215. El vino aburrido

Éste es peor que el vino cansado.

De hecho, la diferencia empieza con que el cansancio es el final de un proceso de deterioro de cual no estamos exentos los humanos en cambio el vino aburrido comete un pecado: es aburrido desde el principio.

Y casi me atrevería decir que se hace aburrido a propósito, como quien hace una gaseosa. Una bebida más, para pasar un bocado de comida sin importar que combine o no, para tener una excusa para una dosis moderada de alcohol, un vino para descorchar, tomar y olvidar.

Su color luce consistentemente falso, incluso su brillo. Parece más bien gelatina recién cocinada, antes de dejarla cuajar.

Sus aromas son genéricos y sin ningún tipo de matiz: sea fruta o chocolate, alguna flor o madera no importa cuánto se oxigene huelen a lo mismo.

Su sabor es como de ponche de frutas con alcohol. Su final no existe.

Son, simplemente, aburridos. Uno no debería gastar dinero y paladar en ellos.

--

--

Esnobismo gourmet
La vuelta al 2017 en 365 notas sobre vinos

Vinos, destilados, cocteles, gastronomía, recetas, libros, viajes, pecados, cultura y estilo de vida. Esnobismo. Punto. http://t.co/AWY1EN1xUG