SU versión de la historia — Capítulo 1

Vera Ricerca
El juego del paquete
9 min readApr 28, 2021

Hola! Mi nombre es Agustín. Vera me preguntó si quería contar mi mirada sobre cómo nos conocimos y acá estoy, contándoles la versión correcta, verdadera y definitiva de los hechos que se sucedieron hace un año y medio, cuando dejamos de ser dos desconocidos.

Ah! Y mi nombre es Agustín DE VERDAD ;)

Según recuerdo todo comenzó así:

Es otro día cualquiera en la oficina a mediados de septiembre de 2019. Se me acercan dos compañeros y me abordan:

— Y? ¿Te la creaste? Pregunta Camila

— No seas pajero, es re fácil. Dice Tomy

No sé qué decirles así que miento. Les digo que estuve viendo pero no sé si mi teléfono puede ejecutar la aplicación. Se ríen porque saben que estoy inventando excusas. Trabajo en una empresa de tecnología y tengo el trabajo más aburrido de todos los que se ofrecen en estas organizaciones; y me encanta.

A los 40 les llevo varios años a los chicos con los que trabajo (a veces hasta 2 décadas de diferencia, a veces tengo la edad de algunos de sus padres) y me han adoptado como se adopta temporariamente a un abuelito perdido tratando de cruzar Avenida Corrientes a las 6:27pm de un día martes, con el tiempo suficiente para salvarle la vida y sentirte satisfecho con tu buena obra del día.

La nueva es que me quieren “ayudar” a conseguir novia (nadie les pidió ayuda, pero bueno…) y para esto me van a enseñar a usar el arsenal tecnológico al alcance de las huestes solteras de nuestra sociedad.

Ana, une de les chiques, dice que si me privo de utilizar las herramientas disponibles libremente en el mercado, corro el riesgo de no ser competitivo y que el resultado de mis esfuerzos termine siendo “Subóptimo” (si, realmente dijo “subóptimo”).

No entiendo y pregunto:

— Querés decir que solo me van a tocar bagres y las locas que quedan después de las 3 de la mañana en el bar, no?

— No seas bruto, Agustín! Pero sí, quiero decir exactamente eso. Contesta Anita.

Ok. Enterado. Y como tengo el cupo de cosas subóptimas lleno, humildemente acepto la ayuda de les chiques y les agradezco.

En realidad no necesito ayuda, simplemente porque no estoy buscando nada. Estoy bien como estoy, pero cuando algo se les mete en la cabeza… sé que tienen buenas intenciones y lo hacen para ayudar y para “ver qué hace el abuelo”.

En líneas generales las redes sociales nunca me llamaron la atención y en gran medida me hinchan las pelotas y no tengo ni facebook, instagram ni nada de eso. Simplemente me aburren y siento que son medio una pérdida de tiempo.

— Dale Agustín. No seas un viejo choto. Es facilísimo. Te ayudamos. Dice Sergio.

Me rindo y, en la hora del almuerzo me crean una cuenta de HAPPN. Como no tengo fotos mías ni selfies, cuando bajo a fumar me sacan una foto en la puerta de la oficina apoyado en un cartel de “permitido estacionar” y, para ponerle onda, la editan en blanco y negro… Oh yeah!

Mi hipster interior se excita con la imagen de un tipo de 40 años con barba y gafas en pose de “Ah… hola no te vi ahí. Si, siempre me apoyo en postes para descansar un poco del arduo trabajo de ser cool. ¿Qué? Me sacaste una foto? Jaja… que sonso que sos… y yo acá sin posar ni nada”.

Pasan unos días y no le doy bola a la aplicación así que por la noche, aprovechando que estoy en un bar con les chiques de la oficina y, cervecitas mediante, desenfundo el teléfono y le pregunto a un par:

— Che… cómo es el asunto este? ¿Qué tengo que apretar?

Se ríen un poco.

— Tenés que arrastrar las fotos para acá si te gusta y para allá si no te gusta.

Hago un par de pruebas. Hay un poco de todo y hago un esfuercito entre swipe y swipe para leer lo que dice el perfil de cada persona.

— ¡No papá! — me dice Andrew — así no. No te calientes en leer. Lo que tenés que hacer es darle like a todas las que te deje.

— Y después? — pregunto

— A las que te ponen like, les mandas una foto de tu pija y a las que te contestan a eso te les pones a hablar.

Todo esto es un horror. Fotos en pija? De qué me estás hablando willis? Mi sorpresa y espanto son obvios y veo aparecer algunas sonrisas diabólicas en el grupo. Los chicos se acercaron para aportar su granito de arena (poné fotos en la playa, de viaje, con el auto, poné algo copado en el perfil…) y se ríen de mi cara de espanto.

— Sí, papá — continúa Andrew — Hacé la cuenta: tenés 40 swipes por día, si de esas 40 un 20% te contesta y le mandas la foto en pija y de ese 20% te contesta un 10% es una tipa por día que quiere garchar. Si querés podes estar con dos o tres por semana. Facilísimo- Dice dibujando la fórmula en una servilleta.

Es difícil discutir con la matemática emocional posmoderna de los millennials y todo el asunto me empieza a resultar más cínico de lo que estoy dispuesto a tolerar.

Más tarde me agarran Anita y Cami y me dicen que no me espante tanto y que no le haga caso a Andrew que es un exagerado.

Ok, hago la tarea. Le dedico un rato a la noche en casa a poner “likes”. Al segundo día, tal como el ochentoso conjuro mágico de Roberto Galán con su “se ha formado una pareja”, empiezan a ponerme like a mí.

Uno diría: Bien! Hay actividad e interés del mercado en el producto ofrecido… :D Pero… Mal: hay que mantener el nivel de engagement y empieza la etapa chatistica de la seducción… :(

Soy un queso con el tema del chateo, me aburre, lo encuentro tedioso (nunca escribo en los grupos, si tengo más de dos mensajitos solo los abro y cierro sin leerlos para que el numerito en el icono de WA desaparezca, etc) y hago lo que puedo.

Soy más del tet a´ tet y las charlas por chat me resultan lentas, entrecortadas y aburridas. Sin desespero pero con desazón pido y me dan un par de tips para que sean más fluidas e incentivar el diálogo, como por ejemplo siempre agregar un “y vos?” al final de cada respuesta a una pregunta y siempre hacer preguntas al término de referir alguna anécdota.

Mis objetivos son simples: establecer contacto y un básico intercambio de información elemental para, luego, pasar a la etapa de organización logística de la cita. Súper simple y todo el proceso no debería tomar más de dos días.

Trato entonces de comunicarme con cierto grado básico de humanidad y fracasando como un ganso, con frases como: “sí, soy soltero, vivo solo y trabajo full time, y vos?”, “Cerámica, que interesante! Siempre quise saber: qué hacen con las piezas cuando están terminadas?” “Cuál es tu signo zodiacal preferido?” etc, etc. Lo sé, un espanto.

Lo peor es que sé que soy un buen pibe, simpático, con buen sentido del humor y mucho sexyness (que lamentablemente no se traduce bien al medio fotográfico), no un goma/robot ochentoso con problemas de asimilación social.

Empiezo a temer que no voy a llegar a la etapa de cita propiamente dicha (que es mi fuerte) nunca.

En estos días charlo con más chicas. Les empiezo a poner sobrenombres (Número uno, cafecito, Cerámica, Ojos, Cielito) para no confundirlos a les chiques en la oficina cuando paso el reporte de progreso.

Algunas dejan de contestar, a algunas les dejo de contestar, con otras tengo charlas de un mensaje al día y con otras definitivamente no somos compatibles, por lo menos en la superficie textual de la aplicación.

Pero aparte del resto está “Cerámica” (spoiler alert: Vera). Sonríe mucho en las fotos. Un par de fotos cancheras, una sacada de noche en la que solo se nota que hay una pileta y tal vez alguien zambulléndose en la obscuridad. Los ojos son divertidos y transmiten simpatía y seguridad, la sonrisa gigante. No me molesto en leer la descripción, pero con el correr de los mensajes me intriga y claudico. Dice algo como: “con las ideas claras, los rulos desordenados y los papeles al día” o algo a esos efectos.

La charla es bastante fluida considerando las circunstancias. Chateamos esporádicamente todos los días, light pero no demasiado. Me hace chistes y me gasta por mi mala ortografía (seguí restando nomás, Agustincito). Un día charlando de comida me hago el canchero haciendo alarde de mis habilidades culinarias (que consisten en diferentes formas de quemar carne) y me dice que es vegana. Paro de golpe en la calle y me pego en la frente. No lo puedo creer. Calculo en mi cabeza cómo le digo que lo nuestro no va a funcionar. Me quiero matar, iba todo tan bien. Parecía tan normal. Inmediatamente trato de arreglar la situación de manera muy torpe haciendo algún chiste sonso diciendo que respeto a todas las religiones y que un chape no se le niega a nadie, inclusive a los veganos. De repente se ríe y me dice:

-¡Chiste! ¿Te asustaste?

Si, Vera, me asustaste. Pero no se lo digo. Creo que las siguientes 24 horas no paro de reírme de cómo me hizo caer. También intercambiamos mensajes de voz. Es la primera vez que la escucho y ella a mí. Me dice que tengo una voz muy sexy (oh, oh yeah!). También me pide que le mande fotos porque generalmente no le pone like a perfiles con una sola foto (desconfiada). Entiendo un poco el razonamiento, pero y eso de que “lo importante es lo de adentro”?? También me pregunto para qué me puso like. Pero bue…

Les pido a los chicos que busquen todas las fotos donde aparezco y me las manden. No hay fotos cancheras. Es más, no hay ni una en la que no esté haciendo alguna monería o poniendo cara de muppet o haciendo alguna gracia. Me piden que por favor no le mande ninguna a “Cerámica”. Que me sacan nuevas.

No. Nada de eso. La selección que le mando a Vera es el dream team de las fotos que nunca hay que compartir con nadie. Querías fotos Vera? Ahí tenés! Las fotos más ridículas y más gomas que pude encontrar.

Para mi sorpresa le encantan. OK, me digo, punto para Verita.

De a poco me voy entusiasmando. No soy el único. Las chicas de la oficina están todas hinchando por ella.

De esa manera pasa otra semana, con idas y vueltas. Todo va bien, pero se hace medio largo y mi interés se diluye. Tal vez esto de las aplicaciones no es lo mío. Pero como no quiero desperdiciar la oportunidad le digo de juntarnos. Me dice que no puede en la semana y yo no puedo el finde. Me descorazono más.

El fin de semana le mando foto grupal desde la casa de un amigo donde nos juntamos a despedir a uno que se va a vivir al exterior (Sos el del pullover a cuadros? me pregunta) y ella me manda de la bienal que visitó durante el día (sospechosamente en ninguna aparece ella, me digo: ¿Gato encerrado?).

El lunes pregunto y los chiques en la oficina me indican que es protocolar el intercambio chatistico durante varias semanas antes de ningún encuentro I.R.L. (sigla que los chicos me informan quiere decir IN REAL LIFE y que si no sabes qué quiere decir es porque tenés mas de 35 años), y cuando escucho esto estoy a punto de darle de baja a todo el asunto y archivarlo como una experiencia de aprendizaje. Algo me queda claro: pareciera que nadie tiene ganas de verse en persona.

NO! Me digo. Este año cumplí cuarenta y no soy tan viejo, pero tampoco me sobra tanto el tiempo. Así que decido, antes de apretar el botón de off, hacer un último intento.

Le escribo a Vera preguntando si mañana quiere juntarse. Última oportunidad. Me da la impresión que la invitación la toma un poco por sorpresa. Me dice que no puede pero que el jueves sí, e inmediatamente siento la frescura y una brisa de lo que luego descubriría es alivio y gratitud.

Me pone contento porque noto que con Vera tengo un par de cosas en común (entiende mis referencias ochentosas, escuchó hablar de las bandas que me gustan, entiende mis chistes de doble sentido y mi ironía etc, etc, cosa que no me sucedía con las chicas que venía viendo), puedo dar rienda suelta a mi humor y ella el suyo. Las fotos me muestran a alguien segura y alegre y por lo que charlamos parece piola y sin muchas vueltas.

Cuanto más le doy vueltas al asunto en mi cabeza, me entusiasmo. Ya veremos, ya veremos.

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Si querés leer la versión (correcta, verdadera y definitiva) de Vera de esta historia, comenzá a leer aquí

Soy Vera y publico esta y otras historias en mi blog El Juego del Paquete. Te invito a leerlas desde el comienzo, aquí.

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Vera Ricerca
El juego del paquete

Soy feliz a pesar de saber que en el mundo hay reptiles, medias sucias y mermelada cítrica. Escribo en el blog El Juego del Paquete. elblogdevera@gmail.com