Lo que mata es la ansiedad (y las medialunas)

Vera Ricerca
El juego del paquete
6 min readMay 16, 2018
Imagen de internet

Se corta la luz en la oficina y con Yeye, Marcelo y Elo nos vamos a un bar cercano a seguir trabajando. Nos instalamos en una mesa enorme, cada uno con su computadora. Yeye está entusiasmada como si estuvieramos en un festejo de cumple. Nos recomienda cuáles son las especialidades comestibles del lugar y agarra un papelito para anotar el pedido. Marcelo la mira con ternura paternal y le comenta:

— Pero Yeye, dejá que el mozo haga su trabajo.

— Ay! Es que a mí me encanta jugar a la camarera! Cuando era chica siempre trabajaba durante el verano en el bar de mis abuelos en Santa Clara del Mar.

Yo miro fijo mi monitor para abstenerme de hacer declaraciones y recibo un mail de Elo, que está sentada delante de mí: “Porqué no se va a vivir con el nono y la nona todo el año?????”.

Me río por dentro y con mi mayor simpatía le pido a Yeye:

— A mí anotame una limonada y un alfajorcito de maicena. (Lo-decís-en-diminutivo-para-que-venga-con-menos-calorías,-Verita???).

Marcelo pide mate cocido con un scon, Yeye dos medialunas y un capuchino y Elo un cortado y nada más: “Tengo el estómago cerradísimo”, me dice con más gesto que palabras.

Le mando un mail para indagar: Todo bien? Algún problema con Lolo? Hace varios días que no me hablás de él.

Sus dedos empiezan a tipear una respuesta y justo le suena el teléfono y sale del bar para hablar. Me quedo pensando si estará bien y también en las dos medialunas que se pidió Yeye, que pesa veintiséis kilos mojada y se da el gusto de alimentarse de todas las variedades de harinas sin que eso se le traduzca en celulitis, grasa o culpa. En el target de gente que merece mi odio, el podio lo ocupan los asesinos, los pedófilos y los seres que comen sin engordar.

Pasamos un rato trabajando en silencio mientras Elo sigue afuera hablando por teléfono. Me llega un mensaje por whatsapp, es Julio. Me escribió al día siguiente de nuestra última cita para decirme que la había pasado muy bien. Ah, y también para contarme que sus nenas estaban contentas porque les había comprado patines.

Ahora vuelve al ruedo: “Cómo estás, bonita? Cómo venís esta semana para que hagamos algo?”.

Nunca estuve tan segura de no querer volver a ver a alguien. Qué bronca me da que pasen estas cosas. Cómo me gustaría que en cuestiones del amor todo sea estímulo y efecto: Me gusta Ricardo → Ricardo me da bola. Todos felices. Punto final.

Pero no, julio no me gusta, no hubo onda y ahí está él, dispuesto a que nos sigamos conociendo.

Ufa.

Quiero hacer interconsulta con Elo para ver qué le respondo así que salgo afuera así de paso me entero con quién está hablando tan intensamente por teléfono. Cuando salgo la veo mirando la nada y apoyada contra la pared del bar.

— Qué pasó? Con quién hablábas? Todo bien?

— Si te cuento no me lo creés, resulta que Lolo quiere que cortemos porque dice que soy muy pasiva.

— Sexualmente???

— No, nena! Creo que me quiso decir que soy aburrida!

— Vos???? Me estás jodiendo!

— Te juro. Dice que él quiere una mujer al lado que lo estimule a hacer más locuras… a no ser tan “él”.

— O sea, él se considera aburrido y quiere una mina que lo entretenga?

— Algo así, él sabe que no se le ocurren muchas salidas y que sus relaciones tienden a achancharse por su culpa, entonces quiere al lado una mujer que pueda revertir eso.

— No se qué decirte, por un lado me gusta que tenga autocrítica pero por otro me parece un tarado por exigirle al otro algo que él no puede dar!

— Exacto. Y sabés qué es lo que más me molesta?! Que yo siento que todo este tiempo me adapté a su estilo, no fuí del todo “yo”.

— Tal cual! Además querer cortar por eso me parece una pavada. No lo podía plantear tranquilo cuando se vieran?!

— Le dije lo mismo, pero lo escuché como muy seguro de que esto no iba más, y en un momento me enojé y le corté.

— Bueno, tranquila, ahora volvamos a la mesa porque sino Yeye te va a matar a preguntas. Después seguimos charlando.

Otra vez adentro, decido distraer a los comensales planteando abiertamente mi situación con Julio.

— A ver gente, necesito resolver algo: salí con alguien al que no quiero volver a ver y me está proponiendo salir de nuevo…

— Porqué no te gustó??? Tan feo es?

— No Yeyita, no pasa todo por la belleza, de hecho es bastaaante lindo, pero no me gusta.

Mientras le contesto me doy cuenta que en esta hora que pasó desde que llegamos, Yeye comió solo un tercio de una sola medialuna. Yo hubiera tardado dieciséis segundos en devorar las dos. Seguro la equivocada soy yo porque ella tiene un cuerpo super torneado y yo no me puedo sacar los ocho kilos de más desde hace años.

Mi alfajorcito de maicena se deshizo íntegramente en mi boca en un nanosegundo y Marcelo me ofrece ahora un triángulo de su tostado. Lo agarro solo para probarme a mí misma que puedo tenerlo cerca y no morderlo por al menos una hora. Sin admitirlo a nadie, voy a empezar a implementar la YeyeDiet.

— Pobre tipo, explicale amablemente que no es de tu interés.

— Ay, Marce, estás re out, ya no se usa explicar las cosas amablemente en el mundo del levante, -Elo está enojadísima y no lo puede esconder.

— Ya fue, le digo algo como que estoy re complicada y no creo que pueda. Me siento rara teniendo que frenar yo a alguien, no suele pasarme. Jaja!

— Vas a ver que cuanto menos lo busques más rápido va a aparecer el indicado, Vera.

— Te agradezco, Marce, pero no estoy creyendo mucho en eso…

— Marce, vos y tu burbuja monogámica me tienen harta, no todo es color de rosa como en tu vida, eh!, -Elo termina de estallar, agarrándosela con Marcelo. Guarda la compu, se cuelga la cartera y se va.

Marcelo se queda helado, Yeye hace una risita histérica y yo me como el chocolatito que vino con el café de Elo. La YeyeDiet no me duró ni dos minutos.

Trabajamos un rato más en pleno silencio. Ya le escribí a Julio y me responde a los pocos segundos:

— Qué pena. Besote

A mí también me da pena que no me de pena dejar de vernos.

Quizás podría darle otra oportunidad, pero tengo claro que no me gusta y no tengo ganas de adaptarme a alguien solo por el hecho de que yo le interese. Sirve para algo “adaptarnos” al otro al comienzo de una relación? Hasta qué punto uno tiene que cambiar o dejar de lado su manera de hacer las cosas mientras conoce a alguien?

Ser 100% como uno es debería ser la mejor manera de darse a conocer pero cuando eso nos lleva a reiterados fracasos uno se empieza a cuestionar si no habría que aplicar un poco de flexibilidad a nuestro estilo.

Qué cansador es tener que pensar, reflexionar y preguntarse tantas cosas cuando lo que queremos que pase no pasa como queremos. Qué agotadores son los fracasos.

Nuestro día de trabajo itinerante finaliza y le escribo a Elo para saber cómo está. Me dice que sigue enojadísima pero que si quiero ir a cenar a la casa le va a hacer bien seguir charlando. Como la fórmula amigas+charla+comida siempre da positivo, confirmo mi presencia.

Mientras espero el colectivo, mi teléfono anuncia que tengo un nuevo crush en Happn. Tratando de controlar un poco mi ansiedad, decido ver más tarde quién es el incipiente candidato.

Será alguien interesante? Llegaremos a conocernos? Podré ser 100% yo con él? Será un nuevo fracaso agotador? Hacía falta que me coma el tostado que me convidó Marcelo? Si, lo de controlar la ansiedad, por ahora, te lo debo.

Leé aquí cómo conocí a Julio

Leé aquí cómo fue mi primera cita con Julio

Leé aquí cómo fue mi última cita con Julio

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Vera Ricerca
El juego del paquete

Soy feliz a pesar de saber que en el mundo hay reptiles, medias sucias y mermelada cítrica. Escribo en el blog El Juego del Paquete. elblogdevera@gmail.com