Sobre Los delincuentes: hombres de mediana edad en crisis

Raul Manrupe
Sitio Leedor
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4 min readNov 5, 2023

Carl Jung entre otros, escribió sobre este tema. Rodrigo Moreno (51 años) lo filma. De eso trata en gran medida Los delincuentes, su película más reciente, con importante cosecha de premios y postulaciones.

Se ha escuchado y leído por ahí, que la primera parte de este largo de tres horas de duración es mejor que la segunda. Si nos referimos a la narración clásica, que parte de un ultra clásico guión de origen periodístico como Apenas un delincuente, de Hugo Fregonese, podría ser. Parece que la segunda mitad del film ha desconcertado al público de edad menor a la de los protagonistas, Daniel Elías (43), Esteban Bigliardi (50).

Acá nos referiremos a la segunda parte, que hace alusión de manera poética y profunda a lo que dice el título de esta nota. Una pieza de reflexión.

Ya hemos visto cómo estos dos loser, a los que les quedan 17 años para jubilarse han sellado un pacto difícil de sostener. La cárcel y la tentación son dos pesadas cargas (como en Puán, el protagonista carga una mochila que nadie levantaría si la viera tirada al lado de un contenedor). La lucha por sacarse esa pesada condena, una entre rejas, en la que el capanga Garrincha es el que manda en la prisión. Otra, a sueldo, con el asedio del gerente cubierto -en una idea brillante- por el mismo actor: Germán De Silva.

Hemos dicho: Rodrigo Moreno lo filma. Desde su propia experiencia de vida reflexiona sobre estos temas que a determinada edad comienzan a formar parte de los interrogantes del hombre. El amor, la libertad, la soledad, los trenes que se van y no tienen horarios tan frecuentes como hasta entonces, los objetivos cumplidos o no. El lirismo. El idealismo.

Temas que por lo general, dentro del mundo de mandatos que todavía persisten en el ser humano nacido varón, no son mencionados pública o masivamente.

¿Y qué puede ansiar un hombre de mediana edad? Que una chica enamorada lo tome de la mano para correr juntos por un bosque hasta encontrar la moto en que lo llevará. Otra: renunciar al empleo-yugo cargado de máquinas de calcular viejas con la revancha moral de decir No a sus superiores que han jurado hacerle la vida imposible. Irse a la nada misma a buscar un amor improbable difuso en el tiempo cuyo resultado nos conectará con la esencia del tango Nada (no está presente en la excelente banda sonora del film, sino en La sonámbula de Fernando Spiner, pero la sensación de desesperación es la misma). Trepar una montaña o mover una piedra de enorme peso para cumplir una promesa que va más allá del materialismo en este caso del botín (a propósito, alerta spoiler, me pregunto cómo harán para moverla otra vez).

Entonces el policial, que comienza como una película de los 80s hasta por la tipografía de los títulos, que bordea lo grotesco por momentos y que puede llegar a tener un homenaje -cerrado en algunos casos para entendedores o público culto amigo- a las fuentes de todo tipo que enriquecieron al director, vira en esa segunda mitad, por momentos cansadora en su extensión pero hipnótica en lo visual, hacia esa reflexión y cotejo de mundos apabullante: saco y corbata/bikini celeste, cajas de seguridad analógicas/arroyo de ensueño cordobés.

Película de muchas referencias, mencionemos también La parte del león de Aristarain presente en los departamentos de Morán y Román y el hotel Brisas. Hay que romper la rutina se titulaba intencionadamente la comedia con Porcel y Olmedo de 1974, casi contemporánea al disco de Pappo´s Blues presente una y otra vez en la trama. Al son del tema, el director deja a sus personajes irresponsables e irreflexivos frente a un destino que si bien incierto, no es fatalista sino todo lo contrario.

La belleza que muestra la pantalla (DF: Alejo Maglio, Inés Duacastella) es como la utopía realizada (utopía, un término de otras generaciones anteriores a la del director y sus personajes) frente a nuestros ojos. Montando en pelo perdiéndose en el paisaje.

Tal vez la utopía de esos dos hombres de alrededor de 50 años, sobre los que Jung y otros describieron y Moreno registra en esta película que refleja esa realidad del realizador y del hombre de este siglo, todavía.

Ver también la nota Los Delincuentes, de Rodrigo Moreno

¿Prisión o libertad? Morán (Daniel Elías), entregado.

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Raul Manrupe
Sitio Leedor

Investigador, Curador, Documentalista, Creativo, Gestor cultural