Hombres debemos aportar a detener el acoso a las mujeres en México

Manuel Morato
México 2.0
Published in
7 min readApr 25, 2016

“México es el primer lugar en violencia sexual en el mundo.” –ONU 2011

#24A #VivasNosQueremos — Foto: @valehamel

Tengo tres hermanas, una madre, una sobrina, dos abuelas, y muchas más primas, tías y parientes + amigas mujeres. Crecí rodeado de mujeres independientes, fuertes, revolucionarias. Mi abuela materna fue la primera jefa de la policía en Guaymas, Sonora y la primera candidata a la Presidencia Municipal de la oposición en dicha ciudad. Mi madre y mis 3 hermanas son todas auto-empleadas y cotidianamente crean riqueza con sus negocios y actividades profesionales. Además tienen vocación de servicio: trabajan para llevar recursos terapéuticos a mujeres embarazadas, empujan para eliminar tabúes sin sentido como el de amamantar en público y se están capacitando para convertirse en doulas y parteras.

Con esas mujeres crecí y de ellas aprendí mucho de lo que hoy en día aplico en mi vida personal y profesional. Son mujeres que dicen lo que piensan, con las palabras que se les antoja y que hablan abiertamente de cualquier tema, sea tabú o no; sea moral, inmoral o amoral. También son mujeres en busca de su feminidad y que buscan tomar responsabilidad por usar su esencia para complementar a su contraparte masculina.

Por esto, en mi mente siempre ha existido la noción de que las mujeres solamente son diferentes a los hombres biológicamente. Sus cuerpos son distintos al mío y también lo es su capacidad para abordar problemas y situaciones de una manera más sensible y distinta a la de mi padre o a la mía. Pero para mí siempre ha sido absurdo que intelectual o socialmente sean distintas a los hombres. Muchas de las mejores conversaciones que he tenido han sido con las mujeres de mi vida.

En la CDMX empiezo a entender el acoso cotidiano hacia la mujer

De ahí nace que me sienta de lo más perturbado por todas las muestras de violencia, abuso y acoso contra la mujer que he experimentado desde que vivo en la Ciudad de México. Seguramente esto pasa por todo el país, pero en esta Ciudad es donde más intensamente he sido testigo de esta vergonzosa realidad nacional.

La realidad nacional — crédito: Pictoline

Escribí antes que México es un gran lugar para estar en este tiempo. Quizá sea cierto, pero también lo es que frases como la del inicio de este texto demuestran que no lo es tanto para las mujeres. En plena modernidad y con tanto acceso a diferentes fuentes de información, aún persisten en México actitudes que solamente pueden ser calificadas como cavernícolas y oscurantistas de parte de hombres hacia mujeres. ¿Cómo es posible que en este tiempo haya hombres que piensen que la mujer sólo sirve para el hogar, o para trapear, o para darnos satisfacción sexual a los hombres? La triste realidad es que no sólo es posible, sino algo que sucede cotidianamente a lo largo y ancho del país.

El abuso no se queda solamente en ser verbal, sino que muchas veces se vuelve también un acto físico. En el metro cobardemente aprovechan la multitud para meter mano, en la calle los chiflidos combinados con los vulgares y acosadores piropos, en redes sociales los comentarios violentos y agresivos. Hombres repartidos por la Ciudad y por el país reduciendo a la mujer (mujeres como mi madre y mis hermanas) a un objeto, a un pedazo de carne, a un estereotipo arraigado machista.

Hombres cobardes que abusan de su fuerza física y de la situación aberrante del machismo en México. Hombres que se aprovechan de la impunidad que reina en nuestra sociedad y de nociones pseudo-morales que culpan de manera absurda a la mujer de tener la culpa por ser “provocativa”. Hombres que no han despertado al hecho que la mujer es un ser dotado de grandeza, de inteligencia y de plena capacidad de aportar valor y riqueza al mundo.

Hombres, tenemos la responsabilidad de hacer algo nosotros también

Hace algunas semanas estuve en el MUAC y me tocó ver una exposición de Mónica Mayer sobre el tema del acoso a la mujer en México. Me detuve a leer detenidamente un tendedero que la artista magistralmente llenó de post-its con historias diversas de mujeres acosadas y abusadas. Lo que leí en esas notitas hizo que mis dentros se retorcieran. El acoso está por todas partes, desde escuelas primarias, pasando por el mismo hogar familiar, hasta en el transporte público.

Al ver el trabajo de esas mujeres activistas, las cuales por cierto no están de revoltosas, sino pidiendo que algo que es fundamental y universalmente su derecho como personas sea respetado, no podía evitar pensar en mi madre y mis hermanas. Fue así como se volvió personal. Si esta situación puede potencialmente afectar a personas que considero cercanas (mujeres de mi familia o amigas, por ejemplo), entonces me afecta a mí también. En otras palabras, esto afecta a todos los hombres que estén suficientemente sanos para no participar en estas prácticas cavernarias de acoso y abuso. Desde un punto de vista más universal, se está violentando con esto a seres humanos y eso jamás puede ni debe ser tolerado.

Basándome en mi experiencia personal, considero que los hombres no estamos participando suficientemente en esta lucha que también tiene que ver con nosotros. Si se continúa aceptando una cultura de agresión y acoso contra la mujer, se continúa aceptando una situación en la cual nuestras novias, esposas, hermanas, madres y sobrinas son potenciales víctimas. Nuevamente, lo que se expresa es un deseo universal por respeto y justicia fundamentales para cualquier ser humano, sea mujer u hombre. En este caso las que están siendo más afectadas son mujeres y nosotros hombres no debemos quedarnos solamente mirando.

Desde que pensé en escribir estas palabras hace unas semanas, he estado pensando en qué podemos hacer nosotros hombres para poner de nuestra parte en esta lucha humana. Las ideas que tengo son las siguientes (siéntete con la libertad de criticarlas, de comentar sobre ellas, o de sugerir otras):

  1. Dejemos de aceptar comentarios agresivos, denigrantes y machistas en conversaciones a nuestro alrededor, por más casuales que puedan ser. Parte de esta problemática radica en que hay muchas actitudes machistas que son socialmente aceptadas y eso ya no puede ser.
  2. Cambiemos nuestra propia manera de hablar al referirnos a mujeres. Dejemos el “me la chingué”, el “pinche pussy”, y otros similares. Si no hacemos conciencia de nuestras propias palabras y lenguaje, difícilmente podremos aportar a esta causa de alguna otra forma. No es moralismo, es cuidar que la agresión no se filtre en nuestras palabras cotidianas.
  3. Si vibras con estas palabras, puedes también compartir información sobre esta problemática. Como he repetido en este texto, la problemática ya no es un tema de feminismo, sino un tema de alarma y urgencia general. Lee y comparte las notas: El Universal, AnimalPolítico, Horizontal (escrita por mi amiga Gisela PDA), La Silla Rota, etc.
  4. Cuando seamos testigos de acoso y abuso, denunciemos, no nos quedemos simplemente mirando. Lógicamente hay que tener sentido común y no ponernos en una situación peligrosa, pero siempre podemos denunciar lo más públicamente posible cuando nos toque estar presentes ante situaciones de acoso.
  5. Una vez que somos conscientes que si agreden a una mujer, nos agreden a todos, podemos entonces considerarnos a nosotros mismos como parte de todo este movimiento. Entendamos que la lucha de hacer valer los derechos fundamentales de la mujer es una lucha humana y que por ello nos concierne también a nosotros hombres.

No hay México 2.0 si hay abuso contra la mujer

He comunicado que empecé a escribir y a publicar estos posts como una manera de crear conciencia de que nuestro país puede y debe ser mejor por todas las circunstancias favorables que se están presentando en él. Sin embargo, no habrá México 2.0 si continuamos perpetuando la estúpida cultura machista que nos ha caracterizado en las últimas décadas y siglos de existencia como sociedad mexicana.

Estamos transitando por plena era de la información. Los dogmas sociales y de género ya no tienen cabida en este nuevo mundo en el que vivimos y deben ser puestos a prueba constantemente para que así podamos eventualmente llegar a la verdad. Ya no podemos aceptar un México en el que impunemente se reduce a la mujer a status de objeto. Ya basta de que México sea referente internacional por la violencia sexual o por ser de los lugares más peligrosos para ser mujer en el mundo. No es solamente su lucha. Hombres y mujeres por igual, ésta es nuestra lucha.

#24A #VivasNosQueremos #NoTeCalles #PrimaveraVioleta

Ganar la calle — Foto: @valehamel

Gracias a Paulina Bustos por revisar el primer draft de este post y por aportar valiosas ideas para el mismo. :)

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