Ocasiones sobran para reflexionar respecto a nuestra vida. Lo que pasa o lo que deja de pasar, quien llega…
Es fácil ponerse los audífonos del mundo y evitar escuchar la voz de un Dios que nos pide la perfección, si, es más fácil, pero “¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si se pierde a sí mismo?” Lc. 9,25.