Lo obvio y lo no tanto: Ferias.uy y el lugar de un periodista en un proyecto social

En las últimas tres semanas colaboré con un grupo de personas a las que sólo conocí por Zoom para ayudar a los feriantes de mi barrio. Estas son las cosas que aprendí en el proceso y las que creo que pueden aplicarse en cualquier lugar y con cualquier comunidad.

Sebastián Auyanet
Fe De Erratas
9 min readApr 12, 2020

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Una feria barrial en Montevideo. Foto de la Intendencia de Montevideo procesada con la herramienta Prisma por Sebastián Auyanet.

En las casi 4 semanas que llevo de autoaislamiento en casa con mi familia, tuve como pocas veces la chance de revisar una tautología: el consumo de malas noticias empuja al desánimo, la depresión y la ansiedad. La ‘fiebre de cabina’ de la que en estos días habla Stephen King –el autor de Apocalipsis– se traduce en una pulsión por buscar la buena noticia que, a la vuelta de la esquina, nos espera para avisarnos que el COVID-19 encontró su talón de aquiles. Que en los próximos meses volveremos, de a poco, a recuperar parte de nuestra vida social perdida.

O por lo menos eso fue lo que sentí y más o menos lo que escribí en una libreta durante la primera semana de encierro. Consumir con frenesí el trabajo que algunos de mis colegas locales y otros tantos en el resto del mundo están haciendo –esperar la última cifra, la conferencia de prensa– se comenzó a mezclar con la cacofonía de conversaciones, correos, mensajes directos y whatsapps que volvían a mencionar esas informaciones, teorías de la conspiración y reportes de crisis donde (aún) no la hay. En mi cabeza, todo comenzó a convertirse en un pastiche de información con pronósticos sombríos sobre la economía, la política y las relaciones sociales. Sobre todo, en fin.

El nuevo coronavirus que tiene en pausa nuestra actividad y herida –quizás de muerte– a la economía global es un agente no solo viral: su efecto es regional, poblacional, barrial, familiar y personal. Golpea a casi todas las nociones de relacionamiento y deja al borde del precipicio o empuja a componentes del tejido social que quizá no tenemos en el radar todo el tiempo, pero que están mucho más cerca de nosotros de lo que pensamos. Hace cuatro semanas, me puse a pensar en qué podía hacer desde casa para por lo menos reaccionar contra toda esa porquería.

En 2017, hice una Maestría en Periodismo Social en la Craig Newmark School of Journalism de Nueva York. Este enfoque intenta colocar el aspecto más puro y comunitario de una sociedad –la conversación– más temprano dentro del ciclo periodístico para poder informarlo mejor sobre las necesidades reales de información a proveer. Conversar con las personas a las que se quiere servir podría –mejor dicho, debería– redundar en información que permita tomar mejores decisiones a quienes intentamos servir. Parece obvio, pero no se hace a menudo porque no hay tiempo. Pero pensar de un modo más ‘participativo’ el acto de la transmisión de la información obliga a ir a preguntar antes de definir sobre qué hay que informar. Eso hice hace unas tres semanas, cuando comencé a pensar en qué sucedería con los feriantes que llegan una vez por semana a la calle donde vivo.

Todos los jueves, llueva o truene, la feria de mi barrio sucede. En concreto, tengo dos proveedoras de alimentos: Ana y Cecilia. Ana sabe cuál es la mejor fruta y verdura que tengo que llevarme a casa. Cecilia no solo tiene los quesos y frutos secos que necesito; también tiene siempre una atención con mi hijo de 5 años: una bolsita de cereales, unos chocolates, algo. A los pocos días conversé con ellas y la situación no se veía bien: la merma en las ventas y la capacidad de los proveedores, sumadas a la posibilidad de una cuarentena obligatoria, las dejaban a ambas casi sin red de contención financiera. La cuarentena por decreto no llegó a Uruguay aún, pero así la merma en los desplazamientos: Google reportó días atrás que el ritmo de la ciudad en cuanto a circulación por tiendas y negocios decreció en un 71%, con un 79% de descenso en la circulación por espacios públicos. Como las ferias.

La primera pregunta que me hice fue si podía hacer algo más por ellas que seguirles comprando todas las semanas. Podía pedirles por whatsapp y coordinar la entrega de la compra para que ni mi familia ni yo tengamos que salir y exponernos –y exponer– a los trabajadores y arriesgados clientes a un contagio, ese era un paso obvio, pero no suficiente para ellas y sus colegas. La realidad era digna de contarse en una nota, porque ir a la feria es una actividad casi automática de cientos de miles de uruguayos en todo el país desde mucho antes de que naciéramos. Pero la pregunta que me hago desde 2017 es si lo que estas personas necesitan es un artículo ouna historia en video. ¿Podemos hacer algo más? ¿Puede un periodista hacer algo más?

Yo no tengo nunca muy claro qué se puede hacer, así que hice lo más obvio que suelo hacer. Un tuit. O más bien, varios:

A menos que sean reflexiones bombásticas sobre mis equipos de fútbol, las cosas que escribo en Twitter no suelen generar demasiada tracción. Sin embargo, varios amigos, ‘conocidos’ en esa red y otros hasta entonces desconocidos me contestaron contándome qué idea o producto tenían en proceso o en mente y sobre todo, qué cosas les habían dicho sus feriantes. De entre todos ellos, armé una mini-convocatoria a pensar con algunos de ellos (en este tuit falta Martín Manzo):

A las tres horas, estábamos todos en una llamada de zoom para conversar y ver qué se podía hacer. Teníamos tres desarrolladores, un experto en pagos digitales y una consultora, todos comprometidos de forma voluntaria con ofrecer una solución. A la semana nació Ferias.uy, un portal que ofrece algo simple: que puedas conectarte vía whatsapp con él o los feriantes de tu barrio. Para acceder, cada feriante envía sus datos, su número de whatsapp y una foto o varias de su puesto. En primera instancia, el proyecto ayuda a que estas personas no pierdan su base de clientes ahora que los compradores de a pie son menos. También debería ser una solución veloz para que la población de riesgo no tenga que bajar a la feria semanal para proveerse de alimentos y otros bienes.

En tres pasos, el actual portal Ferias.uy desarrollado por Hey! Mozo y Martín Introini.

Ni bien salió y lo comenzamos a difundir, Ferias.uy obtuvo un buen interés mediático a nivel nacional y cada vez más feriantes comenzaron a inscribirse. Velozmente, algunas empresas aterrizaron en el proyecto, que desde esta semana tomó otros destinos a cargo de un par de integrantes de ese núcleo fundacional que tuve el honor de convocar y conformar.

El ensayo de trabajar en la conceptualización de ese espacio me permitió corroborar una serie de cosas con las que voy a cerrar este artículo.

1- En general, las soluciones que pensamos para otras personas –de información o de cualquier otra índole– son más ajustadas a esas personas si les preguntamos primero qué necesitan (¡eureka!).

2- Un periodista debería estar especialmente preparado para encontrar estas necesidades en las comunidades, aunque a estas habilidades en general las usamos más para trabajar nuestras relaciones con fuentes de información (políticas, especializadas, etcétera) para temas y asuntos puntuales.

3- Un artículo o un video o una serie de ellos son en general procesos con principio y final. Es difícil proveer un servicio duradero a través de eso. La solución de información puede quizás estar en la tecnología –en este caso, el resultado fue una web– si eso ayuda a que haya luego alguna acción más tangible –en este caso, una compra.

4- Un periodista puede reconocer necesidades y dificultades y ser un conector. Tender puentes entre expertos que luego llevarán a cargo un proyecto no es una tarea menor. Es cierto que luego tienen que dejarte hacerlo; buena suerte con convencerlos en una era en la que algunos periodistas y/o sus empleadores ni siquiera tienen muy clara su utilidad, por no hablar de los comunicadores que se identifican como tales. Esl no es fácil, estoy hablando de posibilidades y esperanzas. Mi punto es que no siempre el trabajo tiene que tenernos a nosotros en el centro de todo, sino más bien al contrario.

Pero también hay cosas que no pude aplicar en este proceso pero sí en otros (como mi trabajo con personas sin acceso a aires acondicionados durante olas de calor en Nueva York en 2017) y que creo que podrían funcionar, especialmente en estos casos:

1- Un periodista tiene capacidades desarrolladas para jerarquizar y presentar de forma atractiva una pieza de información. Esto no cambia si tenemos que trabajar por fuera de los formatos clásicos y es, de hecho, una gran oportunidad a aprovechar.

2- Ofrecer esa información de forma adecuada también puede ser un servicio. Sí, ya sé que hacer periodismo es en principio un servicio público per sé (aunque hay muchísimos ejemplos de esto que son discutibles, en Uruguay y el mundo), pero estoy convencido de que se puede ir más allá. Por ejemplo, en muchos casos, no todos los feriantes tienen muy claro cómo moverse en un mundo digital, tampoco todos los clientes están acostumbrados a la compra online. La actual crisis impone que es esencial que esas habilidades se aprendan, no hay vuelta. Ahí podemos dar una mano, por ejemplo. Una de las pocas cosas que hice ni bien salió Ferias.uy fue redactar un mensaje con 4 claves para que cada feriante tenga una mejor presentación y dinámica con sus clientes vía whatsapp.

3- Establecer un marco de relacionamiento, comunicarlo de forma efectiva y hacerlo cumplir: en el arranque de Ferias.uy definimos que íbamos a centrarnos en los proveedores de alimentos y artículos de primera necesidad por la urgencia que esto tenía. A esto lo tienen que tener claro los clientes, pero sobre todo los comerciantes, incluido aquellos a los que no se les puede ofrecer servicio en un primer momento. Eso es solo una pequeñísima parte de las interacciones que se darán a partir de un proyecto como Ferias.uy.

4- Y finalmente, optimizar para generar confianza: como en todas las comunidades, los vendedores de alimentos y otros artículos en ferias están conectados a otras subcomunidades con las que también hay que relacionarse y a las que uno llega en general desde fuera, sin tener más que algunas creencias y preconceptos. Estas comunidades son orgánicas y funcionan sobre una lógica a la cual hay que adaptarse. Con mi letra espantosa, armé un mapa que seguro es mucho más ampliable de espacios e instancias con las que se puede interactuar:

Sí, es así de espantosa.

En principio, para cada subcomunidad debería haber oportunidades de trabajo e información a proveer para ampliar el proyecto y generar más confianza y conocimiento; sobre esta problemática en particular y sobre otras que vendrán en el futuro para esta comunidad. Por ejemplo: crear una guía para utilizar Ferias.uy para la población de riesgo es una pieza de información; crear otra para proveedores mayoristas será bien diferente. ¿Cómo cambiará el salto a lo digital las relaciones entre estas subcomunidades? ¿Cómo será recibido el servicio y cómo interactuarán con él las autoridades? Hay una gran oportunidad para identificar esas dinámicas y colaborar de distintas formas para que el ecosistema siga funcionando.

Así como espero que Ferias.uy y su equipo tengan éxito en ayudar de verdad y sin especulaciones a la población a la que ahora se dedican, tengo muchísimas ganas de seguir implementando estos esquemas de pensamiento con diferentes espacios y comunidades. En especial si son espacios hiperlocales y capaces de devolver el sentido de pertenencia a una comunidad. Quizás este escenario de aislamiento, paradójicamente, me obliga a mí a conectar de verdad con las personas que tenemos viviendo y trabajando más cerca de nosotros. ¿Qué cosas necesitan tus vecinos, en el sentido más amplio de la palabra? Es un momento más que apropiado para hacerse esa pregunta.

Este proceso puede replicarse para cualquier otro sector de tu comunidad que te venga a la mente. Estoy súper a disposición para ayudar a pensar en estas cosas a quien lo necesite. Escribime nomás.

PD: Muchas gracias al profesor Jeff Jarvis por ofrecer su oído y su consejo en estos días.

Este texto es parte de una mini serie de publicaciones relacionadas a cosas que estoy descubriendo o intentando hacer vinculadas a mi profesión y en medio del aislamiento preventivo para prevenir el contagio del COVID-19. En próximos días voy a escribir sobre otros dos microproyectos que he intentado sacar adelante: una iniciativa de combate a la desinformación para tíos y abuelos y un intento por jerarquizar y dar más visibilidad a las voces expertas en epidemiología, infecciones y pandemias.

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Sebastián Auyanet
Fe De Erratas

Journopublisher en NowThisNews, media consultant. Ocassional professor. MA in Engagement Journalism. Obsessed with bringing people closer to journalism.