O muy perra o demasiado tierna
(Cuento corto)
Incontables son las noches en las que me he estirado el clítoris con el Satisfyer cosificando tu cuerpo. A veces pienso, que de tanta paja un día se me note en la cara.
A ver si me explico: es verano y me caliento con todo, no sé si es la pre menopausia pero me enciendo al ver tu pecho joven, tus brazos con bíceps firmes, tus manos grandes con dedos gordos. Cierro los ojos y vuelo hacia tu cuerpo. Me imagino tu polla alegre y maciza. Venzo la soledad con una mano y un coito individual me deja temblando con las piernas flojas y el vientre volatilizado.
No sé qué hacer con la tiranía que vengo ejerciendo sobre mi cuerpo. Invierto tiempo y dinero en vestir a la moda, agrando el escote, paso momentos de autoflagelación frente el espejo, observando meticulosamente que no se me escape ninguna arruga, y elimino cualquier tipo de vello de mis piernas y pubis. Yo que pensaba que estaba deconstruida, durante los últimos meses me he visto sumergida, en un juego imposible por alcanzar los estándares de belleza patriarcal.
Me miras y me convierto en una yo impostada. La risa falsa celebrando tu virilidad. El servilismo latino para atender tus demandas. Bato las pestañas, jugueteo con mi pelo, intento seducirte levantándome la falda para captar tu mirada de macho.
Estamos en tu casa, preparas los mojitos y mientras voy al baño y salgo te has quitado la camiseta. «¡Oh dioos mío!» Cada micro músculo, de ese torso esculpido debe tener un nombre, que por ahora desconozco. Intercalamos como en un partido de fútbol con descansos para publicidad, charla, bebida, baile y yo con los colmillos afilados, salivo pensando en la sola idea de poder coger contigo.
Hago todo para agradarte. No sé bailar, me dices. Yo te puedo ayudar, me ofrezco. Miro tu bulto con disimulo. Mientras meneo mis caderas, te rozo con sutileza. Me hago la mojigata. Entre cumbia y vuelta se me paran los pezones, mis sobacos mojados lampiños. Mi coño lubricado está listo.
Y entonces espero a que muevas ficha, espero el siguiente movimiento con las ansias de una perra amaestrada en este baile no verbal. Estoy harta de hacerme la pura y casta. Estoy harta de no entender la poca claridad de tus mensajes. Recuerdo que eres progre y estás deconstruido. Y secuestrada por la oxitocina, temblando como una yonqui torpe, suplicando por una sola dosis, me empodero, me aviento, salto al vacío, me arriesgo.
Te cuento que lo que necesito es sentir piel y cuerpo. Que lo que busco es vinCulearme con un chongo que me empotre, que me embista como sordo a matraca, que intercalemos mamadas, que me ponga a cuatro patas y me cabalgue con su po….no me dejas terminar la frase.
— ¡¿Tinder?! Ábrete un Tinder, me respondes. Me haces un mansplaining que me deja los ojos como dos platos. Me das un abrazo con condescendencia, me la secas, me diluyo, me recojo a cámara lenta y me preguntas: — ¿Te llamo un taxi?
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