maqueta 1/50

pfc 09: Peso. Agua. Frío

El momento de construir

arQtistic
Historia de un proyecto
6 min readNov 24, 2013

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Esta es la novena parte, la historia empieza aquí

A partir de ese momento me tomé las cosas con algo más de calma, por muchas razones. Dediqué algo de tiempo a investigar ciertos temas relacionados con Sota y Breuer, e incluso hice una presentación por petición de un profesor. Escuché a Emilio Tuñón, leí mucho, y dibujé poco. Continué la maqueta 1/50 que tenía a medio terminar. Se puede decir que en 2 meses no hice (casi) nada, y que la información que imprimí para enseñar en clase el día 30 de abril ocupaba únicamente 3 láminas, pero creo que en esas láminas había algo que el proyecto necesitaba, y que aparecía por primera vez tras 2 meses de “descanso” y 2 semanas dibujando.

El 22 de febrero, cuando había enseñado el proyecto por última vez, llevé una caricatura del proyecto. Eran unos dibujos, en planta y en sección, que hablaban de los espacios y su uso; de su relación con la ciudad y con el edificio existente, de la relación de los espacios interiores con la cubierta, e incluso proponían ciertas texturas y materiales, pero de una manera más bien superficial. Una caricatura porque los dibujos trataban de exagerar las virtudes del proyecto para contarlo, pero que se alejaban en muchos casos de la realidad final de esos espacios, porque no era importante en ese momento. No quiere decir eso que no se hubiera pensado ya en cosas sobre la construcción o las instalaciones que he ido explicando en esta memoria desde el principio, pero en realidad estos aspectos no se habían abordado con la suficiente seriedad.

Creo que los dibujos que imprimí para el día 30 (de abril), y que después no enseñé, se comprometían con otros aspectos muy importantes, y daban validez a muchas de las decisiones importantes. Antes había unos huecos por los que entraba luz, y ahora esos huecos tenían una proporción exacta, un material en su perímetro, un pavimento, una protección solar… Todos los paramentos de la escuela iban cogiendo peso, o mejor, iban teniendo en cuenta el peso de los elementos que lo formaban, y cómo ese peso se iba transmitiendo de unos lugares a otros hasta llegar a la estructura existente. Se dibujaba entonces el peso de los objetos, porque había que sujetarlos; pero también se dibujaba la luz, que a veces entraba de una manera más directa, y otras atravesaba varias capas para llegar a los espacios interiores. Y con la luz se dibujaba el frío y el calor, y una propuesta estandarizada para resolver el problema de las instalaciones. Y se dibujaba por último el agua, que caía y se movía por las superficies, para llegar a algún sitio en el que se recogía. Todas estas consideraciones sobre el peso, el frío y el calor, el agua, la luz, e incluso en ocasiones el uso de los distintos espacios; eran los que iban construyendo la escuela sobre esas lineas que estaban dibujadas desde hace meses.

Es cierto que los paramentos se movían únicamente unos centímetros respecto a sus posiciones originales, algo que en los dibujos anteriores ni siquiera merecía un repaso; pero en este punto es en el que se comprobaba si esos espacios que estaban dibujados de verdad tenían unas proporciones adecuadas, si se podían sujetar, acondicionar, y al fin y al cabo, hacer realidad.

Esa carga que adquirió todo de repente, en unas pocas semanas, y que aparentemente era invisible, o poco importante, hizo que el proyecto cambiara fundamentalmente por completo, y añadiera muchos compromisos que antes no existían. Y entonces me alegré de no haber entregado en abril.

Entre muchas decisiones, hubo una que surgió en conversaciones con Clara. Ella pensaba que los elementos que colocaba en los patios de las aulas, es decir, las pequeñas gradas, o el altillo, o el lucernario, permitían una experiencia espacial distinta en cada patio, que tenía que ver más con la vivencia de ese lugar, con cómo entra la luz, o con el hecho de ascender o mirar; que simplemente con la idea de transportarte del suelo del patio al suelo de la cubierta. Pensándolo un poco, entendí que efectivamente había intentado colocar esas “cosas” desde el principio con la excusa de subir arriba, pero que habían terminado convirtiéndose en algo más relacionado con el uso de los espacios, y al final no eran mecanismos eficaces para subir. Esta idea nueva permitió que desaparecieran muchos elementos molestos que habían estado ahí desde el principio, y que se cargaran de contenido esos pequeños espacios de relación con la cubierta, teniendo más que ver con cómo el niño percibe esos lugares, y cómo los utiliza.

El otro tema peliagudo eran las barandillas, o límites. A esto le di muchas vueltas, porque dicen que las barandillas no son ya cosa de proyecto, pero cuando se hacen hay que hacerlas bien. Y quedó lo que se puede ver dibujado. Razones hay muchas, demasiadas, pero básicamente creí que era una buena solución.

Aulas, barandillas. Una escalera que luego desapareció, un altillo mal construido
Perímetro. Unos alzados que se hacen desde dentro hacia fuera
Sección longitudinal. Muchas dudas

Ese martes no lo enseñé, y me dediqué a escuchar las correcciones. Y llegó el viernes.

El viernes hablé sobre la construcción de mi proyecto con Salva y Clara, aunque más que hablar ellos miraron los dibujos y me preguntaron cosas. Había por supuesto algunos detalles que no estaban claros, sobre todo los que tenían que ver con la chapa y la solución de las cubiertas ligeras de nueva construcción. Aún así, lo más interesante que me llevé ese día a casa fue la necesidad de explicar las claves de la construcción del proyecto, más que la construcción final y particular de las secciones. Salva insistía en que había que encontrar un dibujo en el que se contara lo que me había hecho construir las secciones como las había construido, y que explicara por qué hace falta dibujar las secciones que tenía dibujadas. Respondí a algunas preguntas sobre estas razones, pero fue evidente que algunas no estaban consolidadas. Si conseguía contar las claves, el edificio completo se podía construir con ellas, sin necesidad de hacer cientos de secciones y plantas para definir todos los espacios del proyecto.

También me dijeron que los dibujos estaban bien, aunque a mi no me convencían del todo, y que estaría bien evidenciar más las cosas importantes (resaltarlas) de los detalles. Fue una conversación necesaria, sobre todo porque me hizo entender qué era lo importante, y me motivó para encontrar ese o esos dibujos que contaran las razones de la construcción y la materialidad de los espacios de una manera más directa y menos comprometida con la descripción exacta de la escuela.

Durante el fin de semana intenté definir más claramente esas razones, para ser consciente de ellas. Una vez fijadas, me propuse encontrar los dibujos que las explicaran bien sin necesidad de demasiadas palabras. Desde el principio creí que el dibujo, para contar algo general, tenía que alejarse de la descripción y acercarse a la abstracción. Parecía contradictorio estar dibujando dibujos abstractos del proyecto a unas semanas de la preentrega, pero, bien mirado, era necesario para entender la construcción, y poder explicarla. Sigo creyendo que la abstracción transmite ideas que luego se materializan en un resultado concreto, que no es lo importante en este caso. Volvía a ocurrir algo parecido a lo que pasaba cuando el sistema de piezas que formaban el aula, y de aulas que formaban la escuela organizándose de una manera determinada; permitía colonizar y habitar un lugar concreto, con todos sus condicionantes. De nuevo, con una serie de reglas muy sencillas, se haría posible la construcción de la escuela, de casi cualquier escuela, en ese lugar.

Dado que no encontraba fácilmente el dibujo que buscaba, me animé a calcular y redactar la memoria estructural, mientras seguía pensando.

Información relacionada: Dibujos del 30 de abril

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Le gusta el silencio que se esconde entre las notas del piano más dulce, el blanco y negro de la fotografía de época y el cinemascope de las películas antiguas.