Una nueva historia — Capítulo 6

Vera Ricerca
El juego del paquete
6 min readJul 11, 2021

Es muy raro estar con alguien que siento que realmente quiere conocerme. Que quiere ver más allá de mi cotidianeidad, saber quién soy y por qué soy así.

Con Agustín me está pasando eso y estoy aprendiendo a vivirlo: nos estamos descubriendo de a poco pero más profundamente de lo que estoy acostumbrada. Hablamos mucho, de hoy, de nuestro pasado y de lo que queremos para el futuro.

Siento que hasta ahora navegué en un mar con distintos oleajes de superficialidad, algunos más calmos, otros más altos, pero superficialidades al fin.

Está mal? Naaaa. De todos los marineros que me crucé aprendí algo, un poco de ellos y mucho más de mí.

A ahora me encuentro con un Agustín que me mira muy fijo a lo ojos y me dice:

— Vos escribís, no?

Tengo dos opciones:

1) Ocultar que escribo. No por el hecho de escribir sino por el de tener que contarle sobre qué escribo y que eso derive en que seguramente quiera leerlo y enterarse sobre mi vida de una manera directa y cruda.

2) Contarle y lisssto, que sea lo que tenga que ser.

Él está esperando mi respuesta como si me hubiera preguntado algo de vida o muerte.

— Si… escribo, es loco porque lo tuyo casi que fue una afirmación, no una pregunta, cómo sabías?

— Viste?! Lo percibí, me daba toda la impresión que debías escribir. Y qué escribís, Verita?

— Mmmm, tengo un blog…

— Sobre…?

(Dale,-Verita- lo-estás-haciendo-larguísimo, parece-que-te-diera-más-pudor-esto-que-desnudarte!!!) .

— Escribo sobre mis experiencias, mis salidas con hombres, las aplicaciones de citas..

— Ah buenooo, quiero leerlo ya! Puedo?

— Jajajaj, me da cosita!!! Te leo algo yo, ok?

Así como estamos, echados en el sillón, agarro mi teléfono y busco alguna historia para leerle, elijo la de Sergio, que me parece que es entretenida hasta llegar a su “trágico” final con mi llanto en la escalera del trabajo.

Me escucha con mucha atención, primero está serio y después siento que se empieza a involucrar con el relato, me pide que avance a los siguientes capítulos, que quiere saber como termina.

A mí me pasa lo mismo que siempre que vuelvo a leer algo que escribí hace un tiempo: me resulta extraño haberlo escrito yo y me gusta ver que pude poner en palabras tantas reflexiones y sentimientos que de no haberlo escrito seguramente seguirían rondando por mi cabeza.

— Ah pero este tipo es flor de nabo! Cómo te va a decir todo eso por teléfono? Mínimo juntate a tomar algo y decile que preferís no seguir con la relación.

— Ojo que casi hay que agradecerle que al menos haya llamado para decírmelo y no me haya ghosteado!

— No te haya qué???

— Jajaj, preguntale a tus compañeros millennials! Ghostear, cuando de un día para el otro no te contestan un mensaje o te dejan de hablar de una.

— Que gente tarada, -grita mientras me abraza fuerte, -me encantó, me gusta como escribís y Sergio es flor de nabo pero menos mal que no funcionó con él.

Guiña el ojo de manera ridícula y me besa. In your face Sergio, pienso también ridículamente.

Pasan las citas y el nombre de Sergio se vuelve moneda corriente de gastadas: “Sergio te cocinaba mejor?”, “Sergio era taaan divertido como yo?”.

Mirá, al menos Sergio me invitaba muy seguido a su casa. Le digo en tono de broma pero muy en serio.

— Prometo que pronto te invito,- me dice tapándose la cara como simulando vergüenza.

Unos días más tarde le agarra una gripe fuerte y, sin ánimos de generalizar pero COMO TODO HOMBRE la vive como si fuese el paso previo a la muerte.

— Ok, descansá y juntá fuerzas porque a las 17 hs estoy en la puerta de tu casa.

Veo que escribe y frena, escribe y frena, debe estar buscando alguna excusa para que no vaya a la casa pero es hoy o nunca. Necesito conocer el hogar que habita y el porqué se rehusa a que vaya.

— Bueno, te paso la dirección, avisame cuando estés llegando y bajo.

Ok, logré mi cometido, por imposición, si, pero lo logré. Y si es la casa del horror? Si descubro algo que me hace no querer verlo más? Pero qué podría ser? Gatos embalsamados? Una colección de cuernos de elefantes? A la ex viviendo aún ahí?

Me zambullo en el camino del destino no sin antes armar una bolsita con una caja de té, un blister de paracetamol y unas galletitas de agua para llevarle al convaleciente.

Estoy ansiosa esperando a que baje a abrirme. Creo que es la vez que más ansiosa estoy desde que nos conocemos. Me abre la puerta, me abraza y me dice que no nos besemos porque tiene miedo de contagiarme. Tiene los ojitos achinados y la nariz muy colorada.

— No pude ordenar mucho, perdón, vas a conocer mi casa tal cual es.

Abre la puerta y lo primero que veo es a su gata, chiquita, blana, de ojos celestes y voz muy finita. Está viva, se mueve, no está embalzamada, un temor descartado. A la ex tampoco se la ve por ningún lado. Él apenas entramos se tira en el sillón y me habla con los ojos cerrados.

— Me quedo un poquito así que me mareé y ahora te muestro la casa.

Me siento al lado de él y aprovecho que tiene los ojos cerrados para mirar cada rincón del living. No es la casa de mis sueños pero tampoco es la del terror. Está un poco desordenada y del techo cuelga una lamparita pero se la ve habitable y a los gatos se los ve saludables y bien cuidados. El gato gigante me mira fijo desde el balcón y se echa en el piso cuando distingue un rayo de sol entre tanta sombra.

Le doy a Agus la bolsa tipo primeros auxilios que le traje y me da un abrazo de agradecimiento

— Te muestro el resto de la casa.

Recorremos el departamento y más allá de algunos pilones de ropa acumulada, no veo por qué no quería que venga antes.

— Es que tu casa es toda pipí cucú y no quería que vengas y te sientas incómoda, yo soy medio desastre y a muchas cosas de la casa no les doy ni bola.

— Como a este sillón, por ejemplo?, -creo que me excedí con el tono pasivo agresivo, no lo pude evitar.

— Qué tiene mi sillón?

— Está… un poco roto no?

— Fueron los gatos, pero yo amo este sillón, es muy cómodo.

— Si, me imagino que habrá sido cómodo.

El sillón es lo peor de la casa, está toda la tela destruida por los gatos y los almohadones deformados.

— Mirá que cuando nos mudemos juntos esté sillón se viene conmigo!

— Te aseguro que no, -le digo muy seria hasta que no reímos juntos y volvemos a abrazarnos.

En ese sillón horripilante.

Con dos gatos mirándonos fijo.

Mientras él va a hacerse un te y yo pienso que acaba de decir muy livianamente “cuando nos mudemos juntos”.

Y me emociono y vuelvo a mirar el sillón.

Y me corro un poco hacia el borde mientras pienso si uno siempre tiene que resignar cosas cuando se trata de unir dos vidas en una misma casa.

Y si, también me rio sola por estar pensando que no me resulta lejana la idea de compartir mucho más que una o dos citas por semana con él.

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Vera Ricerca
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Soy feliz a pesar de saber que en el mundo hay reptiles, medias sucias y mermelada cítrica. Escribo en el blog El Juego del Paquete. elblogdevera@gmail.com