Actually, Haydée Milanés no puede vivir sin La Habana

Jennifer Veliz Gutierrez
clandestina
Published in
3 min readAug 23, 2018

A los 10 años Haydée se subió por primera vez a un escenario a cantar junto a su padre, el reconocido cantautor cubano Pablo Milanés. Quizás fue aquel día cuando supo que aquello de cantar frente a mucha gente sería para siempre. 28 años más tarde, Haydée estrena su más reciente disco: un homenaje a la obra de Pablo y a la canción cubana, con 11 temas cantados a dúo que el compositor concibió entre los años 60 y 80.

Haydée logra meterle a uno la canción en los huesos, porque toda la verdad y la sensibilidad de lo que interpreta, más allá de oírse, se vive. Y aunque es lo suficientemente joven como para considerarla una imprescindible de la música cubana, la verdad es que está cerca de serlo. Hay algo que no tiene discusión y es que ella, entre las artistas jóvenes cubanas, es una mujer que ha sabido construir su carrera y hoy tiene muchas y muy buenas historias que contar.

Dejarse la piel en cada canción no es asunto fácil, ella lo sabe, la clave está en vivir para la música, disfrutar lo que se hace y creerse cada historia contada/cantada. Así, tímidamente extrovertida, hace que El Muro del malecón sea único cuando ella lo canta, y que La Habana se muestre de mil formas distintas cuando está en su voz.

Haydée ha elegido vivir en La Habana porque aquí están sus raíces, sus tradiciones, sus recuerdos y lo que más ama, su familia. Según ella, La Habana es una mujer a la que quiere con todas las fuerzas de su corazón. Por eso nos contó, cuando la entrevistamos en Gibara, que está pensando en una campaña para motivar a los capitalinos, por nacimiento y por adopción, a cuidar esta ciudad que sin dudas es una de las más hermosas del mundo.

Como lo ha demostrado la historia, el arte es uno de las armas movilizadoras más efectivas que existen. Así que Clandestina apoyará, desde el diseño, toda la música que quiera Haydée regalarle a La Habana y su gente, con el fin de conservarla cada día más.

Haydée Milanés e Idania del Río-Gibara 2018

Probablemente su técnica sea la misma que empleó en Gibara para dejar a todos hipnotizados durante su concierto. Allí logró una química lindísima entre el mar, la magia y lo recóndito de esa ciudad al Oriente de Cuba, en una puntica a la que casi solamente se llega cuando cada año el Festival Internacional de Cine inventa pretextos para que muchos habaneros, holguineros y gente de todas partes se reúnan allí, vean cine, bailen, conozcan a otros, se olviden del trabajo, de los dolores, del estrés y se pasen el día y la noche gozando una ciudad completamente en fiesta.

Haydée volvió a Gibara doce años después de su primera vez y se le vio más grande, con más cosas que decir, con más Haydée para exhibir, con más ganas de conectarse con sus santos, su religión, el misticismo que siempre la hace conectarse con los que la escuchan, con las tablas que pisa para cantar, con el micrófono, con el piano, con todas sus Palabras.

Sin dudas, su herencia musical, sobre todo la influencia de su padre Pablo Milanés, ha hecho crecer la carrera de Haydée. Pero su influjo no solo tiene que ver con las oportunidades que le ha dado ser su hija, sino todos los referentes musicales que ha tenido desde que nació y toda la experiencia que ha obtenido al compartir escenario con grandes como Chico Buarque, Adalberto Álvarez, Descemer Bueno, Tata Güines, Fito Páez, Pedro Aznar, Luiz Melodía, Issac Delgado y Omara Portuondo, entre otros.

Haydée no pudiera vivir sin La Habana. Como ella dice: la lleva a todas partes. Lo cierto es que esta ciudad tampoco la dejará ir nunca.

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