La propaganda política y la última esperanza de los 100 años de Goebbels

En un último discurso, Joseph Goebbels, apeló al renacimiento del nacionalsocialismo luego de un siglo y la posterior inmortalidad para alentar a los miembros de su ministerio.

Elías Moscoso
Revista Sobredosis
5 min readOct 19, 2018

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A muchos sorprende que la ultra derecha a nivel mundial sea la nueva protagonista, y es que para muchos parecía imperceptible su crecimiento. Los mismos que sintieron asombro por la popularidad de personajes como Trump (USA), Mateo Salvini (Italia), Marine Le Pen (Francia), ahora no comprenden como Santiago Abascal (España) y Jair Bolsonaro (Brasil) se han logrado hacer con una gran cantidad de seguidores. El sentimiento nacionalista siempre estuvo presente alrededor del mundo y posiblemente seamos testigos de su futura perennización.

¿Cómo fue posible esto? ¿Acaso no hemos aprendido de la historia? Dos sucesos importantes para entenderlo serían: la propaganda política y los errores de los partidos hegemónicos. Y es que algunos de los once principios de propaganda de Joseph Goebbels (creados en el Tercer Reich) se mantienen vigentes en la estrategia de comunicación de los partidos políticos alrededor del mundo y han encontrado en la masificación de medios — gracias al auge de las redes sociales — el mejor aliado para su difusión.

Tres de los principios de Goebbels más utilizados han sido: “El principio de simplificación” que individualiza al adversario en un único enemigo (corrupción, migración, los valores morales); “el principio de vulgarización” que masifica la información mediante un lenguaje común (presente en redes sociales); y “el principio de la unanimidad” (noticias falsas, bots) que convence a los votantes de que todo el mundo está pensando lo mismo. Como ejemplo de su efectividad tenemos los países de Europa, Estados Unidos, España y Brasil — sobre los que se ha fijado la mirada debido a la proximidad de las elecciones.

En el caso de Europa y Estados Unidos la inmigración se convirtió en el chivo expiatorio, pero ¿cuáles son los datos reales al respecto? Según el censo realizado en 2017 por la IOM (Organización Mundial para las Inmigraciones por sus siglas en inglés), 78M de migrantes residen en Europa, 58M en Norteamérica y 10M en Latinoamérica y el Caribe. ¿Justifica esto las políticas migratorias de Trump y Salvini que van desde la expulsión de refugiados, dejarlos a la deriva en el mar Mediterraneo o la odisea de las familias separadas en la frontera de Estados Unidos con México donde se pretende levantar un gigantesco muro — idea copiada por Abascal para cortar el paso hacia España desde Ceuta y Melilla?

En el caso de Brasil, la red de corrupción de la empresa Odebretch, descubierta desde 2016 extendió sus tentáculos alcanzando a varios países de la región como Perú, Argentina, Venezuela y Ecuador, y se convirtió en el talón de Aquiles para el Socialismo del siglo XXI. Esto contribuyó para que un representante de la ultraderecha considerado racista, xenófobo, misógino, machista y homofóbico llegue a segunda vuelta con un sorprendente 42% de votos a favor.

El arquetipo de este personaje — desde Trump — ha tomado fuerza en el ámbito político y aunque su gran aceptación cause asombro, debemos preguntarnos ¿Cómo puede una persona que representa tantos antivalores convencer a los votantes? Una Europa cansada de medidas ineficientes ante la entrada de refugiados, que llegan — en su gran mayoría — desde países de Oriente Medio en conflicto como Siria, Irak, Iran, Yemen, entre otros; la clase promedio olvidada de Estados Unidos; y un Brasil manchado por la corrupción, podría ser la respuesta.

Todo contribuyó al descontento del pueblo que hoy ve en su voto a favor de los representantes del Partido Social Liberal (Brasil), Vox (España) y el Partido Republicano (Estados Unidos) una especie de castigo contra la beligerancia socialista y demócrata que nunca logró alejarse del monstruo de la corrupción. El escenario fue perfecto para aplicar el “Principio del método de contagio de Goebbels”: en el mismo saco colocaron a los partidos que gobernaban y a los que guardaban silencio ante lo que estaba sucediendo.

Esto demuestra el renacimiento de la ultraderecha y el despertar del ‘sentimiento nacionalista’ por una parte, y por otra la exclusiva preocupación de los votantes por castigar a los actuales gobiernos, tal como castigaron a la derecha tradicional cuando entregaron su voto a favor del socialismo del siglo XXI en Latinoamérica.

Al final de la decadencia del Tercer Reich, Joseph Goebbels dio el siguiente discurso a los miembros de su ministerio: “Caballeros, dentro de cien años, se estará mostrando otra excelente película a color sobre los días terribles en los que estamos viviendo. ¿Queréis desempeñar un papel en esta película?, ¿volver a la vida en un centenar de años?” y parece que a nivel mundial existe una creciente tendencia por encontrar en “el sentimiento nacionalista” la solución a los problemas. El nuevo lema sería: “Mi país es sólo para los ciudadanos de mi país”.

En el discurso Goebbels continuó “Cada uno de vosotros tiene ahora la oportunidad de elegir qué papel desempeñará en la película dentro de cien años. Resistid ahora para que en un siglo los espectadores no os abucheen y silben cuando aparezcáis en la pantalla”. Justo ahora estamos a poco tiempo de cumplirse los 100 años mencionados.

Una frase, en aquel entonces utópica, podría convertirse en profética si tomamos en cuenta las señales que a nivel mundial anuncian el boom de la xenofobia alimentada por la diáspora de Oriente Medio que ha encontrado refugio en países europeos y la marcada presencia de latinoamericanos en Europa y Estados Unidos —que ha dado como resultado fuertes políticas migratorias — , además de la nueva diáspora Venezolana que ha puesto en alerta las medidas de migración en los países vecinos.

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Elías Moscoso
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