Entrevista a Simon Reynolds: “Kanye West es lo más cercano a un Bowie de hoy”

Los Inrockuptibles
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15 min readJun 15, 2017

Como un golpe de rayo, el imprescindible nuevo libro de Simon Reynolds, es un repaso exhaustivo por los años dorados del glam y la evolución hasta nuestros días del género, analizado en el sentido más amplio posible. Entrevista exclusiva con uno de los grandes pensadores contemporáneos del rock.

Por Nazareno Brega

Simon Reynolds

ENTREVISTA> Ya le habías dedicado un capítulo de Retromanía al glam. ¿Cómo surgió la idea de transformarlo en un libro?
Hace mucho tiempo que soy fan del glam, pero fue mientras trabajaba en Retromanía que por primera vez pensé que podía haber un libro sobre el tema. La mitad de Retromanía es una polémica y un análisis de la cultura pop actual, pero la otra mitad se fija en la historia de revivals y cultos de la nostalgia en la historia del rock. Así es que hay un capítulo entero sobre el renacimiento del rock ’n’ roll de los años 50 durante los 70. Eso se superpone en cierta medida con el glam; muchos artistas glam jugaron con ideas del rock ’n’ roll de los 50 y por eso escribí unas cuatro páginas sobre el glam en Retromanía. No mucho, pero lo suficiente como para ponerme a pensar en esa era y para darme cuenta de cuántos temas y aspectos interesantes tenía.
La tendencia retro del glam era apenas uno de esos aspectos, pero ciertamente uno intrigante. Comencé a sentir que el glam había inventado el posmodernismo antes de tiempo, y todo por sí mismo, sin ninguna influencia del mundo del arte o de la teoría arquitectónica, que es donde el posmodernismo surgió como concepto a principios de los años 70, inadvertido para el resto del mundo. La música pop parece tener una tendencia inherente a las repeticiones nostálgicas de su propia historia. Pero también –y esto es muy evidente en el glam– hay un impulso hacia la autoburla, la parodia y la diablura traviesa que al rock le gusta infligir contra sus propios mitos y leyendas.
En general, hacia el final del proceso de escritura de Retromanía, empecé a sospechar que los primeros años 70 de hecho fueron la primera gran edad de retromanía –había todo tipo de revivals, réplicas, pastiche, parodia, discos de covers, tendencias nostálgicas– no solo de los años 50, sino también relacionadas con los años 20, 30, 40, y mediados de la década del 60 también, con varias expresiones de la nostalgia beatle floreciendo.

¿Qué comparte el glam con los géneros y fenómenos musicales de tus otros libros?
Creo que la diferencia entre Como un golpe de rayo y mis otros libros es que los fenómenos como el postpunk y la cultura rave eran movimientos under. Irrumpieron en los charts pop y en el mainstream, pero como una serie de incursiones desde el exterior. Mucho de esto aplica a otras cosas sobre las que he escrito, como el hip-hop, el grunge y el shoegaze. Hasta The Smiths se sentían como outsiders infiltrándose en el mainstream. Y en cierto sentido eran “pop puro”, pero era una idea del pop que era disidente en el contexto de la música pop de los 80. En muchos aspectos, el glam era música pop en todos los sentidos de la palabra. La mayoría de los grupos de los que escribo consiguieron hits número 1 en el Reino Unido, hicieron de Top of the Pops su hogar y su hábitat natural, y los encontré por primera vez en la televisión cuando era un niño. Así que quizá esta es la primera vez que dedico un libro entero al pop y a artistas que estaban obsesivamente decididos a ser estrellas, a cualquier costo. Mucho más que cualquier otra cosa que haya escrito antes, el tema del libro es la fama, el narcisismo, el exhibicionismo, toda una psicología que con cierta luz podría ser vista como patológica. Ciertamente, implica motivaciones –la fama, la riqueza, la adoración y atención de los otros, el dominio de los medios de comunicación– que pueden juzgarse como funcionales a cómo se dieron las cosas. Aunque muchas estrellas glam salieron del under de los sesenta, enseguida abandonaron cualquier idea de cambio colectivo y persiguieron despiadadamente caminos individualistas hacia la gloria mundana. Es durante los años 70 que el rock va a Hollywood y se convierte en una rama junior del negocio del espectáculo.

“La fama es el opio de los pueblos, es la única solución que muchas personas ven a sus problemas, un escape individual y privatizado hacia ese estilo de vida de fantasía.”

El recorrido del libro va desde el siglo XIX con Oscar Wilde hasta nuestros días, y se nota que fue un trabajo que te demandó varios años. ¿Cómo fue el proceso de investigación y escritura?
Me llevó tres años escribir el libro, más de lo que había planeado –algo que suele suceder con mis libros–, y me metí muy de lleno con la investigación. ¡Quizá demasiado! Leí extensamente sobre temas como la fama, el camp, la historia del drag, conceptos como la decadencia, la teatralidad (y la antiteatralidad), la magia, el carisma y más. Hay un montón de libros que leí, a los que les dediqué mucho tiempo, y que tal vez solo contribuyeron una línea o dos al libro terminado. Pero siento que todos ellos aportaron al sabor del producto final, un poco como una especia, como una nota callada de sabor, apenas detectable.

Gary Glitter

¿Qué datos te sorprendieron durante esa investigación?
Descubrí tantas cosas interesantes e inesperadas, sobre todo hechos históricos relacionados con los años 70. Probablemente el más interesante fue el schoolkids liberation movements que surgió en Inglaterra en el momento exacto en que “School’s Out” de Alice Cooper alcanzaba el primer puesto en los charts del Reino Unido. Influidos por la militancia sindical de los años 70 y las grandes huelgas de los mineros, entre otras cosas, los adolescentes de Londres hicieron manifestaciones espontáneas, protestas y marchas. Hubo una manifestación que marchó desde unas escuelas en el norte de Londres todo el camino hasta Trafalgar Square, donde suelen realizarse las protestas políticas, y supuestamente, después de que se dispersaron, algunos chicos tenían pases para Top of the Pops y asistieron al show de Alice Cooper, y lo saludaban con el puño en alto del Black Power, mientras sonaba el himno estadounidense, como señal de protesta por los derechos civiles. No sé si es cierto, pero es el tipo de leyenda que debería serlo… El glam se centra en el mito y la exageración, y sentí que eso me autorizaba a repetir la historia en el libro. Sentí que era casi mi deber hacer que todo pareciera lo más trascendental y fabuloso posible, conforme con el espíritu del glam.

El libro comienza con el impacto que sentiste al ver a T. Rex en Top of the Pops. ¿Es posible hoy un fenómeno adolescente con la relevancia musical, de clase y/o género que tuvo el glam?
Estoy seguro de que sí, pero deberías preguntarles a los chicos cuáles son. Puede que no estén sucediendo en la música, pero sean pequeñas películas extrañas o animaciones en YouTube, o que tengan que ver con juegos de computadora o memes. Y aunque haya música que los emocione y resuene con ellos, tal vez no sea la música pop o rock la que tenga ese efecto transformador y estimulante. Mi hija de once años está obsesionada con el musical Hamilton, por ejemplo, que por alguna razón ha atrapado su imaginación por completo.
Cuando vi a T. Rex no estaba atento a ninguna de esas cosas de género o a lo que estaba haciendo musicalmente que fuera interesante, más bien yo lo consideraba una “perturbación” –tanto en el sentido misterioso, y desconcertante de la palabra como en el ruidoso entusiasmo. Bolan me sacudió como un electrizante rayo de rareza audiovisual. La gente lo compara con un elfo, y tenía una cualidad bruja o hechicera –sus ojos, su pelo frizado, esa sonrisa extraña.

Más allá del texto final en el epílogo sobre las réplicas del glam, ¿cuánto cambió el enfoque del libro tras la muerte de Bowie?
No cambié nada en el cuerpo principal del libro porque cuando me enteré ya lo había terminado. Estaba literalmente en la última página cuando aparecieron los primeros tweets. Estaba demasiado exhausto como para reescribir cualquier cosa, y además no quería silenciar ninguno de mis comentarios críticos sobre Bowie solo porque él había muerto. Pero me di cuenta de que tenía que escribir un ensayo final sobre su muerte (leelo acá) y la reacción masiva que provocó. Y también dar cuenta de la importancia de su vida y su trabajo. Mi acercamiento fue escribir un panegírico, como uno lo hace para un funeral: tiene un elemento personal pero también está escrito en nombre de la congregación, de todas las personas diferentes que están de luto y pueden haber visto distintos aspectos de la persona fallecida, o tener una perspectiva muy diferente. Así que escribí algo que era para todos aquellos cuyas vidas habían sido tocadas por Bowie, tomado de mi propia experiencia reciente de escribir un panegírico para mi padre, que murió en 2015 y era una persona compleja y difícil. También reflexioné sobre el tema de la mortalidad y la fugacidad de la gloria mundana, que es un leitmotiv del libro y ha estado presente en mi mente en los últimos años. Además de la muerte de mi padre, y la muerte de uno de mis hermanos algunos años antes, mientras terminaba el libro mi primera novia estaba luchando contra el cáncer y de hecho moriría algunos meses después de Bowie. Así que la mortalidad estaba en mi mente.

El libro no transmite una conexión especial con la música de Bowie. Sin embargo, le dedicás cuatro capítulos, algunos que exceden el glam, y las últimas páginas.
Bueno, Bowie me parece una figura fascinante, y amo mucho de su música. Pero también tengo algunas ambivalencias acerca de lo que hizo y lo que representó. También está el hecho de que yo era un niño cuando Bowie estaba en el apogeo de su influencia, y por lo tanto no tuvo en mí ese efecto formador de identidad que tuvo en las personas que eran adolescentes en la época de Hunky Dory, Ziggy Stardust, Aladdin Sane, etc. Para mí, las figuras equivalentes a Bowie en términos de formación de identidad fueron Johnny Rotten, Jah Wobble, Ian Dury, bandas como The Slits, Talking Heads, Gang of Four, Scritti Politti y toda la música de la era punk y postpunk. Y después, un poco más tarde, me hice fan de Morrissey, con un efecto identitario igualmente intenso. Con Bowie era más como yo amando a algunos de sus discos –Low y Scary Monsters en particular– y él siendo una institución, una fija en la vida del pop británico. Lo primero de él que tuve fue Changes en casete, que era un “lo mejor de”, y lo tenía como también tenía los de The Beatles 1962–1966 y The Beatles 1967–1970, esos dos compilados dobles. Grabé los compilados de los Beatles y Bowie de los casetes de un amigo y en ese aspecto me parecen similares: presencias gigantes en la vida del pop británico, música que no podías parar de escuchar en la radio, como oldies, o en casas de amigos. Lo mismo con los Rolling Stones. Así que amé muchos de los singles clásicos de Bowie de la misma manera en que amé los singles clásicos de los Beatles, los singles clásicos de los Stones. Eran objetivamente grandes, hitos en la cultura pop británica y en la vida pública, pero yo no tenía esa sensación de descubrimiento personal que tuve con la música de la era postpunk, ni tampoco los vi impactar el mundo en tiempo real. Aunque recuerdo a Bowie en Top of the Pops cuando yo era chico y me encantó especialmente el lanzamiento de “Space Oddity”, que llegó al primer puesto en 1975. Pero yo no tenía edad suficiente para comprender o sentir el significado de la figura de Bowie.

David Bowie era Aladdin Sane

¿Por qué termina siendo la figura clave del libro por más que no sea el hilo conductor?
Bowie terminó siendo la columna vertebral de Como un golpe de rayo, creo –pero no fue algo realmente intencional. Mi intención original en realidad era ubicar a Bowie en su lugar histórico –contextualizarlo como un artista en el campo del glam y el emprendimiento glitter. Pero escribiendo el libro él resultó demasiado insistentemente interesante para no cubrirlo una y otra vez en gran detalle. Hizo tanto y pasó por tantos cambios. Sin embargo, él solo tenía un capítulo sobre sus primeros días luchando por hacerse famoso, que es sobre él y solo sobre él. El segundo también cubre a sus protegidos y aliados espirituales como Lou Reed, Iggy Pop, Mott the Hoople y todo el imperio que Tony Defries construyó alrededor de él con MainMan. El tercer capítulo es acerca de Bowie en Los Ángeles, la época de Young Americans, Station to Station y The Man Who Fell to Earth, pero también se trata de la escena glitter de Los Ángeles. El cuarto es sobre Bowie en Berlín, pero también cubre a Iggy Pop, Brian Eno y Kraftwerk. Así que el interés es tanto sobre Bowie “personalidad y artista/pensador” como también sobre Bowie como un vórtice alrededor del cual otros talentos se arremolinaron. Estos son talentos de los que él a menudo toma prestado, pero talentos que él muy generosamente trata de apadrinar y guiar hacia el éxito.

¿Qué músico del pop actual puede llegar a tener una relevancia similar a la que tuvo Bowie? ¿Existe la teatralidad del glam en el escenario más allá de Lady Gaga y Marilyn Manson o el “digiglam” de Gorillaz y Daft Punk? ¿Ese aspecto del shock encontró su lugar con Kanye West o Rihanna en las redes sociales?
Lady Gaga es la heredera tímida de Bowie, pero su música es mucho menos interesante que la de él. Así que creo que Kanye West es probablemente lo más cercano a un Bowie de hoy: tiene su obsesión ambivalente con la fama, pero también tiene el deseo de perseguir la vanguardia en la música. Bowie buscó una serie de colaboradores, Kanye está constantemente buscando nuevos beat-makers y sampleando material extraño e improbable. Hay también un paralelo en la forma en que Kanye es una figura pública que convierte a los medios en una especie de escenario para sus psicodramas. También hay un impulso similar de expandirse a otros medios expresivos y a otras áreas de la creatividad, de ser un polímata. Pienso en Kanye como la figura de Bowie, y en Future como un Iggy Pop moderno, mucho más guiado por su instinto, un poco descontrolado, de la cabeza tras consumir varias sustancias.

“Kanye West es probablemente lo más cercano a un Bowie de hoy: tiene su obsesión ambivalente con la fama, pero también tiene el deseo de perseguir la vanguardia en la música.”

En el libro destaca la relación del glam con el pop actual porque los dos hablan sobre el hecho de ser estrellas pop y tienen una fijación con la fama. ¿Es ese el único punto de contacto con el contexto actual de la música? ¿Encontrás similitudes en los contextos políticos de un momento y otro?
Los años 70 fueron un tiempo de desilusión, todas las esperanzas colectivas de los años 60 habían encallado, ya fuera la contracultura o los derechos civiles. Había una sensación de estancamiento e incertidumbre sobre el futuro, y una gran cantidad de nostalgia y de rememorar viejos tiempos que cariñosa y a veces falsamente se recordaban más felices. ¡Todo eso parece aplicable al siglo XXI hasta ahora! Incluso el esperanzador e inspirador ascenso de Obama pareció desencadenar todo tipo de odiosas resistencias y obstáculos, con muchos problemas a largo plazo que no fueron solucionados. Así que en términos de pop/rock, los años 70 vieron el surgimiento de un star system en el rock, y el glam era una respuesta autorreferencial a eso, o un síntoma de ese cambio. De nuevo: en el siglo XXI parece que la fama es el opio de los pueblos, es la única solución que muchas personas ven a sus problemas, un escape individual y privatizado hacia ese estilo de vida de fantasía, en lugar de buscar una respuesta en la política o en los movimientos sociales. Esto se ve en todas partes, desde los programas de concurso pop, como American Idol y The Voice y The X-Factor, a todas las estrellas autorreferenciales como Kanye West, Drake, o The Weeknd, donde el tema de las canciones refiere en gran parte al estilo de vida de la fama.

Antes de las elecciones escribiste un artículo sobre Donald Trump desde la perspectiva del glam. ¿Cómo ves esa conexión seis meses después?
Bastante parecido, Trump como una fusión de showman y strongman, como la culminación terrible de nuestra cultura de la fama. Aquí hay un hombre sin ideología ni principios, valores trascendentales o compromisos políticos, cuya única preocupación es un apetito de atención y adulación narcisista. Trump ha disuelto los límites entre la política y el negocio del espectáculo a un nivel catastrófico. La política siempre ha contenido un elemento teatral, pero con Trump no hay nada más que espectáculo, apariencia, teatro: la puesta en escena de una imagen de decisión y acción. Él dio forma a muchas de sus políticas en base a las líneas que tuvieron buena respuesta en los mítines, que son prácticamente conciertos de rock, de los años 2015 y 2016. Como dijo alguien, es “el gobierno del aplausómetro”. Lo que solo me hace pensar en la canción de Lady Gaga y el verso: “I live for the applause applause applause”.

“El glam era música pop en todos los sentidos de la palabra.”

¿Cuáles son tus canciones favoritas que encarnan la ideología del glam?
Creo que las que se relacionan con el negocio del espectáculo, el estrellato o la mitología del rock son las que me parecen más interesantes y representativas del espíritu del glam: “Fame” de Bowie, “Rock On” y “Gonna Make You A Stardust” de David Essex, “Hello Hooray” de Alice Cooper, “Marionette” y “All the Way From Memphis” de Mott the Hoople, “Mirror Freaks” de Cockney Rebel, “Rock and Roll, Pt 2” de Gary Glitter, “Action” de The Sweet y “Beauty Queen” de Roxy Music… También me gustan las canciones que son pura excitación e histeria, con chicos volviéndose locos en la pista de baile, así que me encantan cosas como “Ballroom Blitz” y “Blockbuster” de The Sweet. Otro aspecto del glam que me interesa es el del punk antes del punk, que tiene que ver con los chicos en las calles, enganchándose con el “aggro” y “brother”. Mi canción favorita de Mott the Hoople es “Violence”, por ejemplo. Pero hay demasiadas: “This Town Ain’t Big Enough for the Both of Us” y “Get In the Swing” de Sparks, “Cavaliers” y “Death Trip” de Cockney Rebel, “Solid Gold”, “Easy Action”, “20th Century Boy” y “Children of the Revolution” de T. Rex, “Another School Day” de Hell, “Elected” de Alice Cooper… Podría seguir durante horas. En realidad, es sorprendente cómo muchas de las grandes canciones de glam no son particularmente sobre los límites del género o la androginia o la sexualidad. Y hay un montón de esas, por supuesto.

¿Estás preparando un nuevo libro? ¿Sobre qué género o fenómeno musical te gustaría escribir?
Tengo unas siete u ocho ideas. Para mí, la pregunta es siempre qué tema puedo desarollar para convencer a mis editores en el Reino Unido y los Estados Unidos de que me den suficiente dinero. Parece que siempre me atraen grandes temas que requieren dos o tres años de trabajo. Creo que a grandes rasgos me dirijo hacia “la experiencia rock y pop británica”, que parece ser lo que más me atrae. Hice los años 90 y la cultura rave, hice el postpunk, hice el glam. Hay algo sobre la cultura musical del Reino Unido, la importancia de las escuelas de arte y sobre todo el papel de la prensa especializada y la cultura relativamente centralizada de la radio y la televisión que existió desde los años 60 hasta mediados de los 90. Ese tipo de cultura pop concentrada y altamente canalizada dio lugar a una asombrosa cantidad de ideas con las que fue muy excitante trabajar. Estoy fascinado por el complejo de razones estructurales que causaron eso: las revistas de música semanales, Radio One, y programas de televisión como Top of the Pops y en varios momento la radio pirata. Es básicamente el mundo en el que crecí, y un mundo que ya no existe. Así que me siento inclinado a conmemorar lo que era, cómo todo cooperó para producir estos resultados impresionantes. Pues hubo varias décadas seguidas, en los años 60, 70, 80 y 90, en las que Gran Bretaña “peleó por encima de su categoría” en términos de innovación musical, y generó personalidades muy originales y singulares en cuanto a la forma en que cantaban, las letras que escribieron, los estilos con que se desempeñaban y la forma en que se presentaban. Si pensás en el hecho de que Gran Bretaña tiene una quinta parte de la población de los Estados Unidos, y aun qué fuerza tan fuerte e incluso dominante fuimos en la música rock desde los años 60 a través de los 70 y hasta mediados de los 80… Es un logro notable, es toda una historia, y me hace sentir un poco patriótico. Y eso que no mucho de lo que está pasando en el Reino Unido, musical o políticamente, me hace sentir patriótico. ¡En todo caso, me hace sentir lo contrario! Así que probablemente me volveré a inclinar hacia alguna fase o área de esta experiencia rock/pop británica que haya ocurrido durante mi vida biológica, de 1963 en adelante. Por otro lado, quizá trabaje en algo completamente contemporáneo y urgentemente polémico, en la línea de Retromanía, en respuesta a lo que está sucediendo ahora.

Como un golpe de rayo (Caja Negra)

Como un golpe de rayo. El glam y su legado, de los setenta al siglo XXI
(Caja Negra) 704 páginas
Traducción de Hugo Salas

> cajanegraeditora.com.ar/libros/como-un-golpe-de-rayo

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