El presente en nuestras vidas

Jonathan Martell
Jonathan Martell
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4 min readJul 21, 2022
Palermo, Buenos Aires. Julio 2022.

“Date cuenta de que el momento presente es todo lo que tienes. Haz del ahora, el foco principal de tu vida”.

Eckhart Tolle, maestro espiritual alemán.

Me encuentro afuera de un café entre la calle Soldado de la Independencia y Gorostiaga en el barrio de Cañitas en Palermo. Es uno de los pocos cafés que quedan abiertos luego de las 8pm, según Google Maps.

Al ingresar el local, lo encuentro casi lleno. Solo queda una mesa disponible. Luego de sentarme, me tomo unos segundos para apreciar quiénes están a mi alrededor. Se encuentra una señora con una blusa rosada, tres señoras conversando y un par de señoras, mucho mayores, que se encuentran jugando cartas. Sí, jugando felices las dos. Son las 7:30 p.m.

Comienzo a trabajar en mi laptop para completar los sílabos de los cursos que dictaré en la PUCP el siguiente semestre: Diseño de Servicios y Estrategias de Presentación. Ordeno un té negro — con menta y chocolate — y una tostada de jamón con tomate. Obvio, sin queso.

Pasan los minutos, lo termino y sigo con el té.

Cambio de posición para poder apreciar todo el lugar. De pronto, mi atención se centra en una de las señoras. La de blusa rosada. Está bien maquillada, zapatillas Skechers azules que combinan con su jean azul con perlas desde debajo de las rodillas hasta la basta. Uñas pintadas de marrón. Está sola.

Pero eso no llama mi atención. Lo que sí lo hace, es que ella se queda mirando al frente. Directo, sin distracciones. Su celular — un iPhone — lo tiene lejos. Ella solo observa al frente, sin voltear a los costados. Se pide gin tonic. Estupendo.

A su derecha, un señor — mayor también — se encuentra sentado solo con su celular. Toma un café mientras mira algún video con sus audífonos puestos. Esa actividad se corta cuando llega la mesera y se toman de las manos. Ella, le toma el rostro y le pregunta cómo está. Se conocían. Noto que él sonríe. Conversan por unos minutos.

Él sale a tomar aire. El lugar está algo caliente. Es que todo está cerrado porque afuera estamos a unos 11 grados centígrados.

Qué genial es ir a un lugar y que te reconozcan. Que te pregunten cómo estás. Que se genera esa familiaridad. Que se generen relaciones.

La mesera luego conversa con otra mesa. Una más lejana. Comentan sobre París y la comunidad latina. Alcancé a escuchar porque la señora de la blusa entró en la conversación. Manifestó que los europeos también son cálidos, sobre todo los españoles.

La mesera — que por el acento es colombiana — trae su cena y se sienta con una pareja, dos jóvenes como ella. Menos de 30 calculo. Comienzan a debatir. De pronto, uno de ellos se acerca al mostrador, a la caja. Quizás también son trabajadores del café. ¿O quizás son los dueños? No lo sé.

Lo que es claro es que la señora de blusa rosada, está enfocada en el presente. Solo tocó el celular una vez para ver la hora. O eso es lo que alcancé a notar. Se vuelve a pedir otro gin tonic. ¡Qué personalidad!

No me ha pasado el ir a un lugar, estar solo y no tocar el celular por tantos minutos. Claro, me gusta observar pero en cierto momento me gusta moverme. Interactuar. ¿Sería raro que me vieran ahí sin hacer nada, no? Claro, podría cambiar pero el presente me dice que aún no estoy listo.

Volviendo al café, ¿en qué estaría pensando la señora?, ¿o no estaría pensando? Siento que está enfocada en vivir el presente. ¿Se sentirá sola? No lo creo. ¿Le gustaría hablar con alguien? Seguro que sí. ¿Qué la habrá motivado a venir sola?

Otra señora pasa delante mío y le grita a sus amigas que quiere ir a Dubai. Rompe mi atención.

Giro la mirada y la señora de blusa rosada pide la cuenta. ¿A dónde se irá?, ¿tendrá planes?, ¿irá a su casa? Paga la cuenta. Se pone el abrigo, se despide de las meseras y se retira.

Deja su segundo gin tonic casi lleno. ¿Por qué lo dejaría así?

Tantas preguntas sin responder. No me dio tiempo a intentar encontrar alguna respuesta.

Lo cierto es que el estar presente, es una habilidad que se desarrolla. Es un hábito. Nos permite conectarnos y estar preparados ante cualquier nueva situación. Hasta quizás nos permita recordar, con más claridad, los eventos del pasado.

¿Cuándo fue la última vez que estuviste totalmente presente? Sin hacer nada más que apreciar a tu alrededor.

En una semana, a esta ahora, me tocará experimentarlo. ¿Lo lograré?

“Vive el momento y hazlo tan hermoso que valga la pena recordarlo”.

Ida Scott Taylor, novelista inglesa.

¡Que tengas un buen día!

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