Una Política Nacional de Alimentación para el siglo XXI

Ricardo Salvador
Medium en español
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27 min readOct 7, 2015

Un memorándum para el próximo presidente
Por
Mark Bittman, Michael Pollan, Ricardo Salvador, Olivier De Schutter
Octubre de 2015

«Gracias a la productividad de nuestros agricultores, los Estados Unidos han liderado el mundo de la agricultura durante generaciones. Pero es hora de reconocer que los desafíos que enfrenta nuestro sistema alimentario han cambiado; tenemos que hacer algo más que producir ingentes cantidades de calorías baratas. Muchos de nuestros niños padecen obesidad y diabetes de tipo 2, mientras muchos adultos sufren enfermedades crónicas relacionadas con la dieta, costándonos más de 500 mil millones de dólares al año. Debemos comprometernos no solo a alimentar sino a nutrir a nuestros ciudadanos, especialmente a nuestros hijos. Podemos hacerlo honorando nuestra gran tradición de pequeñas granjas familiares y construyendo un sistema alimentario que trabaje con la naturaleza mientras continúa siendo productivo y rentable. Con este fin, anuncio la creación de un grupo de trabajo que me informe directamente y se encargue del desarrollo de la primera Política Nacional de Alimentación. Esta política se organizará en torno al objetivo primordial de promover la salud — la de nuestros ciudadanos y la del medio ambiente — en cada eslabón de la cadena alimentaria, de la granja al supermercado, a nuestras escuelas, a nuestras mesas e incluso restaurantes. Con el desarrollo de esta política, demostraremos que el sistema alimentario estadounidense puede seguir siendo un modelo a seguir por el resto del mundo».

— El próximo presidente de los Estados Unidos
Un escenario idílico para el Estado de la Nación, el 28 de enero de 2017

La oportunidad

El bienestar actual y futuro de la nación se puede mejorar de forma importante creando una Política Nacional de Alimentación [NFP, de las siglas en inglés: National Food Policy]. Esta política, si se concibe e implementa adecuadamente, dará lugar a una población más sana, una reducción de la hambruna, una mitigación del (y una adaptación al) cambio climático, una disminución del consumo energético, una mejora en la conservación del medio ambiente, a un desarrollo económico del centro urbano y rural, una reducción en la desigualdad socioeconómica, un sistema alimentario más seguro y protegido y a un ahorro en el presupuesto federal, especialmente en el área de sanidad.

¿Cómo podría una innovación única como la NFP cumplir posiblemente con un amplio espectro de nuestros principales desafíos contemporáneos? Porque estas diversas cuestiones actualmente se abordan por partes y, a menudo, con acercamientos contradictorios, aunque sean problemas entrelazados que se pueden abordar mejor mediante una política unificada y coordinada centrada en el denominador común: el sistema alimentario.

La idea misma de un «sistema alimentario» integral es nueva. La próxima administración tiene una oportunidad de innovar y guiar en uno de los mayores problemas de nuestro tiempo, nacional e internacionalmente, demostrando que comprende esta realidad. Las administraciones anteriores no han sabido apreciar los nexos entre la agricultura, la alimentación, la salud pública y el medio ambiente, con el resultado de un sistema alimentario que nunca ha estado correctamente supervisado, administrado o regulado. Esto, a su vez, ha resultado en importantes fracasos de mercado, a los que nosotros llamamos: la crisis de la obesidad, el hambre desmedido, las epidemias de enfermedades crónicas, la burbuja del etanol, la contaminación de las aguas superficiales y la hipoxia, la degradación del suelo, los miedos y las retiradas [de productos] relacionados con la seguridad alimentaria, el declive económico en las zonas rurales, los desiertos alimentarios del centro urbano, la explotación laboral, el aumento de la desigualdad económica y la crisis fiscal federal. Actuando sobre el sistema alimentario es posible conectar todos esos puntos y comenzar a abordarlos de una manera coordinada y eficaz.

La situación a la que nos enfrentamos refleja, en gran parte, las consecuencias no deseadas del último cambio fundamental en las políticas agrícolas, implementadas por el presidente Nixon en los años setenta. En un esfuerzo por combatir el aumento en los precios de los alimentos, el gobierno de Nixon abandonó los controles de suministros y utilizó las herramientas políticas a su disposición para aumentar la producción agrícola subvencionando, y alentando, la industrialización y consolidación de la agricultura de los productos básicos. Este «paradigma productivista» — extremadamente dependiente de la entrada de combustibles fósiles y un pequeño número de cosechas en monocultivo — tuvo éxito produciendo una abundancia de calorías baratas. Esto se logró a un alto coste para la salud de la población, el medio ambiente y la economía rural, que ya no es sostenible.

El sistema alimentario resultante de estas políticas ha creado dependencias económicas y de ruta que complican la reforma, dejándonos con un conjunto de instituciones y medios políticos que son incapaces de hacer frente a los problemas del sistema alimentario — problemas más allá de la alimentación y la agricultura — . Hoy, se necesitan políticas que respondan a la evolución, a la estructura actual y a la función del sistema alimentario contemporáneo. Una NFP coherente debe, por tanto, reemplazar las concepciones, políticas, herramientas e instituciones obsoletas con nuevas ideas y procesos que aborden los desafíos actuales y prevengan que fracasos similares del mercado ocurran en el futuro.

El apoyo público para esta importante iniciativa provendrá de la unión de circunscripciones laborales tradicionales, justicia social, medio ambiente, energías alternativas y sectores de la sanidad pública, con aquellos que forman parte del movimiento alimentario. Las diversas circunscripciones que forman el activismo del sistema alimentario, del campo al plato, están adquiriendo una mayor visibilidad pública y un mayor poder político. Así lo atestigua el éxito de las movilizaciones de grupos como Coalition of Immokalee Workers¹, Food Chain Workers Alliance, Restaurant Opportunities Center, Farm to School, FoodCorps, Real Food Challenge, Partnership for Healthier America, el nuevo foco en la alimentación y la agricultura entre las organizaciones medioambientales de referencia (entre las que se incluyen Natural Resources Defense Council, Environmental Defense Fund, Environmental Working Group y Union of Concerned Scientists), y la gran coalición de organizaciones que ha forzado a Big Food y Big Ag a gastar cerca de cien millones de dólares desde 2012 para evitar demandas que supongan el etiquetado OGM² en sus productos. La NFP podría ser el principio organizativo que impulse este movimiento naciente y su poder político emergente. Un nuevo electorado político se está formando alrededor de los problemas alimentarios. El antiguo «voto agrícola» será superado por el voto de los «buenos alimentos», constituido no solo por jóvenes agricultores, sino también por las personas a las que alimentan, un segmento de la población de rápido crecimiento que ha empezado a votar con sus dólares — y sus votos reales — por un sistema alimentario menos explotador, más saludable y humano³. El liderazgo y la visión del presidente estará acorde a la inversión, y proporcionará a la administración una oportunidad para realizar una acción ejecutiva inconmensurable y dejar un legado histórico.

La agenda

Los Estados Unidos han sido líderes mundiales en la creación y el establecimiento de un sistema alimentario productivo y de gran escala. Por lo tanto, corresponde a EE UU continuar con su papel de líder rectificando las deficiencias de dicho sistema, demostrando cómo remodelarlo para el siglo XXI, para que cumpla con su razón de ser. Esta razón es producir un suministro integro y saludable de alimentos para las personas de todos los niveles socioeconómicos, al tiempo que trata a los humanos y a los animales de forma justa, compasiva y cuida el ecosistema del que dependemos.

En el futuro próximo, las iniciativas para reformar el sistema alimentario tendrán problemas para sobrevivir en un Congreso fuertemente influenciado por intereses agroindustriales⁴. Así, la mejor manera de conseguir la mayoría de los objetivos establecidos aquí se basa en utilizar herramientas existentes, federales y ejecutivas, reestructurando recursos e instituciones existentes y haciendo cumplir la legislación vigente. El objetivo inmediato sería supervisar y coordinar los componentes de la cadena de valor alimentaria para adaptarse mejor a los criterios deseados. El ejecutivo tiene la autoridad y, por lo tanto, la oportunidad para supervisar cada eslabón de la cadena alimentaria.

  • Producción (estándares laborales y del entorno)
  • Procesado y distribución (seguridad alimentaria y libre competencia)
  • Ventas y entregas institucionales (salarios y desigualdad económica)

La sanidad y la salud pública (prevención a través de la educación pública, incentivos médicos y sanitarios — incluyendo incentivos adecuados que fomenten una alimentación sana — y políticas que garanticen la disponibilidad de esos alimentos).

El apoyo público para tan importantes acciones ejecutivas será necesario, y la movilización y organización de este apoyo necesitará dinero. Pero hay filántropos centrados en la alimentación, la salud y los problemas de igualdad⁵; su financiación, junto con el apoyo de los ciudadanos individuales, se dará cuando tengan una visión y una agenda clara alrededor de la alimentación, como la NFP.

La acción

Producción:
Idealmente, nuestras políticas agrarias se alinearán con nuestros objetivos de salud pública, utilizando políticas que fomenten el sistema para producir la clase de alimentos recomendados por los líderes nutricionistas del gobierno, del sector privado y del académico⁶,⁷,⁸. Las políticas gubernamentales y los incentivos actuales recompensan la producción de gran parte de los malos elementos, alentan la producción para el mercado de la exportación, con un gran coste para los recursos naturales y la salud pública del país, y el desarrollo de mercados y sistemas agrícolas internacionalmente⁹,¹⁰. La política debería promover el sistema en favor de una alimentación de calidad en lugar del exceso de calorías. Esta transformación podría conseguirse coordinando la enorme maquinaria federal para llevar a cabo los siguientes pasos:

1. Desarrollar un plan de trabajo¹¹ para «resolarizar» el sistema de producción. Hay muchas partes variables en esta agenda, pero esta idea principal unifica la mayoría de ellas: al tiempo que alejamos la agricultura estadounidense de su pesada alimentación basada en los combustibles fósiles del siglo XX y pasamos a una alimentación basada en la luz solar capturada a través de la fotosíntesis, podemos resolver varios problemas a la vez, incluyendo la mejora de la alimentación estadounidense y la mitigación del cambio climático. El problema, en pocas palabras, es que hemos desarrollado gran parte de nuestros alimentos en vastos monocultivos, que dependen de la aplicación de fertilizantes y pesticidas basados en combustibles fósiles, procesamientos energéticamente intensos y transporte. Estos monocultivos producen más calorías por agricultor, pero solo se mantienen mientras las energías fósiles estén disponibles y sean económicas, y solo porque la sociedad está dispuesta a dejar que esos agricultores externalicen importantes costes medioambientales, socioeconómicos y sanitarios¹²,¹³. También llevan directamente a las dietas de comida rápida basadas en la construcción de bloques de productos básicos, como el maíz (para producir edulcorantes y carnes económicas) y la soja (para producir aceites y carnes económicas). A mayor diversidad en el sistema de producción agrícola, mayor dependencia de la luz solar, gratuita, en lugar de combustibles fósiles y fertilizantes. Una agricultura más diversa ayudaría, al mismo tiempo, a diversificar la alimentación estadounidense y a eliminar ingentes cantidades de carbono del suelo. Relocalizar el sistema alimentario contribuye a este objetivo. Esto reducirá el consumo energético y mejorará la seguridad alimentaria, al tiempo que mejora la calidad de las calorías producidas, ya que cuanto menos cantidad de comida se procesa para la distribución nacional, más fresca y nutritiva es¹⁴. Una política a largo plazo para resolarizar la agricultura de EE UU, promoviendo la diversificación, traerá consigo muchos beneficios que pueden conseguirse de esta forma:

A. Programas de investigación y extensión del Departamento de Agricultura [USDA, por sus siglas en inglés] para investigar, desarrollar, promover y apoyar regionalmente sistemas agrícolas apropiados, regenerativos y diversificados. El potencial de estos sistemas agroecológicos para producir cosechas y beneficios comparables a la, así llamada, agricultura convencional, especialmente frente a sequías y otras disrupciones climáticas, está ahora claramente establecido¹⁵.

B. Apoyar y reorientar el sistema de la Land Grant University para que sirva a circunscripciones, locales y regionales, y a sus necesidades¹⁶. La reducción de la inversión pública ha hecho a estas instituciones mucho más dependientes de la industria, convirtiendo así la inversión pública en un beneficio privado¹⁷,¹⁸. Recientemente, el Consejo Presidencial de Asesores en Ciencia y Tecnología [PCAST, por sus siglas en inglés] propuso hacer frente a este dilema «reequilibrando el porfolio de investigación del Departamento de Agricultura de los EE UU» y creando «institutos de innovación» financiados a través de asociaciones públicas/privadas¹⁹. El PCAST recomendó esta estrategia para superar «las restricciones del Congreso» en financiación, y la captura del sistema de concesiones de tierras por los intereses del sector privado, lo que plantea la pregunta: ¿por qué deberían apropiarse de un sistema público creado para servir al interés común de esta forma?

C. Lanzar una Cuerpo de Agricultores para educar a una nueva generación de «agricultores del sol» y ayudarles a empezar a trabajar la tierra. El gobierno federal debería revertir el curso de la historia y abrazar el objetivo de incrementar el número de agricultores como parte de su empuje hacia el pleno empleo. Ninguna generación joven de agricultures nacerá en las condiciones actuales; mientras que el agricultor estadounidense tenía 50 años en 1982, en 2012 tenía 58²⁰.

2. Fomentar y promover la reintegración de los animales en las granjas, poniendo fin a los subsidios federales y la indulgencia reguladora para las operaciones de alimentación de animales confinados [CAFOs, por sus siglas en inglés]. Estas operaciones deben ser reconocidas y reguladas como las fábricas que son, con las mismas normativas, reglamentos y sanciones aplicadas a otras industrias que emiten productos nocivos. Esto se puede hacer mediante la aplicación de las leyes ambientales existentes²¹, y requiriendo el tratamiento de residuos (y parando el uso de fondos EQIP²² para subsidiar esta externalidad negativa). El ensayista Wendell Berry, honrado recientemente por el presidente Obama con la Medalla Nacional de Humanidades²³, ha expresado mejor la lógica de esta medida: «Al criar animales y plantas en una misma granja, no se produce un excedente inmanejable de estiércol, que se desperdicie y contamine el suministro de agua, ni se depende de tales cantidades de fertilizante comercial. El ingenio de los expertos agrícolas estadounidenses está bien claro aquí: pueden tomar una solución para dividirla claramente en dos problemas²⁴».

3. Eliminar el uso no medicinal rutinario de antibióticos en la agricultura animal. La autoridad competente corresponde a la Administración de Alimentos y Drogas [FDA, por sus siglas en inglés]. La ciencia apoya el imperativo de esta medida para preservar la efectividad de los antibióticos en la medicina humana y para frenar la propagación de las «superbacterias» responsables de la SARM²⁵ y otras infecciones resistentes a los antibióticos. La experiencia de la Unión Europea demuestra que esto es posible sin comprometer la productividad. (Además, menores CAFOs significarían menores antibióticos en la producción animal y viceversa²⁶). La FDA debería anunciar inmediatamente que comenzará a regular los antibióticos animales; queda claro que actualmente sus recomendaciones no han tenido ningún efecto apreciable²⁷.

4. Apoyar a la Agencia de Protección del Medio Ambiente [EPA, por sus siglas en inglés] en su reciente replanteamiento²⁸ de la Norma de Combustibles Renovables²⁹ (el «mandato del etanol»). El mandato tenía la intención, originalmente, de apoyar la transición a los biocombustibles celulósicos sostenibles. Sin embargo, desde su implementación hace una década, este subsidio federal a los productores de maíz sólo ha afianzado el dominio del maíz en el medio oeste. Superpuesto sobre los seguros de las cosechas y otros subsidios directos y ocultos, la Norma de Combustibles Renovables ha generado un biocombustible tan empapado de insumos de combustibles fósiles que sus modestos beneficios energéticos apenas cubren el daño ambiental y social causado por los intensos monocultivos de maíz: la consolidación y el aumento del tamaño de las explotaciones, el desplazamiento de los agricultores a través de la creación de barreras en la entrada a la agricultura, y el aumento del precio de las tierras de cultivo, la mayor unión de los mercados alimentario y energético — por lo que la volatilidad del precio del petróleo crea el caos en los mercados de productos básicos agrícolas — . Si los biocombustibles deben ser totalmente apoyados, dicho apoyo debe reservarse para los biocombustibles celulósicos sostenibles, en particular para aquellos creados a partir de hierbas perennes que reduzcan la dependencia de los combustibles fósiles mientras juegan un papel complementario en sistemas agrícolas más modernos, diversos y multifuncionales³⁰.

5. Promover una mayor producción de alimentos reales, especialmente frutas y verduras de temporada para mercados regionales, proporcionando acceso equitativo a créditos agrícolas y garantías de préstamos para todos los agricultores, en especial a los jóvenes, principiantes y a agricultores orgánicos que, históricamente, se han encontrado con barreras para el acceso a los programas gubernamentales. Estas medidas crearían, como mínimo, 189.000 nuevos empleos en los sistemas alimentarios locales y 9,5 mil millones en ingresos por alimentos sanos³¹.

6. Tomar una postura firme para reformar los subsidios agrícolas en la próxima Ley Agrícola, y garantizar que la inversión pública apoye a los agricultores principiantes y a aquellos que producen alimentos reales mediante prácticas sostenibles³². La política actual premia, perversamente, a agricultores que no han practicado una agricultura de conservación, a diferencia de aquellos que lo hacen; y apoya, de forma descarada, los monocultivos a gran escala, exactamente lo contrario de lo que necesitamos promover³³,³⁴.

7. El presidente debería trabajar con el Congreso y todos los organismos pertinentes para financiar plenamente e implementar programas que fomenten la agricultura diversificada, premiando la producción de alimentos y la diversificación en lugar de los monocultivos industriales y de exportación; servicios ecológicos (incluyendo la eliminación del carbono) en lugar de la sobreproducción; y la calidad en lugar de la cantidad de producción³⁵.

8. Para cerrar el ciclo de nutrientes a escala, hacer obligatorio el compostaje de alimentos y desechos del campo, a nivel municipal e institucional, y dar el abono a los agricultores y ganaderos.

9. Asegurar que los salarios de los trabajadores agrícolas son justos y suficientes para permitir a los trabajadores que cosechan, procesan, preparan y sirven nuestros alimentos, tener acceso a los alimentos que han ayudado a producir y entregar.

10. En general, preservar y mejorar la red de seguridad social, para que estos salarios y beneficios más justos para los trabajadores en todos los sectores económicos aumenten el bienestar y la estabilidad económica entre los más desfavorecidos. Esto reducirá el hambre en la mayor economía del mundo, donde actualmente 49 millones de ciudadanos (uno de cada seis) no tienen su alimentación garantizada³⁶, y debería ser una parte importante del compromiso de cualquier Presidente que luche contra la desigualdad económica³⁷.

El mercado:

1. Hacer cumplir las leyes antimonopolio actuales para restaurar la competencia en los mercados de alimentos en todos los niveles: semillas, comercio de granos, alimentación animal, empacado de carne y supermercados³⁸. Este problema es tan bien conocido que en 2010, la División de Antimonopolio del Departamento de Justicia, junto con el USDA, realizó cinco talleres públicos sobre cómo la concentración en la industria alimentaria estaba haciendo daño tanto a los proveedores como a los consumidores. Sin embargo, más allá de un informe, nada surgió de esas sesiones. La parte media de la cadena (procesado y marketing), parece que aún mantiene un veto de poder en cualquier reforma de la cadena alimentaria que aborde la cuestión de la capacidad de negociación, con los dos extremos afectados negativamente (cultivo y alimentación)³⁹.

2. Establecer una reserva federal de grano, modelada sobre la Reserva Estratégica de Petróleo, para amortiguar oscilaciones destructivas en los precios de los productos básicos⁴⁰. La volatilidad del precio en los mercados agrícolas se ha incrementado significativamente en los últimos años, en parte como resultado de la especulación financiera (el excesivo peso de los derivados que dan forma a los precios en los mercados al contado), y, en parte, por la fusión entre los mercados alimentario y energético: ya que las unidades de producción de tamaño pequeño son las menos capaces de hacer frente a estos cambios de precios, esta es una amenaza más para la supervivencia de las pequeñas explotaciones y de los mercados locales en los que venden sus productos.

3. Proporcionar subvenciones a pueblos y ciudades para desarrollar, a lo largo del año, mercados agrícolas interiores y exteriores, especialmente en vecindarios urbanos desatendidos, bajo un Programa de Promoción de Mercados Agrícolas mejorado⁴¹. Esto llevará agricultores y alimentos reales a las ciudades, revitalizará las zonas rurales y las economías urbanas (restaurantes y otros negocios que surgen alrededor de los mercados agrícolas) y se convertiría en una de los legados en obras públicas distintivo de cualquier administración presidencial.

4. Junto con las prescripciones y los programas administrados por hospitales que buscan cumplir con el mandato de la Ley de Sanidad Asequible para priorizar los tratamientos preventivos⁴², distribuir cupones del mercado agrícola para frutas y vegetales saludables y carne magra a Mujeres, recién nacidos y niños (WIC, por sus siglas en inglés⁴³), y a los beneficiarios de los cupones de alimentos (SNAP⁴⁴). Esto mejorará el acceso a alimentos saludables y la alimentación de los beneficiarios mientras se conduce el crecimiento de la economía agrícola regional⁴⁵. La desconexión entre la alimentación y la salud es una disfunción crítica a la que es objetivo de la Ley de Sanidad Asequible, y que ha sido descrita explícitamente por Wendell Berry: «Las personas son alimentadas por la industria alimentaria, a la que no le importa la salud, y son sanadas por la industria sanitaria, a la que no le importa la alimentación⁴⁶».

5. Incrementar los objetivos y la efectividad del programa SNAP mediante la reforma del sistema de modo que sus subvenciones estén dirigidas hacia la compra y el consumo de alimentos saludables, en harmonía con las recomendaciones de las autoridades destacadas de sanidad (cf., nota al pie 6), protegiendo así contra el hambre y la obesidad⁴⁷.

6. Dirigir al USDA en el apoyo a los mataderos regionales y las instalaciones de procesamiento de carne. Establecer un cuerpo de inspección local de carne para promover la creciente producción de carne local. La posición dominante de los «cuatro grandes» empacadores de carne (Tyson, Cargill, JBS y National Beef), quienes acaparan juntos dos tercios de los mercados⁴⁸, solo puede abordarse mediante la descentralización de las instalaciones de procesamiento: esto fortalecerá también la posición de negociación de los agricultores de cerdos, ganado y aves de corral.

7. Hacer cumplir las normativas de seguridad laborales actuales en todo el sistema alimentario. Dar a la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional los recursos que necesita para proteger a los trabajadores de los alimentos, desde el campo hasta la fábrica.

8. Exigir que la contratación federal de alimentos (en militares, parques nacionales, escuelas, prisiones, etcétera) favorezca la compra de alimentos de productores regionales. Seguir el patrón del exitoso trabajo de la National Farm to School Network⁴⁹ y la School Food Focus⁵⁰, organizaciones que han creado modelos de negocio efectivos para conectar el suministro regional con la demanda institucional de alimentos saludables.

9. Crear una definición federal del buen alimento, basada en la salud y la nutrición y aplicarla a todos los programas nutricionales federales. Fomentar que los estados lo adopten aplicando impuestos en las ventas⁵¹. Lo que México ha hecho con cierto éxito⁵² — aumentar los impuestos sobre el valor añadido a las bebidas gaseosas azucaradas para desalentar el consumo — puede lograrse en una mayor escala en los EE UU.

La cultura alimentaria:
En muchos sentidos, la familia Obama ha dado un ejemplo que la próxima presidencia podría emular. Lo hizo mediante el establecimiento de la primera huerta en los terrenos de la Casa Blanca desde la administración de F. D. Roosevelt, modelando una alimentación saludable y elevando y promocionando mercados agrícolas locales. Estableció programas tales como Let’s Move⁵³ y Partnership for a Healthier America⁵⁴. Promovió reformas en los principales programas de bienestar social, como la Ley de Nutrición Infantil⁵⁵, instauró el Grupo de trabajo contra la Obsesidad Infantil⁵⁶ y este desafió a la Grocery Manufacturers Association a producir y publicitar alimentos saludables en la búsqueda de sus propios intereses económicos⁵⁷. Reformó el sistema sanitario junto a los principios de prevención mediante la Ley de Sanidad Asequible. Esta plataforma proporciona una base sólida para que el próximo presidente desarrolle la demostración que la administración Obama realizó sobre la importancia de la alimentación, la salud, la igualdad y la sostenibilidad. Esto puede lograrse con medidas como las siguientes:

1. El presidente Kennedy consiguió que la educación física fuera aceptada como parte del currículo escolar; el próximo presidente debería hacer lo mismo con la «educación comestible». Construir jardines en escuelas, siguiendo el patrón marcado por el jardín de la Casa Blanca y programas como Edible Schoolyard, que pueden ser usados para infundir la alimentación y la salud en todo el currículo. Introducir lecciones de cocina en las escuelas, incluyendo libros con platos vegetarianos, dirigidos explícitamente a niños y niñas. Potenciar la Ley de Nutrición Infantil y así aumentar el gasto en los almuerzos a 1 dólar por alumno al día para suscribir los alimentos saludables y de cultivo sostenible, una porción importante de los cuales deberían ser comprados localmente (un modelo implementado con éxito por la provincia de Ontario en 2013⁵⁸). Reconstruir cafeterías, muchas de las cuales disponen únicamente de comida procesada en microondas, mediante programas de financiación para mejorar las áreas de cocina y comedor⁵⁹. Incrementar la financiación del USDA para subvenciones competitivas con el objetivo de construir cadenas de valor, de la granja a las cafeterías⁶⁰; elevar el umbral de elegibilidad para las comidas escolares gratuitas o reducidas al 200 % de la tasa de pobreza⁶¹.

2. Apoyar la expansión del exitoso programa FoodCorps⁶², establecido por una subvención AmeriCorps e igualado por financiación altruista, colocando a graduados universitarios en las escuelas para que apoyen los esfuerzos de los profesores para incluir los alimentos en los planes de estudio y la promoción de la salud a través de programas tales como los huertos escolares y alimentos más saludables en la cafetería. Perdonar préstamos de estudiantes federales a cambio de dos años de servicio en el programa, y proveer una vía para la institucionalización del programa en escuelas y dentro del Departamento de Agricultura.

3. Apoyar el floreciente mercado de la salud, la igualdad y la sostenibilidad en la alimentación, proporcionando la máxima transparencia en el etiquetado de los alimentos. Que sea sencillo determinar qué comida es saludable, justa y sostenible a través de nuevas etiquetas que transmitan lo que sabemos que es importante sobre nuestros alimentos⁶³.

4. Introducir a la industria de la publicidad en una campaña de servicio público para promover el consumo de vegetales en lugar de comida basura y agua en lugar de refresco, especialmente en el caso de los niños. Nada hará más por reducir la tasa de diabetes de tipo 2 — y el gasto federal para tratarla — que la reducción del consumo de refrescos en los niños⁶⁴. Para evitar que los gustos y preferencias de los menores se formen a través de campañas publicitarias realizadas por compañías alimentarias, gravar la publicidad de comida basura y refrescos, y utilizar los ingresos para financiar campañas públicas sobre alimentación saludable.

5. Asociarse y coordinarse con organizaciones no gubernamentales para desarrollar un compromiso sobre la publicidad dedicada a menores por parte de la industria alimentaria, y luego, a través de Partnership for a Healthier America, destacar y reconocer a aquellas empresas de alimentos que la firmen.

Administración

Esto es obviamente una gran empresa, una que requerirá no solo de voluntad política, sino también de autoridad, coordinación y monitoreo continuo. Muchos de los problemas discutidos aquí son administrativamente intratables ya que el alcance de algunos temas, que necesitan ser tratados en conjunto, se distribuyen en varias jurisdicciones. El establecimiento de una supervisión efectiva que permita la reforma significará la reestructuración de políticas alimentarias y agrícolas; sería ingenuo subestimar el tamaño de dicha tarea.

El Departamento de Agricultura (USDA) es grande y está encargado de objetivos dispares, a menudo contradictorios. Gestiona los programas de subsidios y de promoción comercial que incentivan la producción de materias primas industriales que sustentan la cultura de la comida rápida mundial, la misma cultura a la que se opone, teóricamente, al recomendar la alimentación saludable y administrar el programa SNAP⁶⁵. El USDA debe reconstituirse como una nueva entidad, con un nombre que claramente identifique lo que debe ser su misión principal. (Nosotros proponemos The U.S. Department of Food, Health and Wellbeing [El Departamento de Alimentación, Salud y Bienestar de los EE UU]). Esta medida representaría más que un renombrambiento ceremonial, una reconceptualización del propósito, estructura, programas y operaciones del departamento, lo que implica la eliminación de componentes obsoletos y no alineados, y la recombinación con funciones que actualmente establecidas en agencias separadas, como el HHS, la EPA y el DOE. La lógica y el encuadre para tal reforma gubernamental se puede basar con certeza en la actualización de la agencia, eliminando residuos y declarando la victoria en las misiones completadas.

Por ejemplo: Pudo tener sentido para el USDA administrar los programas de lucha contra el hambre cuando el principal problema de salud era una falta de calorías. Pero ahora que la obesidad es un problema incluso mayor que el hambre en EE UU, la asistencia a la calidad de la nutrición importa tanto como la cantidad, y cuando la financiación del SNAP constituye el 80 % del presupuesto de la Ley Agrícola, la alimentación y la salud deben ser preeminentes en los objetivos, conocimientos, programación y directivas del departamento. Los intereses de la agricultura de producción deberían estar subordinados a los objetivos de nutrición y salud. Estas reformas significativas abarcarían e informarían de las compras institucionales en todas las agencias y programas del gobierno, incluyendo SNAP, WIC y el School Lunch Program. Tampoco son estas reformas triviales: aumentar el consumo nacional de frutas y vegetales para satisfacer las recomendaciones de MyPlate⁶⁶ salvaría más de 100.000 vidas y ahorraría 17 mil millones anuales en costes de sanidad, solo relacionados con enfermedades cardíacas⁶⁷. Adicionalmente, tales acciones serían más que una administración prudente de la salud, componiendo así gastos públicos más responsables, y, como tales, tienen un amplio apoyo público, no partidista, incluso de los conservadores fiscales⁶⁸.

Un ejemplo en la categoría de declarar victoriosa una misión cumplida es el del Servicio de Agricultura Exterior, que funciona para promover, desarrollar y mantener los mercados de exportación para los mercados agrícolas estadounidenses, utilizando mecanismos como las garantías de créditos para las exportaciones de Estados Unidos junto con las condiciones de créditos favorables para los compradores extranjeros. Esto alinea a la agencia con los intereses del productivismo, y por ello algunas de las empresas más rentables del mundo reciben ayudas públicas para sus modelos de negocio globales. Cuando la producción estadounidense comenzó a superar la demanda interna, esta función podría haber tenido sentido, pero ahora este programa genera una sobreproducción, degrada el medio ambiente y empobrece la salud. Es evidente que este es un caso donde una industria madura puede competir sin ayuda.

Un factor crítico que hace que los programas de subsidios agrícolas sean difíciles de reformar es la alianza de los grupos de productos básicos con el «lobby del hambre», una alianza que una vez sirvió a los intereses de los más desfavorecidos. Pero ya no, como demostró el debate y las negociaciones sobre la Ley Agrícola en 2014, en el que se planteó la posibilidad de eliminar o recortar severamente la financiación del SNAP. Hoy existe un apoyo político mayor hacia los programas de nutrición que para los subsidios de cultivos, un reflejo de la realidad demográfica y democrática en la que hay muchos más ciudadanos no agricultores que pasan hambre que agricultores. Romper la Ley Agrícola puede ser la mejor forma de romper el dominio del lobby agrícola en nuestras políticas alimentarias⁶⁹,⁷⁰. Como un paso inicial para habilitar este cambio necesario hacia unas deliberaciones efectivas sobre las políticas agrarias en el futuro, el presidente debería alentar a la Cámara y a los líderes del Senado a reconstituir sus respectivos «Comités agrícolas» como «Comités de alimentación y salud», con afiliaciones representativas con el conocimiento adecuado y geográficamente diversas, en la lógica irrefutable de que el alcance y el mandato de estos comités es demasiado importante como para dejarlo en manos de un grupo regional con un marcado interés empresarial⁷¹.

Independientemente de que la expansión de la misión del Departamento de Agricultura para hacerse cargo de la alimentación y la salud sea políticamente factible, el próximo Presidente debería nombrar un Asesor Nacional en Políticas Alimentarias, encargado de:

  • Coordinar las políticas alimentarias entre todos los departamentos del gobierno⁷² para asegurarse de que las políticas agrícolas no socavan (y en su lugar apoyan) la salud pública, la energía, el cambio climático y nuestros objetivos profesos en política exterior para ayudar a los países con bajos ingresos a alimentarse por sí mismos.
  • Trabajar para racionalizar nuestro peligrosamente fragmentado sistema de seguridad alimentaria, ahora divido en diferentes departamentos.
  • Trabajar por incorporar la agricultura en las políticas relacionadas con el cambio climático, recompensando a las agricultores que eliminan el carbono y tratando las fabricas de animales que contribuyen al cambio climático igual que cualquier otra industria contaminante.
  • Presionar en el Congreso por las políticas y reformas necesarias (por ejemplo: el cumplimiento de la conservación, la Ley de Nutrición Infantil, la reestructuración de comités, etcétera)

En resumen

El gobierno de Estados Unidos nunca antes ha tenido una política nacional de alimentación, mucho menos una que busque el más alto nivel para alinear las políticas agrícolas federales con los objetivos de salud pública y medio ambiente. De ser el próximo presidente quien inaugure tales políticas, mediante una acción ejecutiva establezca los mecanismos para su implementación, el potencial aumentaría dramáticamente para impulsar cambios a largo plazo en tres notables cuestiones de nuestros días: la sanidad, el cambio climático y la igualdad económica. El progreso constante en estas tres áreas se limitará, a no ser que se avance en el tratamiento de una cuarta cuestión, aparentemente menos relevante: la salud, la sostenibilidad y igualdad del sistema alimentario.

La Política Nacional de Alimentación, por tanto, no trata únicamente sobre la alimentación. Es sobre salud, es sobre paisajes rurales, sobre el medio ambiente, sobre la educación y sobre la pobreza. También es, en última instancia, sobre si la democracia puedes responder, sobre nuestra habilidad para alejarnos del camino de las políticas dependientes en las que estamos atrapados desde la década de 1970. Los problemas han cambiado desde entonces: el cambio de las políticas para cumplir los nuevos desafíos a los que nos enfrentamos está aún por verse.

Lee la sección anterior:
Por qué necesitamos una Política Nacional de Alimentación

Anexo 1: Modelos de políticas alimentarias exitosos

El presidente puede señalar una serie de ejemplos funcionales de programas municipales y regionales con éxito, con un modelo de negocio robusto sobre el que los programas federales pueden ser modelados:

El compromiso por la buena comida de la ciudad de Los Angeles⁷³.

La carta de la buena comida del estado de Michigan⁷⁴.

El fondo de financiación de alimentos frescos del estado de Pennsylvania⁷⁵ (posible en parte por la Ley de Recuperación y Reinversión Americana⁷⁶).

El Centro para Sistemas Alimentarios Medioambientales del estado del Norte de Carolina⁷⁷, que ha generado conocimiento, negocios y trabajos para abastecer la demanda del estado y la capacidad de producción.

1. Reconocido por el Presidente Obama como «una de las grandes causas de los derechos humanos en nuestro tiempo»

2. Organismo modificado genéticamente

3. Gould, D. 2013. “Food Trends Get Technical, Sustainable and Healthy”, 28 Dec 2012, Forbes

4. Gilens, M., & Page, B. I. (2014). Testing Theories of American Politics: Elites, Interest Groups, and Average Citizens. Perspectives on Politics, 12(3), 564–581. doi:10.1017/S1537592714001595

5. Sustainable Agriculture and Food Systems Funders; Grantmakers in Health; Global Alliance on the Future of Food

6. Servicio de Alimentación y Nutrición (Departamento de Agricultura), Oficina de Prevención de Enfermedades y Promoción de la Salud (Departamento de Salud y Servicios Humanos), Instituto de Medicina (Academias Nacionales), División de Nutrición, Actividad Física y Obesidad (Centros de Control de Enfermedades), Prevención y Estrategia de Alimentación Saludable Nacional (Oficina del Cirujano General), Fuente de Nutrición (Harvard School of Public Health)

7.The Healthy Farmland Diet”, Union of Concerned Scientists

8. Economics Research Service (Department of Agriculture), Americans’ at-home food spending out of sync with dietary recommendations

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10.Toward Healthy Food and Farms,” Union of Concerned Scientists

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12. Godfrey, H. C. J. et al. “The Future of the Global Food System,” Philosophical Transactions of the Royal Society, August 16, 2010

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14. Pollan, M. Unhappy Meals, 28 Jan 2007. The New York Times Magazine

15. De Schutter, Olivier. Agroecology and the Right to Food, December 2010

16.Kellogg Commission on the Future of State and Land-Grant Universities

17. Rausser, G., Simon, L., & Stevens, R. (2008). Public vs. Private Good Research at Land-Grant Universities. Journal of Agricultural & Food Industrial Organization, 6(2)

18. Pardey, P. G., J. M. Alston and C. Chan-Kang. “Public Food and Agricultural Research in the United States: The Rise and Decline of Public Investments, and Policies for Renewal,” AGree, April 2013

19. President’s Council of Advisors on Science and Technology, Report to the President on Agricultural Preparedness and The Agriculture Research Enterprise, Dec. 2012

20. Farm Demographics

21. Ley del Agua Limpia, Enmiendas a la Ley del Aire Limpio, Respuesta Ambiental Integral, Compensación y Ley de Responsabilidad

22. Programa de Incentivos por Calidad Medioambiental, Servicio de Conservación de Recursos Naturales, Departamento de Agricultura

23. National Medal of Arts and National Humanities Medal Ceremony, The White House, March 2, 2011

24. The Unsettling of America: Culture & Agriculture (1996), p. 62

25. Staphylococcus aureus resistente a la meticilina

26. Kennedy, D. 2013. Science 342:777

27. Bittman, M. The FDA’s Not-Really-Such-Good-News. Opinionator, The New York Times, December 17, 2013

28.Renewable Fuels: Regulation and Standards,” EPA

29. Renewable Fuel Standard

30. Smart Bioenergy, Union of Concerned Scientists

31.Plant the Plate,” Union of Concerned Scientists

32.2014 Farm Bill Drill Down: Conservation — Crop Insurance Linkages,” National Sustainable Agriculture Coalition

33. Taxpayers for Common Sense, Senate’s New Way to Lock in Unlimited Farm Subsidies, July 4, 2012

34.The Farm Bill Still Gives Wads of Cash to Agribusiness. It’s Just Sneakier About it,” New Republic, Feb 4, 2014

35.The Case for Ending Crop Subsidies,” Environmental Working Group

36. Food Security, Key Statistics and Graphics, Economics Research Service

37.Remarks by the President on Economic Mobility,” The White House

38. Ikerd, J. “Corporitization of Agricultural Policy.” Small Farm Today, 2010

39. Our 21st Century Economy, US Department of Justice

40. Ray, D. “Producers Leery of Grain Reserve: The Concept or the Implementation?” University of Tennessee Agricultural Policy Analysis Center

41. Agricultural Marketing Service, US Department of Agriculture

42.Hospitals may be markets for healthier food to satisfy Obamacare,” Fresh Advantage

43. Women, Infants and Children Program

44. Supplemental Nutrition Assistance Program

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46. Berry, W. “Sales Resistance for Beginners,” IN: Sex, Economy, Freedom and Community, 1994

47. The Hamilton Project/Brookings Institution, Strengthening SNAP for a More Food-Secure, Healthy America. Policy Brief 2013–6

48. The Big Four Meatpackers, High Country News

49. Farm to School,

50. School Food Focus

51. De Schutter, Olivier. The Right to an Adequate Diet: The Agriculture-Food-Health Nexus, 2012

52. Reducción en el consumo de bebidas, Instituto Nacional de Salud Pública

53. Let’s Move

54. A Healthier America

55. History of National School Lunch Program, US Department of Agriculture

56. Solving the Problem of Childhood Obesity Within a Generation, Let’s Move, May 2010

57.Remarks by the First Lady at a Grocery Manufacturers Association Conference,” March 16, 2010

58. Legislative Assembly of Ontario, Bill 36, Local Food Act

59. Robert Wood Johnson Foundation, Pew Charitable Trusts, Serving Healthy School Meals, U.S. Schools Need Updated Kitchen Equipment, Dec 2013

60. Food and Nutrition Service (Department of Agriculture), Farm to School Program

61. Assistant Secretary for Planning and Evaluation (Department of Health and Human Services), 2013 Poverty Guidelines. One Version of the [U.S.] Federal Poverty Measure

62. Food Corps

63. Bittman, M. “My Dream Food Label,” Opinionator, The New York Times, October 13, 2012

64. DeBoer, M. et al. 2013. Sugar-Sweetened Beverages and Weight Gain in 2- to 5-Year-Old Children, Pediatrics 132(3)

65. Supplemental Nutrition Assistance Program

66. MyPlate, USDA FNS

67. The $11 Trillion Reward,” Union of Concerned Scientists

68. Bittman, M. “$11 Trillion Reasons,” Opinionator, August 6, 2013, The New York Times

69. Junto al público estadounidense, apoyamos a los agricultores y sus intereses. Lamentablemente, no es a esas personas y sus intereses los que son atendidos por es grupo llamado cínicamente «lobby agrícola». «Farm lobbyists strike back against push to split House farm bill», The Hill

70. Shearn, I. “Whose Side is the American Farm Bureau On?” The Nation, July 6, 2012

71. Bellemare, Marc F., and Nicholas Carnes (2015). “Why Do Members of Congress Support Agricultural Protection?,” Food Policy 50: 20–34

72. Construido sobre el precedente establecido por el Chilhood Obesity Task Force del Presidente, que planteó en 2010 un plan de acción concreto con 5 objetivos y unió a 7 oficinas ejecutivas para trabajar en coordinación.

73. Good Food LA

74. Michigan Food

75. Pennsylvania Fresh Food Financing

76. ARRA, Federal Funds Information for States

77. Center for Environmental Farming Systems

Fotografías de Elizabeth Renstrom

Este otoño, Medium explora el futuro de la alimentación y lo que esto significa para todos nosotros. Para estar al día y participar en el debate, puedes seguir Future of Food.

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Ricardo Salvador
Medium en español

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