Entrevista a Ana Katz, directora de “El perro que no calla”

Ezequiel Obregón
Leedor
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4 min readNov 27, 2021

La directora de El juego de la silla (2002), Una novia errante (2006), Los Marziano (2011), Mi amiga del parque (2015) y Sueño Florianópolis (2018) ofrece con su última película (presentada recientemente en el 36° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata) un retrato humanista sobre un hombre joven, interpretado por su propio hermano, Daniel Katz.

El perro que no calla fue proyectada en el Festival de Cine de Mar del Plata. Allí pude notar un entusiasmo generalizado por el retorno a la presencialidad. ¿Cómo resultó la experiencia?

Sí, creo que hay una especie de retro gusto por tanto tiempo de encierro. Los que estuvimos en el festival no paramos de comentar cómo uno valora este tipo de actividades de reunión, de reencuentro. La posibilidad de poder compartir y hablar de cine. Se trata de ir caminando al cine, de salir, comentar una película. Presentar El perro que no calla fue una experiencia muy emocionante, porque fue nuestro primer festival en vivo. Y nuestra primera reunión con un público real. Una experiencia que nos llenó de alegría.

Me resultó muy interesante que la película tuviera cinco directores de fotografía distintos, algo que no es muy frecuente en el cine.

Es cierto. Son cinco directores de fotografía maravillosos, a quienes admiro y en muchos casos quiero y soy amiga. La película tuvo un proceso de producción súper particular; es una película que necesitaba de una libertad muy especial para contar la historia tal cual la imaginábamos. Y eso hizo que se todos se comprometieran de una forma muy conmovedora para mí. Y llevó a que en las distintas etapas que vive Sebastián, el personaje, se sumara la mirada y la sensibilidad de la cámara de distintos directores de fotografía. Entonces, fue una especie de regalo. No hay manera de vivirlo de otra manera.

Leí algunas críticas que plantean a Sebastián como un anti-héroe. ¿Lo percibís así?

Desde mi punto de vista, él es un héroe. Y eso me lleva querer a filmar la película y seguirlo. En el sentido de que si te alejás de los valores y de la concepción más patriarcal de lo que debe ser un hombre (ambicioso, pendiente de lo empresarial), se trata de un varón con una sensibilidad que le permite valorar más el cuidado de una perra que un trabajo. Y eso para mí, en este mundo, que un varón se haga espacio para cuidar a alguien, es algo que me conmueve. Genera una empatía. Y creo que el mundo, con más personas como él, estaría mejor.

Daniel tiene una presencia muy singular, muy minimalista pero a la vez muy convincente y verdadera. ¿Siempre estuvo en tu mente para este proyecto?

Lo elegí desde el inicio, porque creo que Daniel aporta una verdad desde su mirada. Tiene una sensibilidad y lucidez muy grande. Y una mirada muy política también. Y yo quería un personaje que diera batalla por una verdad absoluta. En este mundo en donde es más héroe el que tiene plata que el que se las rebusca para no joder a nadie. Hay un montón de razones que hacían que yo sintiera que Daniel tiene una expresividad y una comprensión que podía enriquecer desde su humanidad todo lo que le iba pasando a Sebastián, en sus distintas etapas. Siento que su trabajo es de una sutileza y riqueza de distintos estados, enormes. El arco de Sebastián es una línea de sentimientos.

En cuanto a los otros actores, también ofrecen un grado de verdad muy fuerte. Incluso pueden estar pocos minutos en la pantalla, pero creo que resultan muy convincentes.

Gracias por lo que decís. Creo que tiene que ver con lo que hablamos antes, con la escala humana. Yo, en ese sentido, siempre me imaginé que los personajes de esta película son personajes que podrían merecer su propia historia. Tampoco quería contar desde la convención del “personaje chiquito” que solo sirve para que el protagonista avance. Yo quería que Sebastián pudiera confrontarse a otras humanidades que viven otras situaciones. Son personajes que tienen su propia vida. Me los imaginé muy humanos y sentí que necesitaba contar con actores dispuestos a una verdad que requiere de mucha entrega. No buscaba los guiños típicos, sino una conexión más grande con la historia. Cada uno de los actores fue súper pensado. Y yo estoy muy orgullosa de todos ellos y todas ellas.

Y creo que estas elecciones se oponen a la idea clásica de guion, en donde los personajes más secundarios son fichas que se emplean para que avance el protagonista. Pero, ¿por qué no prestarle más atención a las fichas?

Exacto, porque sino es como la idea de lo funcional. Creo que el concepto de la estructura del camino del héroe merece una relectura desde hoy. En el sentido de que creo que esas fichas tienen su humanidad.

Sos una realizadora que crea un relato sobre un hombre. ¿Creés que existe una “mirada femenina”? Si existiera, habría entonces una “mirada masculina”.

Desde chica, tiendo a la deconstrucción de esos dos ejes tan categóricos, sobre todo porque al ser categóricos te ubican en un lugar fijo. Y la película es un ejemplo de que un varón puede tener una sensibilidad que la sociedad rechaza. Yo creo que existen distintas miradas que dan lugar a que nos pensemos a nosotros mismos desde otros lados. Creo que las mujeres hemos sido y somos muy atacadas. Y los hombres, también. Yo no estaría nada entusiasmada si me tocara ser un varón. Y a la vez siempre fui consciente de un rocío de ninguneo que te toca combatir. Hay distinto tipos de miradas y creo que más allá de eso no se les hace lugar a las mujeres. Tenemos derecho a darnos permiso a ser como humanamente nos salga.

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Ezequiel Obregón
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Escribo sobre cine, teatro y literatura. Cuenta de Medium para Leedor.