La ideología de la familia autoritaria
en la psicología de masas del fascismo

Miguel Ran
Psicología de Masas del Fascismo
7 min readMar 1, 2019

2. Los orígenes de Hitler

Psicología de masas del Fascismo — Wilhelm REICH

El “envenenamiento del cuerpo de la nación” y su fobia por la sífilis se repiten constantemente en sus discursos (luego serán centrales en la política interior).
El antisemitismo, el nacionalismo y el antisovietismo terminaran de formar su ideología.

¿Cómo asegurar la victoria del pensamiento nacionalsocialista? ¿Cómo combatir eficazmente al marxismo? ¿Cómo tener acceso a las masas?
Hitler invoca los sentimientos nacionalistas de las masas, pero cree que para fomentar el imperialismo alemán los medios del antiguo nacionalismo “burgués” no sirven. Su propósito es imponer el imperialismo nacionalista por métodos tomados del marxismo organizado y del papel decisivo de la masa en todo movimiento político.

El éxito de esta empresa es imputable a las masas y no a Hitler, a la estructura autoritaria, antiliberal y angustiada de los hombres. La importancia de Hitler reside en lo que las masas han hecho de él.

El dirigente de las clases medias alemanas rebeldes, era, a su vez, hijo de un funcionario. El mismo Hitler nos ha hecho un relato del conflicto por el que él debió pasar, típico de la estructura de masas pequeño burguesa. El padre quería hacer de él un funcionario; el hijo se rebeló contra el plan paterno y determinó no aceptarlo “bajo pretexto ninguno”; se hizo pintor y cayó en la miseria. Pero si se hace abstracción de esta rebelión, se observa que no se trataba de poner en tela de juicio o de rechazar la autoridad paterna. Esta actitud ambigua con respecto a la autoridad, una rebelión que marcha pareja con la aceptación respetuosa y sumisa de aquella es un rasgo fundamental de la estructura pequeño burguesa en el momento del paso de la pubertad a la edad adulta y se hace más patente cuando las condiciones de vida son difíciles.

Cuando Hitler habla de su madre, su lenguaje se tiñe de sentimentalismo. Asegura que el único día de su vida que lloró fue el de la muerte de su madre. Su actitud negativa con respecto a la sexualidad y su idealización neurótica de la maternidad se explican por su teoría racista y por su teoría sobre la sífilis.

Nacionalista en su juventud, Hitler, que vivía en Austria, tomó la decisión de luchar contra la dinastía austriaca, que “entregaba la patria alemana al eslavismo”. En su polémica contra los Habsburgo, Hitler concedió cierta importancia al argumento de que varios miembros de la dinastía fueran sifilíticos. Este asunto no merecía apenas atención de no ser porque el tema del “envenenamiento del cuerpo de la nación” y su fobia por la sífilis se repite sin cesar en sus escritos, para acabar constituyendo uno de los centros de gravedad de la política interior tras la toma del poder.

… el tema del “envenenamiento del cuerpo de la nación” y su fobia por la sífilis se repite sin cesar en sus escritos, para acabar constituyendo uno de los centros de gravedad de la política interior tras la toma del poder.

Al principio, Hitler simpatizó con la socialdemocracia porque ésta luchaba por el sufragio universal con voto secreto, lo que conduciría a un debilitamiento del poder de los Hasburgo, a quienes odiaba. Pero rechazaba la acentuación de las clases, la negación de la nación, de la autoridad del Estado, del derecho de propiedad, de la religión y de la moral. Sin embargo, fue la invitación que le hicieron en la empresa de construcción donde trabajaba para que se adhiriera al sindicato obrero. Al rechazarla, dijo que por primera vez había comprendido el papel de la socialdemocracia.

Hitler (…) rechazaba la acentuación de las clases, la negación de la nación, de la autoridad del Estado, del derecho de propiedad, de la religión y de la moral.

Bismarck se convirtió entonces en su ideal por haber realizado la unidad de Alemania y luchado contra la casa de Austria. El antisemita Lueger y el nacionalista alemán Schonerer tuvieron una influencia decisiva sobre la ulterior evolución de Hitler, quien empezó entonces a perseguir objetivos nacionalistas-imperialistas que pensaba poner en práctica con medios distintos y más eficaces que los preconizados por el antiguo nacionalismo “burgués”. La elección de estos medios se la sugirió su conocimiento de la fuerza del marxismo organizado y del papel decisivo de la masa en todo movimiento político.
“Solamente cuando una visión del mundo nacional (vólkisch) organizada y dirigida con tanto espíritu de unidad como el de la ideología internacionalista, dirigida políticamente por el marxismo organizado, se oponga a ésta y las energías combativas sean iguales, se inclinará el éxito del lado de la verdad eterna.
Lo que aseguró el éxito a la ideología internacionalista fue el hecho de estar
representada por un partido político organizado como las secciones de asalto; lo que hasta ahora ha hecho fracasar a la ideología opuesta ha sido la ausencia de una representación organizada en la unidad. La ideología podrá luchar y vencer solamente por medio de la forma limitada pero sintética de una organización política y no a través de la libertad infinita abandonada a la exégesis de una visión general de las cosas.”
(Mein Kampf (Mi lucha), Adolf Hitler — 1925)

Hitler había reconocido oportunamente las inconsecuencias de la política socialdemócrata y la impotencia de los antiguos partidos burgueses, incluido el Partido Alemán Nacional.
“Todo esto no era otra cosa que la consecuencia inevitable de la ausencia de una nueva ideología fundamentalmente opuesta al marxismo y animada de una voluntad imperiosa de conquista.”
(Mein Kampf (Mi lucha), Adolf Hitler — 1925)

“Cuanto más reflexionaba entonces sobre la necesidad de un cambio de actitud de los gobiernos nacionales con respecto a la socialdemocracia, en tanto que encarnación actual del marxismo, tanto más me daba cuenta de que no había nada que pudiera reemplazar a aquella doctrina. ¿Qué hubiéramos propuesto a las masas en el caso hipotético de un hundimiento de la socialdemocracia? No había ni un solo movimiento capaz de atraer tras de sí a la inmensa masa de trabajadores más o menos desprovistos de dirigente. Es una insensatez y más que una estupidez pensar que el fanático internacional que acaba de abandonar ese partido de clase engrosará inmediatamente las filas de un partido burgués, es decir, de otra organización de clase.”
(Mein Kampf (Mi lucha), Adolf Hitler — 1925)

“…¿Qué hubiéramos propuesto a las masas en el caso hipotético de un hundimiento de la socialdemocracia? No había ni un solo movimiento capaz de atraer tras de sí a la inmensa masa de trabajadores (…)Es una insensatez y más que una estupidez pensar que el fanático internacional que acaba de abandonar ese partido de clase engrosará inmediatamente las filas de un partido burgués”

“«Los partidos burgueses», como se denominan a sí mismos, ya no atraerán nunca más a su campo a las masas «proletarias», porque se trata de dos mundos opuestos, separados por fronteras naturales y artificiales, cuyas relaciones no pueden ser otras que la lucha. El más joven, en este caso, el marxismo, es quien obtendrá la victoria”
(Mein Kampf (Mi lucha), Adolf Hitler — 1925)

El antisovietismo fundamental del nacionalsocialismo apareció muy temprano:

“Si queremos tierra en Europa, no hay otra forma de conseguirla que a expensas de Rusia; sería preciso que el nuevo Reich siga las huellas de los caballeros de la Orden a fin de dar por medio de la espada alemana la gleba al arado alemán, y el pan cotidiano a la nación.”

Hitler se plantea, pues, un cierto número de problemas: ¿Cómo asegurar la victoria del pensamiento nacionalsocialista? ¿Cómo combatir eficazmente al marxismo? ¿Cómo tener acceso a las masas?

Para alcanzar sus objetivos, Hitler invoca los sentimientos nacionalistas de las masas, pero decide organizar el movimiento como el marxismo, sobre una base de masas, emplear una propaganda apropiada y utilizarla de modo consecuente.
Su propósito, por lo tanto — y él es el primero en admitirlo — es imponer el imperialismo nacionalista por métodos tomados del marxismo y de su técnica de organización de masas.

Su propósito (…) es imponer el imperialismo nacionalista por métodos tomados del marxismo y de su técnica de organización de masas.

Que el éxito coronara a esta organización de masas es un hecho imputable a las masas y no a Hitler. Lo que le ha permitido a su propaganda ganarse a las masas ha sido la estructura autoritaria, antiliberal y angustiada de los hombres. Por este motivo la importancia sociológica de Hitler no reside en su personalidad sino en lo que las masas han hecho de él. Este problema es tanto más curioso cuanto que, desde el fondo de su alma, Hitler despreciaba a las masas con ayuda de las cuales proyectaba imponer su imperialismo. Un solo acto de confesión especialmente sincero vale por los otros:
“La mentalidad del pueblo no ha sido nunca otra cosa que la manifestación de lo que se ha hecho ingerir a la opinión pública…”
(Mein Kampf (Mi lucha), Adolf Hitler — 1925)

Que el éxito coronara a esta organización de masas es un hecho imputable a las masas y no a Hitler. (…) ha sido la estructura autoritaria, antiliberal y angustiada de los hombres. (…) la importancia sociológica de Hitler no reside en su personalidad sino en lo que las masas han hecho de él.

¿Cuál era la estructura de las masas para que éstas se dejaran prender en la propaganda de Hitler?

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