En el combate contra el fundamentalismo tenemos que estar todos

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La Tizza Cuba
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15 min readFeb 17, 2020

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Por Vivian Sabater

Foto tomada de https://www.semmexico.mx/?p=15773

Como podrán imaginar en la reflexión que voy a hacer, para no repetir lo mismo que dijo Roselid y la magnífica exposición que ella hizo, voy a salirme del tema de la historia y caer un poco en el cómo podemos reflexionar.

Lo primero que quiero decirles es que estar aquí con ustedes, donde hay una mayoría de investigadores y de personas que trabajan este tema, jóvenes, es una cosa tremenda, junto con profesores de tanto conocimiento acumulado como la Dra. Teresita Azcanar, como el máster López Oliva, como Joel Suárez — que tiene una juventud acumulada y un conocimiento amplio y panorámico de todos los temas religiosos — , y teniendo como norte la introducción que hizo la directora de este centro comienzo mi intervención. Yo pienso que, para no confundir unanimidad con unidad, ella nos permite con la intervención que hizo entender que aquí hay personas de diferente formación, con diferentes intencionalidades profesionales, y que eso no implica, en rigor, un pensamiento unitario sin tener en cuenta las diferentes formas que nos unen — la intencionalidad social, revolucionaria, el mejoramiento humano… — . También tenemos dos de las funcionarias que también trabajan el tema aquí, tenemos al padre Román que nos acompaña también y es una persona llena de sabiduría. ¡Qué bueno que estamos tantos diferentes! Yo no había visto un colectivo de este tipo y me parece que los tiempos obligan a un colectivo de este tipo, es decir, para que estén todos estos investigadores jóvenes del Instituto de Investigación Cultural Juan Marinello, de GALFISA, que uno se embelesa cuando los oye hablar por la profesionalidad que tienen y la intencionalidad humanitaria de sus acciones. Aquí atrás yo veo a Yassel, que le tengo mucho cariño. Él hizo una licenciatura en Teología y la figura que él escogió es Ernest Bloch y fue muy interesante cómo él levanta la visión marxista de la temática religiosa. Y por ahí vamos.

En la Universidad de La Habana — y cuando digo esto, estoy hablando ahora de mi grupo en la Facultad de Filosofía — se ha ido trabajando la temática de religión, desde una manera diferente. Para hacer una breve introducción y ver cómo llegamos a los estudios sobre fundamentalismo; cuando empezábamos el curso, en la década del setenta, el programa que teníamos era de la Universidad Lomonósov — de la Unión Soviética — y lo que se recibía era Ateísmo Científico, incluso la profesora que lo daba había sido formada en la Unión Soviética y lo que enseñaba era mucho sobre Iglesia Ortodoxa Rusa. Mi tutora, Zeneta Lijaskeva, era una rusa graduada de la Lomonósov que empieza a trabajar con Calzadilla en el año 1982 en el CIPS y empieza descubrir que, en realidad, nuestra formación no era la formación adecuada para un cubano. Ella, graduada de aquella universidad, siendo una rusa, se da cuenta de esa situación cuando ve los planes de estudio — porque se casa con un cubano y comienza a trabajar en la Facultad de Filosofía — . Y es ahí cuando viene todo el desarrollo del CIPS — ¡qué cosa más interesante, yo he tenido el honor de que ella me llevó, acabada de graduar! — yo lo he podido ver desde 1982: cuando estábamos con los planes del Ateísmo Científico, muy vinculado a una visión también fundamentalista marxista-leninista muy estalinista que nos decía que la religión era una cosa que se iba a superar con el aumento de la escolaridad — si todo el mundo llega a grado doce, todo el mundo deja de ser religioso, y es «enriquecido» por un «dios» diferente, pero un dios al fin — . Esa visión es algo que todavía nos queda en el estudio, y sus repercusiones, porque se tomaron decisiones en el orden político que, con independencia de ser decisiones coyunturales, son decisiones que tienen debajo una fundamentación en un tipo de ideología que nos llegaba de modo lamentable, y que nos perdía un poco en el sentido humanitario del marxismo original y su sentido de construcción social.

En la década de los ochenta algunos pudimos participar, desde el Departamento de América del Comité Central, en la preparación de los viajes de Fidel a América Latina donde había que entregarle a Isidoro Malmierca — entonces ministro de Relaciones Exteriores — cómo estaba la situación religiosa del país que visitaría Fidel. Y eso nos hizo acercarnos a través de un funcionario del Comité Central, Rafael Hidalgo, a una visión diferente, porque Rafael citaba en su casa Frei Betto; en la Universidad se empezaron a hacer eventos sobre fe y política que fueron muy interesantes; venían los teólogos latinoamericanos. Era como una luna de miel que permitió el conocimiento y la reavivación de la temática religiosa vista desde otra óptica. De esa época sale Fidel y la religión. Fidel pide a Osar Beoso, que estuvo con nosotros y nos visitaba muchísimo, libros sobre teología de la liberación; él mismo interesado en la lectura; y yo pienso que también podíamos haber mirado nuestra historia, no se tenía que haber ido a afuera: nosotros adentro teníamos toda la teología necesaria para aprender que ser revolucionario no estaba reñido con ser religioso. Hubiera sido imposible hacer una revolución, ni cuando la independencia ni ahora, solo con ateos, eso es imposible.

Era un período interesante, y se logró cambiar el plan de estudio de Ateísmo Científico por algo un poco más común como era Religión y Sociedad, para podernos mover un poco más fácil — porque también existen aparatos de orden burocrático en el Ministerio de Educación Superior a los que hay que convencer y uno no va desde la posición del poder; por tanto, había que convencer a los que tenían el poder decisorio de que eso había que cambiarlo — . Yo creo que un punto muy interesante fue seguir avanzando y llegar a una asignatura que impartimos ahora en la carrera de Filosofía, que empezará en el plan E el septiembre próximo con ya 84 horas lectivas, que es Filosofía y Religión. Por tanto, en la Facultad de Filosofía la temática religiosa, uno bebe de las investigaciones de los compañeros a nivel de las comunidades religiosas que ellos estudian y lo llevamos al plano de la reflexión filosófica, para impartírselo al estudiante de Filosofía.

¿Ahora qué es lo que ocurre? Con el fundamentalismo religioso — poniéndole el apellido, porque fundamentalismos hay en todas las esferas: nosotros hemos tenido fundamentalismos políticos — ; no podemos ahora pensar que una persona es fundamentalista y hacer todo un prejuicio delante de ella, porque hemos visto tantos fundamentalismos… y ahora estamos hablando del religioso, y nos lleva a una preocupación mayor. Por eso es que intentamos en primer lugar llevar la reflexión sobre la temática religiosa porque forma parte de nuestra cultura; y lo hemos intentado llevar a otras áreas y la resistencia nunca ha podido vencerse: ¿cómo puede graduarse un psicólogo sin haber estudiado una asignatura vinculada a la temática de género? ¿cómo va a estudiar el individuo si tiene delante a una persona religiosa? Y no es que tiene que ser un erudito en cada una de las religiones, pero tiene que ser una persona con una cultura general para entender lo importante que es para el otro construir su vida a partir de esa creencia: que entienda, que no lo vea absurdo. Nosotros teníamos al profesor Reineiro Arce, profesor de la Facultad de Psicología; cuando Reineiro se va, decide retirarse y se va a dirigir el Seminario; y cuando se nos va, se va una persona importante porque es la persona que, por su formación — de Doctor en psicología y en teología — , ha estimulado un poco el análisis de la temática religiosa, pero es una temática que llega de vez en cuando, no de modo sistemático.

Nos ocurre igual en la carrera de Derecho: ahí no existe la asignatura no ya de Historia de la Filosofía, sino tampoco la temática de religión. Y yo pienso que en este momento es cuando los decisores — con los que hay que jugar siempre, cuando uno está en el mundo vivo de la academia — entiendan lo importante de dar esta asignatura y al menos ser un poco más «agresivo» en ofrecerlas como asignaturas optativas o electivas en el grupo de asignaturas de la Universidad de La Habana: esto no carga el elemento «oficial» de cuáles son las asignaturas «importantes» en estas carreras que han disminuido su duración a cuatro años, sino, que se le pueden hacer «interesantes» a los estudiantes. Una de las maneras con las que tratamos de romper esto, en el pregrado, logramos que en el Plan E — que debe empezar ahora en septiembre — se ponga esta asignatura en otro nivel de discusión, no el que tiene ahora, el cual es muy elemental.

Está, por otra parte, la primera maestría con la temática religiosa que existe por parte del MES que es Estudios Sociales y Filosóficos sobre Religión, con tres módulos interdisciplinarios — psicología y religión, antropología y religión, filosofía y religión — y tiene un módulo que son los compañeros de CIPS que ya tienen a sus jóvenes cuadros trabajando la maestría y me parece que es muy bueno; el grupo de la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido, y es interesante porque en esa maestría tenemos al doctor Adolfo Ham con la visión desde su cristianismo, el cómo ha evolucionado la temática religiosa, y nosotros invitamos al profesor López Oliva para que impartiera una optativa sobre Iglesia Siglo xxi. Como cabe esperar, no tenemos en la maestría la historia de la Iglesia porque no es objeto de ese programa. Si no, no se pudiera dar esa optativa porque hay tantas cosas que necesitan una historia que sería imposible enseñar en una maestría. Pero es interesante el diálogo libre.

En relación con el fundamentalismo hay cosas que, a nosotros, como académicos, nos preocupan cuando estamos mirándolo desde la generalización. Por ejemplo, cuando se discute y se dice que estamos atrasados con el tema de la propaganda para el asunto del Código de Familia, el problema es entender cómo se hace esa propaganda; porque si seguimos pensando que somos dueños de la verdad, y ahora vamos a decir en todas las escuelas que es muy bueno entender que el matrimonio debe de ser tal; eso, así, va a ser un fracaso. No vamos a vencer esa batalla porque estaremos utilizando los medios que no son adecuados. Los que estuvieron en el diálogo entre teólogos y científicos sociales saben que Frei Betto dijo una cosa que hay que aprendérsela: «al fundamentalista no le interesa su lenguaje racional porque él está fundado en su libro y en su lectura, hay que tener suficiente cultura para abordarlo a partir de sus presupuestos. Y, por tanto, no importa cuánto del partido usted sea, cuánto académico usted sea, si usted no sabe cuál es su libro, si usted no sabe hablar a través de sus textos, entonces usted no va a ser escuchado». Y si seguimos pensando igual — yo cuando vi a Mariela Castro, la vi desubicada en el problema — ; no es explicar más de la misma manera: hay que ir a los centros de investigación, a los lugares donde lideran los religiosos con visión humanitaria y comenzar a pedir — no a pedir ayuda, porque la sociedad cubana es una construcción de todos; no es ir a pedir «ayúdame a construir la sociedad que es mía», sino «vamos a ayudarnos a construir la sociedad que es de todos» — . No porque yo venga de la academia tengo mejor posición que la de Joel Suárez, en el CMMLK: de esto él sabe más que yo; él es el que puede en este momento enriquecerme — yo puedo ir con mi instrumental de reflexión teórica, pero él es el que tiene conocimientos que no los tengo yo acumulados porque su vida ha sido muy vinculada a ese elemento — .

En este sentido, es muy importante entender que con el fundamentalismo religioso hay que tener cultura. Y otra cosa es, ante todo, no entender que la gente es absurda ni loca: no volver a cometer el error de ir sobre las personas. Hay que ir sobre las estructuras, sobre las ideas. Es una discusión de orden diferente. Porque las personas, en un medio social complejo — si yo aplico marxismo, yo entiendo que una sociedad con nuestras condiciones de inestabilidad que no depende solo de nuestros errores, sino también de las condiciones internacionales, y debo entender que estos problemas, como es lógico, tienen que gravitar sobre la conciencia de la gente, de los proyectos de vida, de los miedos, — yo no puedo pensar que estoy en una burbuja de cristal, viviendo en 5ta Avenida; yo tengo una cantidad de situaciones… — , y que si la gente va a esos lugares, entonces debe ser que yo no ofrezco otros lugares, que no ofrezco seguridad en otros lugares, o que la seguridad que ofrezco no está interpretada por ellos, y entonces tengo que encontrar nuevos modos de acercarme a las personas. Lo que no le puedo decir es que se quede — como decía Marx — sin cadenas para que gire, sino para que se sienta realizado. Yo tengo que poner medios de seguridad.

Todo no es un problema solo de la subjetividad del individuo. No es solo un problema de orden económico — es que tenemos incluso los problemas del medioambiente, que son catastróficos — ; también está los miedos ante el final de la vida, del mundo. Son miedos reales, que ya no tienen ni capitalismo ni socialismo, sino que son miedos ante los temas medioambientales. Yo puedo pensar como académica que los temas medioambientales pasan por las decisiones políticas, por eso es tan importante que la persona entienda esto; pero estando en el diálogo entre científicos y teólogos, una pastora se levantó y dijo de manera brillante: «Miren, en estos versículos, los fundamentalistas consideran que el problema medioambiental es una sanción por nuestros pecados, y se desmonta la acción de cambiar el medio social». A mí aquello me espantó — si yo hubiera sido religiosa quizá me hubiera encantado, porque es una protección, pero yo me quedé en tierra de nadie — , cuando ella dijo eso, yo no lo visualizaba con esa claridad que ella, como pastora, nos hizo ver a los que no tenemos una filiación religiosa, aunque sea nuestro tema de estudio la temática religiosa. Y esto es muy interesante. Por tanto, para montar al otro en la defensa medioambiental yo tengo que conocer bien el texto bíblico, pero claro, si no soy de su Iglesia, voy a ser siempre objeto de desconfianza — ellos van a desconfiar de mí, e incluso yo voy a desconfiar de mi propio conocimiento y de que quizá en determinado momento no voy a poderme manejar de alguna manera — .

En otras palabras, estoy convencida que el fundamentalismo es un tema que nos urge, que ha pasado de una actitud de vida personal, pero, si lo pienso desde el marxismo, es muy interesante entender que tenemos que dar zonas de seguridad — si las tenemos, no podemos inventarlas tampoco — , porque — como decía Mariátegui — el hombre es un ser metafísico, tiene que tener espiritualidad; por eso él defendía tanto el tema del mito: el hombre tiene que tener mitos, tiene que moverse con una fuerza apasionada, religiosa, y a esa fuerza, naturalmente, lo que se le puede es dar un contenido revolucionario. No es quitarle al hombre el mito. No es quitarle su fe de manera innecesaria, sino imbuirlo en un tema de solidaridad.

En enero pensamos llevar al CITMA una línea de investigación que sería «Filosofía, religión y política» que, me parece, que va a ser aprobada en este momento por los decisores del CITMA; porque, en realidad, queremos hacer una línea de investigación abierta a lo interdisciplinario. Si nosotros nos quedamos solo en la filosofía, solo en la sociología, solo en nuestra iglesia, no vamos a tener fuerza. Es un tema importante, y significaría que iríamos no solo con más fuerza, más «agresividad» — agresividad cariñosa, solidaria — con el tema de las asignaturas optativas para ver si nos visualizamos más en el mundo de las ciencias sociales, sino, además, se quiere abrir una línea de investigación.

Otro punto que hemos visto y que ahora se hizo por Maximiliano Trujillo y por mí un artículo, por el departamento pero que se va a publicar por la Editorial Caminos, es que nosotros entendemos, y creo que es muy importante que se entienda, la necesidad de una ley de culto. Por experiencia personal, por ejemplo, yo he ido a provincias donde la persona que atiende religión en el Partido me ha prestado el proyector — con mucho cariño — y no se ha quedado a una sola conferencia, cuando a esa conferencia — por ejemplo, en Güines — ha ido hasta el nuevo sacerdote de la Iglesia Católica porque quería, y vino y se sentó ahí; había babalawos, personas no religiosas. Yo me preguntaba cómo si ese era el mundo que él tenía que mirar, ¿cómo es posible que no lo mire? ¡no, tiene demasiadas reuniones! No es una negativa ayudarlo a uno, pero me parece que, a nivel municipal, sobre todo, que son los niveles más bajos, se cambian mucho los cuadros y, por tanto, el cuadro necesita para su decisión cotidiana tener mayor claridad de qué cosas están establecidas — el que pone el cartel en las puertas, ¿se puede o no se puede? — . Son cuestiones muy interesantes, por ejemplo, el hecho de que ahora pone Iglesia Metodista «Universitaria» para subirle el nivel a la iglesia metodista, que antes era un lugar de reunión del CEILA, donde fue Enrique Dussel cuando estaba escribiendo Las metáforas teológicas de Marx, que llevó su borrador y lo expuso en aquellos tiempos. Ahora esa iglesia metodista es muy carismática, y entonces uno se pregunta: ¿podrán poner las bocinas para afuera o para adentro? Hacíamos ahí las jornadas «Camilo Torres»: era una iglesia diferente por completo en la década de los ochenta, a principios de los noventa. ¿Entonces qué es lo que ocurre?

A mí me parece que sí hay que convencer a los decisores de que hace mucha falta una ley de cultos. No es suficiente la Constitución. Es necesaria una ley que pueda ordenar el nirvana legal en el que viven todas las asociaciones religiosas que no han sido inscritas desde 1959. Eso tiene que cesar, porque ahora sí estamos jugando — y vamos a decirlo en términos menos académicos — «al duro». Ahora esto sí se nos ha convertido en un problema que no visibilizamos; pensamos que este era un problema menor, y se ha hecho un problema mayor. Porque quien pudo haber parado la votación por la Constitución no fue el enemigo, visualizado con claridad desde el Norte, no fue el enemigo visualizado con claridad también en Cuba: fue una tendencia de orden religioso que se mueve de esa manera.

La estrategia puede ser otra: en lugar de explicar lo bueno que es el matrimonio homosexual, es mejor que yo insista en explicar que el Estado va a casar dos individuos que son ciudadanos, y la elección corre por la familia; pero si ellos sintieron que yo te iba a educar a la familia, dijeron «te metiste conmigo y mi educación». Podía haberse hecho una propaganda que no insistiera tanto en eso, sino en el hecho de que el Estado va a casar a dos individuos, dos ciudadanos que se eligen entre sí de manera libre; punto y aparte: la elección corre por usted. Y eso hubiera desmontado la agresividad de decir: «no me eduques de esta manera». Yo dentro de mi iglesia o dentro del aula puedo hacer los comentarios que sean pertinentes; pero yo no puedo pensar que lo que le falta a la gente es educación. No es eso: no es tan sencillo. Ya el fundamentalista no me está oyendo esa explicación, y se está sintiendo agredido, y eso es muy importante por lo que va a pasar ahora cuando venga la votación del Código de Familia. Nosotros en muchas ocasiones cuando damos asignaturas, hablamos siempre de discriminación sexual, y mire: discriminación existe en muchas esferas. Yo tengo que preparar que el estudiante desde primaria sea una persona con actitud no discriminatoria, y después pongo los apellidos. Tengo que verlo como una totalidad, porque yo no quise ver la discriminación racial y sí existía — de diferente manera, con diferentes grados — . Y para eso yo no preparé al estudiante. Yo tengo que hablar de no discriminación religiosa, pero cuando hago esos planes de estudio tengo que dosificarlo de acuerdo a la persona que tenga en el aula.

Entiendan que el tema de la academia es complicado y cada uno trabaja desde su especialidad — en el CIPS es un grupo interdisciplinario donde predomina la sociología, pero esto es muy importante para entender cuál es la Cuba de hoy y cuál es la que viene — . Nosotros desde la academia trataremos de visibilizar más el problema temático, y el tema político es casi de vida o muerte: los presidentes latinoamericanos hoy no fueron sacados por golpes de estados sino por votación, y entonces cuando se empezaron a analizar — hay varios análisis — , por ejemplo, el tema de Brasil, ¿cómo un negro va a votar por un presidente racista?: el problema es que su participación en las iglesias evangélicas los llevó a poner el voto donde decía su líder religioso. Y eso un poco va a explicar, no solo si hubo errores, humanos, naturales, posibles, en el Partido de los Trabajadores, sino que no es tan sencillo como que es la manera en que sanciona un tipo de la favela al PT. No es eso: es más complicado, es su participación en iglesias evangélicas que orientan su voto; por tanto, hay no solo una temática de discusión de por dónde va la izquierda, o qué ha podido hacer, o no hacer, sino que también tenemos el tema religioso que ha dirigido el voto de personas que han hecho voto — que luego los ha dañado, pero son votos: todo esto que vemos en América Latina son presidentes por votos y ninguno por golpe de Estado, excepto el caso de Bolivia — . Eso nos da la idea de cómo la persona, por emociones, puede ir con su líder religioso a tener incluso decisiones que son dañinas para ellos mismos.

Yo pienso que tenemos que estar todos. Hay que retomar la idea de Frei Betto de que el lenguaje para el fundamentalista tiene que ser desde su estructura racional, porque él lo demás no lo va a entender, hablar de la historia nacional desde esa estructura porque por mucho que tengamos la razón no nos vamos a entender.

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Revista digital y plataforma de pensamiento para debatir el proyecto de la Revolución Cubana, su relación con prácticas políticas de hoy, sus futuros necesarios