El club de los ex

Jonathan Martell
Jonathan Martell
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4 min readJan 2, 2022
Cajamarca, agosto 2021.

“No elegimos a los otros al azar. Nos encontramos con aquellos que existen ya en nuestro inconsciente”.

– Sigmund Freud, neurólogo austríaco.

Hace unas semanas conversaba con Francesca sobre nuestras relaciones pasadas, sobre aquellas situaciones vividas tanto buenas como malas. Aquellos momentos donde uno se siente increíblemente bien pero también puede terminar muy mal por un comentario durante alguna pelea: “Ya no quiero saber de ti”, “no me hables”, “necesito un tiempo”.

Sin embargo, preferimos acordarnos de las situaciones positivas, aquellas donde uno la pasa bien y siente que realmente vale la pena estar en una relación. “Sí, recuerdo aquella vez que le propuse a mi ex, ser pareja. Fue increíble”, le comenté. Aquella situación que luego plasmé en texto para guardarlo por siempre.

Luego, pasamos a conversar sobre el presente. Sobre lo que ambos buscábamos y los distintos niveles por los que podíamos pasar: salientes, salientes exclusivos, relación monógama o relación abierta.

— “Oye pero ¿por qué no estás directamente con alguien? ¿por qué tiene que ser tan complicado?”.

— “Pienso que tienes que conocer bien a la persona antes de comprometerte mucho más”.

— “¿Por qué?”.

— “Es como cuando compras algo, un departamento, un carro. No solo vas y lo adquieres porque te parece bonito. Realmente haces toda una investigación para conocer que estás tomando la decisión adecuada”.

— “Es verdad”.

— “Solo así, una vez que pasas todos los filtros, puedes tener algo más formal con alguien. Porque con el tiempo, pasaría a formar parte del club de las ex”.

— “¿Club de las ex? jajaja”.

— “Claro, al estar en una relación, si esta termina, pues pasas a ese club privilegiado. No cualquiera es un ex. Puedes tener muchos salientes pero relaciones son pocas. Por eso, ese club es exclusivo, son personas que dejaron huella”.

Existen situaciones donde uno recuerda al ex enamorado o enamorada con ilusión, con buenos recuerdos y en una posición desde la tranquilidad, de aceptar que sucedió y que no volverá a suceder. Y quizás ahí radica el encanto.

Es muy diferente recordar con rencor. “He perdido el tiempo”, me comentó hace poco L. ya que estaba en proceso de separación con su esposo extranjero. Claro, se encontraba en una posición muy diferente. Luego de varios años de relación y, con problemas que aparecían últimamente, realmente se dieron cuenta que no hacían una buena pareja. No encajaban. Todo había sido muy rápido. Se casaron a los 4 meses de haberse conocido.

Si lo miramos desde otro ángulo, ¿valió la pena?, ¿realmente perdimos el tiempo? Diría que no. ¿Pero no había que conocerse, salir, analizar y luego ya tener una relación? ¿Es que para un matrimonio no debería existir un análisis más riguroso?

Pienso que sí, si yo estuviera en su lugar yo lo hubiera hecho de esa manera. Pero no todos pensamos igual. Además, hay un punto muy importante que debemos considerar: somos humanos. Somos inconsistentes e irracionales. Por más que busquemos racionalizar nuestras acciones terminamos realizando lo que nuestro corazón dice, nuestro sexto sentido. Seguimos nuestro gut feeling.

¿Y es que la vida no es mejor así? Menos parametrizada, más abierta, menos estructurada, más novedosa, menos ordenada, más caótica.

Últimamente, he estado cuestionando ‘mis filtros’ al conocer personas. Si bien mi lado racional manda siempre, estoy buscando llevarme por lo que siento en el momento. Por lo que sucede a mi alrededor, por el ambiente, por la hora del día, por las miradas que me dan y por cuánto puedo sentirme conectado en energía y alma con otras personas.

Y tiene mucha relación con las ex. Con nuestro pasado. Hace poco un amigo me comentó que siempre se encontraba en las mismas relaciones: “Yo termino pagando todo cuando salimos, es que soy machista”. Sus relaciones y salidas suelen terminar mal. Ahí es cuando le dije: “Entonces debes hacer lo contrario. Deberías salir con chicas que más bien te paguen todo, no tú a ellas. O bueno por lo menos 50–50”.

¿No lo crees?

Analizar y aceptar nuestro pasado, el comportamiento que hemos tenido y la elección de nuestras decisiones podría ayudarnos a mejorar las decisiones actuales. Sí, podemos dejarnos llevar por los besos y caricias ya que suman positivamente pero ponerle una dosis de racionalidad antes, podría ayudarnos a romper patrones y probar nuevas experiencias que quizás nos lleven a lugares inesperados, mejorando nuestra situación.

¿Y si aún estás dolida o dolido por terminar con la última relación? Pues a llorar, tirarse a la cama, lamentarse por lo que pasó. Pero al día siguiente, a rodearse de amigos y amigas o de la familia. Comuniquemos lo que sentimos, que son las mejores maneras para superar rupturas.

Tarde o temprano, terminaremos analizando nuestras acciones desde una perspectiva mucho más positiva. Pero es importante sentir el aspecto negativo cuando suceda. Dejar que pase por nuestro cuerpo, percibir cómo afecta a nuestra mente, nuestras sensaciones, nuestra respiración. Para así — mágicamente — sentir cómo la calma llega a nosotros.

Los ex, tan lindos, tan odiados, tan apreciados, tan olvidados, tan queridos, tan superados, tan amigos, tan desconocidos. Como sea que uno haya terminado, siempre estarán en nuestros recuerdos y en nuestras lágrimas. Finalmente, ahora ya se encuentran en el ‘Club de los ex’, aquel en el que permanecerán por siempre, o ¿quizás no?

“En el amor no hay inteligencia ni estupidez. El amor es como un aroma, como una corriente, como la lluvia. Sabes, cielo mío, tú llueves sobre mí y yo, como la tierra, te recibo…”

Carta de Frida Kahlo a Josep Bartolí.

¡Que tengas un buen día!

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