¿Lo inevitable?
“En el mundo todo es señal, amigo mío. El azar no existe”.
Antonio Buero Vallejo, dramaturgo español.
La semana pasada hablé de los cambios inevitables. Pero realmente, ¿qué es lo inevitable?
¿Te has detenido alguna vez a pensar en esa palabra? Inevitable. Suena fuerte, ¿no? Cuando alguien te dice: “Eso es inevitable”, automáticamente algo se mueve en tu cabeza. Puede ser algo bueno o algo malo, pero lo cierto es que va a pasar, sí o sí.
Entonces, surge la pregunta: ¿Realmente todo es inevitable? ¿O hay cosas que sí podemos evitar?
Reflexiona un momento: ¿Qué aspectos de tu vida crees que son inevitables y cuáles piensas que, en realidad, puedes modificar?
Para mí, lo inevitable realmente suena fuerte. Es como si te dijeran que hay un 100% de certeza de que algo ocurrirá, pase lo que pase. Y eso puede desconcertar, ¿no crees? Nos puede abrumar un poco.
A mí, personalmente, no me gusta la idea de que todo esté tan claro, de que no haya margen de cambio. Me gusta tener libertad, que las cosas no sean solo blanco o negro. En esos matices es donde encuentro lo más interesante de la vida: lo inesperado, lo no planeado.
Claro, cuando estaba en mis veintes, lo veía todo de manera más simple, más binaria. Todo era blanco o negro, sin puntos intermedios. Pero con el tiempo aprendí que vivir así te hace perder muchas cosas. Te quita la posibilidad de experimentar la vida tal como es, en sus múltiples variaciones. Intentar controlarlo todo puede llegar a ser agotador y, al final, es en la aceptación de que no puedes controlar todo donde encuentras algo de paz.
Lo inevitable. Piénsalo. ¿Qué es inevitable en tu vida? Aquello que, pase lo que pase, va a suceder.
Pero, ¿por qué no pensar que quizás puedas influir? Quizás no cambiarlo del todo, pero sí hacerlo de una manera más llevadera, más positiva. Tal vez no puedas evitar que pase, pero puedas hacer que, cuando ocurra, sea algo que tenga sentido, que deje algo bueno a su paso.
Y entonces, te podrías dar cuenta de que no todo es inevitable. O tal vez sí, pero lo que quizás importa es cómo decides vivirlo. Tal vez lo inevitable se puede transformar en algo evitable si le dedicas el tiempo y la atención adecuada.
Pregúntate ahora: ¿qué aspectos de tu vida podrías impactar si simplemente te tomaras un momento para pensarlo? A veces, esos dos o tres minutos al día que dedicas a algo pueden ser la diferencia entre que lo inevitable te abrume o se convierta en una oportunidad para crear experiencias positivas. Lo demás, que desaparezca.
“Hay que sentir el pensamiento y pensar el sentimiento”. Miguel de Unamuno, escritor y filósofo español.
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¡Que tengas un buen día!
