¿Dónde trabajar? (I)

Jonathan Martell
Jonathan Martell
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3 min readSep 2, 2024
Shoreditch, Londres. Octubre 2018.

“Soy un rayo de luna, libre de irme cuando quiera”.

Marina Tsvetaeva, poeta rusa.

Hace unos años, durante la maestría y después de que los profesores nos mostraran los diferentes briefs de tres tipos de proyecto, Han me hizo la siguiente pregunta: “Jonathan, ¿prefieres elegir un tipo de proyecto o un grupo de trabajo?”.

Es decir, si siempre iría con las mismas personas a varios proyectos o cambiaría según el tema, sin importar quiénes estuvieran ahí. Mi respuesta, sin pensarlo mucho, fue la de elegir el tipo de proyecto. En ese momento, solo quería ver innovación y fue el camino que seguí durante la maestría.

Los años pasaron y su pregunta aún resuena en mí hasta hoy: ¿Elegir un tipo de proyecto o elegir a las personas?

Con el paso del tiempo, me di cuenta de que lo más importante son las personas, por encima de todo. Los proyectos pueden variar, pero las personas con las que uno crea una relación se mantienen en el tiempo.

Y cuando me refiero a un grupo de personas, no me refiero a cualquier persona al azar, sino a personas que, cuidadosamente, hemos seleccionado para formar parte de un proyecto. Personas que se alinean con nuestra visión de vida, formas de trabajo e, incluso, las energías con las que uno vibra. Siento que son características esenciales para elegir un grupo de trabajo sólido y que se mantenga en el tiempo.

Si no, pues es difícil que las cosas funcionen. Pero, ¿podrían funcionar? Claro que sí. Por eso existen coaches, talleres de liderazgo, cursos de empatía, entre otros. Todos necesarios para poder conectar mejor con un grupo humano. ¿Cuestan? Claro que sí: tiempo, esfuerzo e incluso dinero.

Este camino requiere que uno cambie, que uno “evolucione” para alcanzar ese nivel y poder gestionar a una diversidad de personas que, posiblemente, piensan distinto a uno mismo.

Y ahí radica el gran desafío: el de trabajar con personas que pueden ver la vida de una manera totalmente distinta.

El otro camino, que si bien puede parecer más fácil, no lo es: buscar personas que compartan las mismas energías, nada más. Encontrarlas no es fácil, pero cuando las encuentras, todo se hace sencillo, todo se hace natural, todo fluye.

Y entonces, ¿es eso suficiente para estar felices en el trabajo? No. Porque siempre nos vamos a encontrar con personas que piensan distinto. Pero lo importante es, quizás, compartir nuestra visión con las personas que lideran el proyecto o la empresa.

Si no es así, otra vez se puede complicar. ¿Por qué creen que existen tantas personas quejándose de sus trabajos? No comparten esa visión o valores que los impulsen y motiven a ir al trabajo cada día. Existan otros factores como el dinero, un gran espacio de trabajo o los mismos amigos con los que uno trabaja, como razones importantes para acudir al trabajo.

Pero tarde o temprano, sin una clara alineación de visiones, todo se cae y el ciclo se vuelve a repetir: conseguir otro trabajo, conocer a nuevas personas, evaluar y luego decidir qué hacer para saber si uno se mantiene o no en el trabajo.

En mi caso, lo veo siempre. Converso con personas que se encuentran en sus 20 y personas en sus 40 de diferentes industrias. La no alineación es evidente: visiones y formas de trabajo muy distintas. ¿Resultado? Impacto no deseado en el proyecto y personas quejándose unas de otras. “Es que es flojo”, “es que no piensa en nosotros”, se dicen unos a otros sin llegar a un consenso.

¿Solución? Es más que evidente: buscar una alineación de visiones. Si no es así, es mejor que cada uno siga su camino y busque otra empresa por el bien de todos. Forzar la situación, siento que no llevará a un buen rumbo.

¿Cómo alinear? Quizás la respuesta se encuentra en el diseño. Muchas veces he hablado del impacto que el diseño tiene para generar un cambio positivo. Entonces, ¿por qué no llevarlo hacia nuestro trabajo y, por fin, generar un entorno de inspiración y alineación de visiones?

¿Le damos una oportunidad o qué hacemos?

Continuará…

“De tanto esperar, olvidó incluso porque esperaba”.

Michael Ende, escritor alemán.

Publico nuevas historias, todos los miércoles (video) y domingos (escritura).

¡Que tengas un buen día!

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