Santos, el pacificador

A propósito del Nobel de Paz al Presidente colombiano

cerohd
Punto y coma
6 min readOct 8, 2016

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Premio Nobel de Paz: Juan Manuel Santos. Fuente.

A menos de una semana de su derrota en las urnas con el Plebiscito para la Paz, promovido como la principal bandera electoral para su segundo periodo, esta mañana el presidente Juan Manuel Santos despertó con la culminación de un sueño perseguido con tesón: la adjudicación del Premio Nobel de Paz a su figura.

En una tempranera alocución, el Presidente hizo eco de su logro y lo hizo extensivo a las víctimas del conflicto armado y al país. En sus palabras:

«Colombianos, este premio es de ustedes. Lo recibo, en especial, en nombre de las millones de víctimas que ha dejado este conflicto que hemos sufrido.»

Al que acompañó con su trino del día, en consecuencia con lo manifestado minutos antes a través de los medios:

Estas palabras representan una continuidad después de la derrota del domingo, caracterizada por la economía de palabras, gesto adusto y temperancia, que tradujo, entre otros cambios, la apertura de puertas de la Casa de Nariño para recibir a los autoproclamados ganadores del «no», además de férreos opositores, Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, ambos ex-presidentes y el primero ahora senador de la república. Distante la exultación de semanas atrás cuando ante el pleno de las Naciones Unidas declaró el fin del conflicto colombiano al que luego le pondría rúbrica en Cartagena de Indias. Y más cercano a la desilusión después del trago amargo del «no» cuando algunos «expertos» bajaron las quinielas con respecto a su nominación al Nobel.

Todo muy inesperado, y si la metáfora cotidiana es permitida, todo muy macondiano.

A medida que corría la noticia, las reacciones se fueron sucediendo. El clamor de las redes sociales, en batalla desde el lunes entre partidarios de ambos bandos, era por leer y replicar las palabras de las figuras involucradas en este pulso político del posconflicto colombiano.

Fiel a su tradición de colombiano madrugador, Álvaro Uribe Vélez saludó al laureado:

En sincronía con el presidente Santos, Andrés Pastrana trinó:

Y las voces de los líderes de las FARC emitieron su respaldo:

Desde una orilla u otra, en aparente — mas no apacible — concordia.

Pese al bálsamo que trae la noticia para las espaldas de este país — el Presidente ingresa en un selecto club de laureados por sus esfuerzos como Rigoberta Menchú, Adolfo Pérez Esquivel y Barack Obama, y cumple con su destino personal (en esta revista hemos dedicado líneas a su obsesión por ingresar a la historia en letras de molde y su profunda necesidad de emular a Nelson Mandela, del que extrae citas y ejemplos con asombrosa exactitud)— la lectura política del premio es una advertencia de Noruega, país garante de los Acuerdos, para concluir de manera satisfactoria con las negociaciones.

Lo que ha estado ocurriendo en el marco de la confusión presidencial que había elevado el tono para advertir de la conclusión, en semanas, del Cese al fuego bilateral, resultó en una flagrante contradicción con sus esfuerzos anteriores al enviar una señal guerrerista que caldeó más los ánimos de la oposición, con cuyos representantes se reunió el miércoles. Al anuncio siguió la declaración de las FARC de mover sus efectivos en un acto preventivo en medio de sus intenciones de permanecer en la mesa y de una ciudadanía social mediática vulnerable a la presión de los medios de comunicación que, hora tras hora, debate, señala y estigmatiza a los abstencionistas, a los votantes del «no» (los denomina vergonzantes) ahondando en el clima de polarización que antes, según impresión general, correspondía a países menos «estables», como Venezuela.

Mientras esto acontece, en las calles se dan marchas multitudinarias en algunas ciudades del país que están buscando ser aprovechadas por los bandos para sacar los necesarios réditos políticos; el premio, de nuevo, no deja de ser un elemento de consuelo a pesar de sus circunstancias.

Aunque el Presidente alcanzó su meta personal con este Premio Nobel de la Paz, no firmará los Acuerdos. Será de esta forma debido a que el Plebiscito desató movimientos políticos que se tomarán su tiempo para incorporar sus puntos de vista. Tampoco firmará por razones de cálculo electoral; nadie quiere signar algo tan polémico antes de unas elecciones sin, por lo menos, haber modificado mucho de lo que fue rechazado en las urnas.

En un ejercicio de futurología, la fotografía del final de conflicto no será un «Yo con Yo» — coloquialismo nacional para señalar esos ejercicios de egoísmo tan propios de este país y por los que se caracterizó la, ahora vista con distancia, primera parte del proceso — sino una en la que habrá más actores de lo presupuestado, muchos de ellos incómodos para una ciudadanía débilmente progre. O tal vez ninguno de los que ahora pujan por sus bazas, sino sus emisarios, porque lo cierto es que ya se abrió la Presidencial de 2018. Lo que presenta un escenario excitante mientras la ciudadanía se alza en armas digitales para identificarse en un bando u otro.

Tal fue el resultado del ahora denominado plebiscidio, que ningún lauro internacional puede opacar. Tal es el escenario, el verdadero posconflicto que todos, ingenuamente, creímos distinto, idealizado, utópico.

El titular de este texto llegó después de leer los primeros trinos sobre la adjudicación del Nobel al Presidente. Es un acontecimiento, en todo el sentido debordiano del concepto. Y tiene mucho, muchísimo, de futbolero: hay, en estos momentos, una embriaguez colectiva que alivia la pena de una polarización que está rompiendo vínculos sociales más rápido que el conflicto agrario que quisimos solucionar en las urnas. Santos, el pacificador, ingresa a la historia como el hombre que nos puso a todos, como sociedad, a mirar de frente a los orígenes de nuestra Violencia. Tal vez su intención no daba para tanto, pero los resultados están a la vista, como una herida abierta.

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0hd es Héctor Delgado (@cerohd), licenciado en Filología que escribe un proyecto denominado #52semanas. En paralelo, aglutina imágenes en Instagram bajo #366cerohd.

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