Manejando conflictos

Jonathan Martell
Jonathan Martell
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4 min readFeb 9, 2022
Broadhurst Gardens, Londres — Marzo 2018.

“El mayor problema de la comunicación es la ilusión de que se ha logrado”.

George Bernard Shaw, dramaturgo irlandés.

Hace poco, me dijeron: “Jonathan, lo que sucede es que siempre en una discusión habrá dos verdades. Una, la de la otra persona y la otra, la tuya. No hay una mejor que otra, solo dos verdades que podrían ser distintas”.

Me dejó pensando. Por más que uno busque ser empático con alguna situación o persona, muchas veces uno busca quedarse con la razón en una discusión. “Es que así debería ser”, “es que yo lo veo desde este punto de vista”, “es que no me estás comprendiendo”, “no te pones en mi lugar”, “las cosas son así”. Son algunas frases que podemos pronunciar o que podemos escuchar al tener un conflicto con alguien.

¿Por qué buscamos tener la razón?, ¿es acaso una búsqueda para sentirnos mejor o es acaso por un tema de demostrar superioridad?, ¿realmente nos hace sentir mejor? Quizás en el momento lo logra y nos vamos contentos: “Ya ves, tenía razón. Finalmente se dio cuenta”, “ya era hora que recapacite”, “ahora sí podremos mejorar”. Si bien podríamos tener razón de manera objetiva, también podríamos caer en el otro extremo: dejarnos engañar por nuestro ego. Es decir, sentir que tenemos la razón cuando nos la den pero realmente no tenerla. Causando un potencial daño a las dos personas involucradas.

¿Por qué nos causaría daño? Por el simple hecho de ocultar el verdadero problema. Si ante una discusión, somos capaces de reconocer rápidamente el error de la otra persona y buscamos analizar y resolver la situación desde ese punto, quizás logremos nuestro objetivo. Pero podríamos estar dejando de lado un aspecto muy importante: la autorreflexión. Aquella que consiste en analizar nuestro comportamiento, emociones, maneras de comunicar, nuestras acciones y en cómo todas — en conjunto — impactan en la otra persona.

Nuestras actitudes

Por ejemplo, ¿qué tanta influencia tenemos al momento de originar un problema o al empeorarlo? ¿Hemos pensado en lo bien o mal que hacen nuestras palabras en la discusión?, ¿nuestras facciones?, ¿nuestro tono de voz?, ¿nuestros movimientos?, ¿nuestro silencio? ¿Qué buscamos al decirle a la otra persona, aspectos negativos de ella o él?, ¿qué dice nuestra mirada o la posición de nuestro brazos?

Nuestras emociones

¿Estamos analizando a detalle nuestras emociones?, ¿estamos actuando desde la tristeza o el enfado?, ¿desde el egoísmo o desde la frustración? ¿Qué acciones buscamos realizar para sentir las emociones que pasan por nuestro cuerpo pero que, a la vez, nos permiten tomar decisiones en un estado de tranquilidad?, ¿tomamos pausas?, ¿respiramos?, ¿regalamos abrazos?, ¿un beso?, ¿qué estrategia adoptamos para sentir esa tormenta de molestia por todo nuestro cuerpo que luego pasa, dejándonos tranquilos?

Nuestra comunicación

¿Estamos logrando comunicarnos de acuerdo a lo que pensamos y sentimos?, ¿de manera abierta y honesta?, ¿por qué sí o no?, ¿qué nos limita a decir lo que sentimos? Si en el pasado no funcionó la manera en la que nos comunicamos, ¿cómo podemos hacerlo ahora diferente? Quizás duela y hasta estemos sin energías pero ¿por qué no cambiar y buscar nuevas maneras de afrontar el problema? Es importante ser claros y francos al momento de comunicar lo que pasa por nuestra cabeza. Si bien, en el momento la otra persona no se sentirá del todo bien, a la larga, generaría mayor confianza en la relación.

Nuestras acciones

Luego de superado el problema, ¿cómo buscamos generar cambio?, ¿qué plan nos trazamos?, ¿la otra persona es consciente?, ¿ha sido elaborado en conjunto o solo por una de las partes?, ¿cuándo y cómo se volverá a evaluar el problema inicial?, ¿qué acciones se tomarán para mitigar el riesgo de volver a ocurrir?, ¿o qué acciones realizar cuando vuelva a ocurrir el problema? “¡Otra vez lo mismo! Estoy cansando de repetir el mismo problema”. ¿Cómo podemos evitar esa frase?, o en el caso de que ocurra, ¿qué podemos realizar para tranquilizarnos y superar ese impase?

La comunicación clara y la honestidad son la base para lograr un mejor entendimiento, que si bien no es para nada fácil, con el tiempo, uno puede adoptar un nuevo hábito al momento de intercambiar ideas en beneficio de la relación.

“Me cansé, no puedo seguir peleando contigo”, es una frase que todos buscamos evitar o decir. Que si bien, es muy válido decirlas, podemos adoptar estrategias para mitigar su impacto, generar un ambiente de calma y, sobre todo, resolver problemas desde el amor y la tranquilidad. De esta manera, podríamos cambiar la frase anterior por una como: “Siento intranquilidad porque estamos repitiendo el mismo patrón de peleas últimamente. ¿Cómo crees que podemos mejorarlo? Tengo algunas ideas…”

Si bien cada caso es particular y cada uno puede buscar la estrategia que mejor se adapte a su personalidad y tipo de situación, podemos tomarnos ese tiempo extra para realmente preguntarnos: ¿Cómo estoy manejando las discusiones?, quizás si nos centramos un poco más en nuestras acciones y emociones, podamos comenzar el cambio por uno mismo, generar mayor confianza y, a la vez, mayor empatía con la otra persona. Porque al recorrer el camino de la búsqueda de mejora, sabremos que no es fácil y que, realmente, todos estamos intentando mejorar en nuestro día a día.

¿Sientes que has manejado mal alguna situación últimamente? No es tarde para tomar el celular y realizar una llamada para mejorarla, mejor aún, verse cara a cara para decir lo que realmente queremos compartir o dar otro punto de vista. ¿Lo intentamos?

“La comunicación funciona para quienes trabajan en ella”. John Powell, compositor inglés.

¡Que tengas un buen día!

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