El Metropolitano de Lima
Perú para viajeros, parte 3 de quiensabecuántas
El Metropolitano de Lima es una especie de metrobús (como lo conocemos los argentinos) o BRT (como se llama el sistema usado en Rio de Janeiro): un sistema de transporte masivo rápido por vías exclusivas. En Lima no hay subterráneo/metro porque (según leí) el terreno es demasiado blando y los frecuentes terremotos lo hacen más impracticable aún, pero el Metropolitano, que durante partes de su recorrido discurre por avenidas bajo nivel, cumple su función.
El ingreso al Metropolitano cuesta S/2.50. Hay que pasar por el lector en la estación una tarjeta de plástico que cuesta S/5 y viene con 50 céntimos de carga gratis; se compra y se puede recargar en las mismas estaciones del Metropolitano, con billetes o monedas. Hay que saber cómo hacerlo porque siempre hay gente apurada esperando, pero el sistema funciona muy fluidamente. Una vez dentro, como en los subterráneos, uno puede viajar todas las veces que quiera, siempre que no salga de la estación.
Hay tres estaciones del Metropolitano en Miraflores: de norte a sur se llaman Ricardo Palma, Benavides y 28 de Julio (cada una sobre la avenida que lleva su nombre, en su cruce con la Vía Expresa Paseo de la República, que corta el municipio en dos). Subiendo en cualquiera de ellas se puede ir al norte y
- bajando en la Estación Estadio Nacional, visitar el Parque de la Reserva (que tiene aguas danzantes);
- bajando en la Estación Central, visitar el Parque de la Exposición, donde está el MALI (Museo de Arte de Lima) y otros;
- bajando en la Estación Jirón de la Unión (a tres cuadras de la Plaza Mayor), visitar el centro histórico;
- bajando en la Estación Desamparados, llegar a la Plaza Mayor desde el otro lado o bien acercarse al Parque de la Muralla y al río Rímac.
Todo esto a media hora o cuarenta minutos, más o menos, de camino. Hay varias líneas de Metropolitano; la más “segura” (que para en todas las estaciones) es la C, aunque también es la más lenta.
Yendo hacia el sur con el Metropolitano, en un viaje más corto (diez o quince minutos), uno puede ir hasta el municipio de Barranco y
- bajarse en la Estación Bulevar, para visitar la plaza donde está la Municipalidad, el Puente de los Suspiros y un mirador a la playa;
- bajarse en la Estación Haylas Chorrillos y acercarse hasta el Museo Mario Testino (MATE) y al Museo Pedro de Osma.
Existen en Lima algunas otras líneas de ómnibus con coches razonablemente modernos y recorridos bien establecidos, pero la mayoría de la gente parece movilizarse en unos buses pequeñitos, de techo bajo, cuyo cobrador hace las veces de voceador de destinos cada vez que el bus se acerca a una parada (o un “paradero” como les dicen en Perú). Estos buses cuestan menos y se pagan en efectivo al cobrador o al chofer. No tuvimos experiencia de esta clase de transporte.
Tampoco usamos ningún taxi, excepto el nos trajo desde el aeropuerto y el que nos llevó de vuelta a él. Tomar un taxi cualquiera por la calle es considerado tan inseguro, y tan asumido parece estar el peligro, que cuando el taxi que nos llevaba — perteneciente a alguien conocido por el encargado de nuestro edificio, y reservado personalmente por él — paró a recogernos, el encargado le tomó una foto a la matrícula con su celular para identificarlo en caso de problemas, como lo más natural del mundo, sin protesta alguna de parte del taxista.