El Gobierno en Diseño: Todos para uno y uno para todos
Una de las grandes lecciones que nos ha dejado esta nueva forma de vida entre peste y encierro es que hay gobiernos que saben gobernar a sus ciudadanos y otros que no. Parece obvio. Cuando gobiernas, tienes gente que hace caso, que se queda en casa cuando corresponde y es necesario, y que puede sintonizarse con el colectivo.
Cuando no te gobiernas, es todo lo contrario. Sales a la calle a tu manera, te las arreglas como sea y te centras solo en tu necesidades individuales inmediatas, solo en lo que te pasa a ti, sin mirar al lado. ¡Sálvense quien pueda! Hasta que te toca…
El desgobierno termina cuando comienza el autogobierno. ¿Pero por qué hay personas más (o mejor) autogobernadas que otras? ¿Y qué tiene que ver esto con diseño?
Cuando no te gobiernas, es todo lo contrario. Sales a la calle a tu manera, te las arreglas como sea y te centras solo en tu necesidades individuales inmediatas, solo en lo que te pasa a ti, sin mirar al lado. ¡Sálvense quien pueda! Hasta que te toca…
El desgobierno termina cuando comienza el autogobierno. ¿Pero por qué hay personas más (o mejor) autogobernadas que otras? ¿Y qué tiene que ver esto con diseño?
Porque cuando hablamos de Gobierno y Autogobierno, es más fácil entender cómo esos principios hacen paralelo con los de Gobierno en Diseño. De esa manera podemos señalar que los desgobiernos nacen cuando su marco de referencia ha sido históricamente individualista, enfocado en la ganancia puntual y sin visión de largo plazo. Cuando se tapan muchas heridas, pero con distintos parches.
Esto ha sido tremendamente patente cuando pensamos en el entorno digital. Si bien la web nació como un protocolo para que los computadores “conversaran”, fueron los distintos actores del mercado los que fueron empujando la creación de idiomas o plataformas propias para dar su discurso. Así fueron naciendo los hipsters Macs, los conservadores Windows, los jóvenes Google, los disruptivos Huawei, los funcionales Nokia, y tantos otros que hoy conforman las empresas que controlan gran parte del mercado digital mundial. Fue tal la masificación del soporte digital, que la existencia de una “Torre de Babel” informática empezó a ser un gran obstáculo.
Sistemas de Diseño
Sin embargo, en un esfuerzo (no menos egoísta) de poder facilitar los procesos de trabajo desde el diseño y el desarrollo, nació la idea de volver a lo básico, a basarse en aquellos protocolos que permitieron que los computadores conectaran, a conversar para facilitar.
Fue así, como desde el mundo del diseño y del desarrollo comenzaron a nacer Sistemas de Gobernanza que, a partir de código homologado y diseño coherente, podrían dar a los usuarios la idea de la experiencia digital como un diálogo continuo. Ya no hacía falta rediseñar una y otra vez los distintos productos de una misma marca con distintos códigos y diseños, sino que se podía apelar a un Sistema de Diseño (Design System) único que permitiera adaptarse a los distintos formatos y dispositivos, y así hacer que la experiencia de un usuario fuera transparente, independiente desde donde se estuviera accediendo a los contenidos.
El diseño se transformaba en un framework. Paradójicamente, el creativo mundo del diseño se estructuraba como en bloques de construcción. Uno de los primeros ejemplos fue Google en 2014 que creó Material Design para todos los productos desarrollados para Android. El Gobierno de Reino Unido, por ejemplificar uno de los mejores, también propuso experiencias coherentes, unificadas, multiformato y multidispositivo a sus ciudadanos. Y así suma y sigue.
Todo esto se facilita con el trabajo colaborativo. Disponer de los productos en repositorios abiertos es fundamental. Pensar en Componentes de Diseño como en una especie de cabildo ciudadano participativo permite desarrollar productos que continuamente son validados y probados por sus usuarios (desarrolladores, diseñadores, y usuarios finales). Esto hace que continuamente podamos estar tomando la temperatura de lo que hacemos y tomar las medidas correspondientes para una mejora continua.
¡Y qué lección nos da! En un mundo en crisis, que necesita gobernarse, con reglas claras, participativas y con vistas al colectivo, la creatividad de lo digital es hoy un elemento que nos da estructura.
Porque cuando pensamos en todos, nos va mejor a todos: a quienes diseñamos y desarrollamos, como a los usuarios.
Esperemos que los gobernantes también puedan crear un framework parecido algún día. Es cierto que es más difícil y que tiene un sinfin de aristas éticas. La web fue inventada en los 80s y la democracia viene de la Antigua Grecia.
Agradecimientos profundos a José Francisco Hurtado