Entre mágico y trágico

Vera Ricerca
El juego del paquete
3 min readJul 16, 2020

No me quejo, eh! Nadie me lo preguntó pero por las dudas yo lo aclaro: no me quejo. La estoy pasando bastante bien, sobre todo estoy tranquila que parece que en ésta época virósica es mucho decir.

Extraño cosas muy superficiales: tener fiaca de sacarme el maquillaje cuando vuelvo tarde, cargar el paraguas desde las 8 am y que al final no caiga una gota en todo el día, tambalear en una banqueta pedorra de cervecería y mirar si se estrenó alguna peli que me interesa para ir a ver al cine… todas pavadas. En realidad también extraño reirme a carcajadas, de esas risas que explotan en la boca y abren los poros de la piel, una especie de exfoliación para el alma. Eso sí extraño.

Pero tengo trabajo estable, familia y amigos a los que veo por una pantalla, un gato que me sigue por toda la casa y un balcón en el que puedo tomar sol. Aunque sin carcajadas, la vida me sonríe.

Estoy en un momento en que me genera más ansiedad la posibilidad de que todo vuelva al ritmo previo a la cuarentena que a estar por algunos meses más como ahora. Siento que dentro del encierro cada aspecto de mi vida está teniendo distintos ciclos. Al principio todo era a full: la limpieza intensa de mi casa, las ochomil videollamadas por semana, las compras por las dudas (hacía falta stockearme con 10 latas de garbanzos???), el trabajo sin horarios y así con cada cosa.

Con el paso de las semanas, traté de organizarme para no sentir que estaba trabajando 20 horas por día, evitar videollamadas que podían ser un mail de tres renglones, relajarme si el piso no brilla como quisiera o si como zapallitos cinco días seguidos.

Manuel no se quedó afuera de esta reorganización. Veníamos hablando muy seguido, chat, llamada, videollamada, videito y todos los formatos digitales posibles. De a poco, las charlas entretenidas, que sumaban a que nos conozcamos más después de habernos visto SOLO UNA VEZ, devinieron en informes cotidianos de si había visto al hijo o no, si le falló el chico que le hace los envíos de los quesos, si le duele la rodilla y puede ser coronavirus (es MUY MUY hipocondríaco)…

Lo cotidiano se vuelve mágico, dice la canción y yo empecé a sentir que en este caso se volvía trágico. No está mal hablar de esas cosas, son parte de su vida, pero la verdad es que me empezó a hacer ruido esto de hablar todos los días con alguien que ví una sola vez y tener tanta info permanente sobre cosas que en fondo, hoy, no me interesan.

Pero él sí me interesa, me atrae, me parece muy buena persona, la pasé muy bien en nuestra cita y me encantaría conocerlo mejor cuando podamos compartir más que una pantalla.

En otro momento de mi vida hubiera seguido así, a fin de cuentas es fácil y tengo la zanahoria delante que me indica una posible futura cita.

Lo pensé algunos días y decidí que tenía que comentárselo. Para no ser mala onda ni demasiado directa, se me ocurrió una alternativa para proponerle.

Estoy contenta con habérselo planteado y más contenta con su respuesta. Ahora tener un plan para el sábado me entusiasma y que sea una cita le suma ilusión. Ya voy pensando qué me voy a poner, voy a rastrear en qué cajón quedaron archivados mis maquillajes y hasta quizás me reencuentro con algún par de aros. Nada mal como alternativa a mitad de camino entre mágico y trágico, no?

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Soy Vera y publico esta y otras historias en mi blog El Juego del Paquete. Te invito a leerlas desde el comienzo, aquí.

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Vera Ricerca
El juego del paquete

Soy feliz a pesar de saber que en el mundo hay reptiles, medias sucias y mermelada cítrica. Escribo en el blog El Juego del Paquete. elblogdevera@gmail.com