Carta Abierta: La pizza en la nevera

Esfera
La Gran Bola
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5 min readSep 27, 2023

Joder, sí que hacía tiempo que no me pasaba. Debería pasar el plumero o algo. Ejem…

Buenas [inserte saludo en base al momento del día que lea esto], en esta sección he hecho muchos textos un poco deprimentes, asociados a una situación que ya es bien sabida por quién escuche mis torturas auditivas: Noviembre será el último mes del podcast “La Gran Bola”. Queda el Anicember (6 años con cerca de 150 películas valoradas en mi Letterboxd) y unas 4 reseñitas de juegos.

Dicho esto, el texto de hoy no va de autopromo. Hoy vengo a hablar de backlog, o más específicamente de todo aquello que nos dejamos por terminar. Hay gente completista en los videojuegos, obsesionades con cada reto, trofeo, logro, desafío difícil/tedioso… A veces, por esas perspectivas, dejamos cosas a medias; llegando a sentirnos mal por no sacarles todo el partido que tienen. Se puede extrapolar a otras artes lúdicas u otras cosas de la vida, pero como soy monotemático ya sabéis a qué me refiero.

¿Cuánto realmente merece la pena rejugar? Hay juegos en los que podríamos pasarnos meses haciendo el tonto, como el caballito en una bici. Luego están aquellos que meten un sinfín de objetivos repetitivos, a fin de llenar un cupo de horas satisfactorio, porque les gueimers son como los lobos de Wall Street buscando buenas inversiones de su dinero. Luego, te llegan casos como Baldur’s Gate III, que ha causado un inesperado furor en la comunidad, siendo fuerte candidato a GOTY en un año bastante disputado. Creo que la razón de que Baldur’s Gate sepa hallar el equilibrio está en les responsables de entrelazar tantas misiones entre los actos (que sea bonito y todo el cast debería ir a la horny jail es otro “aliciente”).

En el especial 100 suscriptores ya comenté que chaparía. Este año no me está tratando particularmente bien, y perdí las ganas de todo. Estando un poco mejor, decidí a probar el juego de moda. Pese a seguir con la campaña principal (más de 150 horas sumando reintentos y tiradas fallidas), Baldur’s Gate III me devolvió las ganas hasta el punto de terminar dos juegos más y casi completar el Mario 3D World (me está costando la “Champions Road”). En mi vida pocas veces he sido completista, raro que un juego retenga tanto mi interés. Baldur’s Gate III, al tener narrativas entrelazadas en sus misiones, hace al conjunto algo mucho más interesante ¡Hay gente que no puede dejar de pensar en él!

Esto me ha llevado a pensar en ese tedio dejado atrás por desinterés en las mismas misiones/desafíos. Juegos recientes que pudieron ser mejores haciendo lo que no hago nunca: Ir al grano y ahorrarse la paja. Sí ha sido una introducción larga, lo admito.

A lo que voy es ¿hasta qué punto merece la pena obsesionarse con logros, detalles o posibilidades; cuando la industria no sólo se encarece sino que se fagocita antes? Consumimos el juego hasta ver los créditos, hacemos las misiones de relleno que nos apetecen, para luego almacenarlo. Interesa ver grandes números en “how long to beat?” al lado de tu recién adquirido título de 70€. Pasa el tiempo, y vemos en Tiktok o Youtube a gente haciendo viguerías como pasa con Breath of the Wild. De pronto, nos damos cuenta del potencial del juego y nos asaltan los remordimientos. Esa inversión de tiempo/dinero no la has exprimido, u obviaste X secretos, misión secreta, etc. Al final te percatas de que te dejaste pizza en la nevera. No obstante; ya es tarde, a menos que quieras volver a empezar (buena suerte justificándote ante tu montaña de backlog).

Recientemente estamos en la moda de la semana tuitera, el enésimo ejercicio de nostalgia: Hacer un top 25 de juegos. Algunos revisitados sea por nostalgia, una nueva entrega o simplemente nostalgia. En ese ejercicio, se ejerce un control diferente por familiaridad con los sistemas que mueven los engranajes de las mecánicas, los puntos de la trama que mueven la progresión a puntos de no retorno (como los actos de Baldur’s Gate III)… En general esa nueva visita da una perspectiva diferente. Por otra parte está gente como yo, que prefiere quedarse con el impacto inicial. De los finales en Cyberpunk 2077, en mi cabeza, el suicida será siempre el más coherente. Es mi head canon, aquella solución que decidí (bueno, mi objetivo era otro, pero por un fallo no pasé los requerimientos para desbloquear cierto final). Si jugase otra vez, quizá para el DLC, creo que perdería parte de la “magia”. Ese nuevo personaje ya no habría nadado con Judy, ni escapado por los pelos de un club de fanáticos de Matrix, ni sería la campaña donde me topé con tantos bugs… Si hiciese otra “run” en Baldur’s Gate III sería tres cuartos de lo mismo. Ese personaje que he interiorizado como mi versión en Faerun, ya no sería tan único y personal.

En un juego arcade es normal, por eso no me importaba pasarme Dark Souls cuantas veces quisiese (no es arcade 100%, aunque si habla en sus mismos términos). ¿En un juego tan dependiente del componente narrativa escogido por les jugadores? Veo difícil rejugar sin verlo mucho más “juego” que “video”. Es cierto que podría romper el juego en la siguiente partida, pero diluiría el impacto si abuso. Esa es para mi la delgada línea en rejugar.
Una excepción que se me ocurre es en títulos con múltiples campañas como los Fire Emblem de 3DS o Switch como Three Houses. Aunque comparten muchas cosas, los puntos argumentales varían en base de la casa que apoyes como profesora o profesor. Ese cambio en el punto de vista no diluye tanto la experiencia, ves otras caras e incluso versiones de los hechos. No es igual esto a lo que llamo “dejarse pizza en la nevera”; es decir, dejarte contenido por jugar. Si un juego te obliga a retomarlo con mecánicas como un medidor karmico, como en la séptima generación con títulos tipo Infamous… ¡Apaga y vámonos!

Todo es cuestión de gustos al final, como siempre. No quiere profundizar tanto como en otros textos de Carta Abierta, porque es una manía personal de la que (considero) poca chicha se puede sacar. Supongo que aquí podría aplicarse esa frase de “si quieres algo, déjalo libre”. En lugar de obsesionarse, a veces es mejor disfrutar un juego hasta que estés lleno. Vamos, saber cuándo es mejor tirar la pizza a la basura. No es buena idea obligarse a terminar la pizza, pero agradeces que esté ahí si te da el gusanillo al día siguiente, o morriña/nostalgia por esos mundos que estimas. Sí, el capitalismo intentará hacer su magia con remakes más o menos pochos. No obstante, el recuerdo original; ¿ese primer impacto que puso al título en tu top 25? De eso no se puede sacar un remake.

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Un tipo que se dedica a escribir sobre su hobby porque no hay humano capaz de aguantar su turra en la vida real.