La luz

pfc 03: La luz. La propuesta

El estudio de lo existente y la primera propuesta

arQtistic
Historia de un proyecto
6 min readNov 24, 2013

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Esta es la tercera parte, la historia empieza aquí.

Los edificios Luz, como he adelantado, resuelven la parcela con un mecanismo muy ensayado por arquitectos como Jacobsen (SAS), que se basa en la recuperación de la escala de la calle en el perímetro de la parcela mediante la construcción de un zócalo, y la disposición de una serie de torres. Se producen, en cambio, ciertas desviaciones respecto a la tipología habitual. En primer lugar el zócalo se eleva una planta, manteniendo toda la planta baja libre para bajos comerciales unidos por un pasaje que discurre por el interior del zócalo (el zócalo se destina a oficinas) y que se ilumina con dos puntos de luz, uno circular y muy potente, y otro con forma de L, algo más comedido. Esos dos puntos de luz se sitúan en aquellos puntos en los que existen bifurcaciones en el pasaje. La linea este-oeste del pasaje se mantiene en su mayor parte recta, y aparecen, saliendo de los patios, otras lineas transversales norte-sur. Esto es interesante, porque mientras que en la planta baja se pone un énfasis especial en la dirección longitudinal que casi podríamos decir que une Gómez Ferrer con Jaime Roig, (y que yo atravesaba casi diariamente para ir a la guardería por las mañanas y con mi abuelo a viveros por las tardes a dar de comer a los patos); en la cubierta ocurre lo contrario, y se pone énfasis en señalar la importancia del vacío existente al norte, que en planta baja es inaccesible, y la luz que proviene del sur. Ambos planos funcionan, de alguna manera, en direcciones ortogonales. En segundo lugar, la posición de las torres no es para nada convencional, porque viene determinada por la situación muy particular de la parcela, asomada al gran vacío urbano del patio del colegio Alemán. Llega a ser tan poco convencional, que en determinado momento algunas torres se colocan en parejas de dos, y se desplazan entre ellas, todo para conseguir el mayor espacio posible de cubierta libre y asomada hacia ese vacío. En tercer lugar, se propone la utilización extensiva de la cubierta, aspecto que nunca llegará a funcionar tal y como estaba previsto.

Estado actual de los Edificios Luz
Posición de las torres y soleamiento
La cubierta de los Edificios Luz

En realidad todo el proyecto se basa en conseguir las mayores vistas desde todas las torres hacia ese espacio abierto, y en conseguir un lugar para que los vecinos disfruten de la ciudad, pero sobre ella, aislados de su ruido. Este lugar encierra unas cualidades inmensas. Esconde una manera de ver la ciudad que no existe en otro lugar, y que permite hacer cualquier cosa.

El Miguelete desde la ventana

Se puede entender rápidamente cuál es el mayor problema de esa cubierta, que no es otro que un soleamiento casi inexistente, que hace que ese lugar tan abierto y desprotegido al viento y al frío (pero protegido de la calle) no se pueda utilizar con facilidad algunos momentos del año. En efecto, la luz llega rota por los edificios, en pedazos o en lajas, desde el sur, efecto que es para mí muy interesante. Si nos fijamos con atención en el emplazamiento, nos daremos cuenta de que a sur hay otro conjunto de torres, resuelto de manera parecida, por los mismos arquitectos. Aunque es un proyecto posterior, no lo he mencionado por formar parte en mi opinión del mismo proyecto. Se resuelve también con un zócalo con la misma dimensión y materialidad, pero las torres son completamente distintas. Mientras que la primera fase resuelve la torre de manera uniforme en su perímetro, sin elementos opacos en la fachada (la envolvente siempre es vidrio); la segunda fase trabaja con otro tipo de elementos, como las terrazas, y abandona también las placas de amianto-cemento. Posiblemente esto se deba a que la segunda fase se enfrenta a una situación completamente distinta, y con las vistas del patio del Alemán cerradas por las torres de la fase 1, decide abrirse con terrazas a sur, y disfrutar de vistas sobre la universidad de Medicina e incluso Blasco Ibañez, acompañadas del sol de mediodía, que las otras torres echan en falta. En ambas fases las torres quedan separadas de la cubierta, manteniéndose siempre una transparencia en todas las direcciones. Esa envolvente de vidrio de la primera fase parece una tontería, hasta que en una esquina de una vivienda que te enseña un vecino muy agradable, descubres enmarcado el “Miguelete”, bañado en oro (por la luz del atardecer). La fase 2, en la que las torres se aprietan al lado norte del zócalo, deja abierta una magnífica cubierta con un soleamiento que en invierno es drásticamente mejor.

Aunque esa cubierta no estaba prevista en el enunciado, mi primera intuición es que hay que unir sin duda ambas cubiertas, para poder aprovechar las virtudes de cada una de ellas. Esa unión se produce en uno de los lugares menos atractivos de toda la manzana, que es el que queda entre los dos zócalos, y que discurre paralelo al pasaje. En estos momentos, la primera parte de ese “paso” está plagada de coches y de entradas a garajes; y la segunda completamente olvidada, con unos pocos comercios (el resto han ido desapareciendo), y una casa de punto de perspectiva (una casa con cubierta a dos aguas de teja, enfoscado blanco, pavimento de mosaico en la entrada, y jardín adyacente). Estaba también muy claro, desde el principio, que había que intervenir en ese lugar, y yo proponía plantar algunos árboles, y dibujar un pequeño equipamiento infantil (un parque), no sólo para los niños de la escuela, sino para todos los que pasaran por allí. Esto me parecía interesante, porque creaba un equipamiento que se cedía a la ciudad, y que además animaba a los niños de la nueva escuela a relacionarse con los niños del resto de escuelas. Como digo, era una primera intuición, que ha ido desarrollándose a lo largo del proyecto.

Y entonces me pregunté, ¿cómo construir en la cubierta a norte, la que proponía el enunciado? La cualidad más importante de la cubierta, enfatizada en el proyecto original, era su transparencia hacia el norte; y la primera respuesta fue: ¿por qué no utilizamos la planta primera, de oficinas, para situar el proyecto (de forma que no perdemos la transparencia), y lo unimos con la cubierta mediante patios?. Eso fue lo que dibujamos para la primera entrega, e introdujimos dentro de nuestro cubo de madera. Dos cubiertas unidas, un intersticio rellenado de verde y de vida, una pieza construida en la cubierta sur (para aprovechar la luz); y unos agujeros en la cubierta norte. Fueron decisiones basadas en un conocimiento muy superficial del proyecto existente, y que luego se reafirmaron o desaparecieron en parte conforme el proyecto avanzaba. Seguramente no fue sólo la transparencia la que me llevó a hacer agujeros, sino también la necesidad de obtener más luz en el zócalo, o la preocupación que me suscitaba cargar más la estructura del edificio construido. Pero lo que yo conté ese día fue lo otro, y lo que no conté fue lo que las semanas siguientes vería de manera evidente; reforzando la idea de agujerear, en lugar de erigir. Las decisiones aparecen así, y luego desaparecen para volver a aparecer, pero por otras razones bien distintas. Creo que en aquel momento volvimos atrás para entender cómo había surgido el conjunto de edificios Luz, y proyectamos una idea hacia el futuro pensando en cómo debería haber sido el edificio. Clara nos dijo que habíamos estudiado el origen de las cosas para pensar qué es lo que tenían que ser, el pasado para diseñar el futuro; y que eso estaba muy bien. En ese momento a los dos nos sentó muy bien.

La propuesta

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Historia de un proyecto

Le gusta el silencio que se esconde entre las notas del piano más dulce, el blanco y negro de la fotografía de época y el cinemascope de las películas antiguas.