JULEN ESTÁ M*****: PARTE 2.

Alexandra Raya
Psicología del Lenguaje — ugr
10 min readOct 30, 2019

Si no has visto la primera parte, haz click aquí.

Después de abordar cómo se presentó la muerte de Julen en los medios de comunicación, nos preguntamos ¿cómo debería haberse representado esta a nivel técnico? Es decir, ¿hay algún criterio o procedimiento periodístico estipulado de forma oficial que permita informar sobre una noticia así de una manera ética a la vez que transparente?

Durante nuestra investigación, nos hemos dado cuenta de que este caso no es el ideal para ejemplificar el uso eficaz de un protocolo o una guía deontológica, y mucho menos, para mostrar que el uso de estos es tarea sencilla.

Hay que partir de la base de que no todas las muertes se presentan de igual manera en los medios de comunicación, según explica Barry Turner, profesor de Derecho y Periodismo en la Universidad de Lincoln (2014). Se establece un sistema de valoración implícito dependiendo de quién sea la persona y qué representa esta para el resto de la población. En otras palabras: no es lo mismo la muerte de un terrorista como Osama Bin Laden comparada con de la princesa Diana. Esta diferencia a la hora de valorar el fallecimiento de alguien según sea esa persona, junto al posible interés (político, según Barry Turner) de los sectores periodísticos es lo que dirige cómo van a representar los medios su muerte cuando tienen que informar sobre ésta.

Desde el punto de vista público, Julen era un niño que accidentalmente cayó en un pozo: simple y conciso. Pero desde el punto de vista forense, es un caso mucho más complicado que eso, pues no se podía determinar con seguridad si estaba vivo o no, como pasa algunas veces con víctimas de catástrofes naturales o secuestros (casos que son mucho más comunes y que de hecho tienen guías para que los agentes procedan de una forma determinada). La única diferencia notable es que en esos casos, no se encuentra a la persona, y en el de Julen, que saben dónde está pero no pueden acceder a él.

Muchos países y regiones tienen su propia guía ética sobre cómo reportar casos específicos y sensibles al público. En España existe el Código Deontológico de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (actualizado en 2017). Ofrece 3 apartados con 21 artículos, que dan guías generales sobre cómo proceder para informar de forma íntegra y eficiente. Algunos de los artículos más relevantes para el caso Julen podrían ser aquellos referidos a la lealtad del periodista respecto a la verdad (artículo 2 del apartado ‘Principios Generales’), prestar especial atención al tratamiento de asuntos que afecten a la infancia y a la juventud (artículo 4 división E y 6 del apartado ‘Principios Generales’) y a ser conciso y exacto (artículo 6 del apartado ‘Principios de actuación’).

Sin embargo, estos puntos no están realmente especificados, ni ponen directrices concretas sobre cómo proceder a la hora de informar sobre una noticia. Nosotros, de hecho, tenemos dificultad a la hora de aplicarlas para ver si las noticias sobre el caso Julen las cumplen o no, porque son tan difusas que realmente no sabemos hasta qué punto se cumplen satisfactoriamente o no. ¿Qué significa exactamente “prestar especial atención al tratamiento de asuntos que afecten a la infancia y a la juventud”? Porque para una persona, prestar atención puede significar dar muchos datos sin mostrar ninguna imagen (porque si estas son de un menor son ilegales), mientras que para otra, lo importante es dar los menos detalles posibles para respetar y conservar la intimidad del niño todo lo posible. Es decir, son directrices demasiado ambiguas como para demarcar claramente qué debe hacer el periodista y qué no. Por ello vemos muy complicado aplicarlas a nuestro caso sin caer en conjeturas sobre qué deberían haber hecho los periodistas según el código.

Por otra parte, en el Reino Unido tienen asentada una organización especializada en la regulación de la prensa británica (“Independent Press Standard Organisation’’ u “Organización Estándar de la Prensa Independiente”), en la que mantienen un firme código ético llamo “Editor’s Code of Practice” (actualizado en 2019). Esta guía mantiene 15 artículos en los que se explica de manera extensa cómo informar sobre ciertas temáticas delicadas y tabú de manera sensible y cuidadosa, como por ejemplo, del abuso sexual, del suicidio, sobre menores de edad, y por supuesto, de la muerte de una persona. Éste último tiene una sección propia (estando muy orientado a su vez a cómo publicar acerca de un suicidio), llamado la “Cláusula 5”. También está bastante relacionada la “Cláusula 4”, aquella referida al dolor que alguien puede estar pasando por momentos difíciles, como podría ser el sufrimiento por la pérdida de un ser querido.

Por tanto, vemos cómo en España existen una serie de directrices muy generales, mientras que en el Reino Unido sí que se usa un manual con un procedimiento específico y concreto. A priori, sería muy sencillo plantear que el protocolo de España es peor, pero por otra parte, hablando con el profesor de la asignatura nos planteamos que quizás tanta restricción coarta mucho la libertad de prensa. ¿Qué sería mejor: una prensa libre que puede caer en prácticas muy criticables a nivel ético; o una muy rígida que asegura una integridad a nivel práctico a costa de que el periodista no pueda decir las cosas que quiera y como quiera?

Dejando esta consideración aparte, nos hemos centrado más en aplicar el código de Reino Unido porque nos permitía no solo compararlo con noticias concretas (al ser mucho más claro y preciso), sino comprobar si allí podría haberse dado un abordaje mediático como el que vimos en nuestro país.

Hemos presentado dos artículos como ejemplos que consideramos muy importantes, ya que nos permiten ver esto: por una parte, que en las entrevistas se debe considerar el estado emocional de los afectados para evitar dañarlos o herir su sensibilidad, por lo que el tono de la entrevista el uso de imágenes sobre la muerte y la descripción detallada de ésta deberá de ser bastante contemplada rigurosamente por la situación personal de las personas entrevistas. Un ejemplo de que no se siguiera dichas pautas fue la entrevista que organizó Susanna Griso con los padres de Julen. Susanna planteaba preguntas en las que han sido consideradas de mal gusto (por ejemplo, que les recuerde lo arrepentidos que podrían estar, qué hacían el día que Julen cayó en el pozo). Por otro, la consideración de que ningún periódico deberá de publicar una muerte con detalles de manera cómica, grotesca o trivial, y hemos podido ver, ya sea a través de los canales de televisión o artículos de internet o en la plataforma social Youtube, cómo han retransmitido en directo la investigación del caso, como si fuera un partido de fútbol. Es cierto que la rapidez de recibir información de noticias es importante para el público pero, ¿era necesario retransmitirlo en directo? Es decir, ¿qué iba a le aportar al espectador el poder ver la investigación en directo?

Aunque pueda parecer controversial, el Código también defiende el derecho del periodista a poder publicar el fallecimiento de cualquier persona. Primero lo justifica diciendo que la muerte de cualquier persona no es únicamente un evento privado (ya que los fallecimientos afectan tanto a comunidades como a personas, por lo que es un tema legítimo a reportar). Después, impone que los periodistas deberán mostrar consideración y tratar dichos temas con delicadeza y sensibilidad (sobre todo si las personas están sufriendo o en shock). El periodista también debe atender al público para quien escribe la noticia sobre la muerte. así como la forma en que la sociedad entiende esta, según Keith Somerville, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Kent (2013). Y sobre todo, como pasa con el caso Julen, que no se publique la muerte de nadie sin que esta haya ocurrido de verdad.

Otro aspecto que queríamos resaltar sería el hecho de que no se publicaran imágenes del cuerpo del niño. Hay que tener en cuenta que al ser un menor de edad, está completamente prohibido enseñar el cadáver así como fotos de cuando estaba vivo. Por ello, no sabemos cómo era Julen, pero sí podemos recordar perfectamente el pozo por el que el pequeño se cayó (dada la cantidad masiva de imágenes difundidas del lugar).

Según la guía ética para la prensa del Reino Unido, se intentará evitar siempre un carácter sensacionalista de la noticia, y ésta podría aparecer mediante la publicación de imágenes de la víctima cuando está fallecida. Por ello, en muchos casos similares, no se atreven a publicar fotos sobre el cadáver o siquiera la escena del crimen, ya que puede ser demasiado morboso, además de que cuanto menos detalles concretos sobre la muerte (sobre todo si trata de un suicidio) aparecen, más valor ético tiene la noticia (Fishman, 2017). Además, plantea que como la imagen de un cadáver es demasiado perturbadora, esta podría reemplazarse con palabras o texto, lo cual podría aplicarse a nuestro caso.

Finalmente, nos gustaría exponer la opinión de José Manuel Rodríguez, editor de la plataforma medium.com y periodista. Este hizo una encuesta por Twitter a los seguidores que también se dedicaban al periodismo para saber cómo se sintieron respecto al trato que la prensa tuvo con Julen. La mayor parte de los 108 votantes que participaron (44%) afirmó que el trato “fue horrible”. El mismo editor afirmó que no había prestado mucha atención a las noticias, pero estaba seguro de que esto se debió a la presión de las empresas dedicadas al periodismo para vender la historia de manera rápida y de manera impactante, en base a su experiencia. Contaba eventos concretos en los que el redactor jefe, presionado por los SEOs (departamento que se encarga de la optimización de la página para mejorar la posición de la página web en los buscadores) le insistía en publicar más para “hacer volumen a la demanda” (Rodríguez, 2019), dando a entender incluso que incluyan detalles macabros. Entonces utilizan las opiniones de Twitter, suposiciones absurdas, testimonios que realmente no aportan nada por tal de introducir ruido y mantener relevancia en el tema. Relata, junto con las opiniones de sus compañeros, que los periodistas deben de obedecer el poder de personas que, sin criterio periodístico, deben de seguir publicando noticias populares porque es lo que “está buscando la gente” (Rodríguez, 2019). En otras palabras, personas que no están formadas para la edición y la estructura de una editorial deben de decir qué deben de poner o no los periodistas sin tener en cuenta el tacto ni la ética porque al fin y al cabo, si la temática es popular, eso quiere decir que las personas van a buscar sobre ella y aportar visitas. Cuantas más visitas, mejor para el editorial del periódico, pero eso no quiere decir que sea mejor para el periodismo.

En mi opinión, el hecho de que los periodistas trabajando en España no tengan una guía oficial ética para tratar la muerte de una persona (un tema tan delicado y a la vez tan popular por los medios de comunicación) me hace entender mejor por qué unos informativos hablan de “cuerpo sin vida”, otros de “cadáver” y pocos de ”muerto”, a la vez que me pone en desacuerdo con la forma en que se ha representado el caso. La mediatización de este se hubiera llevado de una manera mucho menos caótica y agobiante si se hubiera seguido una guía o un protocolo concreto que todos los periodistas pudieran (y seguramente debieran) consultar, como ocurre en el Reino Unido. Entiendo que eso puede poner en duda la principal libertad de expresión del periodista y que eso para algunas personas podría considerarse como censura al crear un protocolo tan específico, pero dado a que estoy mucho más interesada en la Psicología que en el periodismo, priorizo mucho más la salud mental de las personas que si un periodista pueda hablar de manera detallada sobre un tema sensible. Así, incluso si hubiera sido tan caótico como fue en la realidad, por lo menos se podría penalizar el mal uso de esta para evitar que la mala información y los pobres procedimientos periodísticos lideraran la forma en que se contó el suceso, así como que la noticia se encontrara sumergida dentro de tanto sensacionalismo.

Respecto al último dato que hemos proporcionado sobre el artículo de José Manuel Rodríguez en Medium, me gustaría decir que el caso Julen es un buen ejemplo de sensacionalismo. En respuesta a mi compañero, no creo que la intención de muchos periodistas fuera no herir la sensibilidad de la gente… Sí, es cierto que utilizaron eufemismos a toda costa al principio por tal de evitar la palabra “muerte” o incluso creando “falsas ilusiones” por la manera en la que se redactaron muchos encabezados (por ejemplo, Imágenes en exclusiva de los últimos instantes del rescate del pequeño Julen en el pozo de Totalán), pero el método masivo de publicar noticias sobre el caso sin prácticamente nueva información relevante y poniendo bajo el foco constante los familiares de la víctima (8 páginas repletas de artículos de 20minutos, 6 en ABC, 8 en La Opinión de Málaga, 7 en Heraldo, 10 en la Sexta) quizás muestra una cara diferente y más sutil (negativa) de la prensa. En inglés ya tienen una palabra para esto, el “clickbait”, o “cibercebo” en español. El artículo de Rodríguez muestra en una tabla cómo las visitas aumentaban considerablemente en las páginas web si en la búsqueda de palabras se encontraba “julen”. Quizás publicaban más por el interés y la atención que por la noticia en sí.

Eso también me hace pensar en por qué no podían ser concretos al hablar del fallecimiento de Julen, y su aparente uso excesivo de eufemismos. De nuevo, puede ser tanto el tacto como el interés. Por un lado, se podría entender que quisieran ser sensibles con un caso tan popular y que realmente había personas que creían que Julen tenía posibilidad de sobrevivir. Pero por otro, un encabezado difuso de un tema tan mediático puede llevar a muchas visitas. Si en el título aparece “han encontrado a Julen” o “han sacado el cuerpo de Julen”, la persona que haya leído eso no está segura de si Julen está vivo o no, por lo que tendrá que darle click en la noticia para saberlo (aportando así una visita a la web).

Por muchas respuestas que se hayan encontrado sobre el caso, sigue habiendo muchas preguntas sobre por qué los medios trataron el tema como lo hicieron. No he podido encontrar ningún estudio que pueda clarificar las verdaderas intenciones de los medios de comunicación, por lo que realmente me estoy basando en la especulación más que en la afirmación. Aun así, rara vez he visto o conocido una empresa a la que realmente le interesa un tema de manera altruista y no por un discreto pero claro interés de poder o de dinero.

Referencias:

Bartlett, R. (2012, 27 febrero). How to: report on death responsibly in a digital age. Recuperado 27 octubre, 2019, de https://www.journalism.co.uk/skills/how-to-report-on-death-and-suicide-responsibly-as-a-journalist/s7/a547931/

Código Deontológico. (2017, 22 abril). Recuperado 27 octubre, 2019, de http://fape.es/home/codigo-deontologico/

Fishman, J. (2012, 27 febrero). Book Review: Death Makes the News: How the Media Censor and Display the Dead. Recuperado 27 octubre, 2019, de https://ijoc.org/index.php/ijoc/article/viewFile/9466/2379

Grun, J. (2019). The Editors’ Codebook. Recuperado 27 octubre, 2019, de https://www.editorscode.org.uk/downloads/codebook/codebook-2019.pdf

Rodríguez, J. M. (2019, 5 febrero). El periodismo que cayó con Julen al pozo. Recuperado 27 octubre, 2019, de https://medium.com/@josemanuelrodos/el-periodismo-que-cay%C3%B3-con-julen-al-pozo-9e7f2882caea

Somerville, K. (2012, 27 febrero). How journalists report the death of public figures [Archivo de vídeo ]. Recuperado 27 octubre, 2019, de https://podcasts.ox.ac.uk/framing-death-how-journalists-report-death-public-figures

Turner, B. (2014, 18 mayo). Research Gate. Recuperado 27 octubre, 2019, de https://www.researchgate.net/post/How_does_the_media_contribute_to_death_and_its_presentation_and_how_can_this_phenomenon_be_explained

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