Volviendo a sentir (I)

Jonathan Martell
Jonathan Martell
Published in
5 min readMar 20, 2023

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Bangkok, febrero 2023.

“Cree en tu corazón que estás destinado a vivir una vida llena de pasión, propósito, magia y milagros”.

Roy T. Bennett, autor estadounidense.

Y pasó. Lo volví a sentir. Cuando pensaba que no era posible, solo pasó.

Antes de llegar a Bangkok me preguntaba si podría volver a sentirme como hace ya 8 años. Cuando todo era simplemente mágico. Pensé que sería complicado, difícil o que quizás estaba exagerando con mis sentimientos del pasado. Uno siempre termina por recordar lo bonito y no lo malo.

Incluso, al llegar a la ciudad, me comencé a hacer esa pregunta. Estaba muy entusiasmado. Incluso, luego del 14 de febrero llegué a mi punto más alto de felicidad.

Fue ahí donde todo cambió.

La historia

Quedamos en vernos por Line, el chat que utilizan por este lado del mundo. Me había enviado la ubicación de un café/librería que se veía muy interesante cerca de IconSiam.

Quedamos en que iríamos a trabajar con nuestras laptops. Era perfecto porque ella también trabaja remotamente y podíamos pasar el día juntos.

¿Mis expectativas? Bajas. No las tenía. Me parecía genial para conversar y luego seguir con nuestras vidas. Así que, aquel miércoles, fui con despreocupación.

Pero ahí la historia comenzaría a tornarse como si fuera sacada de una película de Richard Curtis.

Bangkok. Febrero 2023.

Como nunca, ese día llovió muy fuerte. Grab — el Uber de Asia — simplemente no quería llegar, había mucha demanda. No me quedó otra que esperar unos minutos, tomar mi paraguas y luego caminar bajo la lluvia. Me pareció genial porque volví a recordar mis días en Londres.

“Una lluviecita no me detendrá”, me dije a mí mismo.

Bangkok. Febrero 2023.

Le escribí un mensaje contando sobre mi tardanza. Ella, muy gentilmente, aceptó las disculpas.

Bangkok. Febrero 2023.

Una hora más tarde, llegué casi corriendo a la estación Charoen Nakhon del BTS (Bangkok Mass Transit System). Realmente no quería llegar tarde.

A lo lejos la pude ver. Y ahí, realmente todo cambió.

Me pareció muy linda, me dije: “wow”. Su mirada, la estructura física de cuerpo, su estilo de vestir, hasta el color de su cabello negro con mechas doradas.

Lo primero que hice fue pedirle disculpas por mi tardanza y que no volvería a pasar (acto que cumplí con el tiempo). Luego, le comenté que me gustaba su estilo, que se le veía bien. A lo que ella respondió con una sonrisa.

Caminamos hacia el mall mientras conversábamos sobre lo inusual de la lluvia en esa época en Bangkok. Al parecer, anunciaba el inicio del verano.

Ella sugirió ir a un restaurante para comer algo, esperar que la lluvia pase y luego caminar hacia el café. Acepté feliz.

Bangkok. Febrero 2023.

Y fue ahí donde volví a sentir otro “wow”. Simplemente la conversación entre ambos fluía de manera natural: las bromas, lo que pensaba, las miradas. ¡Dios! Se sentía tan bien. Realmente estaba sorprendido por tal conexión. “Esto no sucede todos los días”, pensé.

Salimos del lugar, tomé mi paraguas y caminamos juntos hacia el café. Otra vez, de película.

Al llegar, el lugar era perfecto: plantas, libros, arte, mesas, café y té. ¿Es que ella leía mi mente o cómo eligió ese lugar? Luego me contaría que había leído alguno de mis artículos y pudo intuir que me gustaría ese lugar. Acertó.

Bangkok. Febrero 2023.

Mientras ella estaba en sus reuniones online, yo me dedicaba a avanzar en mis proyectos. Ya que realmente mi día de trabajo comenzaba por la noche.

¿Fluía? Claro que sí. Y me parecía extraño porque recién la comenzaba a conocer. ¿Me había pasado antes? Creo que no. Y era algo que me entusiasmaba.

Caminamos luego del café, fuimos a otro. En el camino, tuve que abrazarla. Es que solo sentía que tenía que hacerlo. Le dije que lo siento pero ella comentó que sentía lo mismo.

Era raro: Dos personas de distinta cultura, donde el inglés no es su primera lengua, diferentes profesiones y contextos de trabajo. Pero estábamos ahí ambos, felices, sorprendidos y, a la vez, en una tranquilidad que se percibía en el ambiente y en nuestros corazones.

Bangkok. Febrero 2023.

Fuimos a Chao Phraya Sky Park a ver el anochecer de Bangkok. Perfecto. Hasta que llegó la hora de regresar. Me tocaba trabajar y ella a descansar. Nos despedimos con un gran abrazo. “Wow”, me dije otra vez. Son esos abrazos que te llenan de mucha energía y solo algunas personas te lo saben dar.

Pienso que todo lo que sucedió se debe a lo que escribí mucho el año pasado: vibrar en la misma energía. Cuando es así, todo es mágico y natural. No hay más. Se siente demasiado bien.

¿Qué sucedió luego?

Como las historias románticas no son reales (¿o sí?) el tiempo se encargaría de colocar todo en su sitio. El tiempo hace su trabajo y genera ese final que nunca queremos ver, que no es bonito, que no es esperanzador. El tiempo, es esa fuerza que suele romper esa burbuja mágica en la que nos encontramos y que nos lleva a caer, a veces, con fuerza.

Y eso pasa una y otra vez. Me ha pasado varias veces, diría yo. Finalmente somos humanos ¿Será que hay algo detrás de todo esto?, ¿por qué me sentí así?, ¿qué se aprende de estas historias?

Pero es una historia que será contada luego… continuará.

“Parecía que cuanto más sabía sobre las personas, más sabía sobre la extraña magia escondida en sus corazones”.

Rodolfo Anaya, autor estadounidense.

¡Que tengas un buen día!

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