Stranieri Ovunque, Venecia más Venecia que nunca: turistas y arte “contemporario” por todas partes.

Kekena Corvalan
Sitio Leedor
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5 min readJun 1, 2024
Ingreso al Arsennale, foto Pau Eseiza.

Exclusivo para Leedor desde Arsennale, Giardini, la Celestia y el Dorsoduro.

La Biennale llega a su 60 edición con más de lo mismo. Desde su lema, sin dudas es coherente, Venecia debe ser la ciudad del mundo con más extranjeros recorriéndola. Decimos extranjeros, para decir turistas, categoría que a la gente local parece irritarla y con razón. Somos más que extranjeros, parecemos extraterrestres. Buena definición para las prácticas artísticas, somos ese virus del espacio exterior. Pero creo que no es la cita a Burroughs lo que se agita aquí. Pareciera que nadie vive en nuestro mundo.

Poco de lo que está sucediendo aquí pareciera estar conectado con estos días politizados y horrorosos. Venecia como nunca, una serenísima república. Ni inmigrantes, ni desplazados, ni ilegales, ni desterritorializados, ni nómades forzosos: extranjeros. El modelo del arte contemporáneo, demasiado contemporario y con aires de booking. Pasa, que viene el próximo, y sigue.

La dosis justa de la corrección política para seguir batiendo cóctel del art washing: indígenas, queer, mujeres, textiles, cerámicas, colectivos, Ucrania, y, poco y lateral, Palestina. Todo individual, como figuras excepcionales, no hay lucha, no hay comunidad que sostenga, no hay denuncia, no hay memorias que recuperar o exigir, no hay políticas de mundos otros; más bien hay exotizaciones y quizás autoexotizaciones, identidades que juegan los juegos del poder.

El núcleo histórico, entre lo más interesante, aunque puesto de un modo abrumador, un ejercicio de acumulación que no dice mucho al público general. El Ojo de Frida Kahlo (gentileza Colección Constantini), con custodia personal cuerpo a cuerpo, de un guardia de sala. Debe haber otras que tambiém tienen seguridad privada, porque el Pabellón Central de I Giardini guarda un tesaurus potente y hermoso, sin dudas. El tema es para qué. ¿Hay relatos y tensiones de relatos? ¿O tampoco hace falta, porque lo cubre la corrección política? Venecia quizás sea un inmenso ready made: pongamos lo que pongamos cómo lo pongamos, será Biennale.

La sala del Arsennale, para tomar la otra sede que siembra núcleo histórico, tiene un punto de inflexión especial en su homenaje al modo de curar y montar de Lina Bo Bardi. Pero es una abrumadora postal de obras correctas. Nos preguntamos si no le faltan la distancia que tienen originalmente, y el ritmo que forman las imágenes en la sala del MASP. Se toma la forma por la forma en un espacio donde poco se entiende de simultaneidades y copresencias, faltándonos quizás esa vitalidad antropofágica que pone en diálogo iconografías de la Historia del Arte europea y latinoamericana como sucede con la propuesta original de San Pablo.

Leo la nota que aquí les dejo y recomiendo, publicada en artishock, escrita por Mariagracia Muscatello, con quien coincido en esta sensación de lavado y de pérdida de una oportunidad única. No es que depositáramos esperanzas de insoburdinación generalizada cual nuevo Mayo francés en San Marco, pero en el fondo de nuestro corazón esperábamos algo más, como siempre, algo que tuviera una inscripción más situada en este terrible 2024, porque para la previa, para pensarnos hasta diciembre de 2023, ya recorrimos, debatimos y aprendimos de la 35 bienal de San Pablo, que concluyó el 10 de diciembre de 2023, el mismo día que asumió la bestia en mi país.

Sin más prolegómenos, les dejo mi top five menos uno, porque, finalmente, quedo aquí:

  1. Pabellón de Chile: sin dudas, una hermosa sorpresa. Esta ubicado en la Celestia, frente al Arsennale, al fondo de la isla de San Marco, en la misma locación donde hemos ido a ver el León de Oro para Lituania en 2019. Este trabajo de Valeria Montti Colque, con curaduría de Andrea Pacheco González, es una Mamita Montaña, habitada y habitante de esos mundos otros sudacas, cuireados, de las tierras altas, bajas y raras. Junto a ella, videos de la artista cotidianizando la nieve nórdica y extraterrestre, de las diásporas esas que cargamos. Pero esperen, que aquí no hay de esa melancolía generalizada, aunque la derecha nos persiga. Aquí hay sueños, hay políticas de mundos, hay latido, porque si algo tiene la Mamita es que está bien viva. Aquí se diluye la melancolía y se hace fiesta de la ascensión. No quiero contar más, vayan y veánla, caminen hasta el Pabellón y luego, cuéntenlo y recomienden. Además, y disculpen, pero son dos mujeres en este envío, artista y curadora, atacadas por los hombres de bien de un país de machirulos del arte donde las compañeras trabajan mucho para abrir el juego.

2- Pabellón de Egipto, artes indisciplinadas, un enorme equipo de artistas visuales, músicos, videastas y teatristas, coordinados por Wael Shawky. Una ópera en 8 actos que rememora una revuelta anticolonial contra el opresor inglés. Quizás no se “entiende” plenamente, pero eso también hace sentido, justamente, en toda la opacidad poética y referencial. Fantasía y movilización de amplio impacto.

3- Berlinde der Bruyckere: su City of Refuge III, en la Basilica de San Giorgio Maggiore, al final de la Giudecca, nos conmueve desde lo material, abriendo sentidos que hace mucho no vibrábamos. Vayan al link del título que escribí especialmente sobre esta propuesta que me gustó mucho. La melancolía europea a pleno: ángeles de capa caída, que han perdido privilegios y honores, que dan pena.

4- Núcleo de pintura histórica del Pabellón Central de Giardini, especialmente en las salas repletas de pintoras mujeres: lo único que voy a agregar, o mejor dicho, cantar, ya se imaginan, es: Y ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven…

Tarsila do Amaral, Desnudo, 1925.

5- David Claerbout, con su videoarte, en el 2do piso del Palacio Contarini Polignac (exposición colectiva Desde Ucrania: Atrévete a soñar), donde, inocentemente, el texto de sala habla de la relación entre percepción y temporalidad. La pelicula dura 96 minutos, y son unos pocos planos aparentemente fijos que dan cuenta de la explosión de una bomba que estalla en el jardín de una casa sobre dos pájaros. vengo hablando mucho de la melancolía, es mi sensación de este mar Mediterráneo en este viaje, y aquí, en la película de Claerbout, la película de Von Trier aparece como el lado oscuro de esta percepción del final que nunca parece llegar del todo. Impresionante. Se puede ver dentro de la propuesta colectiva del PinchukArtCentre, en el Palazzo Contarini Polignac, en el Dorsoduro, hasta el 1 de agosto.

60 Biennale di Venezia.
Hasta el 24 de noviembre de 2024.

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Kekena Corvalan
Sitio Leedor

Escritora, curadora y profesora feminista. Especialista en artes vitales, visuales, viajeras y domésticas. Ig @kekenacorvalan @redtesoras