Haciendo la tarea al último momento

eduardo j. umaña
EDUARDIARIO
Published in
4 min readMar 27, 2015
Consejos y demás en bodybuilding.com, donde encontrarán más fotos bonitas como ésta

En el último mes he notado un curioso fenómeno en el gimnasio en el que entreno. La afluencia de personas ha crecido grandemente, convirtiendo la experiencia de hacer ejercicio en una realmente fastidiosa.

Por lo general esto sucede cuando el gimnasio ofrece en enero la mega oferta de hacer un descuento del 97% en el precio de subscripción para poder capitalizar con todas las personas que han hecho la ya clásica resolución de año nuevo de perder peso. Es un plan ruin y casi tan bajo como el vender caros ataúdes e innecesarios servicios fúnebres a dolientes parientes del fallecido que quieren honrarlo con una despedida digna. Las personas suelen sentirse vulnerables en esa época de transición del fin de año y el principio del nuevo, esperanzada e ilusamente buscan mejorar su vida comprometiéndose a rebajar de peso. Además ya sabemos que todos aman ahorrar y aman más aún una oferta, como ya bien he reiterado.

El comportamiento de los nuevos miembros de gimnasio es el siguiente: en un par de semanas muchos dejan de asistir al gimnasio o ya no ocupan sus instalaciones con regularidad. En dos meses muchos habrán claudicado de manera definitiva pero no será si no hasta dentro de uno o dos meses adicionales, si no más, cuando noten que en el estado de cuentas de su tarjeta de crédito siguen recibiendo un cobro del gimnasio. Finalmente un mes más después habrán logrado hacer el tiempo para ir al gimnasio a darse de baja. Es casi medio año en el que el gimnasio cobra sus servicios a personas que no están asistiendo y que por ende no significan un costo adicional para la empresa.

¡Vamos! No me digan que necesito la estadística formal para respaldar está cínica y fría observación que es producto de al menos 3 años de fijarme en el comportamiento de la gente que va y no va al gimnasio. He notado esta práctica que tiene el gimnasio porque me afecta como uno de los fieles clientes que asisten con regularidad y que lo han hecho por años.

Volviendo al tema, estamos en marzo y esta oferta no está en la mesa, entonces, ¿qué da? ¿Por qué tan lleno? No lo medité mucho y dejé que mi prejuicio me llevará a concluir que la gran mayoría de personas irán a la playa en Semana Santa y quieren verse como un US$1.0 millón bien bronceado y con abdominales en las cuales o bien puede lavarse ropa o bien puede rallarse queso parmesano para ponerlo sobre una deliciosa pasta al pesto acompañada de vino blanco y servidos sobre una fina mesa de roble tallada a mano para una romántica cena para dos.

Estos días en el gimnasio pedir turno para poder usar la barra olímpica es como tratar de sacar a bailar a la mujer más sensual, con menos ropa, más ebria, pero con menos juicio de valor y que por ende es la más cotizada en la discoteca de moda por sobrecargar el precio de sus bebidas y que se “reserva el derecho de admisión” o bien tratar de sacar a bailar a la reina de la fiestas patronales en el bailongo del pueblo, que viene siendo casi lo mismo. El afectado es el hombre y mujer disciplinado que en su habitual rutina ya estaba inscrito hacer ejercicio.

No te ejercitas para una semana, te ejercitas para la vida.

Una vida saludable se construye cuidando el balance de nuestra dieta, incorporando un poco de ejercicio en nuestras rutinas y haciendo las paces con el hecho de que si queremos estar saludables y vernos bien, estas costumbres tienen que formar parte de nuestra vida y no ser vistos como penalidades. Es decir, el sacrificio de “hacer ejercicio” dos semanas para verse bien en bikini en la Semana Santa no va a rendir frutos porque hay que tener constancia.

Vender la esperanza de poder conseguir las cosas de la noche a la mañana con mínimo o ningún esfuerzo es la razón por la cual TV Offer tiene tanto éxito. Bueno, no sé si tiene éxito pero sé que están vendiendo porquería y media por televisión desde que era un pequeño niño de primaria que ansioso regresaba del colegio para comer rápidamente su almuerzo, poder terminar sus tareas con aún mayor rapidez para poder ver televisión y finalmente descubrir qué pasaba después del infame “continuará…” del capítulo anterior de la caricatura en boga para sólo encontrar interminables anuncios de TV Offer.

En Latinoamérica, las personas quieren todo para ayer. No están dispuestos a esperar. Paradójicamente, al mismo tiempo dejan las cosas para el último minuto. Si todos pusiéramos en práctica esta actitud de dejar todas las cosas para último minuto y lo generalizáramos nacionalmente, nadie cumpliría con su trabajo, nadie sería puntual y desgraciadamente todos terminaríamos viviendo la madre de las esperas. Una paradoja.

Si quieres hacer las cosas bien y tener buenos resultados tienes que ser aunque sea un poco puntual y no dejar todo para el último momento… O al menos aprender a tener paciencia cuando al dejar las cosas para último momento nada salga cómo esperamos.

--

--