Reflexiones de café y copas desde el living de casa: Un acercamiento filosófico al «yo»

Pablo Espindola
El Circulo
Published in
5 min readMay 20, 2020

Uno, el otro y el mundo

No tengo dudas que para aquellos que nos gusta escribir esta cuestión nefasta del covid-19 nos vino bastante bien. Creo que hay tres pilares fundamentales que motivan a un escritor: tiempo libre, incertidumbre e ideas. Claramente esta pandemia nos está ofreciendo todo esto junto y un poco más.

Aquellos, como es mi caso, apasionados por la filosofía de la “charla de amigos entre copas”, como suelo llamar a los encuentros entre amigos donde, a medida que el alcohol incrementa creemos ir encontrando las respuestas y soluciones a todos los males del mundo, en estos días logramos pensar un poco más ciertos asuntos quizás un tanto innecesarios. Si bien no están los “encuentros entre amigos” la cuarentena nos otorga esta posibilidad desde otro ángulo, después de todo sí están las copas, el café instantáneo y las ganas de escribir.

La idea que intentaré desarrollar, entre preguntas y respuestas, será un abordaje a la cuestión del “yo”. Jugar y recurrir a conceptos filosóficos, psicológicos y traer brevemente algunos exponentes, principalmente del existencialismo, para relacionar estas cuestiones sobre uno, el otro y el mundo.

Para no cansarme[los] demasiado, trataré de sintetizar bastante los contenidos que invaden mi mente cada vez que analizo este tipo de asuntos un poco genéricos y abstractos. ¡Alerta! puede que les parezca un contenido un poco aburrido, y quizás no sea lo más alentador que vayan a leer en esta cosecha de pandemia.

Yo soy, todos son, pero ¿quién soy realmente?, ¿quiénes somos?

Veamos, soy un sujeto por estar sujetado a este mundo, por encontrarme atado a las creencias, ideologías y costumbres de una cultura particular. Por más praxis que realice para abolir o escaparle a la cultura siempre estaré inserto en ella, porque soy yo, ser racional que en este preciso momento piensa y escribe, quien está sujeto a las reglas de un lenguaje particular (y mediante el lenguaje creamos puentes para comunicarnos y de esa comunicación hacemos mundos dentro del mundo que habitamos).

Yo soy, y eso es un peso eterno, pero además soy yo más un otro y el mundo. Ese otro que me mira, me habla, me toca, ese otro con quien actúo y me roba cada día un sorbo de mi ser, que luego pasará a ser misterio para mí. ¿Quién sabe lo que piensan de mí?, ¿qué se yo lo que piensan ellos de mí?… ¿qué saben lo que yo pienso de ellos? Este juego de especulaciones es prácticamente infinito si contemplamos la cantidad de personas con las que nos relacionamos a diario. Habiendo dicho esto queda claro que somos individuos sociales conviviendo en el caos (uno [yo] + el otro + el mundo).

¿Son ellos lo mismo que yo? Considero que la existencia de un yo se define a partir de la existencia de un otro. En cuanto al caos en el que vivimos, yo soy aquel que piensa acerca del mundo, aquel que establece marcos de referencia a través de sus sentidos, marcos que pasan a un nivel simbólico y que organizan el pensamiento. Yo soy a partir de la experiencia; mi interacción con el mundo y los otros producen representaciones en mi mente que se articulan de forma lógica bajo el molde de una conciencia. Y a su vez el mundo existe porque yo existo, debido a que yo tomo conciencia acerca del mundo, éste existe.

¿Tendría sentido pensar la existencia de un mundo más allá del pensamiento humano? Soy yo, y los otros, los que pensamos al mundo; lo hacemos consciente y materializamos, de lo contrario el mundo no tendría sentido sin el hombre porque no sería pensado, o quizás encontraría otro sentido con alguna otra especie inteligente (ahora que volvieron a estar de moda los ovnis), pero hasta el momento no puedo llegar a aseverar esta cuestión.

¿Qué sucedería si retraso esta explicación y me detengo como lo hizo Descartes pensando que todo esto pudiera llegar a ser un sueño? Bueno bien, qué sentido tendría hablar de lo onírico cuando el sueño es la realidad, sería una yuxtaposición de universos- lo onírico jugando el papel de lo real-. Jamás me detendría en eso porque al fin y al cabo siento, pienso, actúo y por lo tanto existo, a la par que otros también existen para mí como yo en ellos.

Desde la mayor cuota existencialista de la filosofía humana Sartre diría que “la existencia es una espesura que el hombre no puede abandonar”, algo así como la reflexión que escribí hace unos días acerca de mi eterno vínculo con “La ansiedad”. Siempre me he sentido conmovido por esta frase de Sartre, es tan exacta y sabia, pero a la vez tan apocalíptica. No tenemos escapatoria de nuestro yo y creo que esto es cierto, al ser cierto tautológicamente se convierte en una veracidad, pero una veracidad terrible: ¡No podemos escapar de nuestro yo!

Emmanuel Lévinas, un exponente quizás menos conocido del existencialismo, contemporáneo a Sartre, ilumina esta cuestión siguiendo la misma línea expresando que “uno puede hacer huelga en cualquier actividad, menos en ser”.

Ilustración de J.P. Sartre por Lluís Ràfols

La pureza con que ambos filósofos representan la realidad del encarcelamiento hacia nuestra esencia más pura, el yo, es, como mencioné recientemente, apocalíptica. Podemos pensar y practicar libertades de todo tipo, emanciparnos de condicionamientos o climas adversos que nos perturban, sin embargo, no podemos escapar de ser nosotros mismos, y así, cada uno de ustedes tampoco puede escapar de su yo. Es un poco escalofriante volver conciencia esta cuestión en la que quizás nunca nos pusimos a reparar.

Como consecuencia a todo esto, podemos alegar que estamos encerrados en nuestro propio yo, llevamos en nosotros mismos la cárcel de nuestro cuerpo-mente-alma. Cada cual verá de qué manera carga las riendas de su cadena y sobre esto forjará su respectiva reflexión personal, eso ya es parte del íntimo pesar en la vida de cada yoes.

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Pablo Espindola
El Circulo

Lic. en Comunicación Social UBA. Nos delatamos en sueños. Soy lo que intento hacer con lo que aún están haciendo conmigo. Cualquier excusa es buena para un vino