5 posibles actividades para un makerspace en una biblioteca

Algunas propuestas que buscan revitalizar a las bibliotecas públicas como centros generadores de conocimiento a partir del hacer y la comunidad.

Valentín Muro
Cultura del hacer
Published in
10 min readMar 6, 2014

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“When you’re a hammer, everything looks like a nail. Which is to say, you use the tools you have to solve the problems at hand. Tools and technology do, of course, range everywhere from a wrench to language to roads to electricity. And when your tool is the mindset of a maker, any system at hand looks like something to be tinkered with and improved upon.” — Willow Brugh

La propuesta de instalar un makerspace en una biblioteca pública suele recibirse con brazos abiertos, si no desesperados, por quienes velan por ellas. De más está decir que las bibliotecas públicas desafortunadamente se han ido convirtiendo en cultos desiertos que ya nadie visita. Es así como se hace obvio que cualquier propuesta que pretenda revitalizar sus espacios-sin proponer instalar un centro comercial- es celebrada y bienvenida.

Debemos trabajar para que las bibliotecas recuperen su rol protagónico en la construcción social del conocimiento, como nodos descentralizados de consumo y producción del saber. Pero el paso de la idea a la propuesta concreta no es trivial.

Sin embargo, y para fortuna de quienes nos propusimos esta recuperación, ejemplos variopintos no faltan. Propongo entonces hacer un breve recorrido sobre las distintas actividades que se están realizando en makerspaces en bibliotecas públicas alrededor del mundo. Estos ejemplos deberían servir al menos como disparadores para cranear lo que puede realizarse en nuestras latitudes, porque si bien la idea de instalar un makerspace (espacio de creación/laboratorio barrial de innovación/etcétera) en espacios comunitarios es igualmente genial en La Boca como en Estocolmo, es menester considerar las características territoriales en cada caso.

1. El taller de hip-hop

The Labs @ Carnegie Library of Pittsburgh (EEUU)

En 2012 “The Labs”, un programa para la participación adolescente de la Carnegie Library of Pittsburgh (EEUU), realizó un taller de hip hop para adolescentes, donde ofrecían gratuitamente, acompañados por mentores, una sesión de DJ, una sesión de escritura y entrenamiento con equipos de grabación profesionales.

Una de las actividades era aprender a pinchar discos. Para esto el DJ con el rol de mentor reúne a los jóvenes alrededor de los equipos y les muestra cómo obtener algunos efectos. Luego los adolescentes lo intentan ellos mismos. Primero algo tímidos pero su confianza se va afianzando hasta que se animan a jugar más.

“Dos de los muchachos quedaron embelesados con el scratching. Y es fácil entender por qué: lo que aprenden está íntimamente conectado con lo que están interesados en hacer.

Fuente: bit.ly/1ibYeru

Al igual que otras iniciativas que promueven el alfabetismo digital, para “The Labs” la producción musical está entre sus intereses. Por eso se aliaron con la organización “Hip-Hop on L.O.C.K.”, que usa el hip-hop como herramienta para desarrollar en los adolescentes destrezas como liderazgo, habilidades organizativas, economía colaborativa y conocimiento de la industria musical.

Con la fuertísima cultura de hip-hop en latinoamérica, replicar una actividad así no llevaría mayor esfuerzo. Lo interesante sería, también, considerar aquellos géneros musicales que los jóvenes escuchan. Probablemente en 2014 se trate de cumbia y reggaetón, pero sería negligente no dejar lugar a la sorpresa. La importancia radica en prestar atención a los intereses de aquellos a quienes nos dirigimos para que puedan ubicarse como partícipes de la misma cultura que consumen.

“Al estar enseñando activamente los antecedentes y técnicas — el tipo de información que uno típicamente obtendría en una biblioteca— The Labs permite que estos adolescentes lleven lo que saben al siguiente nivel y pasen de ser consumidores culturales a ser creadores culturales.”

Estas alianzas entre espacios de creación y otras organizaciones refuerzan los objetivos de las partes y construyen oportunidades para que se compartan ideas y esfuerzos entre organizaciones comunitarias.

2. Práctica con herramientas

MakerKids (Toronto, Canadá)

“En Toronto, niños de tres años están usando taladros, soldadores y sierras en el único makerspace para niños del mundo.”

MakerKids es un espacio donde se trata a los niños como individuos responsables y se les da el espacio para que puedan crear con autonomía. “Esto es importante, porque si necesitamos que [los niños] arreglen el mundo, primero deben poder creer que pueden lograrlo”, dice Jennifer Turliuk de MakerKids.

Muchas veces se trata de empujar a las personas para que cambien el mundo, pero no es fácil pasar de esas palabras a los hechos. “Todo lo que vemos fue creado por los humanos —por eso debemos aumentar el potencial humano y tener más innovaciones.” Turliuk sostiene que para lograrlo la gente necesita oportunidades, habilidades, conocimiento y confianza, siendo la infancia el mejor momento para optimizar dichos elementos.

“Convence a alguien de que es un líder cuando es un niño, y llevará eso consigo por el resto de su vida.”

El gran cambio en las personas viene a partir de su propiocepción como agentes de cambio; como individuos que pueden alterar el mundo en el que viven. La instrucción en el uso de herramientas genera notablemente ef.

Imagen por Sunset Spark!, tomada de Flickr
(enlace caído)

Un ejemplo en el makerspace de la Westport Public Library (CT, EEUU) es el de dos chicos que llevaron a su abuela al makerspace para armar dos modelos a escala de aviones, como su proyecto de verano. Con cierto temor vio como el mentor le enseñaba a los niños como usar algunas herramientas eléctricas hasta que eventualmente ella misma aprendió a usarlas y comentó “¡Quién hubiera dicho que iba a aprender a usar un taladro en la biblioteca!” Ese tipo de ‘descubrimientos’ suceden a diario en un makerspace. Gente de todas las edades que se junta para crear, o simplemente mirar y aprender.

3. Residencias para artistas y hacedores

Innisfil Public Library (Innisfil, Canadá)

El programa de artistas residentes del makerspace de la Innisfil Public Library (Ontario, Canadá) busca traer la creatividad del movimiento maker a sus bibliotecas. Este programa es una especie de eco distante de un programa exitoso de autores residentes, salvo que esta vez entre los criterios de selección está la comodidad con la que el artista pueda trabajar con tecnología, y el requisito de contar con talentos innovadores, habilidades únicas e ideas frescas.

Alan Groombridge , artista residente de IPL en octubre de 2013.
Fuente: bit.ly/1cEj37a

Siguiendo la misión de generar ideas para cultivar una comunidad creativa y dinámica, la IPL ha puesto la prioridad en celebrar la integridad de la expresión artística de todas las culturas, promoviendo la excelencia artística y trabajando para aumentar el reconocimiento y participación del público en las artes.

La residencia artística apunta a aumentar en la comunidad el conocimiento, comodidad y experiencia respecto de una variedad de tecnologías y disciplinas artísticas. Para ello la IPL provee al artista residente con recursos, incluyendo espacio y tiempo, y apoyo financiero para profundizar sus prácticas, crear obras, investigar ideas y experimentar con materiales. El staff del makerspace/biblioteca se entusiasman con las residencias porque les permite entrar en contacto con nuevas destrezas e ideas, y trabajar en colaboración con el artista residente.

El éxito del programa se mide contrastando los objetivos iniciales, el nivel de interés logrado en la comunidad (cantidad de asistentes, etc.), los comentarios de los participantes y las historias que les acercan sobre la inspiración lograda para la exploración y aprendizaje en otras áreas por los participantes.

Lo que la IPL aconseja a las bibliotecas interesadas en hacer algo similar es que “estén dispuestas a intentar nuevas y diferentes actividades, ser flexibles, mirar y evaluar tendencias (¡inclusive fuera del mundo bibliotecario!) y escuchar a las necesidades y deseos de la comunidad”.

“El artista residente tiene la tarea de cultivar una ética hacker a partir de su relación con el trabajo y el conocimiento.”

Visita de bibliotecarios rusos al Makerspace de la Westport Public Library en 2013.
Fuente: bit.ly/1cyh89I

Makerspace @ Westport Public Library (EEUU)

Otro ejemplo interesante es el programa de residencias para makers del makerspace de la Westport Public Library. Este makerspace una vez al mes lleva a cabo un taller a cargo del maker residente. Algunos de los talleres recientes son:

Este tipo de programas permanentes dan en la tecla para promover la integración del makerspace en el marco más amplio del hacer, en particular, el de los artistas y makers de la comunidad. Al dar la oportunidad una vez al mes de que una persona se responsabilice de un taller acorde a su campo, no sólo abarcamos una gama inusitada de saberes, sino que ubicamos a nuestro espacio como nexo entre múltiples comunidades de producción.

4. Taller de cine

Cuando se trata de explorar las capacidades creativas que ofrecen las tecnologías digitales y lograr la transición de consumidores a productores culturales, los talleres de edición de video se presentan como la opción predilecta. Algunos motivos son la poca producción que hace falta para tener algo de material para trabajar y lo inmediato de la obtención de resultados. Así es como en una jornada se puede aprovechar material filmado en el momento con, por ejemplo, teléfonos celulares o webcams, y con unas horas de trabajo tener un video decente para subir a YouTube.

The Labs @ Carnegie Library of Pittsburgh (EEUU)

Tras consideraciones como las anteriores es que el equipo de coordinadores de The Labs se propuso preparar actividades relacionadas al cine y la producción audiovisual, aunque procurando ser lo suficientemente versátiles para admitir las características de las actividades del programa The Labs: no hacía falta registrarse para asistir ni quedarse durante todo el encuentro.

A pesar de que los mentores les enseñaron cómo usar el equipo de filmación y las bases del cine, los participantes se mantuvieron independientes la mayor parte del tiempo.

En la foto que encabeza esta sección puede verse a Romie y Sead, participantes del makerspace, editando su video en enero de 2013. El video a continuación, realizado por otro equipo, es el avance o teaser trailer de una serie que surgió a partir de los encuentros de cine en The Labs.

Chronology — Pilot Epsiode Teaser

En estos encuentros los adolescentes debían sortear obstáculos como la asistencia (algunos participantes no podían quedarse durante las tres horas de cada encuentro) y vestuario (no contaban con un departamento de vestuario, por lo que debían trabajar con la ropa que tuvieran puesta), además de quedarse después de hora editando sus producciones. A pesar de que los mentores les enseñaron cómo usar el equipo de filmación y las bases del cine, los participantes se mantuvieron independientes la mayor parte del tiempo.

5. Taller de animación stop-motion

The Labs @ Carnegie Library of Pittsburgh (EEUU)

Aprovechando una serie de actividades de verano orientadas para niños de escuela primaria, la bibliotecaria de aprendizaje digital Corey Wittig diseño una actividad para hacer animación stop-motion (cuadro a cuadro). El plan era que en menos de cuarenta minutos…

  • Cada estudiante pudiera hacer una animación stop-motion usando los iPads provistos y la app Smoovie.
  • Los adolescentes podían elegir entre dos fondos de papel distintos, una pizarra, marcadores lavables y algunos recortes imantados para hacer su película.
  • Los estudiantes que no estuvieran haciendo una película igual podían usar las photo booths que se montaron con los iPads.

Este taller ofrecía una oportunidad única para los coordinadores de The Labs para explorar lo que haría el público adolescente general.

“Una cosa es tener talleres de hip-hop o cine digital y que los adolescentes interesados vengan. Otra muy distinta es entrar en un salón de clases con una docena de estudiantes sin saber si ellos alguna vez hicieron o siquiera consideraron hacer una película.”

Afortunadamente, los participantes se mostraron súper interesados en las actividades.

“Con solo un puñado de instrucciones y la proyección de algunos videos realizados por otros estudiantes, los adolescentes estaban listos para intentarlo por su propia cuenta. Algunos tiraron items al azar para lograr alguna locura animada. Otros fueron más bien cuidadosos, inclusive meticulosos con sus movimientos. Algunas de las películas hasta tenían una trama, un detalle destacable para el poco tiempo disponible durante el taller.”

Adolescentes en el taller de animación organizado por The Labs @ CLP

El atractivo de usar esta tecnologia para crear algo tangible y fácil de compartir se hizo evidente: los participantes estaban entusiasmados, más allá de si estaban particularmente interesados en hacer cine, animación o alguna otra incursión creativa. Pero dada la plataforma creativa, el equipamiento y un poco de guía y aliento, muchos de estos estudiantes encontraron un nuevo interés, un nuevo hobby y quizás una nueva pasión.

“Lo más importante es que [estas actividades] nos permitieron probar que indudablemente hay una demanda para el tipo de iniciativas de promoción del aprendizaje digital como la que estamos desarrollando.”

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Valentín Muro
Cultura del hacer

Me dedico a entender cómo funcionan las cosas. Tengo un newsletter (comofuncionanlascos.as)