Silencio

Febrero 2018

Es un bien escaso. O una maldición. Según cuándo, dónde y para quién. El silencio es eso que algunos añoran y otros odian. Hay quien lo necesita para poder pensar y quien es incapaz de sentirse a gusto si no hay un sonido de fondo. Para algunas personas sordas el silencio en que viven es una seña de identidad; para otras, y para muchas oyentes, la sordera es una discapacidad que es preferible paliar con tecnología, sobre todo si la pérdida de audición ha sobrevenido con la edad. En las relaciones interpersonales es una cuestión compleja. Se habla de “silencio incómodo” cuando nadie encuentra nada que decir o nadie se atreve a decir algo. También se dice que dos personas que se sienten realmente cómodas juntas no necesitan decir nada. Y que las parejas que llegan a conocerse perfectamente pueden entenderse sin pronunciar palabra. En cambio, no llegan muy lejos las relaciones en las que alguien manda callar al otro. Nos sienta mal que alguien haga “oídos sordos” ante una petición o nos dé “la callada por respuesta”. La legislación hace referencia al “silencio administrativo”. Y la física nos dice que en el vacío no hay sonidos, aunque muchas películas de ciencia ficción nos hayan hecho creer lo contrario.

¿Cuánto de nuestro tiempo transcurre realmente en silencio? ¿Es posible el silencio en un mundo invadido por el tráfico, los teléfonos móviles y las conversaciones a gritos? ¿Es impensable un silencio total en el cine, en el teatro, en un concierto? ¿Nos molesta que nos obliguen a mantener silencio? ¿Cómo interpretan los demás nuestro silencio? ¿En qué casos es preferible guardar silencio?

Os recordamos, como siempre, que el relato que escribáis sobre este tema deberá contener 200–400 palabras, publicarse el lunes 19 de febrero antes de las 23:55 horas y deberéis escribir un tuit con el enlace al texto, la etiqueta #relatosSilencio y mención a @divagacionistas. Más información sobre las instrucciones a seguir aquí.