12 cosas que aprendí viviendo en Malasia

Luis Bracamontes
NomadLab
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11 min readJul 10, 2016
La vista de las Torres Petronas desde mi residencia.

A principios de este año, me fui a vivir a Malasia por 4 meses —Kuala Lumpur, siendo más exactos—. Fui a trabajar como parte de un programa patrocinado por el Ministerio de Finanzas. La misión era crear o fortalecer emprendimientos de impacto social. Mi amiga y cómplice Reisy Abramof escribió un poco más al respecto en «7 cosas que aprendí sobre negocio social en Malasia», por si gustas checarlo. La idea sonaba muuuuy interesante, así que sin pensarlo mucho, apliqué y me contrataron (¡yay!).

Y así comenzó la aventura. Mi primera vez en Asia. Realmente no sabía qué esperar. Y ahora, a pocos días de haber vuelto a mi querido México y de haberme despedido de ese segundo hogar, me tomé el tiempo de reflexionar algunas cosas que aprendí durante ese tiempo ahí. Y pensé, ¿por qué no compartirlas?

Volunteering for International Professionals Fellowship Program, Malaysia, 2016.

Así que aquí van.

1. Vivir en Malasia es vivir en tres países distintos al mismo tiempo

Malasia es UN país con UNA nacionalidad definida, sí. Pero dentro de ella, conviven juntas TRES razas, TRES culturas, TRES identidades —e incluso más.

Por un lado, tenemos al pueblo originario que son los malayos. Después tenemos a una comunidad numerosa de chinos y a eso, hay que agregarle una población considerable de indios (de India). Y si a eso le sumamos los pueblos indígenas de Borneo (el este de Malasia) nos encontramos con un país extremadamente diverso y muy rico étnica y culturalmente.

El malayo o bahasa es el idioma nacional pero en las calles puedes escuchar desde inglés (que en la vida diaria es el idioma común que comparten muchos), hasta mandarín o cantonés, alguna de las variaciones de idiomas de la India e incluso uno que otro despistado que viene de Tailandia o Filipinas.

El simple acto de salir a la calle es una exposición muy diversa de lenguajes, acentos y maneras de comunicarse o descomunicarse.

Otra cosa que me impresionó muchísimo fue ver cómo tres religiones pueden coexistir pacíficamente en el mismo lugar. En una misma calle te puedes topar con un templo chino, una mezquita y un templo hindú. Simplemente bellísimo.

Templo budista chino / Mezquita musulmana / Templo hindú.

Para mí que estaba acostumbrado sólo a ver iglesias católicas, estar expuesto a esas nuevas maneras de entender la fe y los rituales religiosos fue una delicia cultural.

Y si bien sí pueden haber algunos roces culturales o raciales entre ellos, y los grupos políticos se esfuerzan por acentuar esas diferencias y poner a unos contra otros para ganar votos fáciles, la realidad es que la gente ha aprendido a convivir pacíficamente y a compartir ese pedazo de tierra que llaman hogar.

2. Todo gira en torno a la comida

Recuerdo haber estado aliviado antes de irme. Muy ingenuo yo, pensaba que iba a ser muy fácil comer sano y balanceado. Muchas frutas y verduras, arroz al vapor y todo tipo de platillos ligeros y nutritivos. «Es comida asiática al final de cuentas, ¿no? Como el sushi…», pensé. ¡Oh, Dios, no podía estar más equivocado!

Llego. La empresa nos recibe con un banquete diario, toda la primera semana de inducción. Comida a más no poder. Occidental y local. Todo es frito, todo tiene montones de azúcar, en grandes cantidades y a todas horas.

Y para colmo, esa semana fue mi cumpleaños y muy lindos todos me celebraron no con uno, sino con ¡CUATRO PASTELES DE CUMPLEAÑOS!

No tardaron en revelarnos cómo en la cultura malasia TODO GIRA EN TORNO A LA COMIDA.

Debido a que el alcohol es muy caro, la comida es barata, tienen una gastronomía muy diversa y un apetito feroz, el centro gravitatorio de toda interacción social es la comida.

Incluso se puede percibir en los saludos. Muchas veces cuando saludas a alguien, una de las primeras cosas que te preguntan es ’Ta makan da? que quiere decir «¿Ya comiste?».

Otros puntos importantes sobre la comida son:

  • Todo es pollo, puerco, cordero o res. Todo está frito. Si eres vegano o vegetariano bienvenido a los Juegos del Hambre. Claro que la comida india puede ser un oasis ya que suele ser vegetariana, pero las opciones se vuelven muy limitadas.
  • Hay taaaaantas maneras de comer arroz que no conocía ni me imaginaba que había.
  • Los mamaks como símbolo nacional ❤: Son las taquerías de Malasia. Están por doquier. Son baratas. Son leales. Son bien ricas. Pero aaaah cómo engordan.
  • Si bien el chile es un símbolo nacional para nosotros, la comida india y malaya puede ser extremadamente picante, pero sobre todo, muy condimentada. Con ellos no hay puntos medios al parecer. Lo que me lleva a sospechar que los mexicanos puede que no seamos los más fregones comiendo picante.

3. El aire acondicionado se vuelve tu mejor amigo

País tropical. Cerca del Ecuador. Calor infernal. Claro que no como vivir en Baja California (¡¿quién demonios querría vivir ahí con sus 50º C?!).

Mi cuerpo simplemente no está diseñado para funcionar en el calor.

Pero descubrí que soy más resistente de lo que pensaba. Y un poco de sudor durante el día realmente ayuda mucho a limpiar el cutis. Benditos asiáticos y su piel que no envejece.

Pero la vida se vuelve bella y tolerable gracias a ese amigo confiable y omnipresente llamado AC y su fresca brisa que anuncia esperanza y olvidar el calor y las ganas de mentarle la madre a todo quien se cruce por tu camino.

Lo que me lleva al siguiente punto

4. Tu vida social se reduce a rondar por centros comerciales (y comer)

Como estar en el exterior es una invitación abierta a insolarte y quedar empapado en sudor, la gente prefiere quedarse dentro. Recuerden, el aire acondicionado es nuestro mejor amigo y los espacios cerrados son nuestros refugios de comodidad. Además del hecho de que la ciudad es cero amigable con el peatón y que sin coche prácticamente eres un ciudadano de segunda, jaja.

Eso dio paso a que hubiera un boom de centros comerciales por dondequiera. En serio, por dondequiera. Las paradas de metro incluso se miden en centros comerciales. Todos son enormes. Siempre están llenos. La gente está comprando todo el tiempo. Y comiendo todo el tiempo. ¿De dónde sacan tanto dinero y apetito?

Así que si quieres hacer planes para el fin de semana, puedes quedar de verte con amigos o una cita en tu mall preferido… o quedarte en casa.

O no… mejor… ¿por qué no ir a algún otro lugar lejos de la ciudad?

5. Viajar se vuelve muuuuy barato

Así es. Ya estando en el sureste de Asia es muy, pero muuuuy barato viajar. Así que darse una escapadita un fin de semana a una isla paradisiaca como Perehentian Islands o Langkawi se vuelve una posibilidad al alcance de todos.

Un viaje de 5 días a Bali con un costo de menos de 100 USD. Una escapada de fin de semana a Singapur gastando menos que un fin de semana de fiesta. Un vuelo redondo a Tailandia que cuesta menos que un perfume promedio.

Perhentian Islands, Malasia & Bali, Indonesia, FUENTE: LAHBdotcom.

Estando en Malasia tuve la oportunidad de conocer tantos lugares que siempre pensé que me costaría un dineral visitar.

Paraísos ‘low-cost’ con vida de reyes y un deleite para viajeros empedernidos e insaciables, eso es vivir en el Sureste de Asia.

Moverse por todo el sureste de Asia resulta muy cómodo y conveniente viviendo en Kuala Lumpur. Y con opciones de aerolíneas baratas como AirAsia (el equivalente a VivaAerobús en México o RyanAir en Europa) las excusas para no viajar se vuelven escasas.

6. Hospitalidad malasia

Una de las cosas que más me impresionaron al llegar es cómo todo el mundo era tan cálido, acogedor y hospitalario. Cada vez que expresaba mi gratitud, recibía una respuesta similar: «Oh, no es nada. Es la hospitalidad malasia». Hablaban de ello como si fuera un trademark feature de su cultura. Como si fueran famosos por esa hospitalidad.

Cena de despedida en la casa de nuestro host, Gary Liew.

Pues no me sorprendería que lo fueran. La gente se ofrecía todo el tiempo a mostrarnos el lugar, llevarnos a distintos sitios, darnos rides o incluso invitarnos la comida. Sin duda es algo que ayuda mucho a comenzar a sentirse cómodo a pesar de los shocks culturales por los que seguramente varios occidentales pasamos al mudarnos a Asia.

No puedo terminar de expresar mi gratitud hacia la gente que me hizo sentir como en casa durante mi estancia.

7. ‘Boleh!!!’ El ‘Yes, we can!’ del sureste de Asia

Este post no puede estar completo si no hablamos del legendario boleh del bahasa. Literalmente significa can o poder. Y sus respectivas variaciones situacionales. Puede ir desde un ¿Puedo? pidiendo permiso, o un Adelante, boleh-boleh para dar paso o muchos otros usos que se le encuentran diario a esa palabra.

Después de un tiempo, mis amigos y yo comenzamos a usar el boleh o el can para todo. Realmente entiendo por qué es tan usado. En verdad que condensa un universo de significado tan vasto y a la vez tan práctico que se puede usar casi siempre.

—¿Boleh?
—¡Boleeeh!

Así que… ¿podemos pasar al siguiente punto? ¡BOLEH!

8. ‘To lah or not to lah’

Ya que estamos hablando de expresiones y particulares del idioma, es necesario mencionar el magnífico y curiosamente mágico lah. Que es una muletilla que se usa todo el tiempo al término de una palabra u oración para acentuar cierta intención o simplemente por el gusto de ser malasio.

Es muy divertido cuando comienzas a darte cuenta de todas las veces que se utiliza en el día a día. Termina siendo muy pegajoso y usarlo se vuelve segunda naturaleza. Incluso se aprende a imitar. Ok-lah. Why do you want to do that-lah?, Are you sad-lah? y demás usos.

To lah or not to lah, ésa es la cuestión.

9. ‘Same-same… but different’

James ‘Papasito’ Franco en ‘The Interview’.

No tengo idea de dónde salió o por qué se usa tanto, pero desde Tailandia, hasta Malasia e Indonesia se utiliza ese graciosísimo same-same. Mis amigos y yo tenemos la teoría de que viene de la manera de decir de nada en malayo/bahasa que es sama sama (igual igual). Pero no nos consta.

De cualquier manera… vivimos en un mundo de cosas parecidas y con diferenciales muy pequeños. Y para las mentes prácticas y relajadas de las personas en el sureste de Asia esas diferencias son esencialmente lo mismo.

Y de ahí que se acuñe esa frase tan graciosa-genial-versátil y útil: Same-same… but different… but still same.

Nosotros la usamos todo el tiempo como broma. Pero aaaah cómo es útil. Aquí un ejemplo chusco de cómo se puede usar en la práctica:

—Hey, uncle (A todos les puedes decir uncle u auntie): Is the spoon for soup or to cut the chicken tandoori?
—Oh!
Same-same.
—…But different.
—…But still same.
—Ok-
lah.
Boleeeeh.

10. Ser ‘western rules’

Y no lo digo sólo yo. Incluso los mismos locales me lo llegaban a decir. Mucha gente en el sureste de Asia está obsesionada con el mundo occidental. Si eres western puedes llegar a sentir cierto trato (injustamente) preferencial. Siempre he odiado la idea de que hay nacionalidades, culturas o razas superiores, pero sin duda es algo que ocurre mucho todavía.

Incluso en el pleno corazón de la ciudad de Kuala Lumpur, está un hostal/rooftop bar que sólo admite acceso a extranjeros. Si eres local o luces local, no puedes entrar.

Abrir Grindr, Tinder o cualquier otra dating app ahí te convierte automáticamente en carne fresca y presa a la vista de todos. Mi amigo Csaba (se pronuncia Chava) nos contaba que en Hungría nadie nunca le hacía caso y que aquí se sentía de lo más deseado (claro que no hizo nada con nadie porque tiene una novia de vuelta en su país).

11. ¡Se come con cuchara y tenedor!

Y el momento más WTF de todos durante mi estancia no fue ver a las mujeres musulmanas tapadas o lady-boys seduciendo a mis amigos. No. La cosa más desconcertante de todas es cómo allá se come usando solo una cuchara y un tenedor.

¿Y cuál es el problema?, seguro se preguntan.

Pues respóndanme ¡cómo carajos me explican que es más eficiente cortar un pollo con una cuchara que con un cuchillo! En verdaaad, en momentos de mayor necesidad el cuchillo nunca aparece en tu mesa y te ves obligado a luchar por comer tu carne con un tenedor y una cuchara. Siempre. S-I-E-M-P-R-E.

Hasta la fecha no tengo respuesta a este misterio de extrañes milenaria. Pero al parecer a ellos les funciona. Y honestamente hasta yo terminé acostumbrándome.

Pero juro solemnemente no volverme a enfrentar a unas alitas de pollo con una cuchara con conflictos de identidad que pretende ser un cuchillo.

12. Y ya para cerrar… una ciudad cosmopolita

A pesar de ser un país musulmán y contrario a lo que yo esperaba, Kuala Lumpur es muchísimo más cosmopolita y diversa. Llena de tecnología, start-ups, crecimiento y rascacielos que adornan el panorama urbano. Me encontré con una serie interminable de gratas sorpresas y sin duda es una experiencia que llevaré siempre conmigo, cerquita en el corazón.

Y vaya que mi cuenta de Instagram se enchuló bien bonito durante esos meses. Con decirles que hasta me ofrecieron mercancía gratis para modelarla y gané concursos de fotos con ella (y sí, es una invitación para que me sigan: @LAHBdotcom).

Así que le debo a Malasia más que una gran experiencia sino una expansión de mi guardarropa y accesorios también.

Si disfrutaste este artículo, seguramente te va a gustar también Mis 10 maneras de decirle adiós a un lugar. Ha tenido muy buena recepción hasta ahora.

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Luis Bracamontes
NomadLab

Mexican. Worldtraveler & Storytelling MKT consultant. Currently working on 360º photography and Media Arts. Co-Editor at NomadLab: https://medium.com/nomadlab