Defensa de la alegría

Temporada 3 | ‘Sex Education’ (Laurie Nunn, Netflix, Reino Unido, 2019-?)

Jesús Villaverde Sánchez
OchoQuinceMag
7 min readNov 4, 2021

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ATENCIÓN: Este análisis contiene información relevante y spoilers sobre la tercera temporada de ‘Sex Education’.

El final del capítulo 5x23 de Como conocí a vuestra madre (How I Met Your Mother; Carter Bays y Craig Thomas, CBS, EE.UU., 2005–2014) mostraba a Ted Mosby cargando una maleta en la que se podía leer una inscripción: Plantado en el altar. Su pareja le interpelaba y le decía: “déjame que te ayude con eso”. Así, la carga era mucho más liviana y, por fin, Ted podía seguir adelante con su vida. Entonces, en el momento en el que se abría el plano, se podía ver como, en tono de humor, la multitud que caminaba por detrás de ellos también cargaba sus propias maletas personales: creo que Elvis está vivo, soy fan de los Cubs, mi madre me hace la colada, aún pienso que mi banda de ska puede salir adelante… Una reflexión sobre como en la vida tenemos que seguir adelante con nuestros miedos, incertidumbres e inseguridades.

Volver a ver Jemima Kirke siempre es un gusto.

En el momento cumbre (o uno de ellos) de la tercera temporada de Sex Education (Laurie Nunn, Netflix, Reino Unido, 2019-?), la directora Hope Haddon reúne a los estudiantes de Moordale en el salón de actos y expone a tres de ellos, Cal, Adam y Lily, junto a un cartel que cuenta a sus compañeros lo que ella considera comportamientos censurables y que, asegura, deberán llevar hasta que ella diga lo contrario. Una especie de vuelta a “las orejas de burro” con el que la directora, antigua alumna de Moordale, termina de quitarse la máscara cool con la que había llegado a la escuela y culmina la tiranía que había comenzado a mostrar con pequeñas medidas como el uniforme, la fila india para caminar por los pasillos o la división entre chicos y chicas para las clases de educación sexual, en las que solo “enseña” homofobia y miedo a las ETS a ellos y miedo al dolor del parto que llega tras el sexo a ellas. El personaje de Hope no es más que una metáfora del fascismo, algo que ya se podía intuir cuando, en sus primeros compases como directora, su racismo latente da por hecho que Adam es el “famoso delegado” en lugar de Jackson cuando los dos están juntos en su despacho.

Sin embargo, hacia el final de la temporada, los alumnos se rebelan y deciden defender sus peculiaridades “vergonzosas” y colgarse cada uno de ellos un cartel con su “comportamiento censurable” o su “vergüenza íntima”. Una reivindicación de la diferencia que continúa en la senda vitalista y tolerante de la serie. Un elogio de la “debilidad” como cimiento para construir nuestras fortalezas y mirar a la vida de frente y sin ese miedo de no encajar que, por ejemplo, quiebra interiormente a Aimee hasta que, tras hablar con Jean Millburn en su consulta y descubrir la web All Vulvas Are Beautiful, se deshace de su complejo, comprende su necesidad de autodeterminación, deja a su novio y comienza una cruzada personal con esos maravillosos vulvcakes.

Aimee sigue revelándose como uno de los personajes más tiernos, introspectivos y divertidos de la serie.

La tercera entrega de Sex Education ha sido una antología de rupturas. Prácticamente todos los personajes han vivido alguna fractura íntima y sus relaciones –porque al final la serie de Laurie Nunn siempre habla de relaciones– se han resentido. Otis ha mantenido un tira y afloja emocional que le ha llevado de Maeve a Ruby y viceversa para, finalmente, terminar la temporada en soledad. Adam ha encontrado su pasión, el entrenamiento canino, para después ver como Eric rompe con él porque no quiere cortar sus alas tras su viaje revelador a Nigeria. Lily y Ola también han experimentado un bache en su relación. Maeve, por su parte, ha vivido entre dos tierras con Isaac, que le revela que borró el mensaje de Otis, y con el propio Millburn hasta su decisión final de estudiar en Estados Unidos. Más allá encontramos la trama más interesante de la tercera tanda de episodios: la relación entre Cal, una persona no binaria, y Jackson Marchetti y sus complejidades. Cabe destacar la delicadeza y el cariño con el que está dibujade el personaje de Cal y la profundidad de su escritura, que nos habla, siempre dentro del tono liviano de la obra, sobre la importancia del género neutro en el lenguaje (esa idea por la que a Irene Montero le llueven críticas y burlas de aquellos que, todavía hoy, pondrían orejas de burro a los “diferentes”), sobre la necesidad de conocerse a uno mismo antes de entablar relación con nadie (toda la subtrama romántica y esa conversación de “ruptura” con Jackson) y sobre qué significa ser una persona no binaria en la sociedad actual (los problemas derivados de tener que ponerse el uniforme de chicas o chicos, cambiarse en uno de los dos baños, etc., cuando Cal no se identifica ni con el género masculino ni con el femenino). La introducción de Cal Bowman, interpretade por Dua Saleh, rapere y activista no binario, supone, sin duda, la mayor virtud de estos nuevos episodios de Sex Education. Y su “cierre” (entrecomillado porque ojalá veamos más de elle en la cuarta tanda), esa peineta que le hace a Hope (al fascismo cotidiano, en definitiva) después de que le encierre para que no la avergüence, es la culminación a su lucha, interna y externa, y un claro mensaje político de la producción de Netflix.

La interpretación de Dua Saleh y la escritura del arco de su personaje, Cal Bowman, son brillantes desde su reivindicación política y social.

Fuera de los muros de Moordale, la última temporada de Sex Education ha reivindicado los afectos como la base de nuestra construcción personal y ha tratado de regresar a la idea de que tras las máscaras siempre se esconde una persona con preocupaciones, problemas y grietas (incluso si hablamos de Hope). Si hay algo que vertebre todas las tramas de la obra es esa idea: todos los personajes están profundamente heridos emocionalmente y tienen que lidiar consigo mismos y sus cicatrices. O, más bien, tienen que cicatrizar su dolor para poder continuar con su día a día. Esta vez lo hemos visto a través de Jean, asimilando su embarazo y tratando de comunicarse con Jacob, y también de Michael Groff, el antiguo director de Moordale y padre de Adam, que ha tenido que lidiar con sus fantasmas y con un hermano imbécil, expresión viva de un capitalismo emocional voraz, para, por fin, encontrarse a sí mismo a través de la cocina. No obstante, en este sentido, el personaje que más ha evolucionado en el desarrollo de su arco psicológico ha sido Ruby. La chica popular de Moordale se ha mostrado como una mujer insegura y llena de dolor, algo muy alejado de ese prototipo de pija cool que nos habían mostrado hasta ahora. Las secuencias en las que Otis visita su casa y conoce a su padre, enfermo y dependiente de la marihuana para calmar su dolor, nos hablan de una mujer dulce y cariñosa que lucha contra todo y contra todos y que solo se pone el disfraz para evadirse de una realidad cruda y esconder su vulnerabilidad como hacía la Viri de SKAM España (Begoña Álvarez Rojas, Movistar+, España, 2018–2020). Como mecanismo de defensa ante una sociedad cruel (ya lo experimentó con la viralidad de su foto en la tanda previa). La interpretación de Mimi Keene es brillante desde la economía gestual (la secuencia de la llamada de teléfono a Otis y su fragilidad gestual lo manifiesta). La revelación de que, si hablamos de interpretación, nada puede con la belleza del gesto.

La tercera temporada de Sex Education, por lo tanto, supone una fractura con todo lo anterior, algo que ya se simboliza con la destrucción del baño abandonado donde Maeve y Otis pasaban su consulta sexual. No hay consulta, pero los problemas en Moordale siguen siendo exactamente los mismos (y, con la llegada de Hope, alguno más). Por el camino, una proposición de matrimonio entre profesores, un viaje a Francia del que nos queda la fotografía de una gasolinera entre luces de neón, un beso bajo la lluvia, un “hasta luego” y un inmenso catálogo de personajes humanos, con sus miedos, sus diferencias y sus particularidades convertidos en fortalezas. Con los versos de Benedetti como barricada ante la incomprensión y el odio: “defender la alegría como una trinchera […], de la ajada miseria y de los miserables […], de los graves diagnósticos y de las escopetas”.

Sin duda, Ruby Matthews, interpretada de manera luminosa por Mimi Keene, ha sido uno de los grandes personajes de esta tercera temporada.

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Jesús Villaverde Sánchez
OchoQuinceMag

Periodista. Intento escribir retratos y fotografiar historias. Casi nunca lo consigo.