Pokémon y yo: La historia de un entrenador frustrado

Como se suele decir, acabé desengañado sobre lo que era el mundo Pokémon.

Kimeki
10 min readFeb 20, 2017

El 18 de febrero es una fecha un tanto especial para mí, no por ser mi cumpleaños (aunque casi), si no por ser el día que capturé a uno de los Pokémon a los que más cariño he tenido en mi vida: mi Lucario.

Ya han pasado unos cinco años desde que empecé mi primera (y única) partida de Pokémon en la que he subido un Pokémon a nivel 100 y, bueno, he sido capaz de pasarme la historia del juego. Y este 18 de febrero se cumplen cinco años de cuando capturé a ese Riolu, que acabó convirtiéndose en el Lucario que es hoy en día. No es un Pokémon perfecto (como lo llaman los de la escena competitiva, todo mi rencor hacia ellos), pero junto a varios Pokémon más, se han convertido en parte de mi historia. En el mundo Pokémon y en este mundo.

No sé si merece la pena contar mi historia con los Pokémon, pero lo voy a hacer para dedicárselo a esos Pokémon que han estado conmigo durante todo este tiempo (aunque ya no juegue mucho). Antes de empezar, con lo que más sueño en mi corazón es con poder volver a empezar en una nueva región, sólo junto a ellos, y volver a ganarme su amistad. Vivir una nueva historia a su lado. Con ellos iría hasta el fin del mundo.

Mi historia como Entrenador

Aunque ya había probado Pokémon Negro en un emulador antes de tenerlo, todo comenzó un 6 de enero en el 2012, cuando me regalaron Pokémon Negro. Durante casi todo ese día, y buena parte del siguiente, estuve viciando y bien a ese juego. Pese a haber visto parte de la historia, la disfruté como si fuera (y era) mi primera vez en el mundo Pokémon.

Pero al llegar casi al final de la Ruta 10, pasó algo que no me esperaba. Tuve que batallar una última vez antes de ir a la Calle Victoria, a tratar de ganar la Liga y detener al Equipo Plasma. Mi primer Pokémon, ahora un Emboar, falló contra Samurott. Me lo esperaba, pero no esperaba tener que sacar al resto de Pokémon, a un nivel muchísimo más bajo que Emboar, así que todos cayeron como moscas y perdí la batalla.

Daba igual cuántas veces lo intentara, siempre perdía contra Cheren. Durante casi todo un mes, estaba con la moral por los suelos y tenía que estar distraído en algo, o si no me ponía a pensar en ello y empezaba a llorar.

Lo único que tenía que (y pude) hacer fue formar un equipo en condiciones y entrenarlo para poder vencer a Cheren. Finalmente, lo conseguí, y pude llegar a la Liga, no sin antes pasarlo un tanto mal en la Calle Victoria y sus laberintos.

Pero no fui capaz de vencer al Alto Mando, no en los primeros intentos. No pudo ser hasta que conseguí un Arceus de Global Link, y encima, justo antes de conseguirlo, nos instalaron un nuevo router con una clave más fuerte, pero incompatible con la Nintendo DS original. Sin embargo, Pokémon Negro podía aprovechar funciones de la Nintendo DSi (la que tenía y tengo actualmente), y pude seguir conectándome a Global Link normalmente.

Al final, gracias a la ayuda de Arceus, y más tarde, de Reshiram, conseguí vencer al Alto Mando, a N y a Ghechis. En ese momento, sentía que había conseguido el mayor logro de mi vida.

Pero la cosa no acababa ahí, aún no. Todavía tenía que convertirme en campeón de la Liga Pokémon, y los equipos del Alto Mando habían subido como 30 niveles. Tardaría en conseguir ponerme a su altura, pero tiempo al tiempo.

También tenía muchas cosas nuevas en el juego. La aventura no había acabado para mí, para nada. Fortalecería a algunos Pokémon y reemplazaría a otros, a la vez que exploraba esa parte de Teselia cerrada a mí hasta terminar la historia.

Y fue entonces cuando me convencí de que quería un Riolu. Sin intercambiar o transferir de juegos anteriores, el único lugar donde lo podía encontrar era en la Gruta Superación. Tras caminar y descender un poco (y también tras intentarlo unas cuántas veces), conseguí capturar un Riolu. ¡Qué monada!, me decía, y casi nada más capturarlo y tal vez entrenar con él un poquito (aunque me metí en el crucero de Porcelana y me lo reventaron al pobre), lo presenté a un Musical.

El primer Musical del que hoy es mi Lucario.

Mi modo de evasión

Sumados tales y cuales factores, terminé de formar un equipo y me puse a entrenarlo para poder vencer al Alto Mando de nuevo. Además, aquel juego se convirtió en mi modo de evadirme del resto del mundo. Cuando las cosas me iban mal, simplemente jugaba y las olvidaba por completo.

También hice muchísimos Musicales: en mi (viejo) portátil tengo todo un álbum con las fotos tomadas de los Musicales antes y después de tener al equipo tal y como es hoy en día. Poco a poco, mientras más subía de nivel, más se convertían estos Musicales en la única forma de estar unido a ellos.

Ya habrán sido algunas las veces en las que he conseguido terminar la Liga y entrar en el Hall de la Fama; pero lo que no sabía es que eso no era más que una iniciación a un mundo del que no tenía ni idea que existía en Pokémon.

Ya ha pasado algún tiempo desde la última vez que vencí al campeón.

Mi competitividad

Hoy en día podría decir que existen dos mundos paralelos en el universo Pokémon: el casual y el competitivo. El mundo casual de Pokémon es simplemente tratar de completar la Pokédex, explorar, vivir la historia sin prisa pero sin pausa (bueno, eso ya no lo sé), encariñarse de Pokémon monos, etc.

El mundo competitivo, por otro lado, es casi ningunear la historia y dedicarse a crear los Pokémon perfectos, para explotarlos en el campo de batalla. Las guías de competitivo abundan y en ese mundo todo está (y debe estar) perfectamente medido y calculado. Si algo no es perfecto, se debe descartar, como si fuera una cosa.

Página principal de Smogon, el portal más grande de Pokémon competitivo.

Lo peor es que eso no está simplemente limitado a los combates online. También en algunos modos de combate de Pokémon esa manera de jugar está muy presente: en el caso de Pokémon Negro, el Metro Batalla y el test de combate en Ciudad Mayólica. También hay bastantes objetos dedicados a aumentar variables ocultas de los Pokémon.

Además, en siguientes generaciones han metido cosas, como son la Megaevolución, los movimientos Z o el superentrenamiento, que muy claramente están influenciadas por el mundo competitivo. Parece que en Game Freak están contentos de que haya gente que juegue así o simplemente lo han metido porque los del competitivo lo piden.

También hay una cosa que me ha cabreado bastante: que los equipos campeones se clonen y se regalen al que un sorteo aleatorio le salga de las narices como si se tratasen de camisetas.

No son pocos los sitios donde han sorteado el equipo de Sekiam, campeón del VGC europeo.

La comunidad y la balanza

Viendo y recordando como es la escena competitiva, me acuerdo bastante de lo que decían el Equipo Plasma, tanto en los juegos como en el manga (que me leí bastante más tarde): que la gente manipulaba y explotaba a los Pokémon y que realmente los hacía infelices. Pese a que el Equipo Plasma y Ghechis simplemente querían poder y engañaron a N, este último sí que creía que los Pokémon eran maltratados por los humanos.

Si se habla sólo de lo que se ve en el anime, el manga y la historia principal de los videojuegos, no creo que (casi todos) los Entrenadores de ese universo realmente maltraten a los Pokémon, tal vez en un principio en el manga a las empresas de publicidad con Pokémon se les podría haber acusado de algo, pero el hecho de que uno del Equipo Plasma le diga a una niña que tiene que liberar a su Pokémon me da ganas de pegarle un puñetazo al tipo ese.

En el lado opuesto de la balanza tenemos a Plata, también llamado <insertar nombre que te haga pensar en un gilip****s>. No era más que un imbécil que sólo quería Pokémon fuertes y despreciaba a todo aquel que no tuviera mejores Pokémon que él. El Equipo Plasma se tendría que haber ocupado de darle una buena charla.

Plata y el sabio de la Torre Bellsprout.

Quitando el mal perder y la chulería, los jugadores de competitivo se parecen (para mí) más a Plata que a cualquiera de los otros rivales y personajes de Pokémon. Tal vez por el sistema de combate, buscan la perfección, y quitan de en medio todos los Pokémon que no sean perfectos o no se ajusten a los estándares de batalla.

Además, junto con el coleccionismo que ha caracterizado la saga y el sorteo de equipos Pokémon ganadores (de torneos gordos y cosas así), con el paso del tiempo me ha dado más la impresión de que ciertas cosas que dicen los personajes en los juegos (amistad con los Pokémon y bla bla bla) se quedan en palabras que caen en saco roto. Porque realmente a los jugadores no les importa.

Otra cosa que no mejora para nada el meollo es la comunidad de fans que tiene Pokémon en las redes sociales. Lo que antes era un juego con niños del barrio (época que nunca llegué a vivir) se ha convertido en un tópico usado por los youtubers para ganar fama, y que en redes sociales, entre ciertos círculos, causa peleas y toda la pesca.

Parece que Pokémon ahora es cosa de ‘youtubers’ y sus niños rata…

Tampoco parece que se tenga mucha piedad con los nuevos, porque la gente se pone a echar bilis en cuanto alguien no se sabe de A a Z la tablita de tipos de las narices. Yo a alguien nuevo eso se lo puedo admitir, pero lo de pronunciar mal y hacer chistes de mal gusto con lo de Pokémon ya no lo paso por alto. Simplemente, porque Pokémon ha hecho mella en mí, y no soy capaz de tragarme cierto tipo de humor.

Sinceramente, me duele bastante ver en lo que ha acabado convertido una saga de videojuegos, cuya quinta generación me vio crecer y madurar: de un producto comercial para los niños, para después transformarse en algo que podía marcar a ciertas personas, pero que tiene cierta hipocresía en su sistema de combate y modo competitivo. Finalmente, vuelve a ser un producto comercial, pero al servicio de payasos de internet cuyo único objetivo es estar por encima de los demás.

Cómo no, para mí Pokémon nunca ha sido el juego perfecto (y como si eso existiera…), pero me da lástima ver, además de lo comercial y poco maduro que sigue siendo, sobre todo tras ver un gran cambio en la quinta generación, la comunidad tan espantosa que se está formando en torno a la saga, y empeorará a medida que vaya teniendo más presencia en los móviles, y para una comunidad sana eso es veneno. Ya lo he podido comprobar no pocas veces.

Un nuevo comienzo

Para ser capaz de volver a disfrutar de Pokémon como lo hice con Negro y Blanco, la mentalidad de la saga debe cambiar bastante, sobre todo en el tema de historia. En ese aspecto yo pediría una historia más adulta (que no +18, eso son cosas muy distintas), aunque alcanzable a entendimiento con niños algo más pequeños, distinta a lo que hemos visto hasta ahora (los gimnasios, sus extensiones y cualquier variación están incluidos), y que te haga preguntarte cosas y reflexionar, no sólo sobre el universo Pokémon, sino también sobre tu vida.

Fanart de N y su Zorua.

Para mí el desarrollar una verdadera amistad con los Pokémon (más allá de inflar un número invisible) sería un aspecto clave para disfrutar el juego, y que tras terminar la historia principal, haya mucho más contenido disponible, tanto incluido en el juego como descargable y con posibilidad de ser creado por otros usuarios. Con todos los avances en gráficos, procesadores y todo eso de hoy en día, yo creo que sería muy difícil, pero igualmente posible, crear algo así.

El sistema de combate, en primer lugar, debería cambiar en cuanto a estructura interna para evitar lo que hoy en día pasa con el competitivo, además de modernizarse y agilizarse considerablemente. Un sistema tipo Kingdom Hearts no pegaría ni con cola, pero un sistema tipo BTC (como los Final Fantasy entre el VII y el IX, así como World of Final Fantasy) sería bastante asequible para la identidad de Pokémon.

Finalmente, yo añadiría muchos minijuegos repartidos por las ciudades y los pueblos, y algunos también por rutas (sin olvidar los que también puedes jugar desde la pulserita que te pongas), para tener muchas formas de jugar con tus Pokémon y dejar de pensar en combates por un rato.

Si fuera posible, también vendría bien buscar la forma de evitar que la gente pueda estudiar cómo funcionan los mecanismos del juego de manera interna para tratar de evitar que la gente los explote a su favor, y tire por tierra todo el trabajo de ese sistema de combate.

Y otra cosa que estaría bien: que dejaran de meter Pokémon de una vez, creo que ya son más que suficientes.

Para terminar, quiero dejaros un musical con mi Lucario, AL ESTRELLATO. Puede que justo ahí, al estrellato, nunca lleguemos, pero al menos lo intentamos con ilusión.

Pese a mis errores, creo que algo nuevo es posible. Prometo esperar con paciencia al día en el que podamos empezar una nueva historia. Juntos, así es como forjaremos nuestro futuro y lucharemos contra todo lo que se nos ponga en medio.

Con cariño, el que un día se hizo llamar Paul.

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Kimeki

Ex-YouTuber (pequeño), artista (a tiempo parcial), gamer (que me gustan los vídeojuegos) y, de vez en cuando, un crítico de la sociedad. También hablo EN y FR.