Entrevista a Pachi Santiago
Entrevistamos a Pachi Santiago, fotógrafo español que presentará el trabajo Copying Claudia durante la segunda edición de SAN JOSÉ FOTO. Pachi nos habló sobre la influencia de los íconos de moda y belleza y como surgió la idea de la serie Copying Claudia, su opinion sobre la desigualdad entre hombres y mujeres en el medio fotográfico y el aporte de la fotografia al tema de género.
¿Cómo fue tu primer contacto con la fotografía?
Tenía alrededor de 14 años. En el pueblo donde veraneo siempre me reencontraba con mi prima y ella era para mí en aquel momento una especie de musa. Comencé a retratarla como una vampira-elfo perdida en los bosques. Después fotografié a todos mis primos maquillados como una familia antigua y surrealista. Parece algo inocente pero en esa descontextualización y enigma visual que comencé a crear sobre los dobles sentidos y las máscaras está mucho de lo que hago hoy en día.
Además de la fotografía, también trabajas con otros soportes como video e ilustración ¿Puedes hablar de qué te gusta más en cada uno de ellos?
Los tres son fundamentales para expresarme, y en cada momento busco la forma adecuada, aunque me gusta la hibridación entre todos ellos y que un proyecto o tema tenga un poco de cada. Le da más plasticidad a la fotografía.
Pero para mí el vídeo es muy especial porque siempre, desde niño, he tenido en mi mente cada uno de mis pensamientos como un videoclip. Es directo, rápido y capta de manera mágica y espectacular lo que quieres contar, empatizando al máximo con el espectador. La fotografía es el instante por antonomasia y en ella la edición y selección lo son todo. Y la ilustración es mi medio natural y lo primero que comencé a hacer desde que tengo uso de razón. Por eso es natural que los tres medios se unan en mi manera de expresarme.
Acerca del trabajo Copying Claudia, ¿cómo surgió la idea de hacer esas imágenes?
Desde niño Claudia Schiffer fue el hada mágica que me acompañaba a través de sus fotos y vídeos. Creé el dibujo de una mujer gato que se inspiraba en ella y que en su momento vivía sus trabajos publicitarios. Al final yo me convertí en ese alter ego felino pero sin dejar de ser yo mismo. Mi pasión por Claudia no era tanto la de fan si no la de admiración como si de una pieza de arte se tratase, un lienzo sobre el que pintar. Por eso siempre fue un espejo sobre el que mirarse y, curiosamente, con la adolescencia Pachi cambió y le empezaron a decir que tenía un aire a la Schiffer. ¿Qué ironía, verdad? ¡Cuántos años pasaron hasta que estuve seguro de mí mismo, de lo que era y de donde venía! Entonces quise ponerme a copiarla e imitarla.
Surgió de una manera sencilla y lo disfruté muchísimo. Diferentes autores y críticos de España se comenzaron a interesar por el trabajo, gente con perfiles y gustos totalmente diferentes, lo que me dio seguridad para llevar más allá el trabajo. Gané con él el primer premio de la escuela madrileña EFTI gracias a una serie donde copiaba a Claudia en 20 imágenes. Pero una vez mostrado, decidí guardarlo en mi estudio durante tres años y llevar hasta la obsesión la idea, haciendo más de 300 imágenes y utilizando el collage y el vídeo para aumentar de manera irónica esa psicopatía.
Los íconos de moda y belleza femeninos tienen un gran impacto en la manera de vivir de las mujeres. Después de esa inmersión en Copying Claudia, ¿qué piensas acerca de esos standards que imponen los íconos?
Es cierto, pero desde los años 90 ese impacto se da cada vez más en los hombres. Creo que en aquella época la gente era más inocente y se dejaba guiar más por ello. Las supermodelos eran mujeres impresionantes y no todo el mundo podía ser como ellas. Después llegaron las modelos andróginas creando expectativas de extrema delgadez, algo que sin duda afectó de manera negativa a mucha gente que no veía la moda como una idealización de la realidad sino como un hecho diario. Las supermodelos eran supermujeres que estaban en forma y muy del gusto del público heterosexual. Por un lado trajeron un modelo de cuerpo saludable que poco a poco se fue distorsionando, no por ellas sino por lo que más tarde iba demandando la moda.
Hoy en día cantantes y actrices con diferentes modelos de belleza son las nuevas caras que se asoman a las revistas y representan el reflejo de muchas mujeres. Lo cierto es que de 2000 a 2010 el abuso del Photoshop generó una clara desconfianza del público por lo que la moda y la publicidad vendía sobre la belleza y hoy la mayor parte de las marcas apuestan por imágenes naturales utilizando modelos con sus virtudes, defectos y una piel natural pero, eso sí, de nuevo muy delgadas.
Creo que la moda nunca será un reflejo de la realidad sino una ensoñación donde los creadores mueven y manejan a su antojo a sus musas y así lo debe de entender la gente. Lo mejor es adaptar ese mundo a tus propias necesidades y gustos pero sin dejarte arrastrar del todo. Sin duda esos arquetipos nos afectan a todos: hombres, mujeres e incluso niños, pero desde el comienzo de los tiempos elegimos íconos que nos representan en pinturas primitivas, dioses, mitos y siempre aspiramos a ellas.
¿Cuál piensas que puede ser el aporte de la fotografía a las discusiones sobre género, que es el tema del festival este año?
Cuando piensas en la palabra foto te viene un retrato a la cabeza. Un ser con su propia identidad. Y qué mejor que congelado y quieto para poder juzgarlo y decidir lo que es para ti. Es un papel fundamental porque mirar una foto invita a reflexionar y el tema del género muchas veces ha sido tabú a lo largo de la historia. Siempre nos han dicho que todo es blanco y negro, pero viendo a través de la foto a un individuo, desprejuiciándote de sexos o condiciones, te das cuenta de que todo es gris, incluso tú mismo.
En mi caso, ese ejercicio de género es algo peculiar, porque en el fondo no hago un ejercicio de transformismo. Apenas hay maquillaje, ni postizos, ni vestuario femenino. En el fondo es quedarme en un punto intermedio entre ella y yo para crear a ese “Pachi Schiffer”. Si me disfrazase de mujer no sería yo y se quedaría en un ejercicio de buscar las siete diferencias. Creo que la ambigüedad está en eso, el ejercicio de androginia no tiene porqué ser transgresor, a veces puede estar en pequeños detalles y quiero jugar con mi rostro desde ese punto de vista.
Eso sí, hay una sección en el proyecto llamada “Les comédiens” donde copio imágenes en las que ella misma está caracterizada o disfrazada de alguien que no tiene nada que ver con ella, así que yo decidí llevarlo al extremo también poniéndome pelucas y maquillándome. Suelen ser imágenes andróginas, incluso para ella. Una de las más representativas es la que mostré en México, precisamente porque aparecíamos los dos imitando a Frida Kahlo.
¿Crees que aún el medio fotográfico es muy desigual entre hombres y mujeres? Que crees que puede mejorar esa escena?
En mi generación hay muchísimas más mujeres, pero sí es verdad que es un hecho. No sé por qué puede ser, se supone que el arte es libre y es donde menos debería de importar eso. Así que quizás sea cuestión de decisión. Quizás las mujeres tengan un espíritu mucho más crítico y se piensan más el saltar a mostrar y hacer su trabajo, o eso me parece a mi con las mujeres fotógrafas que conozco, y quizás esa inseguridad viene precisamente de ese prejuicio y esa desigualdad injustificable. Son tan válidas como los hombres.
Nunca he entendido muchas de las divisiones que se hacen entre ambos sexos. Si las mujeres son de Venus y los hombres son de Marte, yo vengo de Plutón. No creo en esas cosas y menos para juzgar el trabajo de alguien. Nunca me preocupo cuando veo una foto si el autor es un hombre o una mujer. A veces puede ser importante si el concepto del proyecto lo pide, pero otras es indiferente.
¿Tiene planes para nuevos trabajos?
Si, tengo varios pero todavía lejanos y secretos. De momento mi trabajo es mover por el mundo este trabajo que llevo haciendo desde hace ya cinco años y en el que sueño que mi vida se conecta con la de Claudia. Este “work in progress” evoluciona y cambia conmigo y hacérselo llegar a Claudia será y es parte del mismo.