es Sarah. Su marido es Jonas.

Viajaba con mi expareja. Nos la llevamos muy bien con los alemanes. En algún punto, nos escucharon hablando de una película alemana espectacular, Systemsprenger, sobre una niña problema.

Comenzamos a hablar de cine: Jonas se acordó de cuando tenía 19 y vio con su papá Benny’s Video (sobre un pelao que se filma matando a alguien con una pistola de ganado), una película muy rayadora del austriaco Michael Haneke, uno de mis directores favoritos, a pesar de solo haber visto cuatro de sus películas.

También vi Benny’s Video y Funny Games (remake incluido). Esta semana vi La Pianiste (La pianista), otro proyecto difícil pero fascinante sobre un personaje complejo y diferentes retratos de la violencia.

Esos retratos son: la complicada relación entre madre e hija en la que se cachetean en la cara la una a la otra, la dominatriz que se excita orinando en un autocinema mientras espía a extraños que fornican en un carro y el joven estudiante que se enamora y se pone violento con la dominatriz, una profesora de piano sexualmente reprimida.

La película también es un guiño sutil a la vida de 4 horas que soportamos a diario, en particular quienes se desplazan a su sitio de trabajo. I.E., si uno trabaja ocho horas, duerme ocho horas, “desplazamiento/cena/familia equivale a 4 horas, entonces te quedan 4 horas en el día para ti. Las horas que te pertenecen. Apenas”.

Esta conclusión se deriva de una discusión entre Erika, la pianista, y su madre: ‘¿Puedo saber dónde has estado todo este tiempo?’, la regaña su madre. ‘Por favor’, responde Erika. ‘¡No, no hasta que me digas!’, responde la madre. ‘¿Te importa? Fui a caminar. Estuve ocho horas en mi jaula. Estaba cansada y necesitaba aire’, repite Erika.

A propósito del tiempo en el trabajo, no pude evitar ver el parecido entre Erika y Angela Martin, de The Office. Me atrevería a adivinar incluso que Angela está inspirada en parte en el personaje de Erika: una arpía con el corazón de piedra que intenta esconder sus sentimientos a toda costa.

Erika de The Piano Teacher (izquierda) y Angela de The Office (derecha). Su parecido es asombroso.

Erika es todo un personaje: una profesora de piano muy estricta que socava todo el tiempo la moral de sus estudiantes, hasta que se enamora de uno. En el trabajo enseña las piezas más hermosas de Schubert, Bach, Beethoven y Chopin. En sus ratos libres, ve porno en una tienda de video y se excita oliendo un pedazo de papel higiénico eyaculado que alguien dejó en la sala que ella utilizó.

El asqueroso fetiche de Erika

La película también es sobre fluidos corporales: semen, mocos, mierda, sangre, orina y vómito. El semen aparece en la escena que recién describí. Los mocos, cuando la madre de una estudiante a la que la pianista rechazó le dice a su hija, mientras esta llora: ‘Límpiate la nariz, ¿cómo te ves?’. Esa misma estudiante tiene diarrea antes de tocar en un concierto. Su profesora socava su moral por completo diciéndole: ¿Estás asustada, o qué? Un pianista necesita nervios sólidos.

La pianista parece no haber quedado satisfecha con lo que le hizo a su estudiante. Durante el concierto, va al vestidor para romper un vaso a propósito y poner los vidrios en el abrigo de su estudiante, cortándola y haciéndola sangrar. La orina aparece cuando nuestra protagonista se va de voyerista al autocinema a espiar extraños. Por último, el vómito aparece cuando la pianista vomita tras hacerle sexo oral al estudiante del que se enamoró. Una película muy humana y escatógica.

Me rehúso a comentar el final, en parte por lo perturbador y en parte porque no quiero arruinarlo. Pero algo terrible le sucede a la protagonista, en parte porque se lo buscó. Como leí una vez: “hasta si nos cae un rayo encima nos debemos preguntar de que manera estamos implicados”.

En esta entrevista en The Guardian, Haneke nos deja en el limbo interpretando el final:

“Tienes que interpretarlo por ti mismo. Permito al espectador o a la espectadora terminar la película en su cabeza. Si yo propiciara la interpretación, sería contraprocente”.

Fantástica, insisto, esta película difícil pero fascinante. Es un 4.8 de 5. La recomiendo, en particular si le gustan las películas rayadoras.

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