El último adiós

Guillermo Peris
Fuga de pensamientos
2 min readJun 18, 2018

Se dieron un último beso en los labios. Realmente nunca se tiene la certeza de que sea el último, pero ellos — con la mochila de relaciones pasadas a sus espaldas — sí que lo sabían; sabían que hay puertas que sólo se abren en un sentido y que, cuando se cierran tras de uno, ya no hay quien pueda abrirlas.

Tras el beso, él se separó de ella dando un paso corto hacia atrás, mientras le sostenía las manos. La miró de arriba a abajo o, más exactamente, la repasó por última vez, como un estudiante justo antes de entrar a un examen, aprehendiendo todos los rincones y matices de su joven cuerpo. Se dio cuenta de que no pasaría mucho tiempo, apenas unos minutos, hasta que echara de menos su mirada, su pelo revuelto, ese gesto con la nariz que le hacía pensar en un conejito.

Ella hizo una breve mueca con sus labios y se dio la vuelta para marcharse para siempre. Para siempre porque, tras una despedida así, los amantes mueren y, si acaso la vida les vuelve a reunir, no son más que una reencarnación incompleta de quienes fueron.

Al salir por la puerta, la brisa agitó su pelo y un trozo de papel cayó al suelo, con un breve planeo, queriendo disfrutar de la levedad del aire. Él se acercó a recogerlo, como un último recuerdo de ella. Era una especie de etiqueta, con el precio tachado y una fecha visible. Se levantó las gafas para enfocar mejor — los años habían agotado su vista— y comprobó que era el día actual.

Muchas relaciones, nada más empezar, ya vienen con una fecha de caducidad. Pero, por miedo al futuro ineludible, por querer vivir el momento o, simplemente, por ignorancia, nunca miramos la etiqueta.

Este relato participa en la convocatoria de @divagacionistas sobre #relatosDespedidas de junio de 2018.

Si os ha gustado os animo a que lo compartáis con quien queráis. Y podéis aplaudir al final del artículo.

--

--

Guillermo Peris
Fuga de pensamientos

Aprendiendo a divulgar ciencia y desmontar pseudociencias. A veces escribo cuentos. Y a veces bailo. Cientifista (eso me dicen).