2 morenos en la oficina

“A las chicas hay que perseguirlas”, dice él. “Pues yo no quiero ser cazada por el primero”, responde ella.

María Ripoll Cera
5 min readNov 20, 2015

Por María Ripoll Cera

S del museovirtual.info

e llevan bien sin salir de los límites del horario laboral, aunque fueron un día juntos a una barbacoa convocados por su jefe. Cualquiera dice que no, ¿verdad?

Empezó ella. Decidió ir a por todas en una web de parejas. Eligió una de pago, más protegida, más acorde a perfiles senior que hubieran decidido, como ella, dar alas al amor. Es decir, bucear entre aguas repletas de nuevos solteros.

Y se lo dijo a él. Que no le comentaba nada de mujeres pero que andaba, a las claras, buscando una hembra. Le mencionó la web gratuita que utilizó, antaño, para asomarse al mundo del amor, unos primeros y medidos pasos (cuya historia ya conoces).

Hay que salir en la foto

Ella se tomó su tiempo en describirse a sí misma en el perfil, elegir fotos favorecedoras y contestar a las preguntas del test. Lo hacía soñando con promesas de futuro. No tardó en entablar conversación con dos o tres hombres interesados en ella o que contestaron sus primeros mensajes. Se había atrevido a enviarlos ella aunque quizás debieran ser ellos.

Le explicó una tarde, emocionada, que uno de ellos, en concreto… no sé, había un feeling especial, captaba sus bromas, podía ser que… Él la escuchaba en silencio. Muy bien, a ver si te sale, le decía.

Y no tardó mucho en tener la primera cita. Ese día lo supo toda la oficina. Qué guapa. Qué contenta. Suerte, suerte, le decían todos, guardando sus pensamientos para sí. Vete a saber cuáles eran. Aunque seguramente se alegraron.

Al día siguiente nadie le preguntaba. Ya hablará, pensaban, o quizás no se acordaban. Al fin y al cabo es su intimidad.

Cuando encontraron el momento, él le preguntó: qué tal la noche. Tranquila, respondió ella, nos conocimos. Pero, ¿fue bien? ¿Funcionó?, insistió él. Funcionó, le dijo ella. Lo llevé a mi terraza favorita, un lugar secreto que o te gusta o lo aborreces. Estuvimos solos, tuvimos incluso un saxo improvisado de un vecino, y nos sentimos cómodos, nos descubrimos……….., dejó caer él el silencio…… Y para casa, desveló entonces ella: poco a poco.

Luego, hacer números

Ahora ha quedado también con otro chico, mientras chatea intermitentemente con un tercero, un curioso personaje. Quiere explicárselo a él, pero hoy no ha venido. Aparece a mediodía, ojeroso y poco aseado. Qué piba, le confiesa él a ella en el momento del café, qué bombón. Ella ya imaginaba la causa de su ausencia matinal. Y cómo has ligado tan rápido, le pregunta ella. No sé, dice él, pues que ella es una valiente, venirse conmigo sin foto ni descripción ni nada. Empezamos a chatear y listo.

Ella ha quedado ya dos veces más con el primero, que le ha pedido dormir juntos, pero ella le ha dicho que ni hablar, quiere ir lenta, quiere sentirse enamorada y no quedarse con el primero que se fija en ella.

Él ya va por la tercera. Me parece que esta última no me conviene, le dice a ella. ¿Y eso? Fíjate que me dijo: “has de saber que si te parezco tan guapa es porque me gasto mucho dinero en productos de belleza para que puedas lucirme, pavonearte de mí. Así que espero que te gastes lo mismo en mí”. Y ya sabes lo que cobramos aquí, le recuerda a ella, y qué va a ser.

Ella empieza a despertar sentimientos oxidados, el primero parece que tiene ese algo especial… Se emociona con los paisajes, se pone música sensual, aunque aún no se han dado un beso, bueno, sí, uno de contentos después de una cena con dos copas de vino.

Y dejarse llevar

Él ya va por la quinta, aunque sus días siguen como siempre, quizás algo más cansado. Ella parece feliz, se siente a gusto con su primero aunque no ha ido más allá. Y sigue quedando también con los otros dos, qué bueno recorrer el mismo barrio de la ciudad con alguien diferente. Cuántos amigos está haciendo, ¿alguno será su gran amor?

A veces me canso de tanto soñar, le dice ella un día a él, y cuando dejo de hacerlo, no tengo nada. Pues yo tengo la minga escocida, le responde él.

Él ya no habla de ellas, ¿sigue viéndolas? ¿Hay ya 10? No ha vuelto a retrasarse en el trabajo. Se le ve bien. Y tú como vas con tu chico, le pregunta a ella. Bien, nos seguimos conociendo, somos muy parecidos, muy pillos, le responde. ¿Pero ha habido ya cama?, le pregunta él. No, ¿por qué tiene que haberla?, se inquieta ella, tiempo al tiempo, que me conquiste, que cuando metes el sexo por en medio… los sentimientos se confunden.

¿Qué sentimientos?, dice él, te gusta o no te gusta. Lo demás… ya irá saliendo.

Este es el décimo capítulo de la serie “Mi vida como single”. Síguela en el capítulo once: Cuando tú eres el trofeo.

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