La pluralidad diversa, convivencia y relativa tolerancia entre todos los grupos religiosos en Cuba se ve amenazada por las corrientes fundamentalistas

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3 min readFeb 17, 2020

Por Pedro Álvarez

Foto tomada de https://www.elfunerariodigital.com/2015/10/15/mesa-redonda-sobre-la-pluralidad-religiosa-y-rituales-funerarios-en-el-distrito-de-nou-barris-de-barcelona/

En la historia cubana, como el común de los países latinoamericanos y caribeños que comparten rasgos culturales por encima de particularidades, resulta compleja la historia específica del desarrollo religioso. Ella ha transcurrido en condiciones de prolongadas luchas sociales en torno a la resistencia, a la dominación extranjera, a la abolición de la esclavitud, a las conquistas y reafirmación de la soberanía, a reafirmaciones económicas y diferencias sociales. La nacionalidad surgió y se consolidó en un largo proceso de aportes de diversas procedencias, distantes tanto en términos geográficos como culturales y en su contenido y forma.

En ese marco se formó el heterogéneo y ambivalente campo religioso cubano integrado por distintas formas incorporadas en sucesivos modelos socioculturales. Aunque tengamos en cuenta la siempre olvidada y rápidamente diezmada herencia aborigen; los modelos más influyentes en la identidad cultural cubana han sido el hispano, representado en la Iglesia Católica; y el africano, representado en el conglomerado Ochá-Ifá, Palo Monte y la Sociedad Abakuá; ambos concebibles en una unidad conceptual solo en las condiciones americanas, donde, de hecho, desaparecieron marcadas diferencias étnicas persistentes en sus regiones de origen. De esas raíces etnoculturales el cubano actual ha heredado concepciones, preferencias y modos de comportamiento.

A estos modelos funcionales se le suman las manifestaciones del protestantismo histórico y tardío, con un conjunto variopinto de más de cincuenta denominaciones presentes en el país en estos momentos; la práctica del espiritismo en sus variantes kardecianas, de cordón, cruzada; el vudú haitiano; la aparición de los rosacruz; la comunidad teosófica; las expresiones judías; el subud; la ortodoxia griega, y más tarde la ortodoxia rusa; el Islam y sus diferentes expresiones; las diferentes escuelas budistas; la fe bahá’í; los autóctonos acuáticos; los cartománticos; los quirománticos… Súmense a estas, otras prácticas y cosmovisiones de reciente aparición como rastafaris de reiki; los mayas, los huicacepta, los jarecrepta universalistas, universalistas ramatis, seguidores de Sai Baba, Iglesia gnóstica, católica libre, católica africana… La lista se alarga, pero solo pretendemos dar una pequeña muestra del arcoíris religioso representado en nuestro país; porque de otra manera, no tendría tiempo exponer la cantidad de religiones que a veces no consideramos dentro del panorama tan amplio que tiene nuestro país. Y como elemento especial, todas ellas conviviendo dentro del entramado social cubano, no exentas de desencuentros, de marginaciones; y sin observarse un arraigo significativo de la mayoría de la población en una u otra expresión religiosa.

A esta diversidad se agrega la religiosidad popular extendida: una manera muy peculiar y cubana de exteriorizar la espiritualidad religiosa con las características de espontaneidad centrada en la cotidianidad del individuo y sus necesidades, su mixturación con diversas religiones, manteniendo cierta independencia de las mismas y con un contenido mítico-mágico preponderante en su práctica. En resumen, «recordamos a Santa Bárbara cuando truena», esta pluralidad diversa, convivencia y relativa tolerancia entre todos los grupos religiosos se ve amenazada por las corrientes fundamentalistas y conservadoras que desde algún tiempo han tomado auge en el entramado religioso nacional. El miedo, el odio, el irrespeto, la intolerancia, la satanización del otro, la imposición de valores sociales considerados como únicos e inamovibles, son algunos de los rasgos que ponen en peligro, no solo el desarrollo natural de las relaciones y sus relaciones mutuas, sino que, son una amenaza a la identidad nacional y a los valores más autóctonos de la nación.

Sirva este encuentro para lograr un acercamiento a este fenómeno en sus más variados ámbitos que nos pueda servir de referencia para acciones futuras.

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