Una nueva historia — Capítulo 7
Hace días que vengo cuestionándome por qué me resulta mucho más fácil escribir sobre mis experiencias negativas que sobre las positivas.
Tristeza, decepción, desengaño, incertidumbre, contrariedad, desazón … son decenas las palabras que se me vienen a la cabeza cuando recuerdo cada historia trunca, cada ghosteo, cada “no sos vos soy yo”.
Y la felicidad? La felicidad es eso, felicidad.
No es que no haya otras palabras para describirla pero me parece que cuando somos felices, o estamos siendo felices, es un sentimiento que invade todo y no nos importa tanto describir cada nueva sensación porque no necesitamos darles una explicación.
Cuando nos pasa algo malo necesitamos encontrarle motivos a cada paso maltrecho, recorrer cada herida abierta, desglosar cada enojo.
Estoy siendo feliz con Agustín.
Siento que todo va rápido, liviano, simple. “Cómo debería ser” me dicen mucho últimamente y seguramente sea así pero como nunca me pasó, miro de reojo esta situación inusual que me está pasando y me genera cosas que serán usuales para otros pero no para mí:
— Siento que Agustín quiere estar conmigo y conocerme más.
— Nada de nuestra relación me genera preocupaciones.
— Lo quiero y me siento querida.
Parecerán obviedades pero, viniendo de tantos altibajos, esto con él es un oasis.
Con Agustín nos vemos mucho y también respectamos nuestros espacios y tiempos de soledad. Los momentos compartidos son intensos, hablamos intensamente, nos besamos y abrazamos intensamente y, sobre todo, nos reímos intensamente.
Hace más de un mes que estamos juntos y le comenté a mis papás que estoy conociendo a alguien. La primera reacción fue la no reacción, apenas una media sonrisa y no mucho más. Les dije que ya nos veíamos hace un mes y abrieron los ojos:
— Va en serio entonces?
— Y… va!! Nos vemos seguido, la pasamos bien, un montón! No sé qué pasará pero se los quería contar.
Los ojitos les empiezan a brillar y les noto el autocontrol por no desbordarse de preguntas. Les cuento de qué trabaja y algunos datos básicos más y cambio de tema.
Es miércoles y Agus viene a dormir a casa, me pregunta qué planes tengo para el finde y le digo que el viernes tengo asado en lo de mis papás, con tíos y primos.
Hace silencio. Hago silencio.
— Me vas a invitar?
— No sé, querés venir??, -lo miro con más asombro que ilusión.
— Es que me pareció que no sabías cómo decirme si quería ir.
— Jajjaja yo no sabía como invitarte o vos te estás autoinvitando y no lo querés asumir?
Mientras tenemos esta pseudo sátira de pelea pienso si de verdad hay posibilidades de que vaya a mi asado familiar.
— No sé, querés que vaya o no?
— Bueno, si vos te animás…
— Ok, a qué hora es?
Evidentemente esto está sucediendo y Agus va a ir a un asado donde va a estar toda mi familia.
Le aviso a mis papás el día antes por teléfono y mi mamá empieza a gritarle a mi papá:
— Va a venir con el novio!!!!!
— No es mi novio mamá, es Agustín y punto.
Faltan algunas horas y ya me estoy poniendo nerviosa. Le pedí a mis papás que no le cuenten a mis tíos que va Agus porque sino todos van a llegar con un nivel de excitación incontrolable.
Mientras esperamos que llegue mi prima les aviso que falta llegar alguien más.
— Invitaste una amiga? Pregunta mi tía lógicamente.
— No…… a un chico con el que estoy saliendo.
Veo como la cara de mi tía se expande y abre grandes todos los espacios de su cara, pasan unos segundos, se toca el pecho y grita:
— Ay, pero no me puse corpiño!
Todos estallamos de la risa por lo bizarro del comentario y lo absurda que puede ser la mente en momentos de emoción.
Mientras llega mi prima, Agus me avisa que ya está en camino y mi mamá dice que nos vayamos sentando a la mesa mientras lo esperamos.
Me hago la relajada pero soy un manojo de nervios.
Suena el timbre y todos pegan un gritito.
— Yo voy, ustedes charlen así no es tan incómoda la entrada jajaj
Le abro la puerta, nos reímos y le digo:
— Estás preparado?
— Obvio
Está hermoso, se puso una camisa coqueta que le queda re linda y su sonrisa hermosa de siempre.
Entramos al comedor y todos están charlando en voz alta y haciéndose los que ni de casualidad están pendientes de nosotros.
— Él es Agustín!
Algunos saludan con la mano y otros, como mis papás, saltan de sus sillas para saludarlo con un beso.
Nos sentamos y en seguida mi papá apura la salida de los choripanes.
Agus me hace una caricia en la espalda y dice fuerte:
— Y? Qué se siente traer alguien a lo de tus papás después de tanto tiempo?
Todos se ríen y yo me doy cuenta que la cara se me pone morada como si fuese una nena vergonzosa.
La comida y las charlas fluyen y de golpe pareciera que estamos en una escena cotidiana.
A esto le llamaba yo estar con alguien que sea compañero, pienso mientras ahora yo le acaricio a él la espalda y él mira enamorado a su segundo choripan.
¡Te invito a seguirme en instagram para ver más contenido!