Frankensteins, startups sin una cultura de diseño

José Luis Antúnez
Startups (es)
Published in
5 min readOct 7, 2014

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“La cultura del siglo XIX fue definida por la novela, la cultura del siglo XX por el cine, y la cultura del siglo XXI será definida por la interfaz.”

Lev Manovich

Pongamos un ejemplo…

Nueva startup que tiene muy poco dinero (o ninguno) para permitirse un buen diseño de producto y marca, pero lo consigue.

Y no se consigue comprando un tema de WordPress en ThemeForest o una app estandarizada. Si haces eso, no tendrás personalidad ninguna. Caerás en las modas como casi todas estas plantillas hacen para ser vendibles y serás una empresa más del montón habiendo perdido la primera batalla de tu primera guerra tras haber salido: captar la atención.

Estamos en la economía de la atención y más si tu empresa es digital.

Sigamos…

Has ganado la primera batalla. Ya tienes un diseño cuidado con interfaz y copys que funcionan. Gracias a esos elementos, a la comunicación y a tu propuesta de valor tienes un producto que genera cierto seguimiento a distancia de futuros usuarios, competencia y/o posibles inversores. Generalmente -si lo haces medio bien- convertirás entre un 5–10% de tus usuarios. La inmensa mayoría los perderás, pero algunos te tendrán en cuenta en el futuro. Irán abriendo tus newsletters, se pasarán cada cierto tiempo cuando vean una noticia por ahí…

Ya has lanzado. Estás en el aire y generas unas pocas dosis de deseabilidad tanto por el producto como por tu marketing de contenidos.

Tendrás que ir haciendo cambios constantemente. Pequeños cambios. Cambios con un sentido funcional y alineados gráfica y culturalmente con tus procesos de interacción, colores y textos para dar una mejor experiencia a tu usuario y no para mejorar objetivos de negocio.

Sí, repito aunque parezca una locura. Pequeños cambios para mejorar la satisfacción del que te usa y no que le resten aunque eso suponga mejorar negocio.

No sólo la interacción y la maquetación son responsabilidad del diseñador. Los textos también lo son en colaboración directa con la empresa. Las frases también se diseñan, no sólo por negocio, sino también por cuestiones formales y de espacio que ayudan inmensamente a la comprensión de los mensajes clave.

¿Qué es la experiencia de usuario? Hacer que las cosas funcionen bien para la empresa y para el usuario a través de diseño, contenidos y procesos.

Ahora empiezan los problemas

El diseñador ya no está en la startup. No pueden pagarle para futuros cambios o sencillamente la empresa cree que ya no hará falta. Craso error.

Seguramente el diseñador ha dejado una guía de estilo para que los desarrolladores, responsables de negocio y marketing cuiden el trabajo hecho, pero todos sabemos que muy pocas veces tiene éxito.

Siempre surgen necesidades y procesos de interacción que no se contemplan y que pueden ser mejor y más rápidamente resueltos por un profesional del diseño con una visión de negocio general y no meramente maquetadora.

Es en ese momento cuando el diseñador se frustra e incluso se avergüenza de los cambios que la empresa ha hecho. Puede llegar a un punto que hasta el diseñador se plantee eliminar ese trabajo de su portfolio.

El trabajo que hiciste se ha convertido en Frankenstein.

Cuando eso pasa hay tres reacciones:

  • Los que se echan la culpa por no haber impregnado de esa cultura de diseño a la empresa
  • Los que culpan a la empresa por no seguir invirtiendo en diseño
  • Y los que directamente maldicen a los programadores que se quedaron que son los que van evolucionando el producto acorde a directrices de sus jefes y/o al gran enemigo que pueden ser los tests A/B y las analíticas que son los que más suelen romper el conjunto lógico y jerárquico que al final es lo que crea un diseño con sentido.

El diseñador se espanta de los nuevos textos, de las nuevas tipografías, de los botones de acción a granel sin código de colores claro, márgenes y paddings, fotos de stock que se notan a la legua o grandes titulares bajo esas fotos que no respetan las reglas de contraste e iluminación que ayudan a una mejor comprensión y conversión.

Habría que ver caso por caso. La mayoría de veces tu reacción puede ser exagerada. Quizá ese “Frankenstein” no afecta en negocio a corto. Y a medio y largo puede que sea imperceptible.

La culpa no es del cliente que te contrató o del programador que se quedó. Es una carencia formativa en las escuelas de negocio.

Carencia formativa en facultades y escuelas de negocio

La culpa es de sensibilidad, prioridades y malos procesos. No es una cuestión de personas. Es una carencia formativa.

Las escuelas de diseño deben formar más en gestión y negocio, pero sobre todos las escuelas de negocio y las facultades de ingeniería informática (que suelen ser los responsables de la empresa) deben formar en buen gusto.

Eso es diseño de interacción con:

1. Clases de psicología

2. Gestión de proyectos

3. Marketing

4. Tipografía

5. Fotografía

6. Analítica…

Ahora que las interfaces son más visuales se necesita saber cómo combinar fotos con textos y sus contrastes, estar a la última en nuevos procesos de interacción, teorías de los colores…

Ejemplo de nueva startup española que lo hace bien

Un ejemplo relativamente nuevo con gran sensibilidad y cultura de diseño es glassy.pro, la plataforma para surfers.

Acaban de lanzar un reloj muy cuidado con un vídeo promocional que tiene uno de los ingredientes clave de todo negocio: emocionar.

http://vimeo.com/107910420

Conclusión

¿Cómo impacta el buen diseño en tu negocio? ¿Qué tiene que ver con la economía?

En un mundo en el que la tecnología y los contenidos son cada vez más una commodity, el diseño es un factor diferencial y decisivo. Un buen diseño de marca, producto, servicios y procesos serán los que te definan. No es forma. Es alma.

Si lo estético y funcional lo haces bien como mínimo partes de cero y no en negativo. A partir de ahí ganas credibilidad y confianza que las tendrás que cuidar día a día.

Las empresas con responsables que tengan una visión muy profunda de la cultura hacker y de qué es diseño serán más innovadoras y duraderas.

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