Una experiencia de Lima

Perú para viajeros, parte 2 de quiensabecuántas

Pablo Flores
Perú para viajeros
6 min readApr 28, 2017

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Voy a contarles algo de lo que vivimos, mi esposa y yo, en nuestro reciente paso por Lima, capital de Perú. Como mi artículo sobre Machu Picchu, éste es el relato de una experiencia personal, no una guía para turistas, aunque pueda valer para esto último.

Para algunas (¿muchas?) personas que vienen del extranjero, Lima es sólo un lugar de paso para dirigirse a Machu Picchu. En verdad se trata de una ciudad grande e intimidante y cuyas atracciones no son tan obvias. Lima tiene un área metropolitana de siete millones de habitantes, un área histórica relativamente pequeña y poco llamativa, un paisaje urbano chato y cubierto de smog, y un clima que puede ser desagradable. No tiene subterráneo y su único sistema de transporte masivo, el Metropolitano, no cubre ni por asomo todas las áreas importantes. El tráfico es espantoso y en las horas punta las veredas son intransitables.

Hay un tipo de turista que viene a buscar tranquilidad y silencio o bien aventura física, adrenaliníca, en la naturaleza. No encontrará eso en Lima.

Nosotros encontramos, sin embargo, tranquilidad y sosiego en las callecitas internas de Miraflores, a pocos pasos de donde nos alojábamos, y un toque de aventura en las multitudes.

Bandera de Lima

Llegamos a Lima el día 3 de abril de 2017, a eso de las dos de la tarde hora local (debíamos llegar antes del mediodía pero nuestro vuelo se atrasó). Llegamos, en realidad, al Callao, donde está el aeropuerto, a 12 km de la Plaza Mayor de Lima. Teníamos alquilado un departamento en Miraflores, otro municipio, más al sur, también parte de la gran conurbación metropolitana de Lima, a unos 20 km del Callao. Vagamente advertidos sobre los peligros de tomarse el primer taxi (o coche similar a un taxi), decidimos tomar un taxi “oficial” del aeropuerto, que nos costó S/60 (sesenta soles), poco menos de 20 dólares. Allí descubrimos que incluso un taxi muy oficial, amplio, limpio y con chofer bien educado puede pasar por alto el aire acondicionado.

El taxista llegó sin ningún problema hasta Miraflores, pero tuvimos que orientarlo un poco para que tomase la Av. Benavides y fuera en la dirección correcta. Llegando a la esquina, le hice notar que la dirección que buscábamos estaba en la vereda opuesta, dando por sentado que nos dejaría allí mismo y cruzaríamos la calle con nuestras mochilas, pero el buen hombre dio una vuelta en U sin más, pasando por delante de un par de otros autos a su izquierda.

El departamento que nos tocó era también limpio, amplio y hermoso, y tampoco tenía aire acondicionado. De hecho sólo tenía un ventilador de techo en la cocina y una estufa eléctrica en el dormitorio. Es evidente que el clima de Lima no es lo suficientemente extremo como para requerir más. A nosotros nos pareció normalmente húmedo, pero nosotros vivimos en Rosario, ciudad casi famosamente húmeda.

La Av. Alfredo Benavides corre de este a oeste en la parte sur de Miraflores. Algún genio bautizó Av. Óscar Benavides a otra que corre de norte a sur en el oeste de Miraflores, y así sigue en algunos mapas y carteles, pese a que finalmente fue renombrada “Avenida Diagonal”. Nuestra Benavides era una calle de dos sentidos, con un angosto cantero central y tres carriles por mano, con tráfico entre moderado e infernal durante todo el día y la noche; creo que en ningún momento dejamos de oír (en el octavo piso) el sonido de las bocinas que los conductores limeños hacen sonar, aparentemente, por diversión o reflejo, de manera constante, como si marcasen un ritmo biológico compulsivo. Durante buena parte del día también se escuchaban las casi incomprensibles indicaciones de los voceadores que van en los pequeños ómnibus urbanos alertando a los que esperan, en cada parada, de los destinos a los que se dirige el coche. Las paradas son más o menos aleatorias y los ómnibus se detienen para levantar pasajeros justo el tiempo necesario para que suban, y a veces un poco menos.

Estos ómnibus semejantes a latas con ruedas, más los taxis (de los cuales parece haber más que vehículos particulares), forman gran parte del tráfico incesante de Lima. Los semáforos se respetan, más o menos, aunque a veces un agente de tránsito decide dar paso cuando está en rojo o mantenerlo parado cuando da el verde.

Si parece que no dejo de hablar del tráfico es porque fue lo primero que nos impresionó. Al cabo de un tiempo, como peatones que éramos, llegó a molestarnos un poco, pero para entonces ya habíamos descubierto otras cosas.

El primer día nos apuntamos a Free Walking Tour, una organización de un tipo que ya conocíamos desde un viaje a Brasil: se trata generalmente de jóvenes estudiantes que guían a los turistas que lo deseen por un circuito determinado, a veces llevándolos a probar comidas o bebidas a un comercio que los esponsorea a cambio de esa publicidad, y que al final solicitan una propina por su trabajo. En Lima el FWT parte de Miraflores porque allí es donde se aloja la mayoría de los visitantes, pero inmediatamente los lleva al centro (al Cercado de Lima, como se lo llama). El medio de transporte elegido es el Metropolitano (del cual hablo aparte).

La gente del FWT pide que uno lleve S/2.50 al punto de encuentro para que el guía pague el pasaje (usando una tarjeta propia ya cargada); como nosotros pensábamos hacer varios viajes, le pedimos en cambio que nos mostrase cómo comprar y cargar una tarjeta de viajes propia.

Con FWT recorrimos el centro histórico durante un par de horas por la mañana, y más tarde nos quedamos a almorzar. De qué se puede comer y beber en Lima hablo también aparte.

Plaza de Armas de Lima

¿Qué puede hacerse en Lima además de comer? El Parque de la Exposición es lo que queda de la Exposición Internacional de 1872. Tiene un par de edificaciones de la época, bien cuidadas, y lugar para andar entre el verde, pero sólo por un rato; algunos rincones están poco cuidados, y la mayor parte de los árboles y arbustos muestran en sus hojas los estragos de la contaminación urbana. No visitamos el Parque de la Reserva, que estaba en nuestros planes, porque supimos que sus famosas fuentes estaban en reparación.

La Plaza Mayor, o Plaza de Armas, es tan interesante o aburrida como pueda imaginarla uno; con un guía se pueden comprender mejor algunas particularidades, como los colores de los edificios circundantes y el hecho de que no haya alcantarillas, acequias o drenajes. La Catedral es imponente, pero a quien visite Perú no le faltarán iglesias imponentes que visitar (casi siempre pagando). La Casa de la Literatura Peruana ameritaba más tiempo que el que pudimos dedicarle. El Rímac es impetuoso pero poco llamativo; días antes, según supimos, se había desbordado, durante la misma época de lluvias intensas que destruyó el norte de Perú y llegó a provocar derrumbes en la periferia de Lima.

Dije más arriba que no hay diseño en Lima. Esto es así ya que se trata de una capital moderna y desordenada y que tiene otras urgencias. Es cierto que Lima tiene una fundación muy antigua, pero a diferencia de otras ciudades de la colonia española, el crecimiento desmesurado sin consciencia de preservación edilicia, combinado con los grandes terremotos que la han sacudido, han ido borrando casi todos los rastros. En Miraflores, más moderno, hay mucho de edificio nuevo, funcional; hay que internarse en ciertos rincones para encontrar las casas decimonónicas, más primorosas. Los detalles espontáneos que mencioné, como las flores y los pájaros, serán (comprensiblemente) poca cosa para muchos turistas, pero para mí son fundamentales; sin ellos es difícil que una ciudad como Lima se distinga de cualquier otra.

En un próximo artículo hablaré sobre los municipios/barrios limeños de Miraflores y Barranco, que son (creo yo) más interesantes y atractivos que el propio Cercado.

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Pablo Flores
Perú para viajeros

Escritor en progreso, ex bloguero viajero, tuitero malo, abogado del diablo. Pienso, narro y lo ofrezco. Mis libros → https://leanpub.com/u/pablodf76